por Mayra Judith » Dom Abr 03, 2011 10:05 pm
¿Son iguales las penas por el pecado original para varón y mujer?
Ya la Sagrada Escritura nos dice que las penas que Dios le anuncia a Eva y a Adán son distintas 1 . No son tanto castigos impuestos por Dios, sino consecuencias penosas de la culpa cometida, del mal elegido
¿Cuales son las penas para la mujer y cuales para el hombre?
Las penas para la mujer:
Primero: La enemistad de la Serpiente
Esa enemistad se libra en el terreno espiritual y religioso. Entre las principales tentaciones de Satanás a la mujer estará el convertir a la que Dios predestinó a ser amiga en enemiga del novio y del esposo. No hay peor enemigo de un hombre que su propia mujer cuando se la pone de enemigo. Pero también cuando la maestra de la amistad se equivoca y le brinda al novio o al esposo una amistad indiscreta.
Segundo: Tantas serán tus penas cuanto son tus amores
Además de la enemistad con Satanás, que es una lucha continua, la mujer tiene dos penas que corresponden a cada uno de sus dos más grandes amores, y a sus dos misiones divinas: Madre en primer lugar, esposa en segundo lugar: “A la mujer le dijo: ‘Tantas haré tus fatigas cuantos sean tus embarazos: con dolor parirás los hijos. Hacia tu marido irá tu deseo, pero él te dominará”. El orden bíblico de las penas revela también las prioridades del designio de Dios y de las dos misiones que le confiere a Eva. Primero la maternidad, dar hijos al esposo. Segundo la esponsalidad. El auxilio de Eva a Adán, pasa en primer lugar por su fecundidad materna.
Las amarguras de la esposa
Es una pena a nivel de su amor esponsal. Dios le dice a Eva: “Tu corazón irá hacia tu esposo pero él… te dominará”. Recuerden que Satanás le había prometido a Eva el conocimiento del bien y del mal. Pues bien, el conocimiento del bien nos hace amar el bien. Pero el conocimiento del mal puede provocar en nosotros tres reacciones: el miedo, la tristeza o la ira.
El corazón irá hacia su esposo pero él será fuente de tristeza (si se le muere) o de ira (si la traiciona) o de temor (si es que le pega o se emborracha o si tiene miedo de perder su amor). El más feliz de los amores puede hundirse y arder en el infierno de los celos y de las sospechas, que el demonio se divierte en avivar.
Y con la maternidad y el amor de madre le sucede algo equivalente: el temor de la gestación, el miedo al parto, los trabajos que da un niño, cambiar pañales, estar con él, llevarlo y traerlo de la escuela… Es una servidumbre. También en ella su deseo de ser madre y sus temores por la maternidad producen una especie de desgarramiento. ¿Y qué pasa con Eva cuando Caín mata a Abel? ¿Qué pasa con la mujer cuando ve las rivalidades y hasta los odios entre sus hijos?
Las penas de la mujer madre
El Señor le anuncia a la mujer las penas de la maternidad. Las penas el parto y también todos los dolores de la educación, todas las preocupaciones. Y a veces ella se va a apropiar de los hijos, los va a dominar. Incluso, los puede dañar a ellos o se los puede arrebatar al varón.
Las penas para Adán
Para Adán las penas no vienen del alma, como en Eva, sino que vienen del mundo exterior: “Al hombre le dijo: “Por haber escuchado la voz de tu mujer [despreciando la mía] y comido del árbol del que yo te había prohibido comer, maldito sea el suelo por tu causa: con fatiga sacarás de él el alimento todos los días de tu vida. Espinas y abrojos te producirá, y comerás la hierba del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas al suelo, pues de él fuiste tomado. Porque eres polvo y al polvo tornarás”.
La pena de la muerte anunciada al varón
Adán, había sido destinado a jardinero del Paraíso, ahora tiene que ser labriego de una tierra inhóspita y adversa: “Y comerás de las hierbas del campo”, ya no de los frutos del Paraíso. “Ganarás el pan con el sudor de tu frente hasta que vuelvas a la tierra pues de ella has sido tomado, ya que polvo eres y al polvo volverás”. A pesar de que los dos se mueren, la pena de la muerte se le anuncia al varón. El varón tiene también todas las penas en el cuerpo, en lo físico, en su fatiga, en herirse con los cardos y las espinas. En la mujer es el alma lo que está en el frente de las penalidades mientras que en el varón es el cuerpo el que está en el frente de las penalidades hasta que por fin se disuelve y muere y vuelve a la tierra de la que fue tomado.
La esposa:
de ministro del auxilio divino a ministro del espíritu homicida
Aunque no lo mencione el Señor, no es pequeña pena, para el varón, el hecho de que la mujer que Dios le dio como auxilio se convierta, a consecuencia del pecado, en destructora.
Esto que sucede con Eva al principio lo vemos suceder frecuentemente a nuestro alrededor.
Este relato del origen nos ilumina acerca del sentido de este hecho que tantas veces vimos suceder y no comprendíamos cómo era posible ni por qué sucedía. El enemigo procurará por todos los medios convertir el amor primero en acedia, menosprecio, despecho, rivalidad, rencor, odio… Logrará así muchas veces convertir a la amiga y auxiliadora en agente del espíritu destructor.