por naril » Mar Oct 12, 2010 11:46 am
1. La revolución cultural de Gramsci consiste en cambiar la forma de pensar de las personas, en Occidente, manipulando, con el lenguaje cristiano, las mentes de todos sin excepción. Es importante estar informado sobre esta revolución anticristiana porque ya vivimos inmersos en esta “anticultura”, que nos presenta como necesidad inmediata la construcción de la autoestima, la autodependencia, la autoenseñanza y pensamiento libre para que ser alguien sin sentido común. Borrando todo el valor y los derechos naturales con los que nacemos pues somos criaturas de Dios. Entonces, para tapar los derechos naturales, nos enseñan que tenemos el derecho a elegir el aborto si no me conviene tener un bebé; el derecho de divorciarme si no me va bien en el matrimonio; el derecho de convivir; el derecho de poner una ley de protección si no quiero que mi hijo y su padre compartan; etcétera. Son los derechos de hacer lo que me dé la gana sin que sea conveniente, saludable y según lo que manda Dios.
2. Veo esta revolución en mi ambiente de tantas formas y tan repetido que es muy acostumbrado y parece la norma.
Madres solas con sus hijos y con la decisión de probar y convivir porque no confían en que pueda existir alguien que se comprometa realmente, o ellas mismas no están dispuestas a ello. Igualmente hay padres que conozco con la misma situación, aunque son mucho menos. Divorciados con nuevos matrimonios.
Estudiantes que no respetan a nadie porque aprendieron a decidir no hacerlo pues tienen ese derecho. Hay padres que han enseñado a sus hijos a que el estudiante está por encima de todo y que, por tanto, no importa lo que hagan, los defenderá la escuela, y así lo he vivido.
También, la verdad relativa en que creen muchos, especialmente cristianos católicos. Es un aparente refugio donde se sienten libres de no estar en desacuerdo con nadie, de ser aceptados por todos, de omitir la denuncia y exigir, promover y vivir la verdad que Jesucristo nos enseñó. La verdad no es relativa. Hay una sola verdad. La verdad es Dios. Nosotros, los seres humanos, somos finitos, por lo tanto poseemos sólo parte de esa verdad. Por eso uno tiene una parte, el otro, otra. Con las partes llegamos a la verdad absoluta que es Dios. Claro, si esa verdad va en contra de la orden de Dios, es la falsa enseñanza que se levanta disfrazada y como la mala hierba entre el trigo. Como cuando alguien dice que Jesús fue un hombre más. O quien quiere ser muy intelectual en lugar de ser sabio.
He visto personas que todo lo que hacen es para su deleite sin importar las consecuencias aún cuando afecte directamente a sus hijos y seres queridos. Comenta uno que lo disfrutará ahora porque después se muere y ya no podrá hacerlo y que si alguien antes que él no cuidó su entorno y por eso, el ejemplo que dio fue éste, ahora no puede comer carey, por que es ilegal, y que no tuvo la oportunidad de ver los dinosaurios, ni nada de eso, pues, qué le importaba que los que vinieran después de él no pudieran hacer lo que él hace ahora. O sea, que ni sus hijos tienen valor.
También el dicho tan reconocido: si no me gusta, no lo hago. Demostrando la falta de responsabilidad, compromiso, diligencia, etc.
Son demasiados los ejemplos que se podrían exponer.
3. Si Dios nos ha hecho a cada uno a su imagen y semejanza, también ha hecho la familia a su imagen y semejanza. Dios es uno, y es trino, es comunidad, es unidad. Jesús nos dijo que si lo conocemos a Él, conocemos al Padre. También dijo que cuando regresara al Padre, nos enviaría a quien nos recordará todas sus enseñanzas, al Espíritu Santo paráclito. Y que, Él, Dios Hijo, nos educaba según la voluntad de Su Padre. No hay uno sin el otro, es lo correcto. Además, Dios mismo nos ha comunicado su deseo y su plan desde el principio y es que el hombre y la mujer dejarán a sus padres para unirse y formar una sola carne, y así procrear y vivir en unidad según la Ley de Dios, nuestro creador y salvador. Como Cristo y la Iglesia, cada uno de los integrantes tiene su rol o función, que es especial e indispensable, como la mano derecha no sustituye a la izquierda, ni el brazo a la pierna, aunque una sin la otra pueda subsistir, no puede cumplir la función de la otra. Así, la familia, y de la familia, la sociedad. Cuando la familia vive según lo manda Dios, cada uno cuida de sí y del otro, pues son la misma sangre, son uno parte del otro, se complementan; todo lo que se reflejaría fuera de esa pequeña comunidad y se extendería al mundo entero. Es una gran bendición. Como núcleo, por eso es tan atacada. El origen del ser es Dios, el origen de ser, la familia.
4. La virtud es la buena educación puesta en práctica todos los días, ejercitar los buenos hábitos, los buenos modales, la moral, el sentido común. Su práctica conduce a la madurez integral de la persona y ésta “contagia” a los demás con su proceder diario. La importancia de educar a la persona en ella es formar una persona íntegra que pueda vivir haciendo el bien, que pueda distinguir entre el bien y el mal, que sea capaz de decidirse por el bien, que respete la entera creación de Dios principalmente al ser humano, que su propia vida sea ejemplo virtuoso para quienes le rodean y a la vez educando con la misma, que sea apoyo para los demás, que pueda defender los derechos naturales y veraces, que quiera desarrollarse y crecer para su bien y el de los demás según el plan de Dios.
5. El curso y la práctica que se recordará en el mismo es y será de gran trascendencia para mí y los demás por que el ser humano fue creado para ser persona y para ello necesitamos ejercitar los buenos hábitos, las virtudes. Ellas son las herramientas que necesitamos para construir nuestra vida conforme al plan de Dios, para ser, para madurar, para la integridad total, para el bien personal y común hoy y el mañana.
6. Soy testigo de que vivimos con miedo a la propia vida, a los cambios necesarios para, aunque parezca redundante, vivir vivos y dejar de vivir muertos. Tenemos miedo de desearle a todos un buen día, y si alguno se atreve a hacerlo, tenemos miedo de responder o reaccionamos con cara de incertidumbre sin poder emitir ni un “gracias”.
Soy testigo de la astucia del enemigo al usar el lenguaje cristiano para convencer con medias verdades. Del atractivo de aceptarlo todo como verdadero promoviendo la relatividad. De lo fácil que se nos hace practicar cualquier cosa para probar y creer que nada me hace daño si no creo en ello. Estamos acostumbrados a la confusión creyendo que para aceptar al otro, y para que nos acepten, tenemos que callar porque hay que tolerar y aguantar lo que sea, en lugar de instruir y crecer ambas partes. Que mentimos como si fuera un pecado pequeñito e insignificante, justificándolo al compararlo con matar, cuando el pecado eso es lo que es, sin número de mayor a menor, quien le otorga grados diferentes somos nosotros, no Dios.
También soy testigo de que el que quiere ser fiel a Dios, está tomando conciencia y buscando los medios que pueda para aprender, crecer, compartirlo con los demás y glorificar al Señor por todas sus maravillas.
Naril
Todo y sólo para la Gloria de Dios!
Naril