Si sabemos que al pecar estamos ofendiendo a Dios, a través arrepentimiento, de alguna manera nos producen dolor esos pecados, que pueden representarse de diversas maneras, sentirnos mal, angustiados, incomodados por lo que dijimos o hicimos, etc.
Si bien el arrepentimiento no necesariamente está acompañado con una expresión sentimental exterior, pero interiormente, en nuestro corazón aunque sea un "poquito" nos conmueve. Es algo muy raro, al menos no conozco casos así, que alguien no sienta nada al reconocer sus pecados. Por eso, tenemos que pedirle a Dios que ablande nuestros corazones para que el pecado no lo convierta en una piedra que nos enceguezca ante el mismo pecado.
Deberías ver tú mismo si lo que llamas arrepentimiento, realmente es un verdadero arrepentimiento.
Pues esto es lo que dice el Catecismo:
1431 La penitencia interior es una reorientación radical de toda la vida, un retorno, una conversión a Dios con todo nuestro corazón, una ruptura con el pecado, una aversión del mal, con repugnancia hacia las malas acciones que hemos cometido. Al mismo tiempo, comprende el deseo y la resolución de cambiar de vida con la esperanza de la misericordia divina y la confianza en la ayuda de su gracia. Esta conversión del corazón va acompañada de dolor y tristeza saludables que los Padres llamaron animi cruciatus (aflicción del espíritu), compunctio cordis (arrepentimiento del corazón) (cf Concilio de Trento: DS 1676-1678; 1705; Catecismo Romano, 2, 5, 4).
Bendiciones!