la puerta estrecha

Espacio para profundizar en las Sagradas Escrituras de acuerdo con el Magisterio de la Iglesia católica logrando así animar a muchos católicos a leer más frecuentemente la Biblia aclarando dudas de interpretación y conseguir un conocimiento más fructífero de la misma

Moderadores: tito, Catholic.net, mayra novelo, Moderadores Animadores

la puerta estrecha

Notapor enriman » Dom Nov 29, 2015 11:39 am

Buenas tardes:

Ahora no tengo disponible el Evangelio, pero me gustaría saber cómo se interpreta a la luz de nuestra Iglesia Católica el pasaje donde Jesús viene a decirle a los apóstoles " que entren por la puerta estrecha y que muchos lo intentarán, pero NO LO CONSEGUIRÁN"

Confieso que me turba este pasaje, pues me induce a pensar que la salvación es algo objetivo y que el que "no acierta" se condena.

Espero ansioso vuestra respuesta que agradezco de antemano.

Un abrazo en Nuestro Señor
enriman
 
Mensajes: 27
Registrado: Lun Nov 09, 2015 1:28 pm

Re: la puerta estrecha

Notapor eduarod » Dom Nov 29, 2015 8:05 pm

enriman escribió:Buenas tardes:

Ahora no tengo disponible el Evangelio, pero me gustaría saber cómo se interpreta a la luz de nuestra Iglesia Católica el pasaje donde Jesús viene a decirle a los apóstoles " que entren por la puerta estrecha y que muchos lo intentarán, pero NO LO CONSEGUIRÁN"

Confieso que me turba este pasaje, pues me induce a pensar que la salvación es algo objetivo y que el que "no acierta" se condena.

Espero ansioso vuestra respuesta que agradezco de antemano.

Un abrazo en Nuestro Señor

Estimado en Cristo enriman:

Te comparto esta reflexión al respecto del Papa Francisco:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio de hoy nos invita a reflexionar acerca del tema de la salvación. Jesús está subiendo desde Galilea hacia la ciudad de Jerusalén y en el camino —relata el evangelista Lucas— alguien se le acerca y le pregunta: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?» (13, 23). Jesús no responde directamente a la pregunta: no es importante saber cuántos se salvan, sino que es importante más bien saber cuál es el camino de la salvación. Y he aquí entonces que, a la pregunta, Jesús responde diciendo: «Esforzaos en entrar por la puerta estrecha, pues os digo que muchos intentarán entrar y no podrán» (v. 24). ¿Qué quiere decir Jesús? ¿Cuál es la puerta por la que debemos entrar? Y, ¿por qué Jesús habla de una puerta estrecha?

La imagen de la puerta se repite varias veces en el Evangelio y se refiere a la de la casa, del hogar doméstico, donde encontramos seguridad, amor, calor. Jesús nos dice que existe una puerta que nos hace entrar en la familia de Dios, en el calor de la casa de Dios, de la comunión con Él. Esta puerta es Jesús mismo (cf. Jn 10, 9). Él es la puerta. Él es el paso hacia la salvación. Él conduce al Padre. Y la puerta, que es Jesús, nunca está cerrada, esta puerta nunca está cerrada, está abierta siempre y a todos, sin distinción, sin exclusiones, sin privilegios. Porque, sabéis, Jesús no excluye a nadie. Tal vez alguno de vosotros podrá decirme: «Pero, Padre, seguramente yo estoy excluido, porque soy un gran pecador: he hecho cosas malas, he hecho muchas de estas cosas en la vida». ¡No, no estás excluido! Precisamente por esto eres el preferido, porque Jesús prefiere al pecador, siempre, para perdonarle, para amarle. Jesús te está esperando para abrazarte, para perdonarte. No tengas miedo: Él te espera. Anímate, ten valor para entrar por su puerta. Todos están invitados a cruzar esta puerta, a atravesar la puerta de la fe, a entrar en su vida, y a hacerle entrar en nuestra vida, para que Él la transforme, la renueve, le done alegría plena y duradera.

En la actualidad pasamos ante muchas puertas que invitan a entrar prometiendo una felicidad que luego nos damos cuenta de que dura sólo un instante, que se agota en sí misma y no tiene futuro. Pero yo os pregunto: nosotros, ¿por qué puerta queremos entrar? Y, ¿a quién queremos hacer entrar por la puerta de nuestra vida? Quisiera decir con fuerza: no tengamos miedo de cruzar la puerta de la fe en Jesús, de dejarle entrar cada vez más en nuestra vida, de salir de nuestros egoísmos, de nuestras cerrazones, de nuestras indiferencias hacia los demás. Porque Jesús ilumina nuestra vida con una luz que no se apaga más. No es un fuego de artificio, no es un flash. No, es una luz serena que dura siempre y nos da paz. Así es la luz que encontramos si entramos por la puerta de Jesús.

Cierto, la puerta de Jesús es una puerta estrecha, no por ser una sala de tortura. No, no es por eso. Sino porque nos pide abrir nuestro corazón a Él, reconocernos pecadores, necesitados de su salvación, de su perdón, de su amor, de tener la humildad de acoger su misericordia y dejarnos renovar por Él. Jesús en el Evangelio nos dice que ser cristianos no es tener una «etiqueta». Yo os pregunto: vosotros, ¿sois cristianos de etiqueta o de verdad? Y cada uno responda dentro de sí. No cristianos, nunca cristianos de etiqueta. Cristianos de verdad, de corazón. Ser cristianos es vivir y testimoniar la fe en la oración, en las obras de caridad, en la promoción de la justicia, en hacer el bien. Por la puerta estrecha que es Cristo debe pasar toda nuestra vida.

A la Virgen María, Puerta del Cielo, pidamos que nos ayude a cruzar la puerta de la fe, a dejar que su Hijo transforme nuestra existencia como transformó la suya para traer a todos la alegría del Evangelio.
PAPA FRANCISCO
ÁNGELUS
Plaza de San Pedro
Domingo 25 de agosto de 2013

En efecto, la Salvación es algo COMPLETAMENTE objetivo, es, ni más ni menos, el Juicio Absoluto de Dios, que, por su propia naturaleza, NO puede estar sujeto a criterios parciales o subjetivos, sino es Absolutamente Firme, Veraz y Seguro.
Pero Dios NO nos va a Juzgar en función de un conjunto de reglas o preceptos que tenemos que cumplir o no, los preceptos son importantes, pero no en sí mismos, sino en función de que funcionan como una guía que nos lleva a lo ÚNICO que es VERDADERAMENTE importante: aprender A AMAR. Es por eso que por lo que seremos juzgados es en función de si logramos vencer a nuestro propio egoísmo para abrir realmente nuestro corazón a los demás. NO se trata, pues, de simplemente hacer obras, que, según nosotros, muestren nuestro amor, sino de dejar que la Gracia de Dios nos transforme para tener un AMOR VERDADERO que naturalmente se exprese en las obras propias de ese amor.
Los que no lo conseguirán son aquellos que son cristianos por su propia conveniencia, porque se quieren salvar, pero en ello solo piensan en sí mismos, en librarse del sufrimiento, Y NO en amar. Estos querrán cruzar por la puerta estrecha que es el Señor, pero como no se lograrán despojar de su egoísmo -porque a pesar quizá de cumplir escrupulosamente con los preceptos no lo harán por amor, sino por su propia autosuficiencia y buscando su propio beneficio- pues no lo conseguirán.
Por eso nos enseña San Pablo:
Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que resuena o un platillo que retiñe.
Aunque tuviera el don de la profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera toda la fe, una fe capaz de trasladar montañas, si no tengo amor, no soy nada.
Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada.
I Corintios 13, 1-3

Salvarse, pues, simplemente NO PUEDE ser un acto estrictamente personal o egoísta, que excluya a los demás; sino solo se Salva el que ama, y eso NECESARIAMENTE incluye a los demás.
Procura entonces, pues, no buscar meramente cumplir con preceptos o pensar con ortodoxia; todo eso te ayuda en verdad si lo haces con sinceridad, pero SOLAMENTE porque naturalmente te conduce por los caminos del AUTÉNTICO AMOR.
Y es que no basta tampoco CREER que amas, pero a tu modo, ese "amor" interesado como el que describe San Pablo que se engaña a sí mismo creyendo que ama porque hace muchas cosas, pero que, en realidad, las hace en un contexto y con una intención de egoísmo que solo piensa en el beneficio propio que esas obras espera que le traigan, y NO PIENSA en realidad en querer y ayudar a los otros.
Es también como la Parábola que Jesús Mismo Enseña sobre el fraiseo y el publicano:
Y refiriéndose a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, dijo también esta parábola:
«Dos hombres subieron al Templo para orar; uno era fariseo y el otro, publicano.
El fariseo, de pie, oraba así: "Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos y adúlteros; ni tampoco como ese publicano.
Ayuno dos veces por semana y pago la décima parte de todas mis entradas".
En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se animaba siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!".
Les aseguro que este último volvió a sus casa justificado, pero no el primero. Porque todo el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado».
San Lucas 18, 9-14


No te fíes, pues, meramente del cumplimiento de preceptos o la adhesión a Dogmas, sino reconoce humildemente tus errores y limitaciones, y ponte más bien en manos de Dios, dejando que SEA ÉL Quien transforme tu corazón, que arranque de tu cuerpo el corazón de piedra y te dé un auténtico corazón de carne que sea realmente capaz de amar.

Que Dios te bendiga.
eduarod
 
Mensajes: 1802
Registrado: Mié Jul 22, 2009 9:35 am

Re: la puerta estrecha

Notapor enriman » Lun Nov 30, 2015 10:56 am

Gracias, pero ahora sí que estoy ASOMBRADO y DESCONCERTADO.

Resulta que en síntesis, habéis descrito lo que está pasando en mi corazón, pero precisamente porque soy consciente de la necesidad que tengo de oración y Sacramentos para poder AMAR, después cuando lo quiero llevar a cabo me encuentro con que mi mujer me acosa, persigue y coacciona impidiéndome llevarlo a cabo. A buen entendedor, sé que pocas palabras basta. Por ejemplo, un día saludé a una tetrapléjica que iba en su sillita y le habé de la posibilidad de que fuera a Lourdes con la Iglesia, etc y le di un beso de hermano. Mi mujer me vio de lejos y apretando los dientes y en la calle me pegó manotazos y me dijo que ESO no lo volviera a hacer, etc, etc. Me impide ser yo mismo y esta faceta de ella la ignoraba en el noviazgo. Se puede imaginar lo que estoy sufriendo. Qué se supone que debo hacer? Enfrentarme a ella y ser yo en sentido cristiano o asumir el mal que viene de ella también en sentido cristiano? Gracias.
enriman
 
Mensajes: 27
Registrado: Lun Nov 09, 2015 1:28 pm


Volver a Sagrada Escritura - San Jerónimo

¿Quién está conectado?

Usuarios registrados: Bing [Bot], Google [Bot]

Reportar anuncio inapropiado |
Reportar anuncio inapropiado |