) ¿Están los hombres de hoy en condiciones de aceptar una moral exigente en materia de sexualidad conyugal?
A los hombres de hoy si no tienen fe, les cuesta aceptar las cruces de la vida. No hay vida sin sacrificios, no hay vida sin renuncia. Si morimos a nuestros egoísmos sabremos llevar la cruz con alegría viéndola desde otra perspectiva.
Nuestra respuesta de fe está llena de renuncias, y más aún si la vivimos acompañada con el otro.
El hombre de hoy vive escapándose de la realidad, no hay compromiso, lo que requiere renuncia prefiere cambiarlo, y si es un matrimonio lo que le exige el compartir la carga, o que lo supere en lo que esta dispuesto a dar, prefiere romperlo. La falta de valores de nuestra cultura y el no respeto por nuestra naturaleza humana, confunde al hombre y ya ni sabe qué es lo bueno y qué es lo malo como lo que está bien y lo que está mal, vive en condiciones de ”total todo el mundo lo hace” y de esta manera calla su conciencia y al no oírla imposible que acepte una moral exigente y mucho menos en sexualidad conyugal. Pues la ignorancia del valor del matrimonio le impide aceptarlo, pues lo ve como una locura o como un impedimento para su felicidad, sin saber que vive una mentira, pues se aparta del camino de la Verdad que es el camino hacia la salvación. Jesús dijo que venía a salvarnos pero nunca dijo que nos evitaría el sufrimiento.
Hace falta una conversión verdadera para poder convertirse moralmente.
2) ¿Qué aceptación ha tenido la enseñanza pontificia sobre la sexualidad conyugal y la natalidad?
A decir verdad, poco y nada. Primeramente creo que en su época fue difícil predicarla, me imagino a los sacerdotes lo que les habrá costado predicar sin que la asamblea pueda comprender. Es difícil transmitir el compromiso cristiano que implica aceptar la encíclica y más a gente que tiene una fe tibia.El problema de fondo que veo, es que siempre se necesitó una educación sobre la sexualidad conyugal, a través de ella saldría solo el tema de la natalidad ya que se asumiría el verdadero compromiso conyugal donde brotaría la paternidad responsable y la castidad ante el egoísmo del solo placer, sería de gran crecimiento espiritual ayudado por la gracia para cumplir su vocación.
Hoy es más difícil aún ya que nuestra cultura relativa ha distorsionado la familia con las separaciones y familias ensambladas, también por las relaciones de género queriéndola institucionalizar y reemplazar a la familia, por violencia y violaciones en el seno familiar…estas situaciones muestra la falta de educación. Si hay falta de educación está claro que no se conoce la HV,no hubo promoción suficiente para lograr la aceptación , ni explicación, ni campañas; que creo hubiera salvado muchos matrimonios y vidas. Faltó y falta tomar conciencia del valor verdadero del matrimonio y su vocación de la lucha por la vida.
3) ¿Cuáles 3 condiciones fundamentales se requieren para vivir la moral conyugal?
1º Tener “sólidas convicciones sobre los verdaderos valores de la vida y de la familia” (HV, 21)
2º La disposición a la lucha contra uno mismo y la adquisición de las virtudes: “El dominio del instinto mediante la razón y la voluntad libre”, lo que exige “una ascética” que tiene sobre los cónyuges “un influjo beneficioso” (HV, 21). No se puede vivir la doctrina moral cristiana sobre el matrimonio si no hay “un clima favorable a la educación de la castidad” (HV, 22).
3º Vivir la vida de la gracia: “La doctrina de la Iglesia en materia de regulación de la natalidad... no sería posible actuarla sin la ayuda de Dios, que sostiene y fortalece la buena voluntad de los hombres” (HV, 20).
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