Uso de fragmentos del Apocalipsis para oración

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Uso de fragmentos del Apocalipsis para oración

Notapor Alberto_albarracin » Mié Abr 13, 2011 5:10 pm

Humilde adaptación del Apocalipsis

Feliz el que lea, y felices los que escuchen las palabras de esta profecía y tengan en cuenta lo que está escrito en ella, porque el tiempo está cerca.

Padre, concédenos la gracia y la paz de parte de aquel que es, que era y que viene, y de los siete Espíritus que están delante de su trono, y de Jesucristo, el Testigo fiel, el Primero que resucitó de entre los muertos, el Rey de los reyes de la tierra. Él nos amó y nos purificó de nuestros pecados, por medio de su sangre, e hizo de nosotros un Reino sacerdotal para Dios, su Padre. ¡A él sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos! Amén.

Tú, Cristo, vendrás entre las nubes y todos te verán, aun aquellos que te traspasaron. Por ti se golpearán el pecho todas las razas de la tierra. Sí, así será. Amén. Tú eres el Alfa y la Omega, el que es, el que era y el que viene, el Todopoderoso.

A los ojos del profeta, Cristo estaba revestido de una larga túnica, ceñida a su pecho con una faja de oro. Su cabeza y sus cabellos tenían la blancura de la lana y de la nieve; sus ojos parecían llamas de fuego; sus pies, bronce fundido en el crisol; y su voz era como el estruendo de grandes cataratas. En su mano derecha tenía siete estrellas; de su boca salía una espada de doble filo; y su rostro era como el sol cuando brilla con toda su fuerza.

Cristo, eres el Primero y el Último, el Viviente. Estuviste muerto, pero ahora vives para siempre y tienes la llave de la Muerte y del Abismo.

Promueve en tu Iglesia el odio a la conducta de los nicolaítas, que Tú tambien odias. Al vencedor le darás a comer del árbol de la vida, que se encuentra en el Paraíso de Dios. Concédenos la fidelidad hasta la muerte, para que así recibamos la corona de la vida; la segunda muerte no dañará al vencedor; le darás a comer de el maná escondido, y también le darás una piedra blanca, en la que está escrito un nombre nuevo que nadie conoce fuera de aquel que lo recibe.

Eres el Hijo de Dios, el que tiene los ojos como llamas de fuego y los pies semejantes al bronce fundido; conoces íntimamente los sentimientos y las intenciones; y retribuirás a cada uno según sus obras. Concédenos conservar firmemente lo que ya poseemos, hasta que vuelvas. Al vencedor, al que permanezca fiel hasta el fin, le darás autoridad sobre las naciones. Él las regirá con un cetro de hierro y las destrozará como a un vaso de arcilla, con el mismo poder que recibiste del Padre; y también le darás la Estrella de la mañana".

Tú, que posees los siete Espíritus de Dios y las siete estrellas, concédenos el permanecer alerta y que reanimemos lo que todavía podemos rescatar de la muerte, que recordemos cómo hemos recibido y escuchado la Palabra, pasa así conservarla fielmente y arrepentirnos; porque si no vigilamos, vendrás como ladrón, y no sabremos a qué hora nos sorprenderás. Quienes no hayan manchado su ropa te acompañarán vestidas de blanco, porque lo han merecido. El vencedor recibirá una vestidura blanca; nunca borrarás su nombre del Libro de la Vida y confesarás su nombre delante de tu Padre y de sus Ángeles.

Tú, el Santo, el que dice la Verdad, el que posee la llave de David, el que abre y nadie puede cerrar, el que cierra y nadie puede abrir, volverás pronto; haznos conservar firmemente lo que poseemos, para que nadie pueda arrebatarnos la corona. Harás al vencedor sea columna en el Templo de tu Dios, y nunca más saldrá de allí. Y sobre él escribirás el nombre de tu Dios, y el nombre de la Ciudad de tu Dios —la nueva Jerusalén que desciende del cielo y viene de Dios— y también mi nombre nuevo".

Eres el Amén, el Testigo fiel y verídico, el Principio de las obras de Dios, ¡véndenos oro purificado en el fuego para enriquecernos, vestidos blancos para revestirnos y cubrir nuestra vergonzosa desnudez, y un colirio para ungir nuestros ojos y recobrar la vista. ¡Reanínamos el fervor y danos la gracia del arrepentimiento! Si alguien oye tu voz y te abre, entrarás en su casa y cenaréis juntos.

Santo, santo, santo es el Señor Dios, el Todopoderoso, el que era, el que es y el que viene. Tú eres digno, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder. Porque has creado todas las cosas: ellas existen y fueron creadas por tu voluntad. Tú eres digno de tomar el libro y de romper los sellos, porque has sido inmolado, y por medio de tu Sangre, has rescatado para Dios a hombres de todas las familias, lenguas, pueblos y naciones. Tú has hecho de ellos un Reino sacerdotal
para nuestro Dios, y ellos reinarán sobre la tierra. El Cordero que ha sido inmolado es digno de recibir el poder y la riqueza, la sabiduría, la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza. Al que está sentado sobre el trono y al Cordero, alabanza, honor, gloria y poder, por los siglos de los siglos. ¡Amén¡

La salvación viene de nuestro Dios que está sentado en el trono, y del Cordero! ¡Amén! ¡Alabanza, gloria y sabiduría, acción de gracias, honor, poder y fuerza a nuestro Dios para siempre! ¡Amén!"

¡Bienaventurados los que vienen de la gran tribulación¡ ellos han lavado sus vestiduras y las han blanqueado en tu sangre, la sangre del Cordero. Por eso están delante de tu trono y te rinden culto día y noche en tu Templo. Tú, El que está sentado en el trono, habitarás con ellos: nunca más padecerán hambre ni sed, ni serán agobiados por el sol o el calor. Porque Tú, el Cordero que está en medio del trono serás su Pastor, y los conducirás hacia los manantiales de agua; Y secarás toda lágrima de sus ojos.

Que esta oración suba desde la mano del ángel hasta tu presencia, oh Dios, con los perfumes de su santo incensario, sobre el altar de oro que está delante de tu trono.

Ya llegó la salvación, el poder y el Reino de nuestro Dios y la soberanía de su Mesías, porque ha sido precipitado el acusador de nuestros hermanos, el que día y noche los acusaba delante de nuestro Dios. Ellos mismos lo han vencido, gracias a la sangre del Cordero y al testimonio que dieron de él,
porque despreciaron su vida hasta la muerte. ¡Que se alegren entonces el cielo y sus habitantes,
pero ay de ustedes, tierra y mar, porque el Diablo ha descendido hasta ustedes con todo su furor,
sabiendo que le queda poco tiempo! Teman a Dios y glorifíquenlo, porque ha llegado la hora de su Juicio: adoren a aquel que hizo el cielo, la tierra, el mar y los manantiales.

¡Grandes y admirables son tus obras, Señor, Dios todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los pueblos! ¿Quién dejará de temerte, Señor, quién no alabará tu Nombre?
Sólo tú eres santo, y todas las naciones vendrán a adorarte, porque se ha manifestado la justicia de tus actos.

Tú, el que es y el que era, el Santo, obras con justicia al castigarlos así; se merecían que les dieras de beber la misma sangre de los santos y de los profetas que ellos han derramado. Sí, Señor, Dios todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos.

¡Cayó, cayó Babilonia, la grande¡ Se ha convertido en refugio de demonios, en guarida de toda clase de espíritus impuros y en nido de aves impuras y repugnantes. Porque todos los pueblos han bebido el vino embriagante de su prostitución, los reyes de la tierra han fornicado con ella y los comerciantes del mundo se han enriquecido con su lujo desenfrenado.

Concédenos, Dios, a nosotros, pueblo tuyo, huir de esta ciudad, para no hacernos cómplices de sus pecados ni ser castigados con sus plagas. Porque sus pecados se han amontonado hasta el cielo Jeremías y Dios se ha acordado de sus iniquidades. Págale con su propia moneda, retribúyele el doble de lo que ha hecho, sírvele una porción doble en la copa de sus brebajes. Provócale tormentos y dolor en la medida de su fastuosidad y de su lujo. Porque ella se jacta, diciendo: Estoy sentada como una reina, no soy viuda y jamás conoceré el duelo. Por eso, en un solo día, caerán sobre ella las plagas que merece: peste, llanto y hambre. Y será consumida por el fuego, porque el Señor Dios que la ha condenado es poderoso.

Que se alegre el cielo a causa de su ruina, y alégrense ustedes, los santos, los apóstoles y los profetas, porque al condenarla, Dios les ha hecho justicia. Un Ángel poderoso tomó una piedra del tamaño de una rueda de molino y la arrojó al mar, diciendo: "Así, de golpe, será arrojada Babilonia, la gran Ciudad, y nunca más se la verá".

Ya no se escuchará dentro de ti el canto de los que tocan el arpa y de los músicos, de los flautistas y de los trompetistas; ya no se encontrarán artesanos de los diversos oficios, ni se escuchará el sonido de la rueda del molino. No volverá a brillar la luz de la lámpara, ni tampoco se escuchará la voz de los recién casados. Porque tus comerciantes eran los grandes de la tierra, y con tus encantos sedujiste a todos los pueblos. En ella fue derramada la sangre de los profetas y de los santos, y de todos aquellos que han sido inmolados en la tierra.

¡Aleluya! La salvación, la gloria y el poder pertenecen a nuestro Dios, porque sus juicios son verdaderos y justos. Él ha condenado a la famosa Prostituta que corrompía la tierra con su lujuria,
y ha vengado en ella la sangre de sus servidores. "¡Aleluya! La humareda de la Ciudad se eleva por los siglos de los siglos.

¡Alaben a nuestro Dios, ustedes, sus servidores, los que lo temen, pequeños y grandes¡

¡Aleluya! Porque el Señor, nuestro Dios, el Todopoderoso, ha establecido su Reino. Alegrémonos, regocijémonos y demos gloria a Dios, porque han llegado las bodas del Cordero: su esposa ya se ha preparado, y la han vestido con lino fino de blancura resplandeciente". (El lino simboliza las buenas acciones de los santos).
Felices los que han sido invitados al banquete de bodas del Cordero.

Estas son verdaderas palabras de Dios.

No adoremos a los ángeles, pues son nuestros compañeros de servicio, y el de nuestros hermanos que poseen el testimonio de Jesús. El testimonio de Jesús es el espíritu profético. ¡Es a Dios a quien se debe adorar!

He aquí que aparece un caballo blanco. Su Jinete se llama "Fiel" y "Veraz"; él juzga y combate con justicia. Sus ojos son como una llama ardiente y su cabeza está cubierta de numerosas diademas. Lleva escrito un nombre que solamente él conoce, y está vestido con un manto teñido de sangre. Su nombre es: "La Palabra de Dios". Lo siguen los ejércitos celestiales, vestidos con lino fino de blancura inmaculada y montados en caballos blancos. De su boca sale una espada afilada, para herir a los pueblos paganos. Él los regirá con un cetro de hierro y pisará los racimos en la cuba de la ardiente ira del Dios todopoderoso. En su manto y en su muslo lleva escrito este nombre: Rey de los reyes y Señor de los señores.

Ante tu presencia, el cielo y la tierra desaparecieron sin dejar rastros. Y los muertos, grandes y pequeños, estarán de pie delante del trono. Serán abiertos los libros, y también será abierto el Libro de la Vida; y los que habían muerto serán juzgados de acuerdo con el contenido de los libros; cada uno según sus obras. El mar devolverá a los muertos que guardaba: la Muerte y el Abismo harán lo mismo, y cada uno será juzgado según sus obras. Entonces la Muerte y el Abismo serán arrojados al estanque de fuego, que es la segunda muerte. Y los que no estén inscritos en el Libro de la Vida serán arrojados al estanque de fuego.


En un un cielo nuevo y una tierra nueva, (porque el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar ya no existe más), descenderá del cielo la Ciudad santa, la nueva Jerusalén, embellecida como una novia preparada para recibir a su esposo. Esta es la morada de Dios entre los hombres: Tú habitarás con ellos, y ellos serán tu pueblo; Tú mismo estarás con ellos y serás su Dios. Tú secarás todas sus lágrimas, y no habrá más muerte, ni pena, ni queja, ni dolor, porque todo lo de antes pasó.

Tú haces nuevas todas las cosas. Estas palabras son verdaderas y dignas de crédito.

Tú eres el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin. Al que tiene sed, le darás de beber gratuitamente de la fuente del agua de la vida. El vencedor heredará estas cosas, y Tú serás su Dios y él será tu hijo.

Pero los cobardes, los incrédulos, los depravados, los asesinos, los lujuriosos, los hechiceros, los idólatras y todos los falsos, tendrán su herencia en el estanque de azufre ardiente, que es la segunda muerte.

Ya no habrá allí ninguna maldición. El trono de Dios y del Cordero estará en la Ciudad, y sus servidores lo adorarán. Ellos contemplarán su rostro y llevarán su Nombre en la frente. Tampoco existirá la noche, ni les hará falta la luz de las lámparas ni la luz del sol, porque el Señor Dios los iluminará, y ellos reinarán por los siglos de los siglos.

Estas palabras son verdaderas y dignas de crédito. El Señor Dios que inspira a los profetas envió a su mensajero para mostrar a sus servidores lo que tiene que suceder pronto. ¡Volveré pronto! Feliz el que cumple las palabras proféticas de este Libro".

Que el pecador siga pecando, y el que está manchado se manche más aún; que el hombre justo siga practicando la justicia, y el santo siga santificándose. Pronto regresarás trayendo mi recompensa, para dar a cada uno según sus obras.

Tú eres el Alfa y la Omega, el Primero y el Último, el Principio y el Fin. ¡Felices los que lavan sus vestiduras para tener derecho a participar del árbol de la vida y a entrar por las puertas de la Ciudad¡

¡Afuera quedarán los perros y los hechiceros, los lujuriosos, los asesinos, los idólatras y todos aquellos que aman y practican la falsedad¡

Tú eres el Retoño de David y su descendencia, la Estrella radiante de la mañana. El Espíritu y la Esposa dicen: "¡Ven!", y el que escucha debe decir: "¡Ven!" Que venga el que tiene sed, y el que quiera, que beba gratuitamente del agua de la vida.

El que garantiza estas cosas afirma: "¡Sí, volveré pronto!" ¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús! Que la gracia del Señor Jesús permanezca con todos. Amén.
Alberto_albarracin
 
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