por Vehysahel » Dom Abr 28, 2013 12:02 pm
Estimado amigo Arturo:
Has decidido compartir aquí tu experiencia y yo te contesto desde la mía, pues encuentro que hay bastantes paralelismos, y por tanto tal vez pudiera servirte lo que en otro tiempo a mí. Como te han dicho en las anteriores respuestas, lo más importante es que acudas a una Iglesia y hables con un sacerdote, que te orientará en el camino y podrá confesar tus pecados e imponerte la correspondiente penitencia. No te preocupes por tu falta de costumbre o de conocimientos acerca de los ritos: al final todo es de lo más sencillo, por eso dijo Jesús "Te doy gracias, Padre, porque has escondido estas cosas a los sabios y las has revelado a la gente sencilla". No hace falta ser un docto, un teólogo, o una persona de amplios conocimientos ni alguien superdotado para acercarse a Dios, lo único que hace falta es hacerlo sinceramente, con la verdad del corazón, y sin darnos a engaño, y eso es lo que de alguna manera tú ya has empezado a hacer, o ansías hacerlo. Alégrate porque la misericordia de Dios es infinita para aquellos que le aman y vuelven su corazón hacia Él. Te han recomendado que leas "el hijo pródigo" e igualmente puedes buscar las palabras acerca de "la oveja perdida". En esos pasajes verás que a Dios le hace especialmente feliz que las ovejas descarriadas vuelvan a su redil. Por tanto, siéntete muy afortunado en esta hora: durante mucho tiempo has vagado por la oscuridad, pero ahora has encontrado el Camino de Cristo, para reconciliarte con tu Padre y poder entrar en la Salvación.
Tu primer objetivo debería ser confesarte y comulgar, después de haber cumplido la penitencia. Puedes tomarte todo el tiempo que quieras, lo verdaderamente importante es que lo hagas de corazón, cuando estés convencido de que vas a hacerlo sinceramente y con verdaderas ganas de mejorar. Yo pasé trece años sin confesarme, de los cuales estuve durante más de siete sumido en un ateísmo total, y mi experiencia es similar a la tuya: tardé mucho tiempo en darme cuenta de que ese camino no me conducía a nada, sino a las tinieblas (fue una amarga y terrible experiencia), y entonces tuve la suerte de que el Señor, de una y mil formas, me llamó al arrepentimiento y la conversión. Ciertamente, mi vida es otra desde entonces, y aunque a menudo caigo en pecados de toda clase ya no tengo esa sensación de angustia y desarraigo, de sinsentido total del mundo que en esos años siempre, invariablemente, me acompañaba.
Para ir a confesarte sólo necesitas seguir los siguientes sencillos pasos (que no sé si conoces, en cualquier caso es fácil encontrar más información sobre esto, y seguro que alguien del foro te sabrá aclarar mejor que yo, pero básicamente son así).
1. Examen de conciencia: piensa rigurosa y sosegadamente en todos y cada uno de los pecados que hayas cometido desde que te apartaras de la fe y de la Eucaristía. Piensa en el mal que estos pecados te han causado, en el mal que han causado a los demás, y en todo lo que podrías haber hecho para evitarlos.
2. Dolor de los pecados: se trata de que sientas en tu alma dolor por haberte comportado así. Es decir, no basta con que seas consciente de haber obrado mal, tienes que sentir tristeza por ello, tiene que dolerte en la medida en que haciéndolo te has traicionado a ti mismo y a Dios, que todo te dio.
3. Propósito de enmienda: tienes que tener previsto no persistir en tu mal, estar dispuesto a hacer un sincero esfuerzo por conseguir que ninguno de estos pecados vuelvan a producirse en tu vida, aun a sabiendas de que nuestra debilidad, desgraciadamente, nos lleva a cometer muchos de ellos de nuevo. Se trata de que quieras romper definitivamente con el pecado, toda vez que recibas el perdón.
4. Decir los pecados al confesor: te recomiendo que vayas a hablar con un sacerdote con tiempo, ya que tendrás muchas cosas que decirle, y por tanto posiblemente fuera de la hora de la Misa. Se trata de que digas en líneas generales todo lo que has hecho mal, y la gravedad del mal que hiciste, y que al mismo tiempo hagas una relación de todos los pecados que recordaste en tu examen de conciencia. Aquí no debes callarte nada. Si olvidaras decir alguno, quedará perdonado en la confesión, pero si a sabiendas omites decir alguno, la confesión no será válida.
5. Cumplir la penitencia: el confesor te dará unas instrucciones claras que deberás cumplir para que tus pecados sean perdonados.
Después de eso ya podrás empezar de cero. Dios te habrá perdonado, tu alma estará limpia otra vez, y en cierto modo será como si volvieras a ser un niño, como si volvieras a nacer, y a partir de aquí podrás recibir a Cristo en Comunión y considerarte un sarmiento suyo, tratar de vivir conforme a su Palabra. Mis recomendaciones en lo sucesivo serían que guardaras las normas de la Iglesia y procuraras no faltar a tu cita con la Eucaristía, que leyeras la Palabra de Dios en la Biblia, para poder comprender mejor el Mensaje y nuestro deber con Dios. Si te parece demasiado inabarcable te recomiendo que leas los Evangelios tantas veces como quieras (pues son inagotables), y así sabrás todo lo que dijo Jesús acerca de nosotros y del mundo. Por último, te recomendaría que volvieras a la oración. Orar no solamente es repetir una y otra vez las oraciones que conoces (también lo es), orar es además reflexionar profundamente sobre nuestra vida y hablar con Dios, decirle todo lo que sentimos, pedirle aquello que nuestro corazón necesita, y tratar de encontrarnos a nosotros mismos ante sus Ojos, en definitiva: estar y sentirte en contacto con Él. Algo que a mí me ayudó muchísimo al comienzo de este camino fueron unas palabras de la madre Teresa de Calcuta, en las que decía que se puede orar a Dios en cualquier momento. Unas veces buscaremos recogimiento y silencio, pero también otras se puede rezar a Dios en situaciones más incómodas, como el trabajo, o en momentos difíciles. Se puede rezar mientras se hacen otras cosas, de la misma manera que respiramos mientras las hacemos. Siempre es un buen momento para rezar a Dios.
De esta manera, cumpliendo estos sencillos pasos (sencillos de enunciar, entiendo que no son tan sencillos a la hora de ponerlos en práctica después de tanto tiempo) habrás dado un contenido real en tu vida a la fe que ya albergas dentro de ti. Una vez que tienes la fe, no sólo como algo en lo que crees sino que además lo vives y lo pones en práctica, busca hacer obras en tu vida que agraden a Dios. Intenta hacer que tu vida misma esté consagrada a Él, lo cual significa cambiar muchos de los esquemas que dominan el mundo (cambiar la tiranía de principios mundanos como el éxito, el dinero, la notoriedad, por otros de veras trascendentales como el bien, la caridad, o la integridad). Busca la senda estrecha que conduce a la Vida en lugar del espacioso camino de perdición en el que es tan fácil caer. Intenta vivir conforme a tu corazón y a tu alma, que sea el amor quien rija tu destino en la esperanza de que, como siervos de Cristo, seremos salvados, si guardamos su Palabra y la ponemos en práctica. Haz que tu fe sea sólo el comienzo de un rosario de obras con las que dar gloria a Dios, que todo nos ha dado, y que hoy te llama a volver a Su Camino y te perdona.
Un fuerte abrazo, amigo, espero que te sirvan mis consejos. Que Dios te bendiga.