por montealegredelariv » Vie Ago 03, 2012 9:06 pm
La interpretación del profesor Colunga tiene un "pequeño" fallo; Daniel 9, 25 habla explícitamente de reconstruir Jerusalén:
Entiende y comprende: Desde el instante en que salió la orden de volver a construir Jerusalén, hasta un Príncipe Ungido (Mesías), siete semanas y sesenta y dos semanas, plaza y foso serán reconstruidos, pero en la angustia de los tiempos.
En Nehemías 1, 1-3 podemos leer cómo el templo sí estaba reconstruido, pero no así Jerusalén:
Palabras de Nehemías, hijo de Jakalías. En el mes de Kisléu, el año veinte del rey Artajerjes, estando yo en la ciudadela de Susa, Jananí, uno de mis hermanos, llegó con algunos hombres venidos de Judá. Yo les pregunté por los judíos - el Resto que se había salvado del cautiverio - y por Jerusalén. Me respondieron: «Los restos del cautiverio que han quedado allí en la provincia se encuentran en gran estrechez y confusión. La muralla de Jerusalén está llena de brechas, y sus puertas incendiadas.»
La ciudad estaba deshabitada, como muestra el reclutamiento de voluntarios de Nehemías 11, 1-2:
Los jefes del pueblo se establecieron en Jerusalén. El resto del pueblo echó a suertes para que de cada diez hombres habitase uno en Jerusalén, la Ciudad Santa, quedando los otros nueve en las ciudades. Y el pueblo bendijo a todos los hombres que se ofrecieron voluntarios para habitar en Jerusalén.
Y sobre todo vemos como Nehemías pide al rey directamente que lo envíe a reedificar a Jerusalén, lo cual es señal cierta de que aún no estaba reedificada (Neh 2, 1-6):
En el mes de Nisán, el año veinte del rey Artajerjes, siendo yo encargado del vino, tomé vino y se lo ofrecí al rey. Anteriormente nunca había estado yo triste. Me dijo, pues, el rey: «¿Por qué ese semblante tan triste? Tú, enfermo no estás. ¿Acaso tienes alguna preocupación en el corazón?» Yo quedé muy turbado, y dije al rey: «¡Viva por siempre el rey! ¿Cómo no ha de estar triste mi semblante, cuando la ciudad donde están las tumbas de mis padres está en ruinas, y sus puertas devoradas por el fuego?» Replicóme el rey: «¿Qué deseas, pues?» Invoqué al Dios del cielo, y respondí al rey: «Si le place al rey y estás satisfecho de tu siervo, envíame a Judá, a la ciudad de las tumbas de mis padres, para que yo la reconstruya.» El rey me preguntó, estando la reina sentada a su lado: «¿Cuánto durará tu viaje? ¿Cuándo volverás?» Yo le fijé un plazo que pareció aceptable al rey, y él me envió.
Así que la orden de volver a construir Jerusalén no puede ser otra que el decreto del 20º año de Artajerjes (445/444 a.C.), lo que coincide con la interpretación tradicional que para el profesor Colunga es tan poco científica. Si contamos a partir de esa fecha tenemos tres periodos de tiempo:
-7 semanas (49 años)
-62 semanas (434 años)
-1 semana (7 años)
Según la profecía, después del segundo periodo (tras 49+434=483 años) ocurrirá la muerte del Mesías.
El año judío consta de 360 días. 360x483=173880 días.
El año solar consta de 365,24219879 días. 173880/365,24219879=476 años y 24 días.
Contando 476 años desde el edicto de Artajerjes (-444+476) tenemos (recordemos que el año 0 no existe) ¡el año 33 d.C.!