Duda sobre el Canon Bíblico.

Espacio para profundizar en las Sagradas Escrituras de acuerdo con el Magisterio de la Iglesia católica logrando así animar a muchos católicos a leer más frecuentemente la Biblia aclarando dudas de interpretación y conseguir un conocimiento más fructífero de la misma

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Duda sobre el Canon Bíblico.

Notapor JovenCatolico » Sab Oct 10, 2015 12:34 pm

Muy buen día hermanos, les escribo desde México porque desde hace unos días he tenido una duda acerca del canon bíblico. Yo soy Católico (como lo indica mi nombre de usuario), y a raíz de que vi el video de la conversión de Fernando Casanova del Protestantismo al Catolicismo he estado estudiando más y más sobre mi religión, historia, y biblia, guiándome de sitios como éste, escuchando a predicadores, también sobre lo que dicta la tradición católica, e inclusive de sitios protestantes para poder ver lo que ellos creen, y así poder refutarlos sin problemas, ya que no estoy dispuesto a que sigan menospreciando mi fe católica mientras yo esté presente.
Sin embargo, recuerdo que en una predicación de Fernando Casanova, comentó que uno de los puntos más importantes para hacerse católico fue la 2da Carta a Timoteo Capítulo 3, versículo 16. Y también mencionó que Pablo al decir "Escrituras" se refería a la Septuaginta, que era en ese momento las Escrituras en las que se basaban los primeros Cristianos para redactar sus cartas. Pero ahora mi pregunta es la siguiente: ¿Por qué la Iglesia Católica incluyó en su canon a Tobías, I y II de Macabeos, Judith, Sabiduría, Sirácida y a Baruc, y dejó fuera a otros libros de la Septuaginta como el II de Esdras, III Y IV de Macabeos, Salmos de Salomón, el Libro de los Jubileos, el Apocalipsis de Baruc, y el Libro de Enoc (el cual me han dicho que es citado en la Carta de Judas)? Mi pregunta es por qué fueron sacados éstos libros del Canon, si Pablo, basándose en la Septuaginta dice que "Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra". Cabe mencionar que yo no he leído estos libros que la Santa Iglesia sacó, así que no estoy enterado de lo que contienen. No me las quiero dar de sabio, ni de inteligente, hermanos. Sólo quiero aprender más de mi religión para defenderla de ataques sectarios, por eso les pido que si tienen tiempo, pudiese responder a mi pregunta. Muchas gracias de antemano. Que Dios y la Santísima Virgen los protejan.
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Re: Duda sobre el Canon Bíblico.

Notapor tito » Sab Oct 10, 2015 6:07 pm

Hay signos, de que la versión griega no era vista por sus lectores como una Biblia concluida, de sacralidad definida en todas sus partes, sino como algo que en sus variables contenidos perdía brillantez gradualmente a los ojos de los helenistas y pasaban desde la Ley, eminentemente sagrada, hasta obras de cuestionable divinidad, como el III Libro de los Macabeos.
Este factor debe ser sopesado al considerar cierto argumento. Un gran número de autoridades católicas percibe una canonización de los deuterocanónicos en una supuesta aprobación masiva, por parte de los Apóstoles, del Antiguo Testamento griego, de mayor extensión evidentemente. No le falta fuerza al argumento. El Nuevo Testamento muestra cierta preferencia por los Setenta: de los 350 textos sacados del Antiguo Testamento, 300 prefieren el lenguaje de la versión griega al de la hebrea.

Con todo, hay consideraciones que nos invitan a dudar antes de admitir la adopción apostólica de los Setenta en bloc. Como ya se señaló arriba, hay razones para creer que no se trataba de una cantidad fija en ese tiempo. Los manuscritos más antiguos y representativos que existen no son totalmente idénticos en los libros que contienen. Más aún, debe recordarse que al inicio de nuestra era, y durante un tiempo posterior, era muy raro encontrar en forma manuscrita colecciones tan voluminosas como los Setenta. Esta versión debe haberse encontrado más comúnmente en libros separados o grupos de libros, lo cual favorecía una cierta variación en la brújula.

De modo que ni unos Setenta fluctuantes, ni un Nuevo Testamento poco explícito nos pueden dar la exacta extensión de la Biblia pre-cristiana que fue transmitida por los apóstoles a la Iglesia Primitiva. Es más sostenible concluir que hubo un proceso selectivo bajo la guía del Espíritu Santo, y que tal proceso fue terminado en una fecha tan tardía de la edad apostólica que el Nuevo Testamento no puede reflejar su fruto maduro respecto al número o a la santidad de los libros admitidos de fuera de Palestina. Para poder entender históricamente el canon apostólico de Antiguo Testamento debemos interrogar a otros libros posteriores aunque menos sagrados, que expresan más claramente la fe de las primeras épocas del cristianismo.

B. El Canon del Antiguo Testamento en la Iglesia de los tres primeros siglos
Los escritos subapostólicos de Clemente, Policarpo, el autor de la Epístola de Barnabás, de las homilías seudo-clementinas y el “Pastor” de Hermas, contienen citas implíctas o alusiones de todos los deutero, excepto Baruch (que antiguamente se encontraba con frecuencia unido a Jeremías), el I Libro de los Macabeos y las adiciones a David. No se puede obtener ningún argumento en contra a partir del carácter implícito, suelto, de esas citas ya que los Padres Apostólicos citan las escrituras deuterocanóncas exactamente de la misma manera.

Bajando a la siguiente época, la de los apologetas, encontramos a Baruc citado como profeta por Atenágoras. San Justino Mártir fue el primero en darse cuenta que la Iglesia poseía una versión de las escrituras del Antiguo Testamento que diferían de las de los judíos. Fue también el primero en insinuar el principio, que luego fue promulgado por escritores posteriores, de la autosuficiencia de la Iglesia para establecer el canon; su independencia de la sinagoga respecto a ese asunto.
La plena comprensión de esta verdad tomó tiempo en madurar, por lo menos en Oriente, donde no faltan indicaciones de que por largo tiempo en algunos frentes no se pudo evitar la influencia de la tradición judeo-palestina. San Melitón, obispo de Sardes, fue quien primero hizo la lista de los libros canónicos del Antiguo Testamento. Dice él que en esa tarea, aunque mantuvo el orden familiar de los Setenta, verificó su catálogo a base de interrogar a los judíos.
Para ese tiempo, los judíos habían ya descartado en casi todas partes los libros alejandrinos, así que el canon de Melitón consiste exclusivamente de los protocanónicos minus Ester.
Debe subrayarse, sin embargo, que el documento al que se le antepuso ese catálogo se pudo haber interpretado como orientado a la polémica antijudía, en cuyo caso se entendería bajo otra luz lo del canon restringido.

San Ireneo, testigo de primera categoría dado su amplio conocimiento de la tradición eclesiástica, afirma que Baruc fue juzgado con el mismo criterio que Jeremías, y que las narraciones de Susana y de Bel y el dragón se le atribuyeron a Daniel.

La tradición alejandrina queda representada por el enorme peso de Orígenes. Éste, influenciado sin duda por el uso de los judíos alejandrinos de aceptar en la práctica los escritos extra mientras sostenían en teoría el canon menor de Palestina, tiene un catálogo de las escrituras del Antiguo Testamento que únicamente contiene los libros protocanónicos, aunque sigue el orden de los Setenta.
Con todo, Orígenes utiliza todos los libros deutero como Sagrada Escritura, y en su carta a Julio Africano defiende el carácter sagrado de Tobías, Judith y los fragmentos de Daniel. Afirma implícitamente, además, la autonomía de la Iglesia para determinar el canon (vea las referencias en Cornely). En su edición Hexapla del Antiguo Testamento encuentran lugar todos los libros deutero. El manuscrito bíblico conocido como “Codex Claromontanus”, del siglo VI, contiene un catálogo al que ambos, Harnack y Zahn, le atribuyen un origen alejandrino, casi contemporáneo de Orígenes. Ese documento por lo menos data del período que estamos examinando y comprende todos los libros deutero, incluyendo el IV de los Macabeos. San Hipólito (m. 236) puede bien ser considerado el representante de la tradición romana primitiva. Él comenta sobre el capítulo de Susana, cita frecuentemente la Sabiduría considerándola obra de Salomón y utiliza a Baruc y a los Macabeos como Sagrada Escritura. En la Iglesia del África occidental existen dos testigos fuertes del canon mayor: Tertuliano y San Cipriano. Las obras de estos padres manejan bíblicamente a todos los deutero excepto a Tobías, Judit y la adición a Ester.

GEORGE J. REID
Transcrito por Ernie Stefanik
Traducido por Javier Algara Cossío
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Re: Duda sobre el Canon Bíblico.

Notapor eduarod » Sab Oct 10, 2015 11:24 pm

Estimado en Cristo JovenCatolico:

El principal error que lleva a esta clase de confusiones, es aceptar "jugar" en "la cancha" del oponente y con sus propias reglas.
Es como si, por ejemplo, Cuba reta a Alemania a un partido de futbol soccer (donde evidentemente se esperaría que Alemania, actual campeón del mundo, se alzara con el triunfo); pero le pidiera que el juego se hiciera en su propio estadio, simplemente considerando algunas "pequeñas" modificaciones al reglamento, como que "los goles" se anotarían no tirando el balón dentro de la portería contraria, sino bateando la pelota y corriendo alrededor de las esquinas del "área" del "portero" que lanzaría la pelota con la mano. ¿Me explico? El punto es que en realidad se estaría jugando beisbol que Cuba juega muy bien y Alemania no, de donde la probabilidad del triunfo sería totalmente la inversa.
Y si Alemania aceptara jugar en esa cancha y con esas reglas, y con mucho esfuerzo lograse empatar o hasta llevar la delantera tras la primera entrada, eso no haría sino darle una falsa confianza para seguir aceptando ese errado camino, con lo que casi irremediablemente acabaría perdiendo de manera catastrófica al final del partido...
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Re: Duda sobre el Canon Bíblico.

Notapor eduarod » Dom Oct 11, 2015 2:04 am

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El punto con la analogía de fútbol es caer en la trampa de querer buscar las razones profundas de la inclusión o exclusión del Canon Bíblico de un determinado libro en función de criterios humanos que nosotros mismos podemos aplicar y, de algún modo, en virtud de ello "convalidar", criterios tales que, desde nuestro punto de vista "caigan por su propio peso" y, en función de ello, sean contundentes para convencer a nuestros hermanos protestantes y, para el caso, a nosotros mismos.
Pero la realidad es que eso, de suyo, es jugar en la cancha ERRONEA y con las reglas ERRONEAS.
Y es que la única VERDADERA razón por la que un libro pueda estar incluido (o no) en el Canon Bíblico es que REALMENTE haya sido INSPIRADO por Dios, y que, por consecuencia, REALMENTE sea Palabra Suya. Y, a su vez, la ÚNICA manera de saber eso de manera certera e infalible, es que DIOS MISMO nos lo haga saber. Y, finalmente, la ÚNICA manera que tenemos de que Dios nos haga saber CON CERTEZA ABSOLUTA algo así, es que nos lo transmita por medio del Magisterio de SU Iglesia.
Realmente ese es el punto que todo protestante serio encontrará terribles dificultades en tratar de sostener (y digo tratar, porque en realidad NUNCA podrá auténticamente sostenerlo): el porqué le atribuye credibilidad infalible a las palabras de un libro en función de criterios humanos que, por su propia naturaleza, de suyo son FALIBLES ¿cómo puedo estar seguro de que los criterios que escogí son los correctos? ¿cómo puedo estar absolutamente seguro de que no me equivoqué en NINGÚN punto, ni grande ni pequeño, al tratar de aplicar tales criterios? Simplemente NO PUEDO estar seguro de tales cosas con ABSOLUTA certeza ¿cómo puedo entonces atribuirle credibilidad infalible a lo que YO MISMO determine que debía dársela con MI criterio FALIBLE?
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Re: Duda sobre el Canon Bíblico.

Notapor tito » Dom Oct 11, 2015 1:13 pm

Eduarod, pienso es mas util traer articulos un poco mas academicos sin quitar que esten en un lenguaje sencillo que traer una opinion personal.

La profundidad no esta reñida con la sencillez.
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Re: Duda sobre el Canon Bíblico.

Notapor IvanEstoico » Dom Oct 11, 2015 4:02 pm

Querido hermano en Cristo.

Aunado a lo antes comentado, te comparto lo siguiente:
E. La extensión del canon de las Escrituras

16. Se llama " canon " (del griego kanôn, " regla ") a la lista de los libros reconocidos como inspirados por Dios y válidos como regla para la fe y las costumbres. La cuestión que nos ocupa aquí es la de la formación del canon del Antiguo Testamento.

1. Situación en el judaísmo

Hay diferencias entre el canon judío de las Escrituras30 y el canon cristiano del Antiguo Testamento.31 Para explicar esas diferencias, se admitía generalmente que al principio de la era cristiana, existían dos cánones en el judaísmo: un canon palestino en hebreo, el único que más tarde fue retenido por los judíos, y un canon alejandrino en griego, más extenso (se le da el nombre de "los Setenta"), que fue adoptado por los cristianos.

Investigaciones y descubrimientos recientes han puesto en duda dicha opinión. Ahora parece más probable que en la época del nacimiento del cristianismo las colecciones de los libros de la Ley y los Profetas estaban cerradas en una forma textual sustancialmente idéntica a la de nuestro Antiguo Testamento actual. La colección de los " Escritos ", por su parte, no estaba tan bien definida, ni en Palestina ni en la diáspora judía, ni en cuanto al número de los libros ni en cuanto a la forma de su texto. A finales del siglo I, parece que entre 22 y 24 libros habían sido generalmente acogidos por los judíos como sagrados,32 pero sólo mucho más tarde la lista pasó a ser exclusiva.33 Cuando se fijaron los límites del canon hebreo, los libros deuterocanónicos no fueron incluidos en él.

Muchos de los libros que formaban parte del mal definido tercer grupo de textos religiosos, fueron leídos regularmente por comunidades judías a lo largo de los primeros siglos después de Jesucristo. Fueron traducidos al griego y circularon entre los judíos helenizados, tanto en Palestina como en la diáspora.

2. Situación en la Iglesia primitiva

17. Los primeros cristianos eran en su mayor parte judíos de Palestina, " hebreos " o " helenistas " (cf. Hch 6,1): sus puntos de vista sobre de la Escritura reflejarían los de su entorno, pero estamos mal informados a este respecto. Más adelante, los escritos del Nuevo Testamento demuestran que entre las comunidades cristianas circulaba una literatura sagrada más extensa que el canon hebreo. Tomados globalmente, los autores del Nuevo Testamento muestran un conocimiento de los libros deuterocanónicos y de algunos no canónicos, pues el número de libros citados en el Nuevo Testamento sobrepasa no sólo el del canon hebreo, sino también el que se conjetura como canon alejandrino.34 Cuando el cristianismo se propagó por el mundo helenístico, continuó utilizando los libros sagrados que había recibido del judaísmo helenizado.35 Sabemos que los cristianos de expresión griega recibieron de los judíos las Escrituras bajo la forma de los Setenta, pero no conocemos con precisión dicha forma, pues los Setenta nos han llegado en manuscritos cristianos. Parece que la Iglesia recibió un conjunto de Escrituras sagradas, que en el interior del judaísmo llevaban camino de convertirse en canónicas. Cuando el judaísmo decidió cerrar su propio canon, la Iglesia cristiana ya era suficientemente autónoma en relación con el judaísmo como para no sentirse inmediatamente afectada por ello. Sólo en una época posterior el canon hebreo ya cerrado empezó a ejercitar alguna influencia sobre la opinión de los cristianos.

3. Formación del canon cristiano

18. El Antiguo Testamento de la Iglesia antigua tomó formas diversas en las distintas regiones, como demuestran las distintas listas de la época patrística. La mayoría de los escritores cristianos a partir del siglo II, así como los manuscritos de la Biblia de los siglos IV y siguientes, utilizan o contienen un gran número de libros sagrados del judaísmo, incluyendo algunos que no fueron admitidos en el canon hebreo. Sólo después de que los judíos hubieron definido su canon, pensó la Iglesia en cerrar su propio canon del Antiguo Testamento. Nos falta información sobre el modo cómo se procedió y las razones que se alegaron para incluir tal libro en el canon y rechazar tal otro. Es posible, sin embargo, delinear a grandes rasgos la evolución del tema en la Iglesia, tanto en Oriente como en Occidente.

En Oriente, a partir de la época de Orígenes (entre el 185 y el 253), se procura conformar el uso cristiano al canon hebreo de 22/24 libros, utilizando para ello distintas combinaciones y estratagemas. El mismo Orígenes era consciente, además, de la existencia de numerosas diferencias textuales, a veces considerables, entre la Biblia hebrea y la griega. A ese problema se añadía el de las distintas listas de libros. Los esfuerzos realizados en orden a adaptarse al canon y al texto hebreos no privaron a los autores cristianos de Oriente de utilizar en sus escritos libros que no habían sido admitidos en el canon hebreo, ni de seguir para los demás el texto de los Setenta. La idea de que el canon hebreo debía ser preferido por los cristianos no parece haber producido en la Iglesia de Oriente una impresión profunda ni duradera.

En Occidente se mantiene igualmente una utilización más amplia de los libros sagrados, que encuentra en Agustín su defensor. Cuando se trata de seleccionar los libros a incluir en el canon, Agustín (354-430) basa su juicio en la práctica constante de la Iglesia. A principios del siglo V, algunos concilios tomaron postura para fijar el canon del Antiguo Testamento. Por más que aquellos concilios fueron sólo regionales, la unanimidad expresada en sus listas los hace representativos del uso eclesial en Occidente.

En cuanto a las diferencias textuales entre la Biblia en griego y en hebreo, Jerónimo basa su traducción en el texto hebreo. Para los libros deuterocanónicos, se contenta generalmente con corregir la antigua traducción latina (Vetus Latina). Desde entonces, la Iglesia en Occidente reconoce una doble tradición bíblica: la del texto hebreo para los libros del canon hebreo y la de la Biblia griega para los demás libros, todos en traducción latina.

Fundándose en una tradición secular, el concilio de Florencia, en 1442, y más tarde el de Trento, en 1564, disiparon, para los católicos, dudas e incertidumbres. Su lista se compone de 73 libros, recibidos como sagrados y canónicos, en cuanto que inspirados por el Espíritu Santo: 46 para el Antiguo Testamento y 27 para el Nuevo Testamento.36 Así la Iglesia católica ha logrado su canon definitivo. Para determinar este canon, el Concilio se basó en el uso constante de la Iglesia. Adoptando este canon más amplio que el hebreo, ha preservado una memoria auténtica de los orígenes cristianos, puesto que, como hemos visto, el canon hebreo más limitado es posterior a la época de la formación del Nuevo Testamento.
EL PUEBLO JUDÍO Y SUS ESCRITURAS SAGRADAS EN LA BIBLIA CRISTIANA, PONTIFICIA COMISIÓN BÍBLICA


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Re: Duda sobre el Canon Bíblico.

Notapor eduarod » Lun Oct 12, 2015 2:59 pm

... sigue ...

La cuestión entonces es que, si un libro está en el Canon Bíblico y otro NO lo está, INDEPENDIENTEMENTE del proceso humano del que se haya servido la Iglesia para apoyarse en el discernimiento -proceso que es verdad que históricamente incluyó criterios similares a los que suelen usar los protestantes para argumentar a favor o en contra de la inclusión de algún libro en el Canon-, el HECHO es que ese libro NO está REALMENTE ahí a causa de ese proceso, sino porque DIOS MISMO Convalidó la lista final de los libros a través de la Asistencia Extraordianria que Él da a Su Iglesia para estas cuestiones.

Nos lo Enseña así de manera Infalible el Concilio Vaticano II (el que, contra erradas opiniones que circulan por ahí que sostienen que no contiene Enseñanza Infalible, la REALIDAD es que SI la tiene):
Este santo Sínodo, siguiendo las huellas del Concilio Vaticano I, enseña y declara con él que Jesucristo, Pastor eterno, edificó la santa Iglesia enviando a sus Apóstoles lo mismo que El fue enviado por el Padre (cf. Jn 20,21), y quiso que los sucesores de aquéllos, los Obispos, fuesen los pastores en su Iglesia hasta la consumación de los siglos. Pero para que el mismo Episcopado fuese uno solo e indiviso, puso al frente de los demás Apóstoles al bienaventurado Pedro e instituyó en la persona del mismo el principio y fundamento, perpetuo y visible, de la unidad de fe y de comunión [37]. Esta doctrina sobre la institución, perpetuidad, poder y razón de ser del sacro primado del Romano Pontífice y de su magisterio infalible, el santo Concilio la propone nuevamente como objeto de fe inconmovible a todos los fieles, y, prosiguiendo dentro de la misma línea, se propone, ante la faz de todos, profesar y declarar la doctrina acerca de los Obispos, sucesores de los Apóstoles, los cuales, junto con el sucesor de Pedro, Vicario de Cristo [38] y Cabeza visible de toda la Iglesia, rigen la casa del Dios vivo.
...
Esta infalibilidad que el divino Redentor quiso que tuviese su Iglesia cuando define la doctrina de fe y costumbres, se extiende tanto cuanto abarca el depósito de la Revelación, que debe ser custodiado santamente y expresado con fidelidad. El Romano Pontífice, Cabeza del Colegio episcopal, goza de esta misma infalibilidad en razón de su oficio cuando, como supremo pastor y doctor de todos los fieles, que confirma en la fe a sus hermanos (cf. Lc 22,32), proclama de una forma definitiva la doctrina de fe y costumbres [78]. Por esto se afirma, con razón, que sus definiciones son irreformables por sí mismas y no por el consentimiento de la Iglesia, por haber sido proclamadas bajo la asistencia del Espíritu Santo, prometida a él en la persona de San Pedro, y no necesitar de ninguna aprobación de otros ni admitir tampoco apelación a otro tribunal. Porque en esos casos, el Romano Pontífice no da una sentencia como persona privada, sino que, en calidad de maestro supremo de la Iglesia universal, en quien singularmente reside el carisma de la infalibilidad de la Iglesia misma, expone o defiende la doctrina de la fe católica [79]. La infalibilidad prometida a la Iglesia reside también en el Cuerpo de los Obispos cuando ejerce el supremo magisterio en unión con el sucesor de Pedro. A estas definiciones nunca puede faltar el asenso de la Iglesia por la acción del mismo Espíritu Santo, en virtud de la cual la grey toda de Cristo se mantiene y progresa en la unidad de la fe [80].
Concilio Vaticano II
CONSTITUCIÓN DOGMÁTICA SOBRE LA IGLESIA
LUMEN GENTIUM

Cuando se habla de que las definiciones de la Iglesia (lo que incluye la Definición del Canon) son IRREFORMABLES POR SI MISMAS y NO por el consentimiento de la Iglesia, lo que se nos está Enseñando es que el Espíritu Santo Asiste al Santo Padre y/o al Colegio Episcopal en comunión con él, de tal suerte que LA DEFINICIÓN EN SÍ es la que es Infalible, Y NO necesariamente el proceso que pudiera haber seguido la Iglesia para llegar a tal Definición.

De este modo, podría ocurrir, por ejemplo, que algún académico se pusiera a estudiar los motivos y criterios que tuvo la Iglesia para en su momento proponer la inclusión o exclusión de ciertos libros; y podría ocurrir que tal académico pudiera considerar que el criterio que en principio estaba intentando seguir la Iglesia, por alguna razón, hubiese sido aplicado de manera incompleta o imperfecta y que, por lo mismo, desde su punto de vista, sería procedente revisar la constitución del Canon en función de una mejor aplicación del criterio en cuestión. Tal argumento estaría fundamentalmente viciado precisamente por la razón que hemos venido desarrollando: porque lo que REALMENTE certifica y nos da certeza sobre la adecuada constitución del Canon NO ES el proceso humano o la correcta (o incorrecta) aplicación del mismo. Sino lo que nos da certeza es LA ASISTENCIA del Espíritu Santo al momento en que la Iglesia proclama la constitcuión del Canon. ESA es la Verdad que es Infalible e Irreformable, NO el criterio, NO su recta aplicación.

Asi, aunque desde luego se puede estudiar de manera académica el proceso histórico humano de cómo y porqué se conformó el Canon Bíblico, y hacerlo puede ser útil e instructivo en algunos aspectos; por sobre de ello es FUNDAMENTAL comprender que ese cómo y porqué fue realmente tan solo un instrumento al servicio de lo que es realmente lo principal y más importante: llegar a ese listado completo y concreto que DIOS MISMO Convalidó con Su Asistencia Extraordinaria, certificando así que ESE conjunto de libros y NO OTRO (ni más amplio ni más reducido) era el CORRECTO.

Es precisamente por eso que, por ejemplo, el Concilio de Trento NO argumenta en el Decreto Sobre las Escrituras Canónicas en función de criterios académicos y su recta aplicación, sino simplemente RECOGE lo que la Tradición de la Iglesia ha conservado y lo certifica solemnemente con la Autoridad del Espíritu Santo:
El sacrosanto, ecuménico y general Concilio de Trento, congregado legítimamente en el Espíritu Santo y presidido de los mismos tres Legados de la Sede Apostólica, proponiéndose siempre por objeto, que exterminados los errores, se conserve en la Iglesia la misma pureza del Evangelio, que prometido antes en la divina Escritura por los Profetas, promulgó primeramente por su propia boca. Jesucristo, hijo de Dios, y Señor nuestro, y mandó después a sus Apóstoles que lo predicasen a toda criatura, como fuente de toda verdad conducente a nuestra salvación, y regla de costumbres; considerando que esta verdad y disciplina están contenidas en los libros escritos, y en las tradiciones no escritas, que recibidas de boca del mismo Cristo por los Apóstoles, o enseñadas por los mismos Apóstoles inspirados por el Espíritu Santo, han llegado como de mano en mano hasta nosotros; siguiendo los ejemplos de los Padres católicos, recibe y venera con igual afecto de piedad y reverencia, todos los libros del viejo y nuevo Testamento, pues Dios es el único autor de ambos, así como las mencionadas tradiciones pertenecientes a la fe y a las costumbres, como que fueron dictadas verbalmente por Jesucristo, o por el Espíritu Santo, y conservadas perpetuamente sin interrupción en la Iglesia católica. Resolvió además unir a este decreto el índice de los libros Canónicos, para que nadie pueda dudar cuales son los que reconoce este sagrado Concilio. Son pues los siguientes.
...
Si alguno, pues, no reconociere por sagrados y canónicos estos libros, enteros, con todas sus partes, como ha sido costumbre leerlos en la Iglesia católica, y se hallan en la antigua versión latina llamada Vulgata; y despreciare a sabiendas y con ánimo deliberado las mencionadas tradiciones, sea excomulgado. Queden, pues, todos entendidos del orden y método con que después de haber establecido la confesión de fe, ha de proceder el sagrado Concilio, y de que testimonios y auxilios se ha de servir principalmente para comprobar los dogmas y restablecer las costumbres en la Iglesia.


Insisto en que en nada de esto se pretende decir que no pueda estudiar el asunto desde un punto de vista académico quien tenga ese interés; sino simplemente que es absolutamente primordial, al abordar tal estudio académico, entender que dicho estudio y el proceso estudiado NO son las VERDADERAS razones por las que se tiene certeza del Canon Bíblico, sino la ÚNICA razón que se tiene para tal certeza es la Autoridad de Dios que nos ha sido transmitida por medio del Magisterio Infalible de la Iglesia.

Ahora bien, es un hecho que nuestros hermanos protestantes NO están en posición de reconocer de manera sencilla esa verdad: el propio pre-juicio anti-católico en el que han sido educados les impide ver la importancia que esa Definición fundada en la Autoridad de Dios y NO en los procesos humanos realmente tiene en una confiable conformación del Canon Bíblico. Mucho menos pueden reconocer la forma en que ellos mismos quitan todo sustento a su dependencia absoluta en la lectura literal de la Sagrada Escritura que tanto predican. Y, en ese sentido, es comprensible que para ellos mismos pueda ser útil ese camino de primero entender los fundamentos humanos de la acción de la Iglesia (los que, desde luego, son mucho más sólidos de lo que el pre-juicio en que fueron educados les permitía suponer) y ya después entender el valor que la Asistencia del Espíritu Santo tiene MUY por encima de esos procesos y criterios humanos.

Pero, si para nosotros mismos, o incluso si para la discusión con ellos, aceptamos como primer y principal criterio de discernimiento las opiniones y los criterios humanos, es entonces cuando caemos en ese "jugar en la cancha y con las reglas del oponente" que difícilmente podrá servir para acercarnos a la Verdad.

Que Dios te bendiga.
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Re: Duda sobre el Canon Bíblico.

Notapor tito » Lun Oct 12, 2015 7:21 pm

Pues ya tienes algo de material para leer Jovencatolico.
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