por Balvaram » Dom Jul 03, 2011 1:30 pm
No. El señalamiento no es que nosotros seamos los malos, sino se remarca que Dios es bueno absolutamente y nosotros solo unidos a El es como podemos ser buenos.
Ademas leemos en la Catena sobre este pasaje que el Señor Jesús apunta en realidad hacia él mismo:
San Ambrosio
Este hombre principal y tentador le llama maestro bueno, cuando debió llamarlo Dios bueno; porque la bondad está en la divinidad y la divinidad en la bondad. Sin embargo, añadiendo maestro bueno, lo llama bueno relativamente y no en absoluto; porque Dios en absoluto es bueno y el hombre sólo relativamente.
San Cirilo
Creyó, sin duda, sorprender a Jesucristo menospreciando la ley de Moisés, para introducir sus propios preceptos; se acerca, pues, al Maestro y, llamándolo bueno, dice que quiere ser enseñado, lo cual decía para tentarlo. Pero el que había hecho callar a los sabios con toda su astucia, le responde muy oportunamente. Prosigue: "Y le dijo el Señor: ¿Por qué me llamas bueno? ninguno es bueno sino sólo Dios".
San Ambrosio
No niega que El es bueno, pero señala a Dios. Bueno, en verdad, no es más que el que está lleno de bondad. Por tanto, si alguno se extraña de que diga que nadie es bueno, considere que también dijo sino sólo Dios. Y si el Hijo no se diferencia de Dios, Jesucristo será bueno también, porque, ¿cómo no siendo bueno ha nacido de lo Bueno? El árbol bueno da fruto bueno (Mat_7:17). ¿Cómo diremos que no es bueno, siendo así que la esencia de su bondad la recibió del Padre y ésta no ha degenerado en el Hijo, como tampoco en el Espíritu? "Tu Espíritu bueno me guiará a la tierra de justicia" (Sal_142:10). Luego, si es bueno el Espíritu que recibió del Hijo, bueno es también aquél que lo entregó. Asimismo, como el que tienta es experto en leyes, según se demuestra en otro libro, le contestó muy bien diciéndole: "ninguno hay bueno sino sólo Dios", para enseñarle que está escrito: "No tentarás al Señor tu Dios" (Deu_6:16), sino antes bien le confesarás, puesto que es bueno (Sal 135).
Pues esta es la voluntad de Dios: que obrando el bien, cerréis la boca a los ignorantes insensatos. I San Pedro 1,15