por carmenmoren » Mié Oct 13, 2010 4:39 am
Saludos y bendiciones a todos.
Estas son mis respuestas al segundo tema de este curso.
1ª) Las características del amor conyugal pueden resumirse en estas cuatro: es plenamente humano, total, fiel y fecundo.
- Es plenamente humano en el sentido de que implica la totalidad del ser: su parte afectiva, sensible y su parte espiritual, su voluntad. No se puede amar sólo con el cuerpo, sino que la comunicación con el otro debe ser desde esa perspectiva racional, también, que conlleva la responsabilidad.
- Es total. Busca darse. Al contrario que el amor instintivo que sólo busca la satisfacción inmediata de la propia nacesidad, el amor voluntario busca satisfacer la necesidad del otro.
- Es fiel. No sólo con el cuerpo sino también con la mente, evitando situaciones que puedan poner en peligro ese compromiso (determinados ambientes, lecturas, películas, demasiada intimidad con compañeros de trabajo,etc.) La fidelidad también significa mantener viva la entrega al otro como recién estrenada.
- Es fecunda.En el sentido de que debe estar proyectada hacia la apertura a la vida, inependientemente del número de hijos que puedan o no venir. Aquí hay que tener en cuenta la paternidad responsable que implica, con honestidad, reflexionar y preguntar a Dios en la oración, cuán numerosa quiere que sea en nuestra familia, ya que si dejamos a un lado nuestro egoísmo, nuestros miedos, nuestros reparos, podremos ver la providencia de Dios dando respuesta material a todos ellos.
2ª) Las bendiciones de una familia numerosa lo son para la Iglesia, ya que la familia numerosa le proporciona nuevos bautizados llamados a transformar la sociedad y también llamados a la vida eterna, y también son bendiciones para la propia familia, si en ella vibra el auténtico espíritu cristiano, ya que en ella florecen virtudes de manera especial, está llena de alegría, es un lugar que rebosa de vida y puede dar un testimonio cristiano magnífico sólo con su presencia. Prueba de todo ello es que muchos grandes santos provienen precisamente de familias nuimerosas, como Santa Teresita de Lisieux, Santa Teresa de Jesús, San Francisco de Asís, etc.