por marina » Dom Abr 10, 2011 2:06 am
«Sólo Cristo salva... las iglesias no salvan... todos los caminos llevan a Dios... todos vamos a El por caminos distintos.
No podemos negar que Jesús mismo fundó su Iglesia sobre la piedra o roca que es Pedro, y además Jesús entregó las llaves del Reino de los cielos al apóstol Pedro para atar y desatar aquí en la tierra. Esto no lo invento yo, le dije, sino que está claramente escrito en la Biblia.
Para los judíos ´atar y desatar´ significa declarar lo que es prohibido y lo que es permitido. Por tanto le corresponde a Pedro declarar lo que es permitido y lo que no es permitido en la Iglesia de Cristo.
Cristo es Piedra viva, Cristo es la base de la fe, Cristo es la Piedra de más valor para los que creen. Y nosotros creyentes, «como piedras vivas debemos entrar en la construcción de este templo espiritual» (1 Pedr. 2, 4 ).
Ahora bien en estos textos, Jesús es la Roca espiritual, es la Piedra de base para los que creen, es la Piedra angular del templo espiritual. Pero cuando Jesús escoge a Pedro como ´piedra de su Iglesia´, no se refiere a una piedra espiritual, sino a la piedra visible de su Iglesia en la tierra. Esta es la diferencia.
3. ¿Quién es hoy Pedro?
Nuevamente, mi amigo se me rebeló y me dijo: «Pero lo que Jesús dice de Pedro no vale para los Papas de Roma».
Meditando bien la Biblia, le dije, nadie puede negar que ya en el A. T. Dios quiso que su Pueblo tuviera un centro visible: Jerusalén, el monte Sión, y además el Pueblo de Dios se había agrupado en torno a los Reyes, hijos de David. Cuando Dios eligió a David, primer rey de Israel, le prometió que sus hijos, sus sucesores, estarían para siempre encabezando el Reino de Dios (2 Sam. 7, 16) Y esta promesa se verificó en Jesús: «Dios, el Señor, le hará rey como a su antepasado David para que gobierne a Israel por siempre. Y su gobierno nunca terminará» (Lc. 1, 32, 33)
Ahora bien, Jesús eligió a Pedro para que sea para siempre la base visible de su Iglesia. Pero Pedro tenía que morir. Entonces, en adelante, los sucesores de Pedro -los Papas- serán, uno tras otro, cabeza visible de la Iglesia.
Si no hubiera esta autoridad visible la Iglesia de Cristo caería fácilmente en un sin fin de pequeñas iglesias y eso no es la voluntad de Jesús.
la Iglesia Católica se distingue de las demás Iglesias cristianas porque está fundada sobre los apóstoles de Jesús. Solamente la Iglesia Católica durante dos mil años ha permanecido fiel y unida en torno a sus legítimos sucesores, los obispos. Mantener esta unidad y continuidad ha sido algo único y providencial.
¿Cómo Jesús edificó la Iglesia? [/b]
Jesucristo edificó la santa Iglesia enviando a sus apóstoles como El mismo había sido enviado por el Padre (Jn. 20, 21) y quiso que los obispos, sus sucesores, fueran los pastores de la Iglesia hasta la consumación de los siglos.
¿Cómo instituyó Jesús a los apóstoles?
El Señor Jesús, después de haber hecho oración al Padre, llamando a sí a los que El quiso, eligió a los Doce para que viviesen con El y los envió a predicar el Evangelio. (Mc. 3, 13) Los instituyó a modo de colegio, es decir, de grupo estable, y puso al frente de ellos a Pedro, elegido de entre ellos mismos. (Jn. 21, 15)
¿Cuál es la triple función de la Jerarquía?
La triple misión de la Jerarquía es la de enseñar la verdad revelada, la de santificar a través de los sacramentos y la de gobernarla con su autoridad sagrada.
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No es raro escuchar de labios de algún católico: «Yo amo a Jesús pero no me importa la Iglesia». Creo que esta opinión, para muchos, es simplemente un pretexto para seguir viviendo como «católicos a su manera».
¿Qué Iglesia confesamos, en qué Iglesia creemos, en qué Iglesia servimos? La respuesta es clara: Pertenecemos a la Iglesia que Jesucristo soñó, la Iglesia que Jesucristo realmente quiso. Todo lo que digo aquí no es un invento de hombres, es Cristo mismo el que nos lo enseñó. Leamos con atención en la Biblia y meditemos juntos las enseñanzas sagradas acerca de Jesucristo y su Iglesia.
j preparó a sus apóstoles con mucha dedicación: Los inició en el rito bautismal (Jn. 4, 2), en la predicación, en el combate contra el demonio y las enfermedades (Mc. 6, 7-13), les enseñó a preferir el servicio humilde y a no buscar los primeros puestos (Mc 9, 35), a no temer las persecuciones (Mt. 10), a reunirse para orar en común (Mt. 18, 19), a perdonarse mutuamente (Mt. 18, 21). Y también preparó a sus apóstoles para hacer misiones dentro del pueblo de Israel (Mt. 10, 19). Después de la Resurrección de Jesús recibieron la orden de enseñar y bautizar a todas las naciones (Mt. 28, 19).
A Pedro, «la roca» que garantizó la unidad de la Iglesia, Jesús le dio la responsabilidad de mayordomo sobre la Iglesia. Es Pedro el que abre y cierra las puertas de la Ciudad celestial y él tiene también en sus manos los poderes disciplinares y doctrinales: «Yo te daré las llaves del Reino de los cielos; lo que tú prohíbes aquí en este mundo quedará prohibido también en el cielo, y lo que tú permitas en este mundo quedará permitido en el cielo».
A los Doce, Jesús les encargó la renovación de la Cena del Señor: «hagan esto en memoria mía» (Lc. 22, 19). También les dio la responsabilidad de «atar y desatar», que se aplicará especialmente al juicio de las conciencias. (Mt. 18, 18). «Reciban el Espíritu Santo. Si ustedes perdonan los pecados de alguien, éstos ya han sido perdonados; y si no los perdonan, quedan sin perdonar» (Jn. 20, 22-23).
La Iglesia nació en la Pascua y en Pentecostés
La Iglesia, tal como Jesús la ha querido, es aquella por la que El murió. Con su muerte y resurrección en la Pascua, Jesús terminó la obra que el Padre le encargó en la tierra. Pero el Señor no dejó huérfanos a los apóstoles (Jn. 14, 16), sino que les envió su Espíritu en el día de Pentecostés para reunir y santificar a estos hombres en un Pueblo de Dios (Jn. 20, 22).
Es en el día de Pentecostés cuando la Iglesia de Cristo se manifestó públicamente y comenzó la difusión del Evangelio entre los pueblos mediante la predicación (Hch. 2). Es la Iglesia la que convoca a todas las naciones en un nuevo Pueblo para hacer de ellas discípulos de Cristo (Mt. 28, 19-20). (La palabra griega «ecclesía», que aparece en el N. T. 125 veces, significa en castellano «asamblea convocada» o «Iglesia»). Quienes crean en Jesucristo y sean renacidos por la Palabra de Dios vivo (1 Ped. 1, 23) no de la carne, sino del agua y del Espíritu (Jn. 3, 5-6), pasan a constituir una raza elegida, un reino de sacerdotes, «una nación santa».
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1. La Iglesia es creación de Dios, construcción de Cristo, animada y habitada por el Espíritu Santo (1 Cor. 3,16 y Ef. 2, 22).
decir: «Creo en Jesucristo, pero no en la Iglesia». Esta manera de hablar es simplemente mutilar el Mensaje de Cristo y refleja una gran ignorancia de la verdadera Fe cristiana.
Así que aceptar a Cristo significa aceptar su Iglesia. El «Cristo total» es Cristo y la Iglesia. No se puede aceptar a Cristo y rechazar su Iglesia. Dijo Jesús a sus Apóstoles y discípulos: «El que a ustedes recibe, a Mí me recibe. Y el que me recibe a Mí, recibe al que me ha enviado. Como el Padre me envió a Mí, así Yo los envío a ustedes».
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dinamica. mm las matematicas.
si porque a mi no me guste, puedo decir que soy matematico, pero no se como multiplicar y por eso, digo ke todas las multiplicaciones estan mal
¡Santa alegría!
El que llegue primero es un feto(Los espermatozoides)
Glorioso Patriarca San José, ruega por nosotros, cuida de la Iglesia con la amorosa solicitud con que cuidaste de Jesús