Puntos para reflexionar:
¿Cómo definió Pablo VI en la Humanae vitae métodos artificiales?
Los métodos artificiales (anticonceptivos o contraceptivos) son esencialmente diferentes de los métodos naturales . Por métodos artificiales nos referimos a los que Pablo VI definió en la Humanae vitae (n. 14) como: (a) “interrupción directa del proceso generador ya iniciado” (por tanto, todo tipo de instrumento o mecanismo que impida la anidación del óvulo fecundado o que apunte a su destrucción antes o después de la anidación ; (b) “el aborto directamente querido y procurado”; (c) la “esterilización directa, perpetua o temporal, tanto del hombre como de la mujer”; (d) “toda acción que, o en previsión del acto conyugal, o en su realización, o en el desarrollo de sus consecuencias naturales, se proponga, como fin o como medio, hacer imposible la procreación” (por tanto, se incluye de modo general todas las posibles técnicas anovulatorias, esterilizadoras, etc. —que se realizan en previsión—, uso de preservativos y otros medios de barrera, interrupción del acto sexual, etc., —durante la realización del acto—, lavajes posteriores, píldoras postcoitales, etc., —en su desarrollo posterior)
¿Por qué todo acto anticonceptivo disocia los dos significados del acto conyugal, destruyendo el significado procreativo y desfigurando el significado unitivo?
La encíclica consta de tres partes.
En la primera describe el hecho de que los matrimonios puedan requerir el limitar el número de hijos debido a distintas circunstancias. El Papa enumera algunas: la así llamada explosión demográfica, el mayor papel profesional de la mujer dentro de la sociedad y los nuevos medios técnicos y médicos, etc. Ahora bien, se afirma abiertamente la competencia del magisterio en estos temas dado que, según recuerda el Papa, esa misión ha recibido de Jesucristo. Se menciona además que a la encíclica precedió un estudio y una consulta hechas a obispos y a expertos pero que, sobre todo las conclusiones de la comisión creada para tal efecto, no son consideradas vinculantes dada la división que se dio entre sus participantes y la presencia de opiniones no totalmente fieles al Magisterio.
En la segunda parte, se afrontan los principios doctrinales que se deben tomar en cuenta a la hora de dar un juicio moral sobre el control de la natalidad. En relación con el acto sexual, la encíclica recuerda la enseñanza de la Iglesia en relación con los dos significados de él. Afirma que el acto sexual debe de "mantener su papel intrínseco de procrear la vida humana" y que "la interrupción directa de un proceso reproductivo que ya haya iniciado" va en contra de las leyes morales cristianas. El aborto, aun cuando sea para fines médicos, queda prohibido de forma absoluta al igual que la esterilización quirúrgica (ya sea a través de una vasectomía o un ligamiento de trompas) aun cuando se trate de una medida temporal.
De igual forma cualquier acción terapéutica que tenga como propósito prevenir la procreación queda prohibida. Esto incluye métodos químicos y aquellos que crean barreras físicas para evitar el embarazo.
La encíclica no condena los métodos que causan infertilidad como efecto secundario siempre y cuando la esterilización no sea el verdadero propósito del acto.
En cambio, la abstinencia durante ciertas fases del ciclo menstrual de la esposa de cara a evitar un posible embarazo sí es moralmente aceptable, ya que como afirma el texto:
los cónyuges se sirven legítimamente de una disposición natural... renuncian conscientemente al uso del matrimonio en los periodos fecundos cuando por justos motivos la procreación no es deseable, y hacen uso después en los periodos agenésicos para manifestarse el afecto y para salvaguardar la mutua fidelidad. Obrando así ellos dan prueba de amor verdadero e integralmente honesto.
Sin embargo, subraya que esto se debería dar por serios motivos físicos, psicológicos o de circunstancias. La encíclica reconoce que tal vez las enseñanzas que intenta diseminar no serán aceptadas por todos pero que la iglesia Católica no puede declarar ciertos actos como morales cuando en realidad no lo son.
Luego, indica diversas consecuencias que podrían darse del uso de medios no naturales para el control de la natalidad: se abriría el camino para la infidelidad conyugal y la degradación de la moralidad, se perdería el respeto por la mujer que podría llegar a ser considerada como un mero objeto de placer, se daría a algunos estados la posibilidad de intervenir en temas tan íntimos de la pareja.
En la tercera parte, titulada "Directivas pastorales" el Papa se dirige a diversos grupos para solicitar su apoyo. Pide a las autoridades públicas que se opongan a las leyes que deterioren las leyes naturales de moralidad (véase pide que los científicos estudien mejores métodos de control natal natural y un llamado a que los doctores, enfermeras y sacerdotes promuevan métodos naturales sobre los artificiales.