Las Bodas de Caná

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Las Bodas de Caná

Notapor apiter » Vie Jun 13, 2014 12:17 pm

Siempre me llamo la atención porque el primer Milagro de Jesus, por decirlo de alguna forma, fue "simple", convirtió el agua en vino en Las Bodas de Caná, digo simple al compararlo con los otros que hizo en su Ministerio, seguramente esta cargado de gran simbolismo y yo lo desconozco, eh leído que el agua significa el antiguo testamento y el vino el nuevo testamento, sin lugar a dudas tiene que ver con la sangre de Cristo y con la Misa, estoy seguro que tiene un significado profundo e importante que no conozco en profundidad, pero me gustaría plantear si también, de forma secundaria, tiene que ver también con la Santisima Virgen Maria ya que es Ella la que interviene para pedir el milagro. La Virgen Maria al darse cuenta que no hay mas vino en la boda le pide a Jesús que haga algo, pudiera esto referirse a que La Virgen Maria pide a Jesús por los hombres, ayudándonos en nuestras necesidades?
Luego Jesús dice que no ha llegado su hora aun pero igual le concede a su Madre lo que pidió, puede ser que represente que todo lo que la Santa Virgen le pide a Jesús, El se lo concede? (Por supuesto que es asi)
Con el milagro del vino comienza la era mesiánica, y es a pedido de Maria.
Esto que me pregunto lo hago desde la ignorancia y con el solo animo de aprender, tal vez escribi algo fuera de lugar o equivocado pero mi intención es la de conocer mas sobre Jesús y La Virgen Maria.
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Re: Las Bodas de Caná

Notapor IvanEstoico » Vie Jun 13, 2014 10:26 pm

Querido hermano en Cristo.

Me da gusto leerte y saber estas mejor, con respecto a lo que comentas debo decirte que no has faltado en cosa alguna y que verdaderamente Nuestra Señora sigue obrando de la misma manera para que alcancemos las bendiciones de Nuestro Señor, ¿Que hubiera pasado en aquella boda con la ausencia de la Dignisima Madre de Dios? Es mas ¿Podría haberse encarnado Nuestro Dios sin su «Fiat»?... ¡Oh! Que sublime obsequio nos hizo YHWH con la sin par Hija de Sion.

Que Dios te bendiga por intercesión de la Santísima Virgen Maria.
El mismo Verbo Dios era,
que el principio se decía;
Él moraba en el principio,
y principio no tenía...
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Re: Las Bodas de Caná

Notapor Minuit » Mié Sep 03, 2014 10:38 am

De la misma forma que lo hizo en Caná, lo puede hacer hoy. Ruega por nosotros, santa madre de Dios.
Jn 11:25 "Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá."
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Re: Las Bodas de Caná

Notapor leoo_torres » Lun Sep 22, 2014 3:08 pm

La paz del Señor este con ustedes.

Citando una parte que dice mi hermano en Cristo apiter:
La Virgen Maria al darse cuenta que no hay mas vino en la boda le pide a Jesús que haga algo, pudiera esto referirse a que La Virgen Maria pide a Jesús por los hombres, ayudándonos en nuestras necesidades?


Ciertamente si, la Santísima Virgen María intercede por el hombre ante su hijo Jesús, para ayudarnos en nuestras necesidades, pero tomando en cuenta que si eso que pedimos nos conviene y es la voluntad del Padre.


Dios los bendiga y la Virgen del Carmen los cuide.
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Re: Las Bodas de Caná

Notapor eduarod » Dom Oct 05, 2014 1:39 pm

Estimado en Cristo apiter:
apiter escribió:Siempre me llamo la atención porque el primer Milagro de Jesus, por decirlo de alguna forma, fue "simple", convirtió el agua en vino en Las Bodas de Caná, digo simple al compararlo con los otros que hizo en su Ministerio, seguramente esta cargado de gran simbolismo y yo lo desconozco, eh leído que el agua significa el antiguo testamento y el vino el nuevo testamento, sin lugar a dudas tiene que ver con la sangre de Cristo y con la Misa, estoy seguro que tiene un significado profundo e importante que no conozco en profundidad,
...

En efecto, durante la Santa Misa, si te has fijas, podrás observar que, al preparar las ofrendas para el Ofertorio, el sacerdote, con la ayuda del acólito, si es que lo hay, toma las vinajeras, que son dos, y de una de ellas vierte en el Sagrado Cáliz el vino, pero, de la otra, toma un poco de agua que vierte en el Cáliz también.
Al hacer esto, el sacerdote debe decir en secreto:
"Por el misterio de esta agua y este vino, haz que compartamos la divinidad
de quien se ha dignado participar de nuestra humanidad."
El agua, pues, simboliza nuestra humanidad, mientras que el vino, simboliza la Divinidad de Cristo. Al mezclarse el agua en el vino significa eso: que Cristo compartió nuestra humanidad para que nosotros pudiesemos compartir Su Divinidad. Como parte de eso mismo, pero en particular en el contexto de la Eucaristía, el agua significa las pobres ofrendas y peticiones que hemos presentado en la Oración de los Fieles, las que queremos presentar al Padre unidas al Supremo Sacrificio Redentor de Cristo en la Cruz, para que así puedan alcanzar, unidas al Sacrificio de Cristo, lo que esas pobres ofrendas nuestras simplemente no pueden alcanzar por si mismas: ser un Sacrificio Propiciatorio agradable al Padre por la Salvación del mundo. Es como en la multiplicación de los panes, donde cinco panes y dos pescados no alcanzaban para alimentar más que a unos pocos, pero unidos al Poder de Cristo alimentaron multitudes.
El significado es meramente simbólico al momento de realizar esa mezcla, donde todavía se tienen agua y vino en realidad; pero obviamente después, en la Consagración, esa mezcla ya no será vino, sino la Verdadera Sangre de Cristo. Pero es muy significativo entonces que eso que Cristo toma para convertirlo en Su Sangre incluya esa agua que nos representa a nosotros junto con nuestra ofrenda; porque ESE es el Signo Sensible que nos muestra cómo Sacramentalmente Cristo REALMENTE nos ha unido a nosotros y a nuestra pobre ofrenda a su Supremo Sacrificio de Valor Infinito y a nosotros mismos nos ha Unido de cierto modo a su Divinidad de tal manera que hemos venido a participar de Su Filiación Divina y entonces, con razón, nos declaramos como verdaderos Hijos de Dios.
Nos Enseña el Santo Padre Benedicto XVI en la Encíclica Deus Caritas Est:
La Eucaristía nos adentra en el acto oblativo de Jesús. No recibimos solamente de modo pasivo el Logos encarnado, sino que nos implicamos en la dinámica de su entrega. La imagen de las nupcias entre Dios e Israel se hace realidad de un modo antes inconcebible: lo que antes era estar frente a Dios, se transforma ahora en unión por la participación en la entrega de Jesús, en su cuerpo y su sangre. La « mística » del Sacramento, que se basa en el abajamiento de Dios hacia nosotros, tiene otra dimensión de gran alcance y que lleva mucho más alto de lo que cualquier elevación mística del hombre podría alcanzar.
CARTA ENCÍCLICA DEUS CARITAS EST
DEL SUMO PONTÍFICE BENEDICTO XVI
SOBRE EL AMOR CRISTIANO


Todo esto el Catecismo Romano (el que emitió el Papa San Pío V según la petición del Concilio de Trento) lo expresa así:
XVI. El vino en el Sacramento se ha de mezclar con agua. —112. Siempre mezcló la Iglesia de Dios el vino con agua. Lo primero, porque así lo hizo nuestro Salvador, como lo prueba la autoridad de los Concilios y el testimonio de San Cipriano. Con esta mezcla también se renueva la memoria de la sangre y agua que salieron del costado de Cristo. Asimismo por las aguas se significan los pueblos, como se lee en el Apocalipsis, y así el agua mezclada con el vino significa la unión del pueblo fiel con su cabeza Cristo. Y es­to observó siempre la Santa Iglesia por tradición Apostólica.

Como vemos, en todos estos significados es constante la relación del agua con la humanidad, y de la Sangre o el vino con la Divinidad de Cristo. Pero en el agua, sobre todo en el Agua que brota del Costado transpasado, la Iglesia ha encontrado siempre también otro significado, que son los ríos de Agua Viva prometidos por el Señor. Esta agua, pues, es signo del Agua Bautismal, el agua por la cual nos son borrados nuestros pecados:
7. La sangre y el agua han sido interpretados de diversa forma en su valor simbólico.

En el Evangelio de Juan es posible observar una relación entre el agua que brota del corazón traspasado y la invitación de Jesús en la fiesta de los Tabernáculos: "Si alguno tiene sed, venga a mí y beba el que cree en mí. De su seno correrán ríos de agua viva" (Jn 7, 37-38; cf. 4, 10-14; Apoc 22, 1). El Evangelista precisa después que Jesús se refería al Espíritu que iban a recibirlos que creyeran en Él (Jn 7, 39).

Algunos han interpretado la sangre como símbolo de la remisión de los pecados por el sacrificio expiatorio y el agua como símbolo de purificación.

Otros han puesto en relación el agua y la sangre con el bautismo y la Eucaristía.

El Evangelista no ha ofrecido los elementos suficientes para interpretaciones precisas. Pero parece que se haya dado una indicación en el texto sobre el corazón traspasado, del que manan sangre y agua; la efusión de gracia que proviene del sacrificio, como él mismo dice del Verbo encarnado desde el comienzo de su Evangelio: "De su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia" (Jn 1, 16).
JUAN PABLO II
AUDIENCIA GENERAL
Miércoles 14 de diciembre de 1988

Estos dos significados del agua, que a primera vista podrían parecer, si no francamente contrapuestos, al menos si completamente independientes, en realidad en una visión más profunda se pueden unificar de una manera muy especial: es digno el hombre de unir su pobre humanidad y su pobre ofrenda si, y solo si, ha sido antes purificado por el Agua Viva que brota del Costado del Redentor. No quiere decir que las personas que no han sido purificadas expresamente de esta manera a través de las Aguas del Bautismo no tengan ningún valor, o que sus obras sean completamente estériles; sino que simplemente se quedan en lo que es el valor del hombre (que de suyo es altísimo) y en el valor de las obras humanas. Pero, por muy alto que sea el valor del hombre y de sus sacrificios y trabajos, ambas cosas palidecen completamente frente a la Majestad Infinita de Dios. Por eso no es comparable el valor del hombre y sus obras por si mismos, que cuando son unidos al Sacrificio del Redentor. Y, si nos fijamos, la Iglesia NO ADMITE a la Eucaristía a cualquiera, sino tan solo a aquellas personas que, además de haber sido debidamente preparadas para entender lo que hacen, han sido realmente purificadas por la Gracia del Bautismo y que se encuentran libres de pecado grave a través del Sacramento de la Reconciliación. Precisamente, pues, el agua (nosotros) que se une al vino en la preparación de las ofrendas, representa al hombre, pero no a cualquier hombre o al hombre en cualquier estado, sino al hombre que ha sido purificado por el Agua Viva del Costado del Salvador. Pues solo este hombre es capaz de unirse en la Eucaristía a Cristo Redentor. Solo ese hombre es capaz de contribuir con Cristo a la Salvación del mundo.

Ahora bien, llevemos estos significados al Milagro de las Bodas de Caná, que fue tan importante como para ser designado el primer Milagro de Jesús por el cual Él Manifestó Su Gloria, y sus discípulos creyeron en Él:
Es claro que en este Milagro el agua nos representa a nosotros y el lavado que por el Agua del Bautismo Cristo hará en nosotros. Jesús NO aparece el vino de la nada, lo que ciertamente su Poder le permitiría hacer, pero Él NO lo Quiere así, ni lo solicita así, sino lo solicita a través de la colaboración del hombre, pidiendo a las personas que llenen sus tinajas de agua, es decir, que hagan lo humanamente necesario para preparase a ser ese pueblo que ha sido Purificado por Él: la Santa Iglesia.
Y si nosotros creemos y cumplimos lo que se nos pide, es decir, si nos disponemos bien en humildad y nos dejamos purificar por los Sacramentos del Bautismo y la Reconciliación. Entonces, y solo entonces, podremos también ser TRANSFORMADOS por Él en ese "vino mejor de todos" para bien y gozo de todos los invitados, es decir, en ese instrumento de Salvación por medio del cual Cristo puede hacer llegar Su Redención y la Abundancia de Su Divino Amor a la humanidad entera.
Si los siervos no hubiesen creido, no hubiesen confiado, y no hubiesen obedecido en hacer lo que Cristo les pidió, pues simplemente no habría habido vino para nadie.

Preguntas entonces:
apiter escribió:... pero me gustaría plantear si también, de forma secundaria, tiene que ver también con la Santisima Virgen Maria ya que es Ella la que interviene para pedir el milagro. La Virgen Maria al darse cuenta que no hay mas vino en la boda le pide a Jesús que haga algo, pudiera esto referirse a que La Virgen Maria pide a Jesús por los hombres, ayudándonos en nuestras necesidades?
Luego Jesús dice que no ha llegado su hora aun pero igual le concede a su Madre lo que pidió, puede ser que represente que todo lo que la Santa Virgen le pide a Jesús, El se lo concede? (Por supuesto que es asi)
Con el milagro del vino comienza la era mesiánica, y es a pedido de Maria.
Esto que me pregunto lo hago desde la ignorancia y con el solo animo de aprender, tal vez escribi algo fuera de lugar o equivocado pero mi intención es la de conocer mas sobre Jesús y La Virgen Maria.

Y ahí es precisamente donde Nuestra Santísima Madre aparece, porque, en efecto, ella, como buena madre, es la que se da cuenta de que estas personas tienen un problema sin que nadie se lo diga y sin que nadie le pida ayuda, y es la que va con Jesús, sabiendo Quién es Jesús y qué puede Él Hacer, e intercede en favor de los organizadores e invitados de la fiesta (en favor de toda la humanidad); y es ella la que invita a las personas a hacer lo que Jesús les diga a pesar de la aparente negativa que Jesús le había expresado.
Ella, sin embargo, en su propia vida ha visto la Excelencia que se sigue de cumplir con la Voluntad de Dios cabal y prontamente aún en contra de todas las ideas y planes previos que uno pudiera tener, por lo que no puede sino invitar a otros a hacer lo mismo. Nos Enseña el Magisterio de San Juan Pablo II en la Encíclica Veritatis Splendor:
María es signo luminoso y ejemplo preclaro de vida moral: «su vida es enseñanza para todos», escribe san Ambrosio 183, que, dirigiéndose en especial a las vírgenes, pero en un horizonte abierto a todos, afirma: «El primer deseo ardiente de aprender lo da la nobleza del maestro. Y ¿quién es más noble que la Madre de Dios o más espléndida que aquella que fue elegida por el mismo Esplendor?» 184. Vive y realiza la propia libertad entregándose a Dios y acogiendo en sí el don de Dios. Hasta el momento del nacimiento, custodia en su seno virginal al Hijo de Dios hecho hombre, lo nutre, lo hace crecer y lo acompaña en aquel gesto supremo de libertad que es el sacrificio total de su propia vida. Con el don de sí misma, María entra plenamente en el designio de Dios, que se entrega al mundo. Acogiendo y meditando en su corazón acontecimientos que no siempre puede comprender (cf. Lc 2, 19), se convierte en el modelo de todos aquellos que escuchan la palabra de Dios y la cumplen (cf. Lc 11, 28) y merece el título de «Sede de la Sabiduría». Esta Sabiduría es Jesucristo mismo, el Verbo eterno de Dios, que revela y cumple perfectamente la voluntad del Padre (cf. Hb 10, 5-10).

María invita a todo ser humano a acoger esta Sabiduría. También nos dirige la orden dada a los sirvientes en Caná de Galilea durante el banquete de bodas: «Haced lo que él os diga» (Jn 2, 5).

María comparte nuestra condición humana, pero con total transparencia a la gracia de Dios. No habiendo conocido el pecado, está en condiciones de compadecerse de toda debilidad. Comprende al hombre pecador y lo ama con amor de Madre. Precisamente por esto se pone de parte de la verdad y comparte el peso de la Iglesia en el recordar constantemente a todos las exigencias morales. Por el mismo motivo, no acepta que el hombre pecador sea engañado por quien pretende amarlo justificando su pecado, pues sabe que, de este modo, se vaciaría de contenido el sacrificio de Cristo, su Hijo. Ninguna absolución, incluso la ofrecida por complacientes doctrinas filosóficas o teológicas, puede hacer verdaderamente feliz al hombre: sólo la cruz y la gloria de Cristo resucitado pueden dar paz a su conciencia y salvación a su vida.
CARTA ENCÍCLICA VERITATIS SPLENDOR
DEL SUMO PONTÍFICE JUAN PABLO II
SOBRE ALGUNAS CUESTIONES FUNDAMENTALES DE LA ENSEÑANZA MORAL DE LA IGLESIA

Ella pues, pudo haberse dedicado a justificar la situación, a dar una "absolución" como ocurre en esas indulgentes y engañosas doctrinas pretendidamente filosóficas o teológicas a las que se refiere San Juan Pablo II, podría haber dicho: "hubo demasiados invitados", "ellos calcularon bien, hubo mucho desperdicio", "en realidad ya ha habido suficiente vino para todos, no se necesita más". Pero ella sabía que se podía ir muchísimo más allá que dejar al hombre abandonado a su miseria y debilidad. Por eso ella invita a los hombres a hacer lo que ella misma ya ha hecho: "Haced lo que Él os diga".
Y así contribuye de manera única y decisiva a preparar a los hombres a recibir la Gracia del Redentor, a estar dispuestos a recibir la Transformación que Jesús puede hacer.
Y no solo en el sentido de los sirvientes que están dispuestos a ir y llenar las tinajas aparentemente sin sentido, porque ¿cómo alguien que no cree podría ver sentido en llenar de agua las tinajas del vino? Es claro que, para cuando los sirvientes hacen eso, ya algo la Santísima Virgen ha ayudado a mover en su interior de tal manera que confían en lo que Jesús Dice y puede Hacer. Pero, insisto, la preparación del hombre que Dios realiza por medio de la acción e intercesión de ella no solo se queda ahí, sino que adquiere un sentido muchísimo más trascendente, sentido del que nos damos cuenta cuando leemos en la Escritura "y sus discípulos creyeron en Él". Es pues, mediante esta acción que la Santísima Virgen María prepara no solo a los sirvientes para el Milagro material, sino prepara a los verdaderos sirvientes, los discípulos, a hacer aquello que se necesita para que Jesús transforme sus corazones de forma tal que vengan a ser las Columnas sobre las que se fundará y sostendrá la Iglesia que Cristo ha venido a Fundar. Nos Enseña el Magisterio del Papa Francisco:
La Iglesia es apostólica porque está fundada en la predicación y la oración de los Apóstoles, en la autoridad que les ha sido dada por Cristo mismo. San Pablo escribe a los cristianos de Éfeso: «Vosotros sois conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios. Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular» (2, 19-20); o sea, compara a los cristianos con piedras vivas que forman un edificio que es la Iglesia, y este edificio está fundado sobre los Apóstoles, como columnas, y la piedra que sostiene todo es Jesús mismo. ¡Sin Jesús no puede existir la Iglesia! ¡Jesús es precisamente la base de la Iglesia, el fundamento! Los Apóstoles vivieron con Jesús, escucharon sus palabras, compartieron su vida, sobre todo fueron testigos de su muerte y resurrección. Nuestra fe, la Iglesia que Cristo quiso, no se funda en una idea, no se funda en una filosofía, se funda en Cristo mismo. Y la Iglesia es como una planta que a lo largo de los siglos ha crecido, se ha desarrollado, ha dado frutos, pero sus raíces están bien plantadas en Él y la experiencia fundamental de Cristo que tuvieron los Apóstoles, elegidos y enviados por Jesús, llega hasta nosotros. Desde aquella planta pequeñita hasta nuestros días: así la Iglesia está en todo el mundo.
PAPA FRANCISCO
AUDIENCIA GENERAL
Miércoles 16 de octubre de 2013

Y esto tan importante que llegaron a ser los Apóstoles, comenzó cuando la Santísima Virgen María dispuso verdaderamente sus corazones a prepararse y a verdaderamente creer en aquello que Jesús podía Hacer en ellos si ellos mismos hacían lo que Él les Dijera.
Jesús le Responde en un aparente rechazo: "Todavía no ha llegado mi Hora". Pero, compadecida de la miseria y debilidad del hombre, Ella insiste, como constituyéndose en una señal de y para Jesús Mismo de que ESTE es el Inicio de Su Hora. La Respuesta de Jesús es trascendentísima, porque Jesús no Deja las cosas a nivel del agua y el vino, sino las Une DIRECTAMENTE a Su Misión Salvífica, a Su Hora. La acción subsecuente de Nuestra Santísima Madre entonces NO se puede referir ya meramente a querer ayudar a los novios, sino debe entenderse necesariamente ya como una súplica en favor de TODA la humanidad: "comienza tu hora ya", "comienza a transformar los corazones de los hombres". Y esto es lo que hace Jesús y, ante la Manifestación de Su Gloria, sus discípulos comienzan a creer en Él.
Nos Enseña San Juan Pablo II en la Encíclica Redemptoris Mater:
21. Bajo este punto de vista, es particularmente significativo el texto del Evangelio de Juan, que nos presenta a María en las bodas de Caná. María aparece allí como Madre de Jesús al comienzo de su vida pública: « Se celebraba una boda en Caná de Galilea y estaba allí la Madre de Jesús. Fue invitado también a la boda Jesús con sus discípulos (Jn 2, 1-2). Según el texto resultaría que Jesús y sus discípulos fueron invitados junto con María, dada su presencia en aquella fiesta: el Hijo parece que fue invitado en razón de la madre. Es conocida la continuación de los acontecimientos concatenados con aquella invitación, aquel « comienzo de las señales » hechas por Jesús —el agua convertida en vino—, que hace decir al evangelista: Jesús « manifestó su gloria, y creyeron en él sus discípulos » (Jn 2, 11).

María está presente en Caná de Galilea como Madre de Jesús, y de modo significativo contribuye a aquel « comienzo de las señales », que revelan el poder mesiánico de su Hijo. He aquí que: « como faltaba vino, le dice a Jesús su Madre: "no tienen vino". Jesús le responde: « ¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora » (Jn 2, 3-4). En el Evangelio de Juan aquella « hora » significa el momento determinado por el Padre, en el que el Hijo realiza su obra y debe ser glorificado (cf. Jn 7, 30; 8, 20; 12, 23. 27; 13, 1; 17, 1; 19, 27). Aunque la respuesta de Jesús a su madre parezca como un rechazo (sobre todo si se mira, más que a la pregunta, a aquella decidida afirmación: « Todavía no ha llegado mi hora »), a pesar de esto María se dirige a los criados y les dice: « Haced lo que él os diga » (Jn 2, 5). Entonces Jesús ordena a los criados llenar de agua las tinajas, y el agua se convierte en vino, mejor del que se había servido antes a los invitados al banquete nupcial.

¿Qué entendimiento profundo se ha dado entre Jesús y su Madre? ¿Cómo explorar el misterio de su íntima unión espiritual? De todos modos el hecho es elocuente. Es evidente que en aquel hecho se delinea ya con bastante claridad la nueva dimensión, el nuevo sentido de la maternidad de María. Tiene un significado que no está contenido exclusivamente en las palabras de Jesús y en los diferentes episodios citados por los Sinópticos (Lc 11, 27-28; 8, 19-21; Mt 12, 46-50; Mc 3, 31-35). En estos textos Jesús intenta contraponer sobre todo la maternidad, resultante del hecho mismo del nacimiento, a lo que esta « maternidad » (al igual que la « fraternidad ») debe ser en la dimensión del Reino de Dios, en el campo salvífico de la paternidad de Dios. En el texto joánico, por el contrario, se delinea en la descripción del hecho de Caná lo que concretamente se manifiesta como nueva maternidad según el espíritu y no únicamente según la carne, o sea la solicitud de María por los hombres, el ir a su encuentro en toda la gama de sus necesidades. En Caná de Galilea se muestra sólo un aspecto concreto de la indigencia humana, aparentemente pequeño y de poca importancia « No tienen vino »). Pero esto tiene un valor simbólico. El ir al encuentro de las necesidades del hombre significa, al mismo tiempo, su introducción en el radio de acción de la misión mesiánica y del poder salvífico de Cristo. Por consiguiente, se da una mediación: María se pone entre su Hijo y los hombres en la realidad de sus privaciones, indigencias y sufrimientos. Se pone « en medio », o sea hace de mediadora no como una persona extraña, sino en su papel de madre, consciente de que como tal puede —más bien « tiene el derecho de »— hacer presente al Hijo las necesidades de los hombres. Su mediación, por lo tanto, tiene un carácter de intercesión: María « intercede » por los hombres. No sólo: como Madre desea también que se manifieste el poder mesiánico del Hijo, es decir su poder salvífico encaminado a socorrer la desventura humana, a liberar al hombre del mal que bajo diversas formas y medidas pesa sobre su vida. Precisamente como había predicho del Mesías el Profeta Isaías en el conocido texto, al que Jesús se ha referido ante sus conciudadanos de Nazaret « Para anunciar a los pobres la Buena Nueva, para proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos ... » (cf. Lc 4, 18).

Otro elemento esencial de esta función materna de María se encuentra en las palabras dirigidas a los criados: « Haced lo que él os diga ». La Madre de Cristo se presenta ante los hombres como portavoz de la voluntad del Hijo, indicadora de aquellas exigencias que deben cumplirse. para que pueda manifestarse el poder salvífico del Mesías. En Caná, merced a la intercesión de María y a la obediencia de los criados, Jesús da comienzo a « su hora ». En Caná María aparece como la que cree en Jesús; su fe provoca la primera « señal » y contribuye a suscitar la fe de los discípulos.

22. Podemos decir, por tanto, que en esta página del Evangelio de Juan encontramos como un primer indicio de la verdad sobre la solicitud materna de María. Esta verdad ha encontrado su expresión en el magisterio del último Concilio. Es importante señalar cómo la función materna de María es ilustrada en su relación con la mediación de Cristo. En efecto, leemos lo siguiente: « La misión maternal de María hacia los hombres de ninguna manera oscurece ni disminuye esta única mediación de Cristo, sino más bien muestra su eficacia », porque « hay un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, hombre también » (1 Tm 2, 5). Esta función materna brota, según el beneplácito de Dios, « de la superabundancia de los méritos de Cristo... de ella depende totalmente y de la misma saca toda su virtud ».44 Y precisamente en este sentido el hecho de Caná de Galilea, nos ofrece como una predicción de la mediación de María, orientada plenamente hacia Cristo y encaminada a la revelación de su poder salvífico.

Por el texto joánico parece que se trata de una mediación maternal. Como proclama el Concilio: María « es nuestra Madre en el orden de la gracia ». Esta maternidad en el orden de la gracia ha surgido de su misma maternidad divina, porque siendo, por disposición de la divina providencia, madre-nodriza del divino Redentor se ha convertido de « forma singular en la generosa colaboradora entre todas las creaturas y la humilde esclava del Señor » y que « cooperó ... por la obediencia, la fe, la esperanza y la encendida caridad, en la restauración de la vida sobrenatural de las almas ».45 « Y esta maternidad de María perdura sin cesar en la economía de la gracia ... hasta la consumación de todos los elegidos ».46
CARTA ENCÍCLICA REDEMPTORIS MATER
DEL SUMO PONTÍFICE JUAN PABLO II
SOBRE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA EN LA VIDA DE LA IGLESIA PEREGRINA


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eduarod
 
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Re: Las Bodas de Caná

Notapor apiter » Mié Oct 08, 2014 11:13 am

Muchas gracias eduarod por tu respuesta, como siempre es muy significativa y reveladora, siento vergüenza da las tantas cosas que desconozco pero doy gracias que dia a dia puedo aprender mas.

Que Dios y La Santa Virgen te Bendigan.
apiter
 
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