Hola!!
Este tema me hizo reflexionar mucho en mi persona, ya que a veces es más cómodo creer en Dios, conocer su palabra, citar textos o frases bonitas, ser muy devota, hacer oración... a compromerte a vivir lo que predico. Es decir, a vivir el Amor, ese Amor que transforma, que arrastra, que convierte, ese amor que es Dios mismo, que me llama a entregarme y servir a los demás, a buscar y hacer el bien, un amor que debe traducirse en obras, en acciones, para que haya congruencia entre lo que digo y hago.
Y es ahí donde muchos flaqueamos, porque es más fácil hablar que actuar, que comprometerte. El mandamiento de Dios es muy claro: "Que se amen los unos a los otros como yo los he amado..." y que mejor prueba de amor de Dios que el hacerse hombre, mandar a su Hijo para reconciliarnos con Él, dando la vida por nosotros hasta el extremo,hasta las últimas consecuencias solo por amor.
Por eso la Cruz, mas que un signo de debilidad, muerte, derrota, es un signo de Amor, de entrega, de donación, salvación y de gloria.
La cruz es triunfo, es victoria sobre el pecado. Jesús con su muerte nos reconcilia con Dios y por ello ahora somos herederos del reino. Tenemos un Dios vivo, resucitado.
Y esa cruz nos recuerda también un sacrificio, una elección de vida, un sufrimiento por amor a Dios y a los hombres, una entrega, un compromiso de vivir fielmente las enseñanzas de Jesús.
Para trabajar con mis alumnos yo tomaría la cita de San Pablo (1 Cor. 13, 1-8) Les entregaría papelitos y les pediría que anotaran en los papelitos una acción concreta de cómo vivirían el amor con los que les rodean, (con cada una de las características que se mencionan en la cita).
También les entregaría una hoja en blanco y les pediría que anotaran una lista de todas aquellas cosas que les impiden amar y servir a los demás. Haría la reflexión de que esas son las astillitas de la cruz que nos toca cargar a cada uno y que pueden lastimarnos o causarnos heridas, pero que son parte de lo que nos toca vivir y que debemos cargar nuestra cruz cada día.
Les entregaría una cruz de cartón a cada alumno y les pediría que la decoraran con símbolos que ellos entiendan y representen para ellos las áreas o situaciones a trabajar en su vida. Les pediría que la coloquen en un lugar visible para que la recuerden siempre.