Querido hermano en Cristo.
Es un típico error que acostumbra morar en el protestantismo, piensan que en el rezo del Santo Rosario nos dirigimos principalmente a María Santísima y nos olvidamos de Dios, cuando en realidad es una oración
cristocentrica, es decir,
Jesucristo es el fin último de la devoción a la Reina de reinas y por tanto constituye el objeto central. En la recitación del Ave María, a la vez que veneramos a la Madre de Dios, meditamos la Vida de Nuestro Señor; Pielago Divino do desembocan todos los riachuelos del Rosario. No pienses entonces que por el hecho de ser más las Salutaciones Angélicas se pretende en algún modo expresar cierta primacía de Nuestra Señora, no lo es, contrariamente, Ella nos acerca como nadie a Dios, pues todo lo alcanza de El y que mejor manera de pedírle sino repitiendo las Palabras qué Dios mismo le dirigió. Así pues, su unión es tal, que san Luis podía escribir:
[...] Tú, Señor, estás siempre con María y María está siempre contigo: de lo contrario dejaría de ser lo que es; María está de tal manera trasformada en Ti por la gracia, que Ella ya no vive ni es nada: Tú, Jesús mío, vives y reinas en Ella más perfectamente que en todos los ángeles y santos.
¡Ah! Si se conociera la gloria y amor que recibes en esta creatura admirable, ¡Se tendrían hacia Ti y hacia Ella sentimientos muy diferentes de los que ahora se tienen! Ella se halla tan íntimamente unida a Ti que sería más fácil o separar la luz del sol, el calor del fuego, más aún, sería más fácil separar de Ti a todos los ángeles y santos que a la excelsa María: porque Ella te ama más ardientemente y te glorifica con mayor perfección que todas las demás creaturas juntas.
TRATADO DE LA VERDADERA DEVOCIÓN, SAN LUÍS MARÍA DE MONTFORT
Qué Dios te bendiga por intercesión de su Magnificencia.