por eduarod » Dom Feb 21, 2016 2:29 pm
Estimado en Cristo apiter:
Los ejemplos que mencionas puede ser "terrenales" o banalidades o pueden ser peticiones legítimas y muy serias.
Por ejemplo: si pido un mejor trabajo para compara ese Ferrari que siempre he querido, bueno, evidentemente es un objetivo muy terrenal y banal. Pero si soy un padre de familia que apenas puedo llevar a casa lo necesario para que los niños coman "algo" y lo que quiero es un mejor trabajo que me permita darles alimentos variados que representen una buena nutrición, no solo no estoy pidiendo algo terrenal o banal, sino estoy pidiendo a Dios que me Ayude a conseguir las herramientas necesarias para cumplir con mis obligaciones más elementales para con esos hijos suyos que Él Ha Encomendado a mi cuidado; y eso no tiene NADA de banal o "terreno".
Igualmente, si pido una "buena mujer" entendiendo por ello una mujer dedicada y abnegada que me permita desentenderme de mis responsabilidades e irme de farra con los amigos todas las tardes sin siquiera protestar y que además tenga una belleza delumbrante para que pueda yo presumir con todos mis amigos lo grandioso que soy por haberme conseguido una mujer así; pues, obviamente, de nuevo pido algo vano y "terreno".
Pero si, en cambio, por "buena esposa" entiendo una mujer que comparta mis valores cristianos y esté dispuesta a formar una familia donde se busque servir a Dios en el seno y bajo la guía de la Santa Iglesia; pues claramente en ello no hay nada de vano, "terreno" o ilegítimo; sino simplemente estoy pidiendo lo que considero los medios necesarios para que todoa la familia pueda alcanzar la santidad a la que Dios nos llama.
Desde luego que, en todo caso, hay que pedir sabiendo que Dios Sabe mejor que nosotros lo que REALMENTE necesitamos o REALMENTE es mejor para nosotros y para los que nos rodean. Tal vez, en lugar de esa mujer que YA sea casi una santa, Dios me esté llamando a realizar una misión conjunta con una mujer que hoy no es taaaaan buena, para que ambos NOS CONVIRTAMOS en esos santos a través de ese camino.
Pero el que Dios Pueda darnos otra cosa que no es lo que creemos que es mejor NO significa que no podamos pedirle con confianza a aquello que es legítimo y que realmente preferiríamos alcanzar. Y, sobre todo, debemos evitar el error de pensar que Dios SIEMPRE ignorará nuestras preferencias en favor de "el plan" que Él pretenidamente tendría para nosotros y que no tomaría en cuenta en lo más mínimo nuestros gustos y preferencias, sino lo que "estoica" y "heroicamente" deberíamos resignarnos a aceptar por ser siempre "mejor para nosotros". NO ES ASÍ.
Es más bien como un padre al que su hijo le pide un helado de fresa. Puede ocurrir que el hijo esté enfermo y no pueda tomar helado y el padre en lugar de eso busque unas galletitas; o puede ocurrir que los helados ya estén cerrados pero los chocolates no y el padre le lleve un chocolate; también puede ocurrir que no haya helado de fresa y el padre sepa que en las preferencias de su hijo sigue el de mango y le lleve ese. Desde luego que también ocurrirá que el padre le dirá al hijo que se coma primero la sopa y el pollo porque eso lo necesita para su nutrición y que no solo puede comer ese postre que tanto quiere. Pero lo que NO ocurrirá con un buen padre (y, por consiguiente, con Dios) es que ignore por completo esa petición y no le lleve ningún postre a su hijo bajo el pretexto de que su plan nutricional implica que coma SIEMPRE cosas que no le gusten pero que sean tremendamente nutritivas.
No, Dios ciertamente SI Toma en cuenta nuestros gustos y preferencias -que Él conoce mejor que nosotros mismos-, y, dentro de las posibilidades, que para Él son infinitamente más amplias que para nosotros, nos Da aquello que realmente responde mejor a la esencia del verdadero bien que más profundamente anhela nuestro corazón cuando hacemos la petición. El ejemplo más patente de esto es quizá cuando pedimos por la salud de un ser querido. Ciertamente Dios Entiende que lo queremos y nos gustaría seguirle viendo, y muchas veces nos lo concede así; pero también Entiende que lo que más anhela nuestro corazón, si lo que de verdad le mueve es el amor al ser querido, es el mayor bien para esa persona; y está claro que en no pocas ocasiones ese mayor bien consiste más bien en llamarle a Su Presencia. Nuestra petición NO queda en el olvido NI es ignorada, sino que se puede traducir muy posiblemente NO en un Don para la salud física de la persona, sino para su salud espiritual, de tal modo que pueda pronto gozar de la alegría eterna del Cielo en vez de tener que curarse de su egoísmo en el Purgatorio. Claramente entonces no estaríamos obteniendo lo que creíamos estar pidiendo, pero SI estaríamos recibieno lo que nuestro buen y sincero corazón de verdad anhelaba ... aunque quizá nos tardemos un tiempo en acabar de entenderlo.
Pero, una vez más, entonces eso no quiere decir que no podamos pedir las cosas como las vemos y queremos en tanto sean peticiones buenas y legítimas, ni que Dios pudiera estar tratando siempre de inducirnos un perfeccionismo ascético, en vez de procurar maneras de darnos Dones tan cercanos como sea bueno hacerlo a lo que nosotros concretamente queríamos al hacer la petición.
Tampoco debemos pensar que Dios "está limitado" en cuanto a que hay hambre y guerras y es más importante atender eso que "nuestras nimiedades"; como si Dios fuese un "genio de la lámpara" que concederá solo 3 deseos y hay entonces que elegirlos con cuidado y detenimiento. No, los Dones de Dios son INFINITOS y Él nos Puede conceder TODO lo que pidamos. Pero, por supuesto, NO como un "genio ilimitado" sujeto a nuestros más diversos caprichos, sino en la medida en que TODO eso que pidamos sean cosas buenas y en la medida en que, además, no impliquen que Dios solape nuestra negligencia y pereza, sino que nosotros pongamos igualmente TODO lo que esté de nuestra parte en cuanto a diligencia y trabajo respecto a lo que a nosotros nos toque hacer: en definitiva NO será el Espíritu Santo Quien "materialice" las respuestas de un examen en nuestra mente, o los resultados de la investigación de mercado, para que nosotros podamos pasar la tarde viendo la TV en vez de estudiar o ir a hacer las encuestas.
Ciertamente es bueno pedir los bienes espirituales y darles más importancia que a los bienes materiales, incluso los más legítimos. Pero el punto es que NO tenemos que limitarnos en nuestras peticiones, sino al contrario: mientras más cosas buenas pidamos de manera correcta, más ayudaremos a que Dios Derrame sus Gracias sobre todos nosotros. Haciéndome eco de lo que ha aportado nuestro hermano Iván, recordemos que en el Padre Nuestro TAMBIÉN pedimos por "nuestro pan de cada día", pidiendo en ello los bienes materiales que legítimamente necesitamos para nuestro bien y subsistencia.
Que Dios te bendiga.