Hay quien le sienta mal la leche, hay envenenados por el mercurio del atún, y, en fin, siendo omnívoros, no siempre podemos comer de todo; pero hay un alimento que a nadie le sienta mal, a nadie indigesta, que es la fruta; pero al mismo tiempo no podemos vivir solo con la fruta, sino que hay que comer de todo; esto es un indicio de la condición humana anterior al pecado original, cuando una manzana podía servir de sustento para el hombre. Después del pecado, entonces vino la necesidad de alimentarse con mayor cantidad, y, por lo tanto, con mayor esfuerzo "con el sudor de la frente".
Esto respecto a la nutrición del cuerpo; ahora bien, hay muchas formas de alimentar el alma, pero sólo una contiene todas las propiedades nutricionales necesarias, todas las vitaminas y minerales recomendadas; esto es la Palabra de Dios. Entonces ¿por qué gastar tanto tiempo en alimentos que nada aportan, más aún, perjudican? como decía San Pedro; no seamos niños, bebiendo sólo leche, sino hombres, alimentandonos de carne; esto es, la Palabra de Dios. La lectura de la Palabra de Dios es medicina para toda enfermedad espiritual, especialmente para el fariseísmo, pero también para la incredulidad y para la infidelidad; nos configura de acuerdo con la imagen del hombre espiritual, esto es, Cristo.