consecuencias del pecado

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consecuencias del pecado

Notapor manuel 84m » Mié Mar 13, 2013 5:06 pm

Tenía una duda y era sobre las consecuencias que pueden tener los pecados en las personas. Es decir, si una persona es muy pecadora, es más porbable que le ocurran cosas malas, que a una persona que sea menos pecadora? Es indiferente? Lo pregunto por si hay algún lugar en el Magisterio de la Iglesia que diga si por ejemplo que es más probable, o que no necesariamente debe ser así, ya que pueden haber personas que sean poco pecadoras y le ocurran calamidades. Espero sus respuestas, gracias por adelantado.
manuel 84m
 
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Re: consecuencias del pecado

Notapor Ariel » Jue Mar 14, 2013 1:40 am

Y una persona que alberga odio y rencor en su corazón, y manifiesta ira con el prójimo como consecuencia de ello, y es probable que le de un ataque al corazón.
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Ariel
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Re: consecuencias del pecado

Notapor eduarod » Jue Mar 14, 2013 11:10 am

Estimado en Cristo manuel 84m:

En la recta visión que obtenemos del orden de las cosas por la Revelación de Cristo, los cristianos sabemos que realmente NO existe en este mundo algo asi como lo que los budistas conocen como la ley del karma. Es decir, NO HAY tal cosa en este mundo como ese famoso "lo que haces 'se te regresa'"; por el contrario, viendo la realidad con extrema veracidad y objetividad, uno de los puntos más importantes del pensamiento cristiano es el misterio del sufrimiento del inocente: como la realidad nos demuestra que en verdad muchas veces los pecadores y culpables NO sufren las consecuencias de los males que causan, y como, en cambio, es posible que personas buenas o inocentes, que nada tuvieron que ver en la generación de esos males, sufran sus consecuencias.
Este misterio es tan escandaloso, y a la vez tan real, que es uno de los motivos fundamentales por los cuales incluso personas relativamente sinceras (no pensemos en los payasos que nada más están buscando un pretexto para autojustificarse) se alejan de Dios: "si Dios es el Dios infinitamente bueno que me propone el cristianismo ¿porqué entonces hay niños muriéndose de hambre en África?"; de ahí muchos se plantean que Dios en realidad o no existe (ateos, en realidad suelen ser los menos auténticos y sinceros de estos), o no podemos saber si existe o no existe porque, si bien pudo ser el Creador, en la práctica "nos ha demostrado" que es indiferente a lo que nos suceda o deje de suceder (esta es una forma de agnosticismo que suelen tomar las personas más sinceras que piensan esto), o sea que, aunque exista, NO SERÍA el Dios de Infinita Bondad que el cristianismo proclama.
Y es que, en efecto, probablemente esos niños se están muriendo de hambre a causa de los abusos constantes de un dictador y sus seguidores. Y tal vez el dictador mismo, lejos de vivir los males consecuencia de su pecado, vive una vida de lujos y, dentro de lo que la situación misma permite, "satisfacciones". Mientras que, por otra parte, el pueblo que sufre esa dictadura es el que realmente paga las consecuencias negativas del desorden que se está generando mediante esos pecados, a través del sufrimiento de la opresión, el hambre, la incertidumbre, la desesperación, etc.
Entendámonos: no es que se pueda pecar sin causar el mal; por el contrario, el pecado SIEMPRE implica una acción intrínsecamente desordenada que causa destrucción e imperfección en el orden de las cosas, las cuales dejan de ser como deberían ser, y eso es a lo que usualmente denominamos un mal. Y entonces se puede afirmar que el pecado SIEMPRE causa un mal. Y si, si una persona no muy inteligente se dedica a producir el mal a su alrededor, pues es de esperarse que, pasado poco tiempo, ese desorden que esa misma persona se ha dedicado a generar a su alrededor en abundancia, se manifieste en contra de esa misma persona. Digamos, por ejemplo, que si estoy en un cuarto en el que hay muchas sillas y de pronto decido ponerme a romperlas todas, pues llegará el momento en que no habrá más sillas en el cuarto y cuando me canse, yo mismo no me podré sentar, con lo cual estaré sufriendo las consecuencias del mal que yo mismo causé. Hasta ahi va muy "kármico" el asunto.
¿Pero qué sucede si en vez de ser un tonto que destruye todo a su alrededor sin razón, soy más bien una persona inteligente que hace uso de ese don de manera torcida y perversa? Tal vez entonces, no voy a destruir las sillas sin motivo, sin orden y sin razón; sino al contrario, con mi inteligencia ordenaré mis actos de forma tal que en vez de romper las sillas yo mismo, haré que otros las rompan por mi, y no a lo tonto, sino para tener y usar los materiales con los que obligaré a otros (mediante la fuerza o mediante engaños) a construirme un cómodo mueble en el que yo solo podré descansar mucho más a gusto que en las raquíticas sillas que destruí. Por supuesto que he hecho un mal, porque he destruido las sillas que todos tenían para sentarse, pero ese mal le afecta a los demás, que ya no se pueden sentar, mas no me afecta a mi, porque yo tengo mi super-cómodo mueble nuevo. ¿Dónde quedó ahí el dichoso "karma"?
Y la realidad es asi. Si, con algunos culpables sufriendo las consecuencias de sus tonterías, pero igualmente con un gran número de inocentes sufriendo las consecuencias de crímenes y pecados en los que NADA tuvieron que ver, y con algunos pecadores profesionales que sufren mínimamente las consecuencias de sus retorcidas maquinaciones.
¿Es que acaso el cristianismo propone entonces un mundo injusto? No, por supuesto, para comenzar este mundo no lo propone el cristianismo, sino lo hemos propuesto los hombres y Cristo es Quien ha venido a ayudarnos a enderezarlo.
Asi pues, el cristianismo busca un mundo mucho más justo que este, pero NO "en automático", sino basado en las libres elecciones de los hombres fundadas en el Amor de Dios. Si los hombres ELEGIMOS ese mundo, podremos tenerlo, pero no por el solo hecho de desearlo, sino porque ordenaremos nuestras ACCIONES para trabajar en CONSTRUIRLO. Pero, desafortunadamente, bastan las acciones de unos pocos abusivos para destruir mucho y generar mucho mal e imperfecciones que afectarán a muchos más. Por consiguiente, no nos podemos hacer ilusiones: en este mundo SIEMPRE habrá sufrimiento del inocente.
¿Es entonces que el cristianismo lo que nos propone es un conformismo con la injusticia? ¡Por supuesto que no! Cristo nos llama a ser instrumentos suyos precisamente para actuar en este mundo y trabajar incansablemente por eliminar la injusticia que produce el pecado. Pero Cristo no es ningún idealista, sino es el Omnisciente Dios Vivo que ha bajado del Cielo; y Cristo sabe entonces que un solo hombre que use su libertad para ser infiel puede alterar radicalmente esos ideales de justicia. Por eso es que Dios NO ha querido dejar la justicia definitiva en los pobres y limitados esquemas de este mundo, mucho menos ha querido "programarla" de manera "automática" en las leyes del universo que tan fácilmente son manipuladas por la gente inteligente, tanto para crear cosas buenas, como para dirigir sobre otros las nefastas consecuencias de las propias acciones malas.
No, el concepto de justicia que nos propone el cristianismo NO se basa en esos esquemas simplistas que la realidad continuamente nos demuestra como claramente insuficientes.
Sino la Justicia que nos propone el cristianismo es la Justicia Real, la que nada ni nadie puede manipular o esquivar, la Justicia del Justo Juez, que no ignora nada ni puede ser engañado por nadie.
Si, al final, entonces, lo que Cristo nos ha Enseñado es que a cada quien se le dará lo que sus actos merecen, ni un poquito más, ni un poquito menos, y no habrá forma de torcer las cosas o de hacer valer razones o argumentos falsos o injustos. Al final habrá consuelo super-abundante para aquel que fue injustamente abusado, y habrá rechinar de dientes para aquel que abusó con alevosía. Pero eso esta garantizado al final, NO AHORA. Pues el Juicio Justo es tan importante que Dios NO lo ha delegado en NADA NI NADIE, sino se ha reservado por Si mismo esa suprema atribución.

Resumiendo: si alguien tontamente se empeña en rodearse de males y defectos, pues evidentemente si, esa persona acabará sufriendo en mayor grado las consecuencias de sus imprudentes acciones que lo que podría sufrir alguien que se empeñe en mantener el orden a su alrededor.
Pero eso NO significa que esté en modo alguno garantizado que los pecadores siempre padecerán mayores males en este mundo, por el contrario, puede ocurrir que un gran malvado practicamente no sufra mal alguno, y puede ocurrir, y de hecho ocurrió, que el más Inocente de todos acabó sufriendo el mayor mal que alguien haya sufrido: Cristo Jesús, cuando, colgado del Madero, se entregó voluntariamente por todos nosotros, los pecadores y pagó con TODO el precio de nuestros crímenes. En la Cruz de Cristo fueron destruidos por igual la muerte y el karma.
Y, como Él, sus seguidores estamos llamados a continuamente romper en nostros las ataduras de la muerte y del karma, sufriendo por los demás para liberarlos del yugo del pecado.

La Escritura es muy abundante en estos temas. Por ejemplo:
En ese momento se presentaron unas personas que comentaron a Jesús el caso de aquellos galileos, cuya sangre Pilato mezcló con la de las víctimas de sus sacrificios.
El respondió: «¿Creen ustedes que esos galileos sufrieron todo esto porque eran más pecadores que los demás?
Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera.
¿O creen que las dieciocho personas que murieron cuando se desplomó la torre de Siloé, eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén?
Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera».
San Lucas 13, 1-5


El que vive en Cristo es una nueva criatura: lo antiguo ha desaparecido, un ser nuevo se ha hecho presente.
Y todo esto procede de Dios, que nos reconcilió con él por intermedio de Cristo y nos confió el ministerio de la reconciliación.
Porque es Dios el que estaba en Cristo, reconciliando al mundo consigo, no teniendo en cuenta los pecados de los hombres, y confiándonos la palabra de la reconciliación.
Nosotros somos, entonces, embajadores de Cristo, y es Dios el que exhorta a los hombres por intermedio nuestro. Por eso, les suplicamos en nombre de Cristo: Déjense reconciliar con Dios.
A aquel que no conoció el pecado, Dios lo identificó con el pecado en favor nuestro, a fin de que nosotros seamos justificados por él.
II Corintios 5, 17-21


Que Dios te bendiga.
eduarod
 
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