dos corrientes

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dos corrientes

Notapor enriman » Sab Ene 09, 2016 1:07 pm

Buenas tardes otra vez:

Tengo cierta inquietud que me ha surgido a raíz de leer vuestras respuestas y consejos sobre distintas cuestiones.

Resulta que sin dar nombres de los movimientos de la Iglesia Católica, aquí en Sevilla se podría resumir los "dos estilos" que percibo. Uno es el que pone el acento en el prójimo sufriente, pero se advierte como un relax respecto de Dios y otro más rígido respecto de la Verdad que proviene de Dios y que parece un listón que tiene que alcanzar todo el mundo, independientemente de sus circunstancias.

Mi duda es ¿ Cuál es la que agrada a Dios? Pues no sé donde ubicarme, pues un estilo parece excluir al otro. ¿ Qué me sugerís? Gracias y un abrazo en Nuestro Señor.
enriman
 
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Re: dos corrientes

Notapor tito » Sab Ene 09, 2016 6:40 pm

Como relatas ninguno es acorde, pero como dije, como tú lo relatas.

Por otro lado no dar nombres y generalizar no es bueno.
¡Ay, los que llaman al mal bien, y al bien mal;
que dan oscuridad por luz, y luz por oscuridad;
que dan amargo por dulce, y dulce por amargo! Isaías 5,20


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tito
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Re: dos corrientes

Notapor eduarod » Dom Ene 10, 2016 2:22 am

Estimado en Cristo enriman:

Esos "dos estilos" que señalas se encuentran presentes en toda la Iglesia, no meramente en Sevilla (sin que eso signifique, por supuesto, que TODOS los fieles tengan por fuerza que "pertenecer" a uno de esos "dos estilos", existen MUCHOS fieles que tienen una visión cristiana mucho más integral, pero es verdad que esos "dos estilos" están presentes por todos lados y determinan el comportamiento de muchísimos fieles, sacerdotes y hasta obispos).
Por eso fue una gran estrategia de nuestro Papa Franciso y un gran éxito el reciente Sínodo para la Familia, porque él le pidió a los obispos que expresaran lo que realmente sentían precisamente para hacer que estos "dos estilos" no se ocultaran, sino se mostraran apasionadamente el uno al otro y expresaran porqué era importante lo que cada uno defendía, y entonces ambos se dieran cuenta de que no todo es tan simple como cada lado lo veía, sino que en verdad había que tomar muy en serio lo que los otros veían y defendían, haciéndoles ver a todos que la Iglesia tiene el gran reto de crear soluciones mucho más elaboradas y creativas de las que mayormente se han venido usando hasta ahora; de tal manera que estas soluciones lo mismo muestren el Verdadero Rostro de Cristo Misericordioso al prójimo sufriente, pero que a la vez no se conviertan en falsas soluciones al ignorar la Verdad Eterna expresada por la Palabra de Dios.
Uno de los ejemplos que más debates y expectación causaron fue el de los divorciados vueltos a casar y la posibilidad de admitirlos a la Sagrada Comunión Eucarística.
El estilo "relax" del que hablas pretendía que "se entendiera su situación" y que SI fueran admitidos, ignorando completamente el sacrilegio que eso en sí mismo implica y el daño que se causaría a la unidad familiar en toda la Iglesia al diluir la importancia de la Indisolubilidad Matrimonial.
El otro "estilo" evidentemente subrayaba estos dos principios importantísimos, pero a la vez entonces relegaba a estos hermanos como si de excomulgados se tratara sin fijarse tampoco en el daño que se podía ocasionar no solo a ellos, sino, sobre todo, a los hijos implicados injusta e inocentemente en estas situaciones tan complejas.
La conclusión del documento final claramente se preocupa de los aspectos legítimos de ambas posiciones:
Discernimiento e integración

84. Los bautizados que se han divorciado y se han vuelto a casar civilmente deben ser más integrados en la comunidad cristiana en las diversas formas posibles, evitando cualquier ocasión de escándalo. La lógica de la integración es la clave de su acompañamiento pastoral, para que no sólo sepan que pertenecen al Cuerpo de Cristo que es la Iglesia, sino que puedan tener una experiencia feliz y fecunda. Son bautizados, son hermanos y hermanas, el Espíritu Santo derrama en ellos dones y carismas para el bien de todos. Su participación puede expresarse en diferentes servicios eclesiales: es necesario, por ello, discernir cuáles de las diversas formas de exclusión actualmente practicadas en el ámbito litúrgico, pastoral, educativo e institucional pueden ser superadas. Ellos no sólo no tienen que sentirse excomulgados, sino que pueden vivir y madurar como miembros vivos de la Iglesia, sintiéndola como una madre que les acoge siempre, los cuida con afecto y los anima en el camino de la vida y del Evangelio. Esta integración es también necesaria para el cuidado y la educación cristiana de sus hijos, que deben ser considerados los más importantes. Para la comunidad cristiana, cuidar a estas personas no debe considerarse un debilitamiento de su fe y del testimonio sobre la indisolubilidad matrimonial: por el contrario, la Iglesia expresa su caridad precisamente mediante este cuidado.

85. San Juan Pablo II ha ofrecido un criterio global que debe considerarse la base para la valoración de estas situaciones: «Los pastores, por amor a la verdad, están obligados a discernir bien las situaciones. En efecto, hay diferencia entre los que sinceramente se han esforzado por salvar el primer matrimonio y han sido abandonados del todo injustamente, y los que por culpa grave han destruido un matrimonio canónicamente válido. Finalmente están los que han contraído una segunda unión en vista a la educación de los hijos, y a veces están subjetivamente seguros en conciencia de que el precedente matrimonio, irreparablemente destruido, no había sido nunca válido» (FC, 84). Por tanto, corresponde a los presbíteros la tarea de acompañar a las personas interesadas en el camino del discernimiento de acuerdo a la enseñanza de la Iglesia y las orientaciones del Obispo. En este proceso será útil hacer un examen de conciencia, a través de momentos de reflexión y arrepentimiento. Los divorciados vueltos a casar deberían preguntarse cómo se han comportado con sus hijos cuando la unión conyugal entró en crisis; si hubo intentos de reconciliación; cómo es la situación del cónyuge abandonado; qué consecuencias tiene la nueva relación sobre el resto de la familia y la comunidad de los fieles; qué ejemplo ofrece esa relación a los jóvenes que deben prepararse al matrimonio. Una reflexión sincera puede fortalecer la confianza en la misericordia de Dios que no es negada a nadie.

Además, no se puede ignorar que en algunas circunstancias «La imputabilidad y la responsabilidad de una acción pueden quedar disminuidas e incluso suprimidas» (CIC, 1735) a causa de diversos condicionamientos. En consecuencia, el juicio sobre una situación objetiva no debe conducir a un juicio sobre la «imputabilidad subjetiva» (Pontificio Consejo para los textos legislativos, Declaración del 24 de junio de 2000, 2a). En determinadas circunstancias, las personas encuentran grandes dificultades para actuar en modo diverso. Por esto, aun sosteniéndose una norma general, es necesario reconocer que la responsabilidad respecto a determinadas acciones o decisiones no es la misma en todos los casos. El discernimiento pastoral, aun teniendo en cuenta la conciencia rectamente formada de las personas, debe hacerse cargo de estas situaciones. Tampoco las consecuencias de los actos realizados son necesariamente las mismas en todos los casos.

86. El camino de acompañamiento y discernimiento orienta a estos fieles a la toma de conciencia de su situación ante Dios. La conversación con el sacerdote, en el fuero interno, contribuye a la formación de un juicio correcto sobre aquello que obstaculiza la posibilidad de una participación más plena en la vida de la Iglesia y sobre los pasos que pueden favorecerla y hacerla crecer. Dado que en la misma ley no hay gradualidad (cf. FC, 34), este discernimiento no podrá jamás prescindir de las exigencias de verdad y de caridad del Evangelio propuesto por la Iglesia. Para que esto suceda, deben garantizarse las condiciones necesarias de humildad, reserva, amor a la Iglesia y a su enseñanza, en la búsqueda sincera de la voluntad de Dios y con el deseo de alcanzar una respuesta a ella más perfecta.


Que Dios te bendiga en la alegría del Nacimiento del Redentor.
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Re: dos corrientes

Notapor enriman » Mar Ene 12, 2016 8:13 am

Gracias por la respuesta.

Respecto de tito, sólo decirte que no he entendido lo que has querido decirme, pues en el enunciado aclaro que es lo que percibo. Si no he dado nombres de los movimientos en donde he estado es por el profundo respeto que le tengo a la Iglesia Católica y no confundirla con las personas que durante una etapa más o menos larga marcan o definen ese "estilo" al que he hecho referencia.

En cuanto a lo que he reflexionado sobre la sugerencia recibida, y a la idea de que hay muchos fieles que tienen una visión más integral... ¿Sería correcto decir que la Verdad de Dios hay que enseñarla con caridad, y misericordia?

Gracias y un abrazo a todos en Nuestro Señor.
enriman
 
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Re: dos corrientes

Notapor enriman » Jue Mar 24, 2016 4:49 am

Estimado eduarod:

Aprovecho esta consulta que hago ahora para agradecerte la correción fraterna que acepto con agrado sobre el orgullo y dignidad que te hice.

Siguiendo con mi duda de dónde ubicarme, al principio de tu respuesta sobre esta cuestión, me dijiste que MUCHOS fieles tienen una visión más integral a pesar de que existen en nuestra Iglesia (que es de Nuestro Señor), esos "dos estilos" de los que hablamos.

Me puedes ampliar en qué consiste esa Visión más integral?

Gracias y un abrazo en Nuestro Señor.
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Re: dos corrientes

Notapor eduarod » Jue Mar 24, 2016 7:04 pm

Estimado en Cristo enriman:

Pues consiste en eso que queda plasmado en el texto que puse en el mensaje anterior (donde dice "Discernimiento e Integración").

Básicamente consiste en entender que hay que ser intransigentes con el pecado, pero tolerantes con el pecador. En entender que la Doctrina no es una cosa gratuita y moldeable que podamos modificar al gusto y necesidad del momento, sino un Regalo de Dios que nos muestra el Camino de nuestra Salvación, que es Cristo. Si la modificamos, modificamos a Cristo y nos creamos nuestro propio ídolo en lugar de Él, un ídolo que, como todas las obras de nuestras propias manos, no nos puede salvar, y entonces nos volvemos a perder.
Pero a la vez, de nada sirve un camino lejano y que nadie puede recorrer. Cristo VINO al mundo para estar CERCA de nosotros, y así poder REDIMIRNOS desde ESTA nuestra realidad PECADORA; y no es entonces justo que pretendamos alejarlo de nuestros hermanos que más lo necesitan haciéndole parecer irremediablemente perdido y/o inalcanzable.
Volviendo al ejemplo de los divorciados en segunda unión. El Papa hace poco (en el vuelo de regreso de su viaje a México) se refereía al problema en estos términos:
Y una tercera cosa interesante, en el encuentro con las familias en Morelia – no: ¿fue en Morelia? No … en Tuxtla, en Tuxtla – había una pareja de vueltos a casar en segunda unión, integrados en la pastoral de la Iglesia … Y la palabra-clave que usó el Sínodo – y yo retomaré – es “integrar en la vida de la Iglesia a las familias heridas, a las familias de los vueltos a casar”, y todo esto. Pero no olvidarse de que los niños están al centro, ¿eh? Son las primeras víctimas, ya sea de las heridas que de las condiciones de pobreza, de trabajo, de todo esto …

¿Significa que podrán recibir la comunión?

Esta es una cosa... Integrar en la Iglesia no significa “recibir la comunión”, porque conozco católicos vueltos a casar que van a la iglesia una vez al año, dos veces: “¡Pero, quiero hacer la comunión!”, como si la comunión fuese una condecoración, ¿no? Un trabajo de integración … todas las puertas están abiertas. Pero no se puede decir, solamente hasta aquí, “pueden hacer la comunión”. Esta sería también una herida a los matrimonios, a la pareja, porque no los hará cumplir aquel camino de integración. Y estos dos ¡eran felices! Y han utilizado una expresión muy hermosa: “Nosotros no hacemos la comunión eucarística, pero hacemos comunión en la visita al hospital, en esto, en aquello …”. Su integración está ahí. Si hay algo más, el Señor dirá, pero … es un camino …

Ahí lo dice el Papa, la palabra clave es "Integración". Y es que eso es lo que se quiere: que el pecador sea integrado a la Iglesia para poder ser REDIMIDO por Cristo a través de Ella. NO se pretende decirle al pecador: "tú estás bien, puedes seguir en tu pecado, no importa, Cristo está obligado a redimirte con todo y pecado si es que quiere tener seguidores". ¿Sería eso acaso una redención? Pues está claro que no. El objeto es que la persona se acerque a la Iglesia y encuentre en Ella a Cristo que le puede Ayudar a SUPERAR y vencer ante TODA situación de pecado. Pero tampoco debe ocurrir que se le diga al pecador: "estás manchado, estás impuro, no puedes ni acercarte hasta que no estés perfectamente limpio" pues ¿cómo podría él solo limpiarse así, completamente alejado de Cristo, que es el ÚNICO que lo puede REALMENTE limpiar? Es tanto como pedirle que encuentre la Salvación fuera de la Iglesia, fuera de Cristo, y es evidente que esto contradice la esencia de la Redención de Cristo tanto como lo anterior.

Ciertamente lo que aparta de la Iglesia es la obstinación en el pecado. Por eso es que son inválidos esos argumentos de quienes dicen: "se perdona a personas que maltrataron niños, a asesinos seriales, etc. pero no se perdona a quien tan solo cometió un error debido a su juventud e inexperiencia y se acabó divorciando". Eso es una falacia, porque de hecho la separación matrimonial (incluyendo un divorcio civil cuando este es aconsejable por una razón seria) puede llegar a darse sin siquiera constituir un pecado ni implicar entonces ninguna separación de la vida de la Iglesia ni ninguna necesidad de perdón. Incluso una infidelidad matrimonial puede ser perdonada puntualmente sin el menor problema. El problema no está ahí, sino en el crear una sitaución alterna que ofende al Matrimonio legítimo y que se sostiene sistemáticamente en el tiempo. Por eso es una falacia decir que se perdona al asesino serial en ese contexto, porque la comparación sería hablar de un asesino serial que sigue matando y no quiere dejar de matar. A este por supuesto que no se le puede perdonar mientras mantenga esa actitud.
Pero también en esto hay que distinguir muy bien al auténticamente obstinado que quiere imponer criterios egoistas y que pertende que la Iglesia lo siga en ello (donde se ve que evidentemente no está buscando ninguna Salvación o Redención sino tan solo quiere que se convalide y apruebe su actitud egoísta); respecto de aquel que NO QUIERE permanecer en el pecado, no quiere seguir en esa situación de conflicto, pero que simplemente no encuentra ya una salida que realmente resuelva todas las aristas de una problemática compleja en la que ha caido. Situaciones tales como cuando se tienen nuevos hijos en la segunda unión, en la cual quizá hasta los hijos del Matrimonio original ha sido acogidos con cariño, y un rompimiento pasaría por afectar adicionalmente a todos esos niños. Puede ocurrir incluso que esta persona sepa que si conviven "como hermanos" es decir SIN realizar actos propios y exclusivos de la unión conyugal, entonces desaparecerían las ofensas al Matrimonio, desapareceria la situación de pecado, y no habría ya problema en simplemente acudir a la Reconciliación por los pecados pasados y podría recibir regularmente la Sagrada Comunión Eucarística. Pero sabe también la persona que su nueva pareja no está en condiciones de entenderlo, por lo que intentar pedirle eso podría ser la causa y detonante de ese tan temido rompimiento que tanto daño adicional podría ocasionar.
El moralista dirá: "ni modo, ¿para qué se mete en esos problemas? debe asumir con valentía su responsabilidad y hacer lo que dice la Doctrina sin importar a quién pueda afectar".
¿Es esto realmente lo que Cristo Quiere? ¿que no nos importe en lo absoluto a quién y cómo afectan nuestras acciones? ¿vino a Redimirnos para multiplicar nuestros sufrimientos? ¿no es el sábado para el hombre y NO el hombre para el sábado? ¿no vino Él a Quitar el pecado del mundo junto con todo el sufrimiento que ocasiona?
Pero el sábado (la Doctrina) ESTÁ y es PARA el hombre. No podemos ignorarlo. El hombre NO encontrará JAMÁS su felicidad perpetuando y reforzando las situaciones de pecado. ¿Qué hacer entonces?
Bueno, pues es justamente ahí donde la INTEGRACIÓN puede ayudar muchísimo. Pues, por ejemplo, si esa pareja comienza a integrarse a la vida de la Iglesia, comienza a conocer y entender profundamente la Doctrina de Cristo y sus RAZONES, puede entonces LLEGAR A ENTENDER porqué la solución a su situación pasa necesariamente por ese "vivir como hermanos", puede llegar a endenter porqué la Iglesia pide eso, puede llegar a entender en dónde está la bondad de ello, pueden hasta enterarse de que hay parejas de legítimos esposos cuyas circunstancias son muy diferentes, pero TAMBIÉN implican que se abstengan de los actos conyugales; y pueden, sobre todo, encontrar en la Iglesia LA FUERZA DE CRISTO necesaria para realizar lo que indudablemente serán SACRIFICIOS personales MUY SIGNIFICATIVOS.
¿Podemos soñar en que eso mismo pudiera ocurrir FUERA de la Iglesia? ¿acaso pensamos que estar continuamente expuestos a un mundo egoista que simplemente les dirá que se olviden de esa comunidad de "hombres viejos y perversos que no hacen sino abusar de los niños" y se dediquen a vivir su vida a su propio gusto los podrá llevar de alguna manera a entender porqué es necesario que dejen de convivir como cónyuges y les de fuerza para hacerlo de tal manera que puedan, recién entonces, "presentarse limpios para ser readmitidos por la Iglesia"? ¡pues por supuesto que no!
Es EN la Iglesia donde estas personas que QUISIERAN hacer lo correcto, pero que no saben ni tienen fuerzas para hacerlo, podrán encontrar EN CRISTO la fuerza y el conocimiento necesario para enderezar el camino. Pero eso NO PUEDE ocurrir si:
a) Se les niega todo contacto con la Iglesia hasta que se "auto-rediman" como hemos descrito
b) o se les solapa en su pecado y se les dice que todo está muy bien, que no hacen nada malo sino son meras "víctimas de las circunstancias" y que nada tienen entonces que cambiar.
Por eso esa visión integral NO ES ni la de excluirles completamente ni la de integrarlos sin más desechando para ello la Doctrina. Sino es entender que la Perfección y Santidad de la Doctrina es PARA Salvar al hombre y Redimirlo. Por tanto, debe integrarse a la persona tanto como sea posible para que EN CRISTO encuentre el CAMINO para SALIR de su pecado.
Y como se puede aplicar esto al ejemplo que hemos propuesto de las personas divorciadas en segundas uniones, se puede aplicar a muchísimos otros casos.

Que Dios te bendiga.
eduarod
 
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