bryanj escribió:No , realmente me refiero a Consagrar
Estimado en Cristo bryanj:
TODA consagración es una forma de bendición, y TODA bendición es una forma de oración o plegaria a Dios:
Diversas formas de sacramentales
1671 Entre los sacramentales figuran en primer lugar las bendiciones (de personas, de la mesa, de objetos, de lugares). Toda bendición es alabanza de Dios y oración para obtener sus dones. En Cristo, los cristianos son bendecidos por Dios Padre "con toda clase de bendiciones espirituales" (Ef 1,3). Por eso la Iglesia da la bendición invocando el nombre de Jesús y haciendo habitualmente la señal santa de la cruz de Cristo.
1672 Ciertas bendiciones tienen un alcance permanente: su efecto es consagrar personas a Dios y reservar para el uso litúrgico objetos y lugares. Entre las que están destinadas a personas - que no se han de confundir con la ordenación sacramental -figuran la bendición del abad o de la abadesa de un monasterio, la consagración de vírgenes y de viudas, el rito de la profesión religiosa y las bendiciones para ciertos ministerios de la Iglesia (lectores, acólitos, catequistas, etc.). Como ejemplo de las que se refieren a objetos, se puede señalar la dedicación o bendición de una iglesia o de un altar, la bendición de los santos óleos, de los vasos y ornamentos sagrados, de las campanas, etc.
Como puedes ver, TODAS las bendiciones son alabanza y oración a Dios, y las consagraciones son simplemente bendiciones de alcance permanente sobre personas, objetos o lugares.
Así pues, debemos comprender que la oración cristiana NO ES un conjuro mágico, los cuales en realidad NO existen.
Los conjuros mágicos vienen de la idea que en muchas culturas se tenía de que el mundo había sido creado por los dioses con ciertas palabras o actos, de modo que, si se repetían esas palabras o actos de modo ritual, "tal y como lo hicieron los dioses" o en una forma equivalente, sería posible producir sobre el mundo un efecto creador o de control similar al que los dioses habrían tenido al crearlo. Evidentemente esta idea no tiene sustento real y es un craso error comprender la oración cristiana en ese contexto.
Incluso hay que tener particular cuidado de NO comprender la fórmula de los Sacramentos, en donde
aparentemente los hombres logran producir un efecto por la mera repetición o invocación de ciertas palabras o la realización de ciertos actos externos, con ese contexto del conjuro mágico. Pues la diferencia está en que en el conjuro mágico se atribuía a las propias palabras o actos el poder de realizar el efecto que se buscaba; mientras que en el Sacramento los cristianos
NO creemos que sean las meras palabras o actos los que producen los efectos tan especiales que dichos Sacramentos producen; sino SABEMOS que Dios se ha comprometido con nosotros ha conferirnos SU Gracia mediante ciertos SIGNOS SENSIBLES instituidos por Él mismo para ese propósito específico. NO ES, pues, la palabra o el acto mismo que nosotros realizamos lo que produce el efecto del Sacramento, sino es el Poder de la Gracia de Dios que nos es concedida al realizar los actos y decir las palabras que Dios mismo dispuso por parte de las personas a las que Dios mismo dió poder y autoridad para ello. Por consiguiente, y respecto en específico a los Sacramentos, podemos comprobar la ineficacia de las palabras y de los actos en sí mismos precisamente por el hecho de que tales palabras y tales actos NO producen NINGÚN efecto si son realizados por una persona que NO ha recibido de Dios el poder de administrar el Sacramento. Las palabras y los actos son entonces meramente los signos sensibles que nos indican que está ocurriendo algo muy superior y que NO es sensible (p.ej. que se le de a alguien el Don de la Fé, que el pan se tranforme en el Cuerpo de Cristo, que los pecados son perdonados, etc.). Lo realmente importante es lo NO sensible, eso es lo que REALMENTE produce el efecto del Sacramento, pero precisamente porque no lo podemos ver, sentir o tocar, es que se nos ha dado el signo que SI es sensible para darnos de ese modo una seguridad de que lo NO sensible, que es lo importante, DE VERDAD ocurrió. Y es por eso también que, cuando existe un error en las palabras o los actos requeridos para el Sacramento, especialmente si no es un error intencional, el efecto de todas manera se produce. No es que no sea importante respetar la fórmula, o los actos litúrgicos, porque se debe cuidar que el SIGNO, sea el signo correcto de manera que realmente proporcione la certeza por la que Dios dispuso que tal signo existiera y sea digno de la Excelsa Realidad sobrenatural que representa. Pero NO porque la correcta ejecución del signo en sí misma sea la que produce el efecto del Sacramento, según hemos visto.
Todo esto viene al caso porque en la manera en que planteas la pregunta se ve una reminisencia de este pensamiento mágico. Concretamente dices:
"...pero realmente basta con decirlas y el acto de consagración se da?"
Donde parecería indicar que las palabras mismas son las que producen algún tipo de efecto especial. NO ES ASÍ.
Como hemos visto, toda consagración es una bendición permanente y toda bendición en realidad es un acto de oración a Dios para honrarle y pedirle que ejerza algún tipo de acción particular sobre el objeto o persona al que se busca bendecir.
Por tanto, no son principalmente las palabras, sino es la intención así como la autoridad, potestad o situación particular de quién hace la plegaria a Dios lo que determina si la plegaria obtiene lo que pide o no.
Entre los protestantes hay muchos que suelen pensar que todos podemos pedir a Dios lo que querramos indistintamente de lo que sea y de nuestra situación personal y que Dios, como es nuestro Padre, por fuerza nos escuchará con agrado y atenderá nuestra súplica. Pero no es así.
¿Porqué podría no ser grata a un padre la petición que le hace un hijo? Bueno, pues existen muchas razones. Por ejemplo, un hijo no le puede pedir a su padre que le de los juguetes de su hermano para venderlos. Ni tampoco es apropiado que un hijo pida un permiso para salir justo cuando sus padres le están regañando por no cumplir las condiciones de una salida anterior. Desde luego que también está el caso de cuando el niño pide algo inapropiado o algo a lo que no tiene derecho. Y también la manera de pedir cuenta mucho: no es lo mismo pedir exigiendo, como si fuese una obligación absoluta del padre atender la petición, o de una manera grosera, que pedir con humildad.
Por eso la realidad es que no cualquiera puede pedir a Dios lo que quiera (bueno, dice la sabiduría popular "pedir no cuesta nada, dar es lo que aniquila", de modo que cualquiera puede pedir lo que quiera como quiera, otra cosa es que lo reciba) en cualquier contexto o circunstancia. Sino debe pedir correctamente algo a lo que tenga derecho o autoridad para pedir.
Es por eso que ni toda bendición la puede dar cualquier persona (p.ej. un padre de familia puede bendecir a sus hijos, pero NO PUEDE dar una Bendición Urbi et Orbi como la que da el Santo Padre en las ocasiones pertinentes), ni toda consagración la puede realizar cualquier persona en cualquier circunstancia.
Pero eso NO quiere decir que toda consagración la tenga que hacer un sacerdote en el contexto de una misa.
Generalmente las consagraciones importantes se realizan en el contexto de la Santa Misa (lo mismo que es mejor administrar los Sacramentos en ese mismo contexto) porque de esa manera se subraya el hecho de que todo lo que pedimos legítimamente a Dios se lo podemos pedir en el contexto del Único Sacrificio que le es realmente Grato, que es el Supremo Sacrificio de Cristo en la Cruz, al que nos unimos Sacramentalmente por medio de la Eucaristía.
Pero eso no quiere decir que si un Sacramento no se administra en el contexto de la Santa Misa, o una bendición o consagración no se realizan en ese mismo contexto son por eso mismo necesariamente ineficaces.
Que Dios te bendiga.