Herida de muerte en la biblia

Espacio para profundizar en las Sagradas Escrituras de acuerdo con el Magisterio de la Iglesia católica logrando así animar a muchos católicos a leer más frecuentemente la Biblia aclarando dudas de interpretación y conseguir un conocimiento más fructífero de la misma

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Herida de muerte en la biblia

Notapor Jose99 » Jue Jun 30, 2016 10:02 pm

Buenas noches y sean todos bendecidos por la gracia del Señor nuestro Dios.

La iglesia que nos dice sobre el Apocalipsis, disculpen mi ignorancia pero es que es un tema que no suele tocarse en la misa, entonces al leerlo me llena totalmente de incertidumbre.
Me gustaría que me compartieran información de lo que opina nuestra iglesia sobre el apocalipsis.
También plantear la siguiente duda:

En la biblia aparece una bestia que puede significar un poder en nuestro mundo. Ésta Bestia al parecer recibió una herida mortal, pero se curó y la gente se maravillo.
¿Esto significa que la Bestia (Ya sea un poder político, religioso, o social, lo que vaya ser la bestia) va a recibir una herida por parte de la comunidad cristiana? Es decir, ésta "Bestia" estuvo a punto de morir a causa de que los elegidos la hirieron? o cómo se interpreta ésta parte.
¿La iglesia sabe más o menos quien puede ser la bestia? No en específico quién, pero quizás intuya el qué?

Apocalipsis 13, 3
3 Una de sus cabezas parecía herida de muerte, pero su llaga mortal ya estaba cicatrizada. Toda la tierra, maravillada, siguió a la Bestia,

Apocalipsis 13, 12
12 Esta Bestia ejercía todo el poder de la primera y estaba a su servicio; y logró que la tierra y sus habitantes adoraran a la primera Bestia, a aquella cuya llaga mortal se había cicatrizado.
12 Les aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo hago; y hará otras todavía más grandes, porque yo voy a donde está el Padre
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Jose99
 
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Re: Herida de muerte en la biblia

Notapor tito » Jue Jun 30, 2016 10:59 pm

Del comentario de la Biblia de Nuestro Pueblo:

Las dos fieras. El dragón comienza a actuar por sus agentes delegados: son poderes políticos absolutos, con sus ideologías, divinizados, empeñados en imponer su soberanía como rivales de Dios. Son figuras emblemáticas. Algunos exhiben heridas misteriosamente curadas, es decir, derrotas ampliamente resarcidas; otros realizan obras portentosas, convincentes (Deu_13:2); alardean de infundir vida a lo inerte, como demiurgos remedando a Dios (Gén_2:7). Su blasfemia consiste en presentarse como dioses (Eze_28:9; Isa_48:8.10). Pero los cristianos, «registrados en el libro de la vida» especial, el de un muerto que está vivo, resistirán con su «fe perseverante».
La primera fiera que viene del mar alude al poder de Roma, cuyos decretos y leyes eran traídos en barco a la isla de Patmos y a toda la región vecina; esas leyes imponían el culto blasfemo al emperador que se daba atributos divinos. Ante el peligro de persecución, el cristiano tenía que estar dispuesto a ir a la cárcel y a la muerte sin claudicar (10). La segunda fiera parece referirse al gobernador romano y a un sacerdote -los dos cuernos-, agentes del imperio, que obligaban a los habitantes a adorar al emperador, recurriendo a todo género de estratagemas (cfr. Hch_8:9s). A finales del s. I y comienzos del s. II, en la región de las siete Iglesias del Apocalipsis, se llegó a exigir a los habitantes presentar una cédula que probaba que habían participado en los sacrificios al emperador. Las cédulas llegaron a formar, por un tiempo, parte de la vida social y religiosa de la gente.
El número 666 es la suma de los valores de las letras del nombre «Nerón César». Para los romanos, cada letra del alfabeto tenía un valor numérico. El número 6, uno menos de siete, es número de imperfección; la triple repetición es la forma del superlativo hebreo: «santo, santo, santo», tres veces, equivale a «santísimo»; la bestia es totalmente imperfecta, destinada al fracaso. El lector es invitado a pensar y adivinar este mensaje consolador del autor (18).
¡Ay, los que llaman al mal bien, y al bien mal;
que dan oscuridad por luz, y luz por oscuridad;
que dan amargo por dulce, y dulce por amargo! Isaías 5,20


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Re: Herida de muerte en la biblia

Notapor tito » Jue Jun 30, 2016 11:04 pm

Del Comentario de los profesores de Salamanca:

Apocalipsis 13:1-18


Capitulo 13.

El dragón transmite su poder a la bestia, 13:1-18.
El demonio, arrojado del cielo sobre la tierra, lleno de furia se dispone a aprovechar el poco tiempo que le queda para deshacer, si le fuera posible, la obra de Dios en este mundo. El capítulo 13 nos describe cómo el Dragón organiza sus fuerzas para la lucha que se propone seguir contra la descendencia de la Mujer, es decir, contra la Iglesia de Cristo. Su reino es organizado imitando el modelo de su adversario, o sea el del Cordero. Al mismo Cordero opone Satanás la Bestia, el anticristo. Prepara incluso para su Bestia una especie de resurrección, de entronización — imitación de la entronización del Cordero —, de parusía diabólica. Estas escenas tienen lugar sobre la tierra en presencia del Dragón y van acompañadas con cánticos, imitando lo más posible lo que se había dicho del Cordero en los capítulos 4-5. Sin embargo, una Bestia sola no podía rivalizar con la potencia del Cordero. Esta es la razón de que Satanás consiga la ayuda de una segunda Bestia, la Bestia de la tierra 1. Las dos Bestias, imitando a los dos Testigos de Cristo 2, se enfrentan con el Cordero. Logran seducir a muchos hombres 3 sirviéndose de milagros aparentes; y los marcan con su señal. De este modo se enfrentan sobre la tierra dos ejércitos, el del Dragón, capitaneado por las dos Bestias, y el del Cordero. El desarrollo de la lucha seguirá un curso cuyo paralelismo con los capítulos 6-11 es evidente4.
El capítulo 13 nos presenta y describe esas dos Bestias, de las cuales se servirá el Dragón para hacer la guerra a la Iglesia de Cristo 5. La primera Bestia es el imperialismo romano con sus medios potentísimos de conquista, dominio y seducción. La otra Bestia representa el poder del sacerdocio pagano, especialmente el de Asia Menor, servilmente sometido al capricho de los emperadores.
El capítulo 13 se puede dividir en dos partes: la Bestia del Occidente (v.1-10), la Bestia del Oriente (v.11-18). Continuara...
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Re: Herida de muerte en la biblia

Notapor tito » Jue Jun 30, 2016 11:05 pm

La Bestia del Occidente, 13:1-10.
La primera Bestia simboliza, según Rev_17:10-14, el Imperio romano, tipo de todas las fuerzas que se levantarán contra la Iglesia en el decurso de los siglos. En efecto, el vidente de Patmos ve esa primera Bestia venir del Mediterráneo con siete cabezas y diez cuernos (v.1). Hay que tener en cuenta que la potencia del imperio romano era en gran parte marítima, sobre todo vista desde Asia Menor. En los diez cuernos, la Bestia llevaba otras tantas diademas, y en las siete cabezas, nombres de blasfemia. Las siete cabezas de la Bestia simbolizan una serie de siete emperadores que se sucedieron en el trono de Roma. Y probablemente también aluden a las siete colinas sobre las cuales se asentaba la capital del Imperio romano. Los diez cuernos representan diez reyes vasallos de Roma que actuaban en íntima conexión con ella en su política persecutoria contra la Iglesia. La identificación de esos reyes y emperadores resulta difícil e hipotética, como veremos después. La fábula representaba la hidra con muchas cabezas para significar su resistencia a la muerte, porque, destruida una cabeza, quedaban las otras. Los cuernos son en la Sagrada Escritura símbolos de la fuerza, incluso de la fuerza militar. Las coronas que llevaba la Bestia significan el poder regio de los distintos soberanos. En cada una de las siete cabezas hay un nombre de blasfemia, es decir, un nombre blasfemo. Tales debían de ser a los ojos de San Juan y de los cristianos de entonces los títulos que los emperadores romanos se daban a sí mismos, como vemos por las monedas y las inscripciones. Algunos de ellos eran indudablemente blasfemos: Augustus, Divus, Deus, Filius dei, Dominus, Salvator, Benefactor. Estos títulos herían profundamente a los judíos, monoteístas, y a los cristianos, porque con ellos una pura criatura trataba de arrogarse atributos divinos exclusivos de Dios. Domiciano fue el primero que empezó a usar estos títulos en la misma Roma, en donde ninguno de sus predecesores se había atrevido a aceptarlos 6, si exceptuamos el título de Augustus. El emperador Tiberio se excusa en una ocasión de haber permitido que los españoles le dedicasen un templo, siguiendo en esto el ejemplo de Augusto, que había permitido erigir en Per gamo un templo en su honor. Pero, si lo toleraba excepcionalmente, sabía muy bien — como dice Tácito 7 — que era un hombre mortal. También Nerón impidió que le dedicasen un templo en Roma. Solamente los admitió para después de su muerte, porque los honores divinos no se debían dar — según él — a un emperador mientras viviese entre los mortales 8.
En el v.2 nos describe el autor sagrado el aspecto exterior de la primera Bestia. Era semejante a una pantera, como la tercera bestia de la visión del profeta Daniel 9. Con esto, tal vez San Juan quiera significar la astuta agilidad y la crueldad felina propias de esta fiera. Las patas eran parecidas a las de un oso, con lo que quiere indicar la potencia irresistible de sus acometidas. Esta nota distintiva corresponde a la segunda bestia de Daniel10. La boca era como la de un león, el cual, arrojándose impetuosamente sobre su víctima, la deshace y la tritura con sus poderosas mandíbulas. También la primera de las cuatro bestias de la visión de Daniel era semejante a un león n. Por consiguiente, la descripción que nos da San Juan de la Bestia del Apocalipsis está compuesta de elementos tomados de las cuatro bestias de Daniel12 y se inspira evidentemente en ella. El profeta Daniel ve, en visión nocturna, salir del mar Grande, es decir, del Mediterráneo, cuatro grandes bestias, diferentes una de otra. La primera era como león con alas de águila; la segunda era semejante a un oso; la tercera era como un leopardo con cuatro cabezas; la cuarta, diferente de todas las otras, era terrible, espantosa, sobremanera fuerte, armada con dientes de hierro y tenía diez cuernos. Estas bestias representan otros tantos reinos 13 que se levantarán en la tierra antes que llegue el reino de los santos. De la cuarta bestia, la más temible de todas, armada con diez cuernos, vio Daniel que salía un cuerno pequeño, que derribó tres de los otros diez. Y tenía una boca que hablaba con arrogancia. La cuarta bestia simboliza el reino seléucida, del que salió el pequeño cuerno, Antíoco IV Epífanes, tan arrogante, que se levantará contra el Altísimo, pretenderá abrogar su Ley y perseguirá a los santos durante un tiempo, dos tiempos y medio tiempo, o sea durante tres años y medio.
El autor del Apocalipsis reúne los diversos elementos de estas cuatro bestias para componer la figura de su terrible Bestia. Las siete cabezas de ésta son la suma de las cuatro cabezas de la tercera bestia de Daniel más las cabezas de las tres restantes fieras del profeta. La Bestia del Apocalipsis forma, pues, la síntesis de las cuatro bestias de Daniel. Con lo cual el vidente de Patmos parece querer indicarnos que esta espantosa Bestia reúne en sí lo peor que los siglos han podido contemplar de fuerzas organizadas opuestas a los planes de Dios.
La cuarta bestia de Daniel, la más parecida a la primera del Apocalipsis, que designaba al imperio seléucida, fue posteriormente empleada para designar al Imperio romano. Esto se ve claramente por el Evangelio de San Lucas 14, en donde la expresión abominación de la desolación, que significaba para Daniel la obra de la cuarta bestia, encarnada en Antíoco IV Epífanes, se aplica al asedio de Jerusalén por las fuerzas de Roma. De igual modo, en el libro 4 de Esdras (11-12), las visiones de Daniel son transformadas para representar al imperio romano.
Por eso no tiene nada de extraño que San Juan, siguiendo la tradición apocalíptica de su tiempo, quiera simbolizar con su primera Bestia al Imperio romano. A esta Bestia entrega el Dragón, como príncipe de este mundo 15, su poder, su trono y una autoridad muy grande (v.2). Lo cual constituye una ridícula parodia de la entronización del Cordero en el cielo 16. El autor sagrado considera la Bestia como un poder satánico, agente terrestre del diablo. Esto se comprenderá mejor si tenemos presente que San Juan considera al Imperio romano como adorador de los ídolos y perseguidor de la fe. Es, en una palabra, la encarnación del poder de Satanás, opuesto al reino de Dios y a su Iglesia. A esto no obsta el que San Pedro 17 y San Pablo 18, considerando al Imperio romano como una fuerza conservadora del orden y de la paz social, lo presenten a los fieles como ordenado por Dios. Y por este motivo mandan a los cristianos pagar los tributos y rogar por el emperador y los gobernantes a fin de que puedan gozar de paz y servir en ella a Dios.
Después de la parodia de entronización de la Bestia, en el v.2 sucede algo inesperado. San Juan ve a la primera de las siete cabezas de la Bestia como herida de muerte, pero su llaga mortal fue curada (v.3). Probablemente se alude aquí a la restauración del Imperio romano, momentáneamente sacudido por la guerra civil que siguió a la muerte de Nerón. También el autor sagrado pudiera referirse al asesinato de Julio César, que pareció por un momento ser el fin del poder de Roma. Pero ésta se levantará más potente y gloriosa bajo Augusto, designado por el mismo Julio César como su sucesor. Para otros autores, la expresión su llaga mortal fue curada aludiría a los rumores populares acerca de Nerón redivivus, que los cristianos tal vez creyeron ver realizados en Domiciano, segundo Nerón por su persecución contra la Iglesia. Por aquella época corrían escritos judíos de tipo apocalíptico que afirmaban que Nerón no se había suicidado en el año 67, sino que se había refugiado entre los partos. De allí volvería a Roma con un ejército para destruirla e inaugurar los tiempos mesiánicos 19. Esta leyenda se fue transformando poco a poco, hasta presentar a Nerón resucitado y encarnando al demonio 20. Bien pudiera ser que San Juan se haya hecho eco de esta leyenda 21.
La Bestia herida 22 y curada es como un remedo del Cordero degollado y resucitado 23. Es otro caso de paralelismo polémico, bastante frecuente en esta última parte del Apocalipsis. Para combatir el reino de Cristo resucitado, el Dragón le opone el poder de un falso resucitado. El prodigio aparente de la curación de la Bestia despierta la admiración de toda la tierra, es decir, de las naciones conquistadas por Roma, que se rinden ante el poder de la Bestia y en ella adoran al Dragón (v.4). El autor sagrado alude indudablemente al culto imperial, muy extendido en Asia Menor, en el cual se tributaban honores divinos al Divus Imperator y a la dea Roma. El culto de los ídolos, que va implicado en la sujeción al imperio idolátrico de Roma, es en la Sagrada Escritura el culto a los demonios 24. Adorar al emperador o a Roma y adorar al demonio es todo uno en el pensamiento de San Juan. Los emperadores romanos, aceptando los títulos divinos y permitiendo la erección de templos en su honor, obligaban a sus súbditos a dar culto al poder romano y, en último término, al demonio. El culto de Roma y de sus emperadores se había difundido particularmente por la provincia pro-consular de Asia. En una inscripción de Halicarnaso se saluda a Augusto con las expresiones de “Zeus paternal y salvador de todo el género humano.” 25
El mundo se inclina ante la fuerza brutal del Imperio romano, y se somete de cuerpo y alma al principio que lo inspira. Este, para el autor del Apocalipsis, no es otro que el Dragón 26. Todos los moradores del Imperio romano, es decir, aquellos que no están escritos en el libro de la vida eterna, sino que adoran a los ídolos, se rindieron a la Bestia, exclamando: ¿Quién como la Bestia? ¿Quién podrá guerrear con ella? Son éstas expresiones que en el Antiguo Testamento se dirigen exclusivamente a Dios 27. De donde se deduce que los adoradores de la Bestia la consideraban como el dios más poderoso, contra el cual nadie podía levantarse.
Todo el universo está sometido al poder de Dios, pero es El quien, por sus altos juicios, permite la acción del Dragón, el cual inspira a la Bestia las palabras blasfemas que van implicadas en los nombres divinos que los cesares se arrogaron. La actuación de la Bestia se asemeja a la del “pequeño cuerno” de la visión de Daniel 28: hablaba con gran arrogancia, pronunciando palabras llenas de blasfemia (v.5). Los autores antiguos narran hechos blasfemos de divinización de los emperadores o de familiares de éstos 29. A la Bestia se le permite desarrollar su acción durante un período de cuarenta y dos meses, es decir, durante tres años y medio, que es el tiempo simbólico de toda persecución religiosa. El tiempo que es dejado al Dragón para que actúe sus planes está, pues, estrictamente delimitado. Durará tanto como la profanación del templo de Jerusalén por el “pequeño cuerno,” Antíoco IV Epífanes 30, como la predicación de los dos Testigos 31 y como el retiro de la Mujer en el desierto 32. Todos estos hechos son evidentemente simultáneos y constituyen aspectos diversos de un mismo suceso.
Las pretensiones de los emperadores romanos a ser divinizados constituían una suplantación de los derechos de Dios y un gravísimo insulto contra los santos que le aclaman en el cielo como tal (v.6). San Juan, profundamente irritado ante semejante pretensión, la considera como una blasfemia contra Dios, contra su santo nombre y contra su tabernáculo. El tabernáculo se identifica aquí con el cielo, concebido por el autor del Apocalipsis a semejanza del templo de Jerusalén. Esta actitud blasfema de la Bestia corresponde perfectamente con la realidad histórica, que nos es conocida por los autores antiguos. Suetonio nos habla de la arrogancia del emperador Domiciano, el cual dictó en cierta circunstancia una circular que comenzaba así: Dominus et deus noster sic fieri iubet. Y después se estableció que se le llamase y se le designase con estos títulos tanto por escrito como en la conversación 33. La madre de Domiciano era llamada madre de dios y reina del cielo. Y el hijo mayor de Domiciano, muerto a los dos años, era representado sentado en lo alto del cielo sobre un trono en actitud de juzgar junto con siete estrellas. La religión imperial constituirá en adelante el armazón del régimen y el criterio de la romanidad. El culto imperial llegó a ser con el tiempo la muestra de lealtad al imperio. Los cristianos, los santos, por rehusar practicar la religión idolátrica del imperio, eran considerados como enemigos del Estado, como anarquistas que atentaban contra la seguridad de la nación. Por eso se les perseguía y se les condenaba a muerte: Fuele otorgado a. la Bestia hacer la guerra a los santos y vencerlos (v.7). Los santos son los miembros de la Iglesia, la cual en aquel tiempo ya estaba extendida por toda tribu, pueblo, lengua y nación. Dios permite que la Iglesia sea perseguida y muchos de sus miembros muertos porque la tribulación sirve para purificarla y para mostrar su grandeza. “La virtud — como decía San Pablo — se perfecciona en la flaqueza” 34. Pero, si bien las persecuciones hacían que muchos cristianos fuesen abatidos, nunca pudieron abatir a la Iglesia en cuanto tal. Todo lo contrario, los vencidos en las persecuciones serán después los vencedores de sus mismos verdugos 35. “La sangre de los mártires — corno diría Tertuliano — es semilla de cristianos.” Dios en su providencia divina lo ha dispuesto todo de tal manera, que pueda servir al triunfo definitivo de su causa. Por eso, los cristianos no han de desalentarse al verse perseguidos a muerte, sino que han de confiar en Dios, que al fin les dará la plena victoria sobre sus enemigos.
La fuerza y el esplendor del imperio romano arrastró a muchos a darle culto. Los cristianos que se resistían eran inmolados como enemigos del Estado y de la religión. Pocos años después de la composición del Apocalipsis, Plinio el Joven narra en una carta al emperador Trajano la conducta que había seguido con los cristianos de Bitinia. A los acusados de cristianismo los hacía llevar ante la imagen del emperador y de los otros dioses para que les ofreciesen incienso e hicieran una libación de vino. Los que ejecutaban este rito eran puestos en libertad; en cambio, los que se negaban eran ejecutados como rebeldes 36. Años más tarde, el procónsul de Asia exigía a San Policarpo jurar por el nombre del César y llamarle Señor, Κύριος Καίσαρ 37f a lo que el Santo se negó creyendo que esto era una confesión idolátrica. En tiempo de San Juan todavía no se había llegado a este extremo; pero el profeta, que veía el culto del emperador y de Roma extendido y solemnizado en la provincia proconsular de Asia, podía muy bien entrever adonde llegaría tal superstición.
Por eso dice muy bien que adoraron a la Bestia tocios los moradores de la tierra (v.8). Solamente los cristianos, cuyo nombre está escrito en el libro de la vida desde el principio del mundo, se negaron a ofrecer incienso a las imágenes de los emperadores. Los moradores de la tierra son los enemigos de Dios según la manera de hablar del Apocalipsis. Estos no están escritos en el libro de la vida del Cordero degollado. Aquí, como en Rev_21:27, el libro de la vida se atribuye al Cordero inmolado, porque ha sido El que con su inmolación sobre la cruz ha dado vida al mundo 38. Cristo tiene, pues, el libro de la vida en su poder 39, y de él puede borrar a los que sean indignos. Este libro está escrito desde la fundación del mundo, como se dice también en Rev_17:8. El plan divino de la redención por medio de la sangre del Cordero inmolado estaba ya determinado desde la eternidad. Cristo estaba predestinado desde la eternidad al sacrificio redentor de su vida, como lo afirma la i Pe: “Habéis sido rescatados de vuestro vano vivir. con la sangre preciosa de Cristo, como de Cordero sin defecto ni mancha, ya conocido antes de la creación del mundo y manifestado al fin de los tiempos por amor vuestro.”40
Pero para poder ser inscrito en el libro de la vida es necesario participar de los sufrimientos de Cristo. Porque sólo la vía de la cruz es la que conduce al cielo. Esta es la razón de que San Juan anuncie a los fieles sufrimientos y hasta la muerte con frases un tanto enigmáticas: Si alguno esta destinado a la cautividad, a la cautividad ira; si alguno mata por espada, por espada morirá (v.10). No se trata aquí de la ley del talión, porque rompería evidentemente la marcha del pensamiento. Se trata de una grave advertencia del vidente de Patmos hecha a sus lectores acerca de lo que va a ocurrir. De ahí la expresión: Si alguno tiene oídos, que oiga (v.9), con la que quiere llamar la atención de los cristianos de Asia sobre el peligro que les amenaza41. El autor sagrado tiene ante los ojos la lucha que se acerca, que ha de ser afrontada por los fieles no con la fuerza de las armas, sino con el sufrimiento, abrazándose con la cruz que a cada uno tenga el Señor preparada. Esta puede ser el destierro, que él mismo estaba sufriendo en Patmos, o la muerte, que muchos ya habían sufrido. Los cristianos han de aceptar con fe y paciencia las persecuciones, que en los planes divinos están destinadas a perfeccionarlos y a manifestar su virtud.
La advertencia de los v.9-10 está tomada de Jeremías42, que le da otro sentido. El profeta amenaza al pueblo israelita prevaricador con la cólera de Dios. Unos morirán de peste, otros al filo de la espada, otros perecerán de hambre y otros serán llevados cautivos. Pero esto será efecto de la justicia divina, que por estos medios castiga las iniquidades de su pueblo, mientras que en el Apocalipsis es la misericordia de Dios, que se propone por los mismos medios coronar a sus fieles con la corona de la gloria. La persecución promovida por los agentes del culto imperial pondrá a prueba la paciencia y la fe de los santos. Si saben soportarla por amor a Jesucristo, les alcanzará la vida eterna43. El Salvador había anunciado en diversas ocasiones a sus discípulos que tendrían que sufrir persecuciones y pruebas de todo género por su nombre. Pero las persecuciones serían ocasión para dar testimonio de Jesucristo y para manifestar la verdadera calidad del cristiano. “Por su paciencia en la prueba salvarían sus almas.”44
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Re: Herida de muerte en la biblia

Notapor tito » Jue Jun 30, 2016 11:06 pm

La Bestia del Oriente,13:11-18.

Después de la visión de la primera Bestia, San Juan ve otra Bestia, que se diferencia de la primera. La primera sale del mar, es decir, viene del occidente; la segunda, en cambio, viene de la tierra, o sea, para Juan, que estaba en Patmos, la tierra era el Asia Menor. La primera tenía diez cuernos, expresión de su gran poder; la segunda sólo tiene dos, que se asemejan a los de un cordero. El profeta Daniel también nos habla de un carnero con dos cuernos 45, que para él representaba el imperio persa. No obstante el aspecto manso de cordero que tenía la segunda Bestia del Apocalipsis y que parecía hacerla poco temible, su lenguaje es venenoso y maléfico como el del Dragón (v.11). Con lo cual el autor sagrado quiere significar su actuación en extremo peligrosa y ponzoñosa. Ejerce una actividad muy amplia y maléfica en favor de la primera Bestia.
Es, por lo tanto, una aliada de ella. Le presta su ayuda no con solas palabras, más o menos persuasivas, sino con grandes prodigios, hasta hacer bajar fuego del cielo. Y con estos portentos, obrados delante de la primera Bestia y en honor de ella, logra arrastrar a los hombres en pos de la Bestia, que, habiendo recibido una herida mortal, había revivido. Todavía hace más: infunde espíritu de vida en las imágenes de la Bestia para que hablen. Con esto inducía a todos a que adorasen a la Bestia y hacía morir a los que se resistían a este homenaje. Además, hacía marcar a todos en la frente y en la mano con la señal de la Bestia.
Todos estos detalles nos pintan al vivo el carácter de esta segunda Bestia, que no representa una potencia político-militar como la primera, sino una potencia espiritual al servicio de ella. No dispone de la fuerza, sino de la persuasión y del arte de prestidigitación para engañar a los hombres. Es una fuerza filosófico-religiosa, una especie de personificación de los falsos profetas disfrazados con piel de cordero de que nos habla Jesús en el Evangelio 46. De ahí que, si la primera Bestia era el tipo del anticristo político, la segunda es el tipo del anticristo religioso. Tiene que ser un poder espiritual que obra poderosamente sobre las almas, induciéndolas a rendir culto a la primera Bestia. Se trata de un poder religioso (v.13), que ejerce al mismo tiempo un poder político de parte del imperio (v.12), y promueve el culto imperial y la persecución contra los cristianos (v.12 y 15)47.
Todas estas características corresponden bien al sacerdocio pagano, que tomaba parte en el gobierno municipal de las ciudades y de las provincias. Algunos autores ven en esto una alusión a los colegios sacerdotales del culto de Cibeles, el cual estaba muy extendido por la provincia proconsular del Asia Menor y tenía relación con el culto imperial48. Pero más probablemente se debe de referir a todo el sacerdocio del Asia Menor, que se esforzaba por promover el culto imperial. Tal vez la ciudad de Per gamo fuera el centro de irradiación de este movimiento en favor del culto imperial49. Por aquel entonces existían también religiones sincretistas, especialmente de tendencia gnóstica, que con sus ideas filosófico-religiosas y sus imitaciones del cristianismo amenazaban destruir la verdadera esencia del mensaje cristiano. Todo esto debía de estar presente en la mente de San Juan.
La actividad de la segunda Bestia es de carácter indudablemente religioso. Su ministerio va encaminado a la propagación del culto de la primera Bestia, o sea del culto imperial (v.1a). Para conseguir esto mejor recibe del Dragón el poder de obrar milagros. La primera Bestia había logrado, mediante el prodigio de su aparente resurrección, que toda la tierra la adorase50. La segunda también obra aparatosos portentos, con el fin de inducir a los hombres a adorar la estatua de la primera. Los prodigios obrados por la segunda Bestia en favor del César, se asemejan a los que hacía Elias en favor del culto de Yahvé51. Esta especie de milagros los hacía delante de la primera Bestia, es decir, delante de las estatuas de los emperadores y de sus representantes. Grande fue la importancia que tuvo la estatua del emperador en el juicio de los cristianos delante de los procónsules52. En este sentido, el culto imperial vino como a resumir todo el sistema religioso del paganismo romano, y sus exigencias servían de piedra de toque para saber si un acusado cumplía o desobedecía las leyes del imperio, si era blasfemo de la religión oficial y, como tal, reo de muerte 53.
Los portentos de la segunda Bestia consiguen extraviar a los moradores de la tierra (v.14), admirados ante el fuego caído del cielo, y los arrastra al culto de la primera Bestia. Jesucristo ya había anunciado que surgirían falsos profetas y seudotaumaturgos que harían portentos para seducir a los hombres 54. Y San Pablo también afirma que la venida del anticristo “irá acompañada del poder de Satanás, de todo género de milagros, señales y prodigios engañosos, y de seducciones de iniquidad para los destinados a la perdición.”55
La segunda Bestia se esfuerza, además, en hacer levantar estatuas a la primera Bestia, o sea a Roma y a sus emperadores. Estas estatuas eran muchas veces imágenes que aparentemente hablaban o se movían (v.15). Los paganos, tanto griegos como romanos, tenían gran fe en las estatuas parlantes. Era fácil introducir un hombre en una estatua hueca para que hablase 56. En las ruinas de santuarios paganos antiguos se han encontrado tubos o huecos ingeniosamente dispuestos, contiguos a las estatuas de los dioses, por donde los sacerdotes idólatras podían hablar, produciendo la sensación de que eran las estatuas las que hablaban. Son todas supercherías, bastante frecuentes en el paganismo antiguo, de las cuales debió de servirse el sacerdocio pagano de Asia Menor para acreditar ante el pueblo el culto imperial. También en el mundo pagano se atribuían milagros y grandes prodigios a personajes determinados. El ejemplo más típico lo tenemos en la vida legendaria y taumatúrgica de Apolonio de Tiana — contemporáneo de San Juan — escrita por Filóstrato. También en los escritos de Jámblico y de Porfirio se narran hechos portentosos, que pueden ser considerados como obra de magia y prestidigitación.
La Bestia, al mismo tiempo que se servía de estos artificios para promover el culto imperial, se constituía en denunciadora de los que no adoraban a la Bestia. En la carta de Plinio el Joven al emperador Trajano refiere el legado cómo le eran llevados los cristianos para que los juzgase, y cómo se le presentaban listas de gentes denunciadas por ser cristianas sin la firma de los denunciantes. A lo cual contesta el emperador diciendo: “No se han de llevar a cabo pesquisas a propósito de los cristianos; pero, si son acusados y convencidos, hay que castigarlos. Por lo demás, en ningún género de crímenes se han de aceptar denuncias que no estén firmadas por alguien, ya que esto serviría de pésimo ejemplo”57. De aquí se puede deducir que no eran las autoridades romanas, sino otras, las que llevaban la iniciativa de la persecución. La situación descrita por Plinio hace suponer que gran número de gentes de todas clases y condiciones, tanto del campo como de la ciudad, se hacían cristianas. Con esto, los templos y las fiestas paganas eran poco frecuentados, y la carne de las víctimas sacrificadas en los templos no se podía vender. Ante esta situación, el sacerdocio pagano debió de reaccionar violentamente en contra de los cristianos, convirtiendo la cuestión religiosa en una cuestión de lealtad al poder imperial.
La Bestia, o sea, el sacerdocio pagano todavía va más lejos en su odio perseguidor. Acude a toda suerte de sanciones económicas y sociales para vencer la resistencia de los cristianos que no quieren adorar la estatua del emperador (v. 16-17). Obliga a toaos los hombres, pequeños y grandes, ricos y pobre, libres y siervos, a imprimir una marca en la mano y en la frente, sin la cual ninguno de ellos podía comprar o vender. La marca o señal (Χάραγμα) que los adoradores de la Bestia llevaban sobre la mano derecha y sobre la frente, es una imitación de la señal que llevaban los seguidores del Cordero 58. La marca que llevaban era el nombre de la Bestia o la cifra de su nombre. La imagen de este mareaje está tomada de los tatuajes sagrados que existían en ciertos cultos paganos. En algunos santuarios antiguos se imprimía una marca a fuego a los que estaban dedicados al culto de dicho templo. También los esclavos y los soldados llevaban una marca hecha a fuego. Y Ptolomeo Filopator, rey de Egipto, hizo imprimir a fuego sobre la carne de los judíos el signo de Dionisos-Baco, que consistía en una, hoja de hiedra 59. El autor del Apocalipsis se sirve de todos estos datos ambientales para expresar la pertenencia a la Bestia, sin que sea necesario admitir un tatuaje real. No hay razón para ver en esta señal una especie de certificado oficial de lealtad al emperador parecido a los libelli de Decio 60, porque, a fines del siglo I, los cristianos todavía no eran numerosos. Además, en aquella época nadie rehusaba el culto imperial, excepto los judíos que estaban dispensados. Y los cristianos, o bien pasaban por judíos, o bien se distinguían fácilmente de los demás por su aislacionismo. La interpretación que ve en esta señal el uso de las monedas, que llevaban grabada la efigie del emperador con sus títulos divinos, no parece tener mucha probabilidad, pues no podría ser designada por una señal hecha sobre la frente. Por otra parte, los cristianos nunca fueron tan fanáticos que rehusaran servirse de las monedas corrientes. En esto seguían el ejemplo y la doctrina de Jesús, propuesta cuando fue interrogado por los fariseos acerca de las relaciones de la religión con el poder romano 61.
En la historia de las persecuciones se descubren innumerables medios y motivos excogitados por los perseguidores para excluir a los cristianos de la vida social, impidiéndoles el acceso a los puestos y cargos del Estado y de la ciudad 62.
El autor del Apocalipsis termina indicando el nombre de la Bestia (v.18), causa de tantos males y persecuciones para los seguidores de Cristo. Pero, por razones de prudencia, y porque sería peligroso comprometer a las comunidades cristianas con una acusación de lesa majestad, no dice expresamente: esa Bestia de que os hablo es el Imperio romano o el emperador fulano de tal. Da el nombre de la Bestia, pero cifrado, y encubriéndolo en forma de adivinanza. Por eso, para llegar a descifrar la adivinanza se necesita inteligencia y buen cálculo. Los antiguos se valían de la guematria para estos casos. La guematría era el arte de indicar los nombres valiéndose del valor numérico de sus letras. Sabido es que los antiguos se servían de las letras del alfabeto para designar las cifras matemáticas. Los números que nosotros usamos hoy día han sido tomados de los árabes en época posterior. La guematría era bastante corriente entre los judíos y los grecorromanos. En Pompeya se han encontrado excelentes ejemplos de guematría, como éste: “Yo amo a aquella cuya cifra es 545.”63
Los lectores del Apocalipsis debían de conocer la clave o el secreto para interpretar el número propuesto por San Juan. Para nosotros, en cambio, resulta muy difícil el saber con certeza a qué nombre se refiere, porque una sola cifra puede corresponder a muchos nombres. Conociendo un nombre, resulta muy fácil sacar su cifra; pero teniendo solamente la cifra, es dificilísimo llegar al conocimiento cierto del nombre si no hay otras circunstancias que puedan contribuir a esclarecer el enigma. Es lo que sucede en nuestro caso, en el que sólo conocemos la cifra y las circunstancias no son tan determinantes que nos puedan indicar con seguridad a qué nombre se refiere. La cifra que nos da San Juan designa indudablemente el nombre de la Bestia, ya se trate de un hombre determinado o de una categoría de hombres. Pero ¿cuál es el número exacto que nos da San Juan? El texto original no es seguro, pues algunos códices dan el número 616, y los otros el 666. La mayoría de los códices y los mejores leen el número 666. Un pequeño grupo, en cambio, compuesto por el códice griego C, por el latino Laudianus, el armeno 4 y por San Ireneo 64, tienen el número 616. ¿Será el 616 una variante intencionada para encontrar en el número un nombre determinado? ¿Será el 666 más conforme con el sentido peyorativo que tiene el número 6 en el Apocalipsis? Se han propuesto variadísimas y numerosas interpretaciones a propósito de ambas cifras.
Aceptando el número 666, que, según la crítica textual, es el que se ha de preferir, se han propuesto las siguientes interpretaciones: Si el cálculo guemátrico se hace con letras hebreas, lo que no sería imposible tratándose del Apocalipsis, el criptograma podría ser QSR: (= ico + 6o + 200) NRON (= 50 + 200 + 6 + 50. Total, 666) = César Nerón 65; o también QYSR (=100+10 + 60 + 200) RWMYM (= 200 + 6 + 40 + ίο + 40. Total, 666) = César de los Romanos. Si el cálculo se hace con letras griegas, se pueden suponer varias posibilidades: λατεΐνοβ: latino = 666; o también ή λατίνη βασιλεία: el imperio latino = 666.
A propósito del número 616 son también varias las interpretaciones. Como el Apocalipsis se dirige a los cristianos de lengua griega, muchos autores han pensado en el título de Καίσαρ -βεόβ (= KAISAR: 20 + 1 + 10 + 200 + 1 + 100; ZEOS: 9 + 5 + 70 + 200. Total, 616) = César es dios. Otros autores proponen leer ή ιταλη βασιλεία: el imperio de Italia = 616. Si la guematría se hiciese con letras hebreas, sería: QYSR ROM = César de Roma: 616; o también QSR NRO = César Nerón: 616. R. Schütz 65 sugiere que la cifra 616, tal como nos la ofrece el códice Laudianus: DCXVI, haría referencia a un sello imperial grabado sobre las monedas, y que contendría las iniciales de Domiciano (= D) César (= C) y la fecha del año 16 (= XVI) de su tribunitia potestas. El inconveniente que tiene esta hipótesis es que el cálculo se haga sobre números romanos, quizá poco conocidos entre los griegos y judíos.
Por otra parte, el nombre de Nerón también se puede aplicar a Domiciano, el nuevo Nerón. Así lo hacen varios autores antiguos, como Juvenal67. Plinio dice de Domiciano: “Neroni simillimus”68. Y Tertuliano lo llama “portio Neronis de crudelitate” 69. Como es sabido, fue Nerón el que inició la persecución contra los cristianos. Pero a Nerón hay que considerarlo no tanto como persona particular, que ya había muerto, cuanto como símbolo de los futuros emperadores que habían de perseguir a la Iglesia. Spitta, Holtzmann y otros encuentran la cifra 616 en el nombre de Calígula, Γάιοβ Καίσαρ. Y la muerte-resurrección de la Bestia aludiría a la grave enfermedad de la que sanó Calígula al comienzo de su reinado 70.
En resumen, por lo dicho se podrá entrever la dificultad de determinar con absoluta certeza el nombre de la Bestia. Hemos de tener en cuenta también el simbolismo de San Juan, tan importante en el Apocalipsis. La cifra 666 es muy posible que tenga un valor simbólico de imperfección y deficiencia (=7 — 1): es un querer acercarse a 7, número de la perfección y plenitud, pero nunca podrá llegar a él. En este sentido se contrapone a la cifra del nombre de Jesús, que en griego da el valor numérico de 888 ( = 7 + 1). El 888 es un número perfecto, que significa plenitud, porque está compuesto del número 7 más i. Sabido es cómo en el Apocalipsis el número 7 es símbolo de plenitud. Por consiguiente, Jesús tiene — por contraposición con la Bestia — una superplenitud de ser y de poder porque supera a 777 71. Sin duda que San Juan explicaría de palabra el sentido de este nombre. Pero él ha querido transmitirlo a la posteridad bajo esta forma velada para evitar que los representantes del emperador de Roma pudieran tomar represalias contra los cristianos. Por esta misma razón, como es muy probable, designa a Roma en el capítulo 16 bajo el nombre de Babilonia.
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que dan amargo por dulce, y dulce por amargo! Isaías 5,20


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Re: Herida de muerte en la biblia

Notapor tito » Vie Jul 01, 2016 10:22 am

Tambien puedes usar el buscador de los foros con el tema "Apocalipsis" ya que me parece que hay un estudio de este libro aqui en el foro...
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Re: Herida de muerte en la biblia

Notapor Jose99 » Dom Jul 03, 2016 11:24 pm

Tito muchas gracias por compartirme esa información, se me han sucitado algunas dudas al respecto de lo que espera la iglesia entonces cómo apocalipsis, después las concretaré aquí mismo a ver si puedes darme orientación al respecto de que es lo que piensa la iglesia. Ahora no lo pongo porqué ya es tarde. muchas gracias de antemano


Bendiciones en el nombre de mi Señor Jesucristo recibas.
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Re: Herida de muerte en la biblia

Notapor apiter » Mar Jul 05, 2016 2:56 pm

Aprovecho el post para aprender de lo que tito tan amablemente nos comparte y pregunto yo también.

Teniendo en cuenta APOCALIPSIS 17 9-11

Aquí es donde se requiere inteligencia, tener sabiduría. Las siete cabezas son siete colinas sobre las que se asienta la mujer. «Son también siete reyes:
10 cinco han caído, uno es, y el otro no ha llegado aún. Y cuando llegue, habrá de durar poco tiempo.
11 Y la Bestia, que era y ya no es, hace el octavo, pero es uno de los siete; y camina hacia su destrucción.

y también

Apocalipsis 13, 3
3 Una de sus cabezas parecía herida de muerte, pero su llaga mortal ya estaba cicatrizada. Toda la tierra, maravillada, siguió a la Bestia,

Siempre aprendi, y esta en consonancia con lo que comenta tito ,sobre el pasaje del Apocalipsis se refiere al Imperio Romano y sus emperadores, pero hoy en dia muchos trabajos (no se si tentados por la actualidad) intenta acercar esta pasajes a los distintos imperios, cinco han caído: Egipto, Asiria, Babilonia, Medo Persia y Grecia. Uno es: Roma (donde Juan esta), y al séptimo lo adjudican al Islam, que todavía no había llegado (en tiempos de Juan), todavía no era, y fue herido de muerte, y a su vez es el octavo que vuelve curado de su herida mortal, resurgimiento del Islam.

En principio elijo aceptar sin dudas la opción que nos da la Iglesia, que es la que tito nos comparte, y sin descartar en ningún caso lo que la Iglesia nos enseña, quisiera saber si esta Profesia podría ser el caso de tipo y antitipo que a veces comentaba el Padre Leonardo castellani?? Es decir que hable de las dos cosas? o debo descartar de plano cualquier otra hipótesis.

Que Dios y La Santa Virgen los Bendigan
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