PREGUNTAS
1. Para poder construir una cultura vocacional, ¿qué actitudes hay que afrontar?
2. Explica brevemente los elementos para la construcción de la cultura vocacional
RESPUESTAS
1.
El derrotismo: No podemos hacer nada.
Algunos opinan que puesto que las vocaciones son un don del Espíritu Santo, no cabe sino esperar pasivamente las vocaciones que al Espíritu le plazca enviar. Si Dios quiere, ya enviará vocaciones...En absoluto ponemos en tela de juicio que las vocaciones sean don de Dios y sólo de Dios; pero sería malentender la confianza en Dios no cooperar con El.
El abatimiento: Hacemos lo que podemos y, sin embargo...
Es una versión más sutil de la herejía anterior y consiste en creer que hacemos todo lo que podemos: ya dedicamos energías a la pastoral juvenil, a ejercicios para jóvenes, a experiencias de verano.
La excusa: Ya tenemos un (equipo) encargado.
La animación de vocaciones no es asunto exclusivo de un delegado ni de un equipo, ni siquiera de los que están en la pastoral juvenil, sino de toda la congregación. Es la comunidad entera y la congregación en su totalidad la que atrae o repele las vocaciones. El promotor vocacional es como la comadrona y la comunidad como la embarazada; si la comunidad no es fértil, la comadrona no puede hacer nada
La edad: Eso es cosa de las más jóvenes; a mi edad.
Con frecuencia se oye que la promoción vocacional compete a los jóvenes y que a partir de cierta edad ya no se puede contribuir más que con la oración. Esto no es totalmente verdad. Es verdad que las jóvenes pueden aportar más cercanía y espontaneidad pero las encuestas realizadas entre religiosos que han entrado en los últimos años demuestran que para muchos, el contacto con religiosos/as adultos que vivían la plenitud del trabajo apostólico, fue determinante. Hay ejemplos de sacerdotes y religiosas mayores que envían jóvenes al noviciado. ¿No puede funcionar la edad como una disculpa fácil?
Es la hora de los laicos.
A veces se oye que no está bien insistir en las vocaciones de especial consagración, sacerdocio y vida consagrada. Su tiempo y su protagonismo en la Iglesia sería cosa del pasado. El siglo XXI será y habría de ser el siglo del laicado. Los religiosos y sacerdotes deberíamos reconocerlo y preparar el camino a los laicos, cediéndoles nuestro puesto.
2.La centralidad de Jesucristo
Nadie puede dudar de que la vocación nace, crece, se discierne y se consolida en el encuentro profundo con Dios. Así pues, una cultura vocacional debe propiciar, por distintos caminos, que el encuentro con Dios sea lo más continuado, afectivo, gustoso, auténtico, radical, transformante, totalizador y profundo posible.
La figura de María
Siempre que se habla del tema vocacional, se termina por mencionar la figura de Nuestra Señora, la Virgen María, como uno de los factores clave en el proceso de elección y de discernimiento vocacional. María, como figura de la fe de los creyentes, constituye el modelo de discípulo, el arquetipo por antonomasia del joven con vocación.
La experiencia fuerte de Dios
Muchos reconocen que nuestro tiempo y nuestra cultura están habitados por un anhelo de experiencia espiritual, aunque a veces esté buscado fuera de la Iglesia. Los grupos religiosos que crecen son aquellos que consiguen articular y ofrecer una experiencia fuerte de Dios, que aciertan a acompañar, guiar y suscitar el encuentro directo con el Dios transcendente, con el misterio absoluto. La imagen de nuestra Iglesia, tristemente, está mucho más marcada por la insistencia en la doctrina y en las prohibiciones, sobre todo, en materia de moral económica, social y sexual.. No se percibe a la Iglesia proponiendo un Dios amable, como el que hemos encontrado los creyentes en el Padre de Nuestro Señor Jesucristo; no acertamos a invitar a hacer la experiencia fabulosa de encontrarse con Jesucristo. Una Iglesia así tiene pocas posibilidades de ser fecunda.
Sentido de Iglesia
Aunque la experiencia de fe constituya un factor fundamental en la cultura vocacional, no cabe duda de que la inserción en un cuerpo eclesial que la cultiva, la facilita y la promueve, repercute significativamente en las vocaciones. ¿Qué sucede en determinados grupos religiosos para que en ellos las vocaciones florezcan con mayor abundancia? ¿Qué formas sociales-eclesiales de vivir la fe resultan estimulantes para la vocación?
Vivencia comunitaria de la fe
Las personas que piensan en una posible vocación a la vida consagrada van buscando una espiritualidad profunda y una vida comunitaria auténtica. El individualismo corre el peligro de rebajar la dimensión corporativa del seguimiento en la vida consagrada. Mientras no superemos la crisis de individualismo y de obediencia en la vida religiosa difícilmente podemos soñar con que quienes nos rodean se sientan atraídos por nuestro modo de vida. Para un proyecto individual, por muy santo que sea, no es necesario unirse a ningún grupo.
Aprecio por las vocaciones sacerdotales y consagradas
Aquí tocamos uno de los temas más candentes y discutidos en la crisis de la pastoral vocacional. Si antes del concilio se realizaba una pastoral vocacional decidida, con sus fallos y exageraciones, el tiempo posterior llevó a un abandono de la pastoral vocacional. Todavía se da una resistencia a la misma. Como reflejo de esa crisis, abunda más la preocupación por las vocaciones que los planes precisos y experimentados de pastoral vocacional. El Congreso sobre las vocaciones en Europa, en su documento Nuevas vocaciones para la nueva Europa, propone articular toda la pastoral en clave vocacional