Duda 1 Timiteo 4:7, 8

Espacio para profundizar en las Sagradas Escrituras de acuerdo con el Magisterio de la Iglesia católica logrando así animar a muchos católicos a leer más frecuentemente la Biblia aclarando dudas de interpretación y conseguir un conocimiento más fructífero de la misma

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Duda 1 Timiteo 4:7, 8

Notapor fireraptor » Jue Ago 02, 2012 9:47 pm

Ejercítate para la piedad, porque el ejercicio corporal
para poco es provechoso, pero la piedad para todo
aprovecha, pues tiene promesa de esta vida
presente, y de la venidera” (1 Timoteo 4:7,8).

No entiendo muy bien este pasaje. Aquí se está condenando lo que es el ejercicio físico o el practicar un deporte? Les agradezco sus respuestas.
fireraptor
 
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Re: Duda 1 Timiteo 4:7, 8

Notapor tito » Jue Ago 02, 2012 11:43 pm

No, San Pablo no esta condenando el deporte, solo lo pone en su lugar, ¿de que te sirve hacer ejercicio si al ultimo pierdes tu alma?

Tu ya habías preguntado algo relacionado con lo del culto al cuerpo..... ¿sera por estar en temporada olímpica?
¡Ay, los que llaman al mal bien, y al bien mal;
que dan oscuridad por luz, y luz por oscuridad;
que dan amargo por dulce, y dulce por amargo! Isaías 5,20


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tito
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Re: Duda 1 Timiteo 4:7, 8

Notapor eduarod » Vie Ago 03, 2012 2:17 am

Estimado en Cristo fireraptor:

NO está condenado el ejercicio físico ni el deporte, sino está señalando el relativamente poco provecho que tiene el ejercicio corporal vs. la piedad, es decir, el ejercicio del espíritu.
Es bien sabido que la actividad física, vs. la pereza e inacción, suele producir beneficios espirituales, o, mejor dicho, es al revés: el ocio y la pereza suelen engendrar la ruina espiritual, no por nada la pereza es tenida como un pecado capital. Por eso, mantener un nivel razonable de actividad física suele ser una manera de mantener a raya la ociosidad y los vicios que esta conlleva; como lo dice la vieja y conocida frase latina: "mens sana in corpore sano"; "mente sana en cuerpo sano".
Y, sin embargo, el sentido original de esa frase NO es ese. El origen de la frase es una cita de las Sátiras de Juvenal, y en estas, la frase completa no es esa, sino esta: "Orandum est ut sit mens sana in corpore sano", cuya traducción es: "Se debe orar para que la mente sea sana en un cuerpo sano", y cuyo sentido es entonces poco más o menos lo opuesto al sentido que se le suele dar a la frase: no es que el cuerpo sano de suyo produzca una mente sana; sino que de hecho es posible (y poco deseable) tener un cuerpo sano sin una mente sana; lo deseable, por el contrario, es tener una mente sana que gobierne a ese cuerpo sano, y la oración, una actividad eminentemente espiritual, es un medio adecuado para lograr esto. Más aún, recordando que es una obra satírica la que se cita, se ha interpretado el sentido de la frase como satirizando la preocupación de ponerse por objetivo meramente el lograr un cuerpo sano, como dando a entender lo inútil y poco valioso que es tener o buscar solamente eso, de modo que hay que recurrir urgentemente a la ayuda divina para que conceda algo más que eso.
Asi pues, si un poeta romano pudo ver esto con claridad, como mucha mayor razón los cristianos debemos entenderlo bien. Ya que aunque es cierto que la pereza y la gula, que suelen ser las fuentes principales de las que surge un cuerpo insano, ni un cuerpo insano puede tener tan solo ese origen (p.ej. a veces puede ser el fruto de una enfermedad), ni mucho menos el cuerpo sano suele ser garantía de virtud.
Por el contrario, si no se tiene una mente santa previamente, la búsqueda de la salud y la perfección corporal fácilmente se salen de cauce y se vuelven patológicas; siendo campo fértil para otros vicios capitales como es la vanidad y la lujuria. En efecto, se suele pensar que el deporte necesariamente aleja los malos pensamientos de los jóvenes, y que un joven deportista será un muchacho bien portado en muchos sentidos. Y si, en la medida en que el deporte aleje al muchacho del vicio y le de objetivos sanos que perseguir puede contribuir a ese fin. Pero, lejos de ser un medio garantizado, el deporte, cuando no está regulado por la templanza, se convierte fácilmente en la búsqueda de excesos injustificados. Ejemplos sobran: los deportistas que se lastiman y hasta mueren por llevar la actividad al extremo; slogans publicitarios como el que usa cierta marca comercial en México: "deporteismo", donde descaradamente se revela el culto idolátrico al cuerpo en el que muchos incurren; la forma en que exhiben sus cuerpos muchas personas en los gimnasios, con ropas ajustadas usadas con el pretexto de "facilitar los movimientos", pero que en realidad se portan con el fin expreso de obtener un reconocimiento en forma de admiración, "reconocimiento" que usualmente se manifiesta mediante la promiscuidad y hasta la infidelidad; los deportistas que encuentran el sentido de su vida en la obtención del triunfo deportivo, de tal suerte que si no lo obtienen su vida entera puede derrumbarse, mientras que, si lo obtienen, de pronto se encuentran con la novedad de que ya lograron el máximo objetivo de su vida, que este no les trajo la felicidad que esperaban y que no tienen ni idea de por dónde buscar ahora.
Hace tan sólo unos días y con motivo de los Juegos Olímpicos que se celeban ahora en Londres, leía un servidor algunos artículos relativos al desenfreno sexual que se ha venido produciendo durante los últimos días de las olimpiadas más recientes. Si, los primeros días, cuando pocos han competido o tienen aún participaciones adicionales por delante, o se termina su estancia a causa de su derrota deportiva, pues casi todos los que están ahí están preocupados por generar las condiciones físicas y emocionales que permitan maximizar su rendimiento deportivo. Pero, una vez que las competencias van avanzando, cuando algunos ya terminaron sus competencias y tienen el corazón henchido (soberbia y vanagloria) por la victoria olímpica, a la vez que el espíritu vacío por no encontrar el sentido definitivo de la vida que esperaban encontrar en ello (muchas delegaciones dejan que sus deportistas victoriosos, como premio, se puedan quedar hasta el final para que disfruten del evento y puedan participar en la ceremonia de clausura), una vez que no hay ya motivo por el cual refrenar las pasiones, pues todos esos años de esfuerzos y privaciones se "destrampan".
Obviamente no ocurre esto con todos los atletas, pues de que hay gente decente por supuesto que la hay.
Pero en esta sociedad tan hedonista y materialista, en ese mundo en particular donde la competencia es tan dura que los triunfadores suelen ser personas que han abandonado todo lo demás para poder dedicarse a la máxima perfección en su disciplina atlética y donde, por lo mismo, no ha habido muchas oportunidades para crecer en auténtica madurez espiritual y emocional más allá de lo que la propia disciplina deportiva exige; pues es evidente que cada vez es mayor el número de personas que viven su preparación como una auténtica idolatría a la perfección deportiva y todo lo que esta conlleva.

ESO es lo que en todo caso estaría implícitamente rechazado o condenado en el texto de San Pablo que has citado: los beneficios corporales que obtengas mediante el ejercicio físico son algo que se circunscribe a este mundo finito y pasajero, los beneficios espirituales, que ciertamente los puede haber, son modestos en sí mismos.
Por el contrario, quien se ejercita en la piedad, obtiene esos beneficios y mucho mayores. De entrada suele ser mucho mayor la disciplina y control de si mismo que se requiere para VOLUNTARIAMENTE renunciar al propio egoismo, o a los propios y más queridos sueños y objetivos, más si son legítimos, en favor de amar y ayudar a los demás; que la que puedan requerir muchas actividades deportivas. Y los beneficios de esa renuncia, de ese aprender a amar con el dolor de la negación de si mismo, NO son temporales, son ETERNOS.

Asi pues, NO se condena el deporte ni la actividad física, los que en la medida que no se vuelvan un ídolo, sino se practiquen con sabiduría, pueden ciertamente producir bienes, no solo materiales, sino incluso en alguna medida bienes espirituales; pero, al igual que lo hizo con los mismos dones espirituales, San Pablo no se queda en lo pequeño, sino nos invita a ir a lo grande, a lo mejor, a lo que verdaderamente nos aprovecha, a la Caridad. Al ejercicio del Amor Verdaderi que viene de Dios.

Que Dios te bendiga.
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Re: Duda 1 Timiteo 4:7, 8

Notapor nuvifer » Vie Ago 03, 2012 7:11 am

eduarod escribió:Estimado en Cristo fireraptor:

NO está condenado el ejercicio físico ni el deporte, sino está señalando el relativamente poco provecho que tiene el ejercicio corporal vs. la piedad, es decir, el ejercicio del espíritu.
Es bien sabido que la actividad física, vs. la pereza e inacción, suele producir beneficios espirituales, o, mejor dicho, es al revés: el ocio y la pereza suelen engendrar la ruina espiritual, no por nada la pereza es tenida como un pecado capital. Por eso, mantener un nivel razonable de actividad física suele ser una manera de mantener a raya la ociosidad y los vicios que esta conlleva; como lo dice la vieja y conocida frase latina: "mens sana in corpore sano"; "mente sana en cuerpo sano".
Y, sin embargo, el sentido original de esa frase NO es ese. El origen de la frase es una cita de las Sátiras de Juvenal, y en estas, la frase completa no es esa, sino esta: "Orandum est ut sit mens sana in corpore sano", cuya traducción es: "Se debe orar para que la mente sea sana en un cuerpo sano", y cuyo sentido es entonces poco más o menos lo opuesto al sentido que se le suele dar a la frase: no es que el cuerpo sano de suyo produzca una mente sana; sino que de hecho es posible (y poco deseable) tener un cuerpo sano sin una mente sana; lo deseable, por el contrario, es tener una mente sana que gobierne a ese cuerpo sano, y la oración, una actividad eminentemente espiritual, es un medio adecuado para lograr esto. Más aún, recordando que es una obra satírica la que se cita, se ha interpretado el sentido de la frase como satirizando la preocupación de ponerse por objetivo meramente el lograr un cuerpo sano, como dando a entender lo inútil y poco valioso que es tener o buscar solamente eso, de modo que hay que recurrir urgentemente a la ayuda divina para que conceda algo más que eso.
Asi pues, si un poeta romano pudo ver esto con claridad, como mucha mayor razón los cristianos debemos entenderlo bien. Ya que aunque es cierto que la pereza y la gula, que suelen ser las fuentes principales de las que surge un cuerpo insano, ni un cuerpo insano puede tener tan solo ese origen (p.ej. a veces puede ser el fruto de una enfermedad), ni mucho menos el cuerpo sano suele ser garantía de virtud.
Por el contrario, si no se tiene una mente santa previamente, la búsqueda de la salud y la perfección corporal fácilmente se salen de cauce y se vuelven patológicas; siendo campo fértil para otros vicios capitales como es la vanidad y la lujuria. En efecto, se suele pensar que el deporte necesariamente aleja los malos pensamientos de los jóvenes, y que un joven deportista será un muchacho bien portado en muchos sentidos. Y si, en la medida en que el deporte aleje al muchacho del vicio y le de objetivos sanos que perseguir puede contribuir a ese fin. Pero, lejos de ser un medio garantizado, el deporte, cuando no está regulado por la templanza, se convierte fácilmente en la búsqueda de excesos injustificados. Ejemplos sobran: los deportistas que se lastiman y hasta mueren por llevar la actividad al extremo; slogans publicitarios como el que usa cierta marca comercial en México: "deporteismo", donde descaradamente se revela el culto idolátrico al cuerpo en el que muchos incurren; la forma en que exhiben sus cuerpos muchas personas en los gimnasios, con ropas ajustadas usadas con el pretexto de "facilitar los movimientos", pero que en realidad se portan con el fin expreso de obtener un reconocimiento en forma de admiración, "reconocimiento" que usualmente se manifiesta mediante la promiscuidad y hasta la infidelidad; los deportistas que encuentran el sentido de su vida en la obtención del triunfo deportivo, de tal suerte que si no lo obtienen su vida entera puede derrumbarse, mientras que, si lo obtienen, de pronto se encuentran con la novedad de que ya lograron el máximo objetivo de su vida, que este no les trajo la felicidad que esperaban y que no tienen ni idea de por dónde buscar ahora.
Hace tan sólo unos días y con motivo de los Juegos Olímpicos que se celeban ahora en Londres, leía un servidor algunos artículos relativos al desenfreno sexual que se ha venido produciendo durante los últimos días de las olimpiadas más recientes. Si, los primeros días, cuando pocos han competido o tienen aún participaciones adicionales por delante, o se termina su estancia a causa de su derrota deportiva, pues casi todos los que están ahí están preocupados por generar las condiciones físicas y emocionales que permitan maximizar su rendimiento deportivo. Pero, una vez que las competencias van avanzando, cuando algunos ya terminaron sus competencias y tienen el corazón henchido (soberbia y vanagloria) por la victoria olímpica, a la vez que el espíritu vacío por no encontrar el sentido definitivo de la vida que esperaban encontrar en ello (muchas delegaciones dejan que sus deportistas victoriosos, como premio, se puedan quedar hasta el final para que disfruten del evento y puedan participar en la ceremonia de clausura), una vez que no hay ya motivo por el cual refrenar las pasiones, pues todos esos años de esfuerzos y privaciones se "destrampan".
Obviamente no ocurre esto con todos los atletas, pues de que hay gente decente por supuesto que la hay.
Pero en esta sociedad tan hedonista y materialista, en ese mundo en particular donde la competencia es tan dura que los triunfadores suelen ser personas que han abandonado todo lo demás para poder dedicarse a la máxima perfección en su disciplina atlética y donde, por lo mismo, no ha habido muchas oportunidades para crecer en auténtica madurez espiritual y emocional más allá de lo que la propia disciplina deportiva exige; pues es evidente que cada vez es mayor el número de personas que viven su preparación como una auténtica idolatría a la perfección deportiva y todo lo que esta conlleva.

ESO es lo que en todo caso estaría implícitamente rechazado o condenado en el texto de San Pablo que has citado: los beneficios corporales que obtengas mediante el ejercicio físico son algo que se circunscribe a este mundo finito y pasajero, los beneficios espirituales, que ciertamente los puede haber, son modestos en sí mismos.
Por el contrario, quien se ejercita en la piedad, obtiene esos beneficios y mucho mayores. De entrada suele ser mucho mayor la disciplina y control de si mismo que se requiere para VOLUNTARIAMENTE renunciar al propio egoismo, o a los propios y más queridos sueños y objetivos, más si son legítimos, en favor de amar y ayudar a los demás; que la que puedan requerir muchas actividades deportivas. Y los beneficios de esa renuncia, de ese aprender a amar con el dolor de la negación de si mismo, NO son temporales, son ETERNOS.

Asi pues, NO se condena el deporte ni la actividad física, los que en la medida que no se vuelvan un ídolo, sino se practiquen con sabiduría, pueden ciertamente producir bienes, no solo materiales, sino incluso en alguna medida bienes espirituales; pero, al igual que lo hizo con los mismos dones espirituales, San Pablo no se queda en lo pequeño, sino nos invita a ir a lo grande, a lo mejor, a lo que verdaderamente nos aprovecha, a la Caridad. Al ejercicio del Amor Verdaderi que viene de Dios.

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Estimado Eduarod, Como siempre, eres prolífico en la palabra, pero a mí eso me parece muy adecuado, pues refuerzas las palabras y todos los que leemos tus comentarios, nos vemos edificados, una FELICITACIÓN por ello, Bendiciones!!
Per eundem Dominum nostrum Iesum Christum Filium tuum, qui tecum vivit et regnat in unitate Spiritus sancti Deus, per omnia sæcula sæculorum. Amen.
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Re: Duda 1 Timiteo 4:7, 8

Notapor nuvifer » Vie Ago 03, 2012 7:12 am

eduarod escribió:Estimado en Cristo fireraptor:

NO está condenado el ejercicio físico ni el deporte, sino está señalando el relativamente poco provecho que tiene el ejercicio corporal vs. la piedad, es decir, el ejercicio del espíritu.
Es bien sabido que la actividad física, vs. la pereza e inacción, suele producir beneficios espirituales, o, mejor dicho, es al revés: el ocio y la pereza suelen engendrar la ruina espiritual, no por nada la pereza es tenida como un pecado capital. Por eso, mantener un nivel razonable de actividad física suele ser una manera de mantener a raya la ociosidad y los vicios que esta conlleva; como lo dice la vieja y conocida frase latina: "mens sana in corpore sano"; "mente sana en cuerpo sano".
Y, sin embargo, el sentido original de esa frase NO es ese. El origen de la frase es una cita de las Sátiras de Juvenal, y en estas, la frase completa no es esa, sino esta: "Orandum est ut sit mens sana in corpore sano", cuya traducción es: "Se debe orar para que la mente sea sana en un cuerpo sano", y cuyo sentido es entonces poco más o menos lo opuesto al sentido que se le suele dar a la frase: no es que el cuerpo sano de suyo produzca una mente sana; sino que de hecho es posible (y poco deseable) tener un cuerpo sano sin una mente sana; lo deseable, por el contrario, es tener una mente sana que gobierne a ese cuerpo sano, y la oración, una actividad eminentemente espiritual, es un medio adecuado para lograr esto. Más aún, recordando que es una obra satírica la que se cita, se ha interpretado el sentido de la frase como satirizando la preocupación de ponerse por objetivo meramente el lograr un cuerpo sano, como dando a entender lo inútil y poco valioso que es tener o buscar solamente eso, de modo que hay que recurrir urgentemente a la ayuda divina para que conceda algo más que eso.
Asi pues, si un poeta romano pudo ver esto con claridad, como mucha mayor razón los cristianos debemos entenderlo bien. Ya que aunque es cierto que la pereza y la gula, que suelen ser las fuentes principales de las que surge un cuerpo insano, ni un cuerpo insano puede tener tan solo ese origen (p.ej. a veces puede ser el fruto de una enfermedad), ni mucho menos el cuerpo sano suele ser garantía de virtud.
Por el contrario, si no se tiene una mente santa previamente, la búsqueda de la salud y la perfección corporal fácilmente se salen de cauce y se vuelven patológicas; siendo campo fértil para otros vicios capitales como es la vanidad y la lujuria. En efecto, se suele pensar que el deporte necesariamente aleja los malos pensamientos de los jóvenes, y que un joven deportista será un muchacho bien portado en muchos sentidos. Y si, en la medida en que el deporte aleje al muchacho del vicio y le de objetivos sanos que perseguir puede contribuir a ese fin. Pero, lejos de ser un medio garantizado, el deporte, cuando no está regulado por la templanza, se convierte fácilmente en la búsqueda de excesos injustificados. Ejemplos sobran: los deportistas que se lastiman y hasta mueren por llevar la actividad al extremo; slogans publicitarios como el que usa cierta marca comercial en México: "deporteismo", donde descaradamente se revela el culto idolátrico al cuerpo en el que muchos incurren; la forma en que exhiben sus cuerpos muchas personas en los gimnasios, con ropas ajustadas usadas con el pretexto de "facilitar los movimientos", pero que en realidad se portan con el fin expreso de obtener un reconocimiento en forma de admiración, "reconocimiento" que usualmente se manifiesta mediante la promiscuidad y hasta la infidelidad; los deportistas que encuentran el sentido de su vida en la obtención del triunfo deportivo, de tal suerte que si no lo obtienen su vida entera puede derrumbarse, mientras que, si lo obtienen, de pronto se encuentran con la novedad de que ya lograron el máximo objetivo de su vida, que este no les trajo la felicidad que esperaban y que no tienen ni idea de por dónde buscar ahora.
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Obviamente no ocurre esto con todos los atletas, pues de que hay gente decente por supuesto que la hay.
Pero en esta sociedad tan hedonista y materialista, en ese mundo en particular donde la competencia es tan dura que los triunfadores suelen ser personas que han abandonado todo lo demás para poder dedicarse a la máxima perfección en su disciplina atlética y donde, por lo mismo, no ha habido muchas oportunidades para crecer en auténtica madurez espiritual y emocional más allá de lo que la propia disciplina deportiva exige; pues es evidente que cada vez es mayor el número de personas que viven su preparación como una auténtica idolatría a la perfección deportiva y todo lo que esta conlleva.

ESO es lo que en todo caso estaría implícitamente rechazado o condenado en el texto de San Pablo que has citado: los beneficios corporales que obtengas mediante el ejercicio físico son algo que se circunscribe a este mundo finito y pasajero, los beneficios espirituales, que ciertamente los puede haber, son modestos en sí mismos.
Por el contrario, quien se ejercita en la piedad, obtiene esos beneficios y mucho mayores. De entrada suele ser mucho mayor la disciplina y control de si mismo que se requiere para VOLUNTARIAMENTE renunciar al propio egoismo, o a los propios y más queridos sueños y objetivos, más si son legítimos, en favor de amar y ayudar a los demás; que la que puedan requerir muchas actividades deportivas. Y los beneficios de esa renuncia, de ese aprender a amar con el dolor de la negación de si mismo, NO son temporales, son ETERNOS.

Asi pues, NO se condena el deporte ni la actividad física, los que en la medida que no se vuelvan un ídolo, sino se practiquen con sabiduría, pueden ciertamente producir bienes, no solo materiales, sino incluso en alguna medida bienes espirituales; pero, al igual que lo hizo con los mismos dones espirituales, San Pablo no se queda en lo pequeño, sino nos invita a ir a lo grande, a lo mejor, a lo que verdaderamente nos aprovecha, a la Caridad. Al ejercicio del Amor Verdaderi que viene de Dios.

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Re: Duda 1 Timiteo 4:7, 8

Notapor fireraptor » Vie Ago 03, 2012 8:21 am

Esque, como hace poco estoy comenzando a leer el catecismo y la biblia para fortalecer mi fe, me surgen unas dudas, en relación con lo que decía el catecismo acerca del culto al cuerpo, y esta mención de san Pablo al deporte. Gracias por sus ayudas, y espero que cualquier otra duda me sea resuelta.
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