Claro Ictus, no hay otra respuesta.
1959 La ley natural, obra maravillosa del Creador, proporciona los fundamentos sólidos sobre los que el hombre puede construir el edificio de las normas morales que guían sus decisiones. Establece también la base moral indispensable para la edificación de la comunidad de los hombres. Finalmente proporciona la base necesaria a la ley civil que se adhiere a ella, bien mediante una reflexión que extrae las conclusiones de sus principios, bien mediante adiciones de naturaleza positiva y jurídica.
Sin embargo; lo discutido aqui es si el ateo puede clamar ignorancia invencible. Yo opino que la gran mayoría no, ya que si son ateos anti teistas estan determinando conscientemente su odio a Dios.
Nadie se salva solo por hacer "actos buenos"
El Concilio de Trento describe con gran minuciosidad el proceso de salvación del pecado en el caso de un adulto (Sesión VI, v-vi).Comienza con la gracia de Dios que toca el corazón de un pecador, y le llama al arrepentimiento. Esta gracia no puede merecerse; procede únicamente del amor y la misericordia de Dios. El hombre puede recibir o rechazar esta inspiración de Dios, puede volverse a Dios o continuar en pecado. La gracia no constriñe la libre voluntad del hombre.
Así ayudado el pecador se dispone para la salvación del pecado; cree en la revelación y las promesas de Dios, teme la justicia de Dios, espera en su misericordia, confía en que Dios será misericordioso con él por consideración a Cristo, empieza a amar a Dios como fuente de toda justicia, odia y detesta sus pecados.
Esta disposición es seguida por la justificación misma, que no consiste en la mera remisión de los pecados, sino en la santificación y renovación del hombre interior por la recepción voluntaria de la gracia y dones de Dios, por la que un hombre se convierte en justo en vez de injusto, amigo en vez de enemigo y así un heredero en orden a esperar la vida eterna. Este cambio ocurre, bien por razón de un acto de caridad perfecta logrado por un pecador bien dispuesto o por virtud del Sacramento, bien del Bautismo o bien de la Penitencia, según la condición del sujeto respectivo oprimido por el pecado. El Concilio indica más adelante las causas de este cambio. Por el mérito de la Santísima Pasión a través del Espíritu Santo, la caridad de Dios se derrama en los corazones de los que están justificados.