Su esposo San José.

En este foro: Dogmas y enseñanzas de la Iglesia sobre la Virgen María, así como libros, escritos, frases, reflexiones sobre su vida, apariciones y mensajes aprobados, advocaciones, devociones, oraciones, arte mariano. «La toda santa, la abogada, auxiliadora, socorro y mediadora, quien ha realizado del modo más perfecto, durante toda su vida, la obediencia en la fe (“Hágase en mí según tu palabra”), contemplándola, ya glorificada en cuerpo y alma, vemos en ella lo que la Iglesia está llamada a ser sobre la tierra y aquello que será en la patria celestial. La Madre de la Iglesia 'engendra' continuamente hijos para el Cuerpo místico del Hijo. Lo hace mediante su intercesión, implorando para nosotros la efusión inagotable del Espíritu. Seamos dóciles a su acción maternal para configurarnos con Cristo, en especial a través del santo Rosario cotidiano, su escuela mística, compendio de todo el Evangelio»

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Re: Su esposo San José.

Notapor ebora2 » Sab Mar 17, 2012 11:44 am

Gracias Tralalá por compartir con nosotros esta novena a san jose.... :)
y por contagiarnos tu amor y devocion a este gran santo :D
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Re: Su esposo San José.

Notapor tralalá » Sab Mar 17, 2012 8:00 pm

ebora2 escribió:Gracias Tralalá por compartir con nosotros esta novena a san jose.... :)
y por contagiarnos tu amor y devocion a este gran santo :D

Gracias Ebora por recibirla con tanta alegría y buena disposición.
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Re: Su esposo San José.

Notapor tralalá » Dom Mar 18, 2012 3:50 pm

Novena a San José:

Se puede rezar por las intenciones de petición, acción de gracias, alabanza o lo que cada uno tenga en su corazón.

Hacer la señal de la cruz.

Santísima Trinidad, Padre Hijo y Espíritu Santo, tres personas distintas un solo Dios verdadero, en quien creo y espero y a quien amo con todo mi corazón.Te doy gracias por haber honrado sobre todos los santos a San José con la dignidad incomparable de padre adoptivo de Jesús, Hijo de Dios, y esposo verdadero de María, Madre de Dios. Ayúdame a honrarle y merecer su protección en vida y en la hora de la muerte.

San José patrón de la Iglesia, jefe de la Sagrada Familia, te elijo por padre y protector en todo peligro y en toda necesidad. Descubre a mi alma la pureza de tu corazón, tu santidad para que la imite y tu amor para agradecerte y corresponderte. Enséñame a orar, tu que eres maestro de oración y alcánzame de Jesús por María la gracia de vivir y morir santamente. Amén.

Día Noveno: Conformidad de San José con la voluntad de Dios

Todos tenemos absoluta necesidad de esta santa virtud, pues con ella nuestra vida se hace un cielo y sin ella se vuelve un infierno. San José, modelo acabado de toas las virtudes, lo es especialmente de la conformidad con la voluntad de Dios. Toda su vida sembrada de alegrías y de penas, es escogido por Dios Padre para que hiciese sus veces en la Sagrada Familia, asociado a la suerte de Jesús y de María, practicó constantemente esta virtud.


¡ACUÉRDATE!

¡Acuérdate! Oh castísimo esposo de la Virgen María, dulce protector mío San José que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han invocado tu protección e implorado tu auxilio, haya quedado sin consuelo! Animado con esta confianza, vengo a tu presencia y me recomiendo fervorosamente a tu bondad. No desatiendas mis súplicas, oh padre adoptivo del Redentor, antes bien acógelas propicio y dígnate socorrerme con piedad. Amén.
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Re: Su esposo San José.

Notapor Alexander81 » Lun Mar 19, 2012 7:53 am

También estuve siguiendo día a día esta novena que tan gentilmente has con partido con nosotros tralalá, gracias.

Oración a San José
Oh custodio y padre de vírgenes san José, a cuya fiel custodia fueron encomendadas la misma inocencia, Cristo Jesús, y la Virgen de las vírgenes María, por estas dos queridisimas prendas, Jesús y María, te ruego y suplico me alcances que, preservado de toda impureza, sirva siempre castísimamente con alma limpia y corazón puro y cuerpo casto a Jesús y a María. Amén

Himno a San José
http://www.youtube.com/watch?v=Lf1oUZHtfwE
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Re: Su esposo San José.

Notapor clauabru » Lun Mar 19, 2012 10:03 am

Oh glorioso Patriarca, San José, a Vos vengo para veneraros de corazón como al más fiel esposo de la madre de Dios, como cabeza de la familia más santa, como padre nutricio del Hijo de Dios, y como el leal depositario de los tesoros de la Santísima Trinidad.

En vuestra persona honro la elección del Padre que quiso compartir con Vos la autoridad sobre su Unigénito Hijo; venero la elección del Hijo divino quien quería obedeceros y recibir su sustento ganado por el trabajo de vuestras manos; la elección del Espíritu Santo, quien os confió su castísima esposa.

Os ensalzo porque habéis llevado en vuestras manos al Niño Dios, estrechándole a vuestro pecho, transportado de alegría.


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Re: Su esposo San José.

Notapor tralalá » Lun Mar 19, 2012 12:29 pm

Hoy19 de marzo, se celebra la solemnidad de San José, Patrono de la Iglesia Universal. En este día, el Papa –cuyo nombre de pila es Joseph Ratzinger – ha recibido el saludo de colaboradores y amigos de todo el mundo.

El director de la Oficina de Prensa del Vaticano y de Radio Vaticana, Padre Federico Lombardi, publicó una felicitación por el día del santo del Papa en la que recuerda que el Santo Padre se inspira en San José, hombre justo y humilde.

“San José gobernaba su familia ‘como aquel que sirve’. Él nos enseña que se puede amar sin poseer y nos desvela el secreto de vivir en presencia del misterio. En él no hay separación entre fe y acción, porque su fe orienta de forma decisiva sus acciones. Es un ‘hombre justo’ porque su existencia se ‘ajusta’ siempre a la palabra de Dios. Así el Papa nos hablaba de su Patrono, hace algún tiempo - en una bellísima homilía, en la que traslucía su devoción y su inspirarse en ese humilde y sublime modelo (18 de marzo de 2009, Vísperas en Yaundé). En este mismo espíritu le deseamos todos de corazón una fiesta onomástica serena y corroborante, en vista de sus próximos compromisos de fe y de servicio ¡Muchas Felicidades Santo Padre!”, expresó el Padre Lombardi.

San José ruega por nosotros y en especial por nuestro Papa. Amen
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Re: Su esposo San José.

Notapor tralalá » Dom Abr 08, 2012 2:12 pm

DOMINGO DE RESURRECCIÓN

No olvidemos a nuestro glorioso patriarca SAN JOSÉ, esposo de MARÍA y padre de JESÚS.

El esplendor de san José en el cielo responde a la vez a la eminente dignidad de sus funciones aquí abajo, y a la eminencia de sus humildes virtudes; sobre la tierra, su culto, largo tiempo velada, se desarrolla cada vez más; la divina Providencia manifestó tanto el poder y la bondad de san José, que no hay una familia católica que no lo vea como a su Padre y tutor.

El vicario de Jesucristo, el augusto Pío IX, lo nombró protector de la Iglesia universal, hermoso título que correspondía por derecho a quien protegió a Jesús contra el furor de Herodes; comarcas enteras lo han elegido como patrón; los misioneros se han puesto bajo su guarda; el surco se trazan en el campo del Padre de familia; las comunidades religiosas ven en él su proveedor y su modelo; por todos se elevan capillas con su nombre; se establecen y los enfermos, las almas afligidas van a pedir a este amigo compasivo el alivio a sus sufrimientos.

A medida que se aprende a conocer mejor a Jesús en su santa humanidad santa, se ama mejor a José, el testigo de su vida mortal, el tutor de su infancia y el casto y devoto guardián de su Madre. Todos podemos contribuir a la gloria de san José, haciendo conocer sus virtudes y su poder, honrándolo mediante prácticas de piedad que la Iglesia aprueba; sobre todo, podemos honrarlo, en el fondo infinito de nuestra alma mediante la imitación fiel de sus admirables virtudes; es por su parecido con un padre amado que se reconoce a los hijos verdaderos.

SAN JOSÉ, protector de todo aquellos que te son devotos, ruega por nosotros. Amen.
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Re: Su esposo San José.

Notapor tralalá » Mié Abr 18, 2012 10:04 am

Hoy es miércoles y mañana será 19. Me encanta cuando hay dos días seguidos dedicados a San José.

SAN JOSÉ BENDITO.

San José bendito tú has sido el árbol elegido por Dios no para dar fruto, sino para dar sombra. Sombra protectora de María, tu esposa; sombra de Jesús, que te llamó Padre y al que te entregaste del todo. Tu vida, tejida de trabajo y de silencio, me enseña a ser fiel en todas las situaciones; me enseña, sobre todo, a esperar en la oscuridad. Siete dolores y siete gozos resumen tu existencia: fueron los gozos y dolores de Cristo y María, expresión de tu donación sin límites.
Que tu ejemplo de hombre justo y bueno me acompañe en todo momento para saber florecer allí donde la voluntad de Dios me ha plantado. Amén.
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Re: Su esposo San José.

Notapor tralalá » Jue Abr 26, 2012 6:40 pm

tralalá escribió:Que tu ejemplo de hombre justo y bueno me acompañe en todo momento para saber florecer allí donde la voluntad de Dios me ha plantado. Amén.

Vuelvo a poner el final de la oración porque la tentación a veces pasa por "buscarle la quinta pata al gato".
Que si en otro lugar, de otra manera, en diferentes circunstancias, con otras cualidades, con menos limitaciones.
DIOS quiere nuestra respuesta aquí, ahora, tal como somos nosotros y los otros.
Saber florecer, dar sombra, sonreir, acompañar, alegrar, ayudar en cosas concretas, enseñar...
Es decir no soñar por ejemplo, con misionar en Asia y mientras tanto negar un favor al vecino.
¡Qué misión la de SAN JOSÉ en su propia casa y familia!
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Re: Su esposo San José.

Notapor tralalá » Vie Abr 27, 2012 8:56 am

Jesús, José y María: En ustedes confío, Sagrada familia. Amen.
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Re: Su esposo San José.

Notapor tralalá » Mar May 01, 2012 2:57 pm

SAN JOSÉ con tu gran humildad, conseguís que casi te olvidemos, que nos pse desapercibida tu ayuda.
Sin embargo esás con nosotros como lo estuviste con Jesús.
Entre otras muchas cosas nos enseñás las virtudes necesarias para el trabajo, Imagen
no solamente para el remunerado que tan necesario es y en el cual hay que poner amor,
También en nuestros trabajo personales, realizarlos lo más acabadamente (perfectamente) posible,
con constancia, perseverancia, paciencia cotidianamente.
El esfuerzo del enfermo por recuperar o al menos sostener su salud,
también es tarea para la cual ofrecés muy especial ayuda.
La misión de "estar alli" cerca de alguien por si acaso, a veces sin más que avisar a otro si sucede algo diferente.
Y tanto más que ahora ni imagino.
En todo, todo, todo ayudanos SAN JOSÉ. Siempre te lo pido. Hoy en nombre de todos los del foro. Somos tus hijos. AMEN.
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Re: Su esposo San José.

Notapor tralalá » Mié May 16, 2012 4:39 pm

LA TAREA PATERNAL DE SAN JOSÉ

San Lucas parece complacerse en dar a San José el nombre de Padre de Jesús y unirle al de María Santísima bajo la apelación común de “sus padres”... Sin embargo, este Evangelista, que había sido confidente de María Virgen, conocía más que ningún otro todo lo concerniente al nacimiento del Mesías y sabía perfectamente que San José no era padre por generación carnal.

Así pues, sólo por inspiración especial de Dios usó esos términos. Por otra parte, la expresión de que se sirve San Lucas la encontramos también en labios de María.

Cuando encuentra a Jesús en el Templo, la oímos pronunciar estas palabras: ¿Por qué nos has hecho eso? Tu padre y yo, llenos de angustia, te andábamos buscando. Al hablar de su castísimo Esposo, no vacila en darle el título de “padre”. Era, sin duda, el nombre que utilizaba habitualmente en la intimidad de su hogar de Nazaret, y que no teme —ella, Virgen Prudentísima— pronunciarla públicamente ante los doctores de la Ley.

Y es que, profundamente iluminada sobre el misterio de la Encarnación, no se cree con derecho a ocultar, en ocasión tan solemne, esta verdad: que San José debe ser llamado, con toda sinceridad, Padre de Jesús.

Conviene que sepamos de qué manera le corresponde este título y tratemos de descubrir la realidad oculta bajo esa palabra.

Se distinguen habitualmente dos clases de paternidad: la natural, que lleva consigo la transmisión de la vida, de la que resulta la venida al mundo de un nuevo ser, y la adoptiva, que es una simple atribución por la cual un hombre se compromete a reconocer y aceptar legalmente como suyo un niño engendrado por otro.

Sin embargo, ninguna de estas dos paternidades convienen en absoluto a San José. La primera dice demasiado y la segunda poco.

Es histórica y teológicamente cierto que San José, según el modo ordinario y natural, no fue padre de Jesús, el cual no tuvo padre humano.

¿Quiere decir esto que fue solamente su padre adoptivo o putativo, según la expresión consagrada por el uso y sancionada por la liturgia de la fiesta del 19 de marzo?… Es el mismo término que utilizan los soberanos Pontífices en numerosos documentos oficiales.

Sin embargo, los teólogos se inclinan cada vez más unánimemente a declarar que las expresiones corrientes —-padre adoptivo, padre putativo, padre nutricio— no dicen más que una verdad incompleta. Esos títulos, por honorables que sean, sólo expresan una paternidad ficticia, prestada; una especie de simple protección.

Ahora bien, la realidad sobrepasa esos calificativos. La adopción, por ejemplo, supone esencialmente que un extraño, por afecto, escoge al que trata como un hijo.

Pero en ningún momento San José fue un extraño para Jesús, ni Jesús para José: desde que se encarnó en María, al hacerse divinamente fecunda, Jesús perteneció legítimamente a José, ya que el esposo y la esposa, según el orden querido y establecido por Dios, son una sola cosa y sus bienes comunes.

No es fácil desde luego, calificar la paternidad de José de una manera precisa; representa, si se puede decir así, un caso único en la historia de la paternidad, que requiere, si el vocabulario ofrece la posibilidad, un título nuevo, adaptado a la función ejercida.

Recordemos que la generación humana de Jesús, en la genealogía que nos dan los Evangelios, es la de San José. El hecho merece ser subrayado.

No dudemos en repetir la expresión de Bossuet, tomada por él mismo de San Juan Crisóstomo: Dios ha dado a José todo lo que pertenece a un padre, sin detrimento de la virginidad.

Dicho de otra manera: San José no tuvo ninguna participación en la concepción natural de Jesús, pero exceptuando eso, su paternidad implica todos los privilegios, todos los deberes, todos los derechos que normalmente tiene en el hogar un padre de familia, de tal forma que el título que le conviene mejor es el de padre virginal.

El Congreso nacional celebrado del 1º al 9 de agosto de 1955 en el Oratorio de San José de Mont-Royal, en Canadá, formuló el siguiente voto: “que además de las fórmulas tradicionales de “padre putativo” y de “padre nutricio”, no se tema utilizar la expresión “padre virginal”, empleada en la oración aprobada por San Pío X”.

San José es Padre de Jesús por derecho de matrimonio. María, a consecuencia del contrato matrimonial, reconocido por la ley y sancionado por Dios, era de José y, por lo tanto, todo lo que le podía suceder eventualmente a María, incluso milagrosamente, se convertía inmediatamente en propiedad de José, su esposo.

En consecuencia, Jesús, nacido de la carne de su Esposa, la cual le pertenecía en razón del sagrado lazo y de la donación propia del matrimonio, tenía un necesario parentesco con José, y al revés.

Además, al ocupar José un lugar insustituible al lado de María, había sido ese instrumento considerado indispensable por Dios para que el misterio de la Encarnación pudiese insertarse en el seno de una familia compuesta por las tres unidades habituales.

No convenía que el hogar donde había de nacer el Niño se viese desprovisto de su cabeza.

Junto a ese papel que se puede considerar negativo, José tuvo también otro activo en el nacimiento de Jesús. ¿No fue acaso el Hombre-Dios fruto de la virginidad de María? ¿No fue grata al Señor a causa de su pureza, por la que el Espíritu Santo pudo realizar en Ella su divino designio? En cierto sentido, fue su virginidad lo que la hizo fecunda.

Ahora bien, ¿no fue San José el que, al respetar la virginidad de María Purísima, había como preparado las vías al Espíritu Santo y hecho posible esa fecundidad milagrosa?… Fue Él, en efecto, quien conservó la virginidad de su Esposa, estimada por Dios indispensable; y los dos, de común acuerdo, la habían ofrecido al cielo como un bien que fue aceptado, a cambio del cual recibieron ambos un hijo que les pertenecía por igual, ya que era como el fruto de su alianza virginal.

José, indudablemente, no dio a ese Hijo su sangre, pero esa sangre tenía que ser alimentada, mantenida, enriquecida. Y fue el humilde carpintero quien, con el sudor de su frente, se encargó de hacerlo. Jesús comerá el pan que José ganará con su trabajo y gracias a él alcanzará la talla humana que necesitaba para salvar al mundo al ser clavado en la Cruz.

Con ese alimento, adquirido gracias al duro trabajo de José, Jesús llenará sus venas con la Sangre generosa que derramará hasta la última gota y correrá hasta la consumación de los siglos en nuestros altares durante el Santo Sacrificio de la Misa. Así, José tuvo su parte activa en la Sangre de la Redención.

Tenía, pues, derecho a llamar a Jesús hijo suyo y a considerarle como tal. Por eso los Padres de la Iglesia no dudan en verle junto a Jesús, como “la sombra de Dios Padre”, según una expresión consagrada.

Y porque el verdadero Padre de Jesús, que lo engendra desde la eternidad según su naturaleza divina, confió a José la misión de ser en la tierra su vicario, tuvo, al mismo tiempo, que poner en él algo del amor infinito que tiene al Verbo.

El Ángel había precisado: Le pondrás por nombre Jesús. Dicho de otra manera: “El padre de este Niño es Dios, pero Él te transmite sus derechos. Eres tú el designado para hacer de Padre. Tendrás con Él un verdadero corazón paternal y ejercerás sobre Él tus derechos de padre”.

José pues, cuidó de Jesús, amándole a la vez como su hijo y adorándole como su Dios. Y el espectáculo —que tenía constantemente ante los ojos— de un Dios que daba al mundo su amor infinito era un estímulo para amarle más y más y entregarse cada vez con más generosidad.

Amaba a Jesús como si realmente le hubiera engendrado, como un don misterioso de Dios otorgado a su pobre vida humana. Le consagró sin reservas, de forma total, sus fuerzas, su tiempo, sus inquietudes, sus cuidados. No esperaba otra recompensa que poder vivir su consagración cada vez mejor.

Y José, al cubrirle de tiernas caricias, se maravillaría precisamente de ver dormir al custodio de Israel, siempre vigilante, de ver llorar al que es la alegría de los elegidos, de ver jugar como un niño al Creador del Universo.

En la casa de Dios hay oficios tan sublimes, empleos tan importantes, que no pueden ser ocupados más que por santos, superiores en méritos y en gracia a todos los demás hombres. Tal es la dignidad de María y de José. Ser la Madre de Dios es la primera de las dignidades; ser el Padre virginal de Dios es la segunda.

Para ser la Madre del Hijo de Dios, es menester acercarse a la grandeza de Dios en cuanto le es posible a una criatura. Para ser el tutor, el jefe; en una palabra, para tener autoridad sobre el Rey del cielo y de la tierra, precisa tener una dignidad superior a la de los Ángeles cuanto el Señor es superior a sus siervos.

Que los hombres ocupen el lugar de Dios al gobernar a los súbditos, es una gran cosa; pero que un hombre ocupe el lugar de Dios para gobernar a un Dios, es algo que sobrepasa a todas las grandezas. Que los Sumos Pontífices sean los Vicarios de Jesucristo, los depositarios, los dispensadores de sus tesoros, es cosa muy grande; pero que José sea el gobernador, el Custodio de Jesucristo, es maravilla incomparable.

San José tiene el lugar de Dios, y está revestido de su autoridad para gobernar a su propio Hijo, de manera que el Eterno Padre lo hace partícipe de su propia voluntad.

El poder soberano del Padre no comenzó sino con la Encarnación, antes de la cual el Verbo era igual al Padre. Es cierto que desde toda la eternidad le ha engendrado y le es en todo igual; le reconoce como a su Padre, pero no por su Soberano. Este origen divino no indica el carácter de imperio por parte del Padre, ni dependencia por parte del Hijo.

Pero cuando el Verbo se unió a nuestra naturaleza, entonces se hizo súbdito del Padre y le reconoció como a su Soberano y a su Dios, y se convirtió, por así decirlo, en súbdito y siervo de José, a quien el Padre Eterno hizo partícipe de la nueva autoridad que adquiría sobre su Hijo por el misterio de la Encarnación.

Después de esto, ¿podremos creer que San José no fuera, después de María, el más grande en dignidad entre todos los santos, cuando vemos a Dios confiarle el más divino de todos los oficios?

¡Qué gloria, por lo tanto, significa para José el haber sido elegido para Padre del Hijo único de Dios!…

Se confunde nuestro pensamiento al considerar que la Sabiduría infinita está sometida a una débil criatura, que el Hijo del Padre Eterno se pone bajo la dependencia de un pobre obrero.

Toda la grandeza de los demás santos, durante su vida en este mundo, consistió en no tener más voluntad que la de Dios, y en haber hallado el secreto de reinar sirviendo a Dios; pero la de San José es más admirable aún, pues se diría que Dios no tiene con Él sino una misma voluntad.

Toda la grandeza de los demás santos —dice San Agustín— consiste en haber vivido bajo Jesucristo; mas la de José, en haber vivido por Jesucristo y sobre Jesucristo; de haber sido destinado a asistir en esta tierra a la Persona del Hijo de Dios y mandarle como señor.

Ventura inefable fue para vosotros, oh Apóstoles de Jesucristo, el haber sido elegidos para gobernar y dirigir la Iglesia, que es su Cuerpo Místico; pero ¿no es acaso gloria mayor la de San José, a quien se encargó de tomar bajo su cuidado su Cuerpo Natural y su Santa Humanidad?

Y para vosotros, Ángeles del cielo, es una grande recompensa la de poder seguir al Cordero doquiera vaya; pero ¿puede compararse vuestro privilegio al de San José, el cual no sigue al Cordero de Dios, sino que le guía y le lleva adonde a Él le place; conduce en sus brazos al que sostiene el universo, y da órdenes a Jesús, a cuyo solo Nombre se arrodillan el cielo, la tierra y los abismos?

***
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Re: Su esposo San José.

Notapor tralalá » Mar May 22, 2012 8:30 am

LA TAREA PATERNAL DE SAN JOSÉ. Continuación.

Según las costumbres judías, el niño, en el hogar, estaba al cuidado de su madre hasta la edad de cinco años. Luego, el padre empezaba a ocuparse de él más activamente, enseñándole la Ley de Dios y los preceptos mosaicos. Grande seria la alegría de San José cuando llegara el momento de realizar esa función paternal, constatando que su hijo crecía en sabiduría, en edad y en gracia ante Dios y ante los hombres.
Una vez crecido el Niño Jesús, después de ayudar a su Madre en las pequeñas tareas del hogar, fue pasando insensiblemente a depender de San José, con quien sus relaciones fueron cada vez más directas y frecuentes.
Ahora pasa el día en el taller de José. Ha empezado por ver cómo trabaja su Padre y ayudarle en pequeñas tareas. Por fin llega el día en que José le permite utilizar sus herramientas. Su ancha mano cubre la del joven aprendiz para guiarlo con habilidad y precaución. Y bajo su dirección, el que había creado el Universo esplendoroso, aprende a cortar planchas de madera, a ensamblar las piezas, a pulir los objetos.
En adelante trabajarán desde el alba al ocaso codo a codo, haciendo los mismos trabajos. Al despuntar el día, ya están en el taller. Abren de par en par la puerta para que entre la luz del sol; reina allí un penetrante y saludable olor a madera y a resina. El banquillo ocupa el centro, las herramientas están colgadas de las paredes.
Casi siempre trabajan en silencio. De vez en cuando, entonan un salmo cuyos versículos alternan, como un oficio recitado a coro. Pero no hay que pensar que su taller fuera de una especie de celda monástica. Está abierto a todo el mundo.
Los viandantes y los vecinos entran con frecuencia. Sus lenguas volubles se entregan a interminables lamentaciones sobre los tiempos que corren, e informan a los dos artesanos —ajenos a esos comentarios— de lo que se dice en el pueblo o en los pueblos vecinos, así como de los rumores políticos.
Jesús y José escucharían todo sin interrumpir su tarea y sin perder la serenidad. El Padre dejaría hablar al Hijo, ya que había en sus palabras una profundidad inaudita que asombraba a los visitantes y les dejaba desconcertados.
Cuando los clientes se llevaban los yugos, los arados o los toneles, ni siquiera sospechaban que habían sido hechos por las mismas manos que forjaron la bóveda de los cielos.
Debemos representarnos el taller de Nazaret como prolongación de Belén y preparación del Calvario. Se trata del mismo misterio y de enseñanzas que se complementan. En Belén aprendemos la necesidad del desprendimiento y la renuncia, en Nazaret la dignidad del trabajo, su valor santificador y redentor.
Y los dos artesanos se afanan serenamente en su taller. Suelen permanecer en silencio, porque no tienen necesidad de palabras para hacerse comprender y sentir su corazón y su alma en armonía. Jesús admira a quien honra como Padre; detiene su mirada complacido sobre este hombre justo que trabaja junto a Él y que es la más hermosa expresión de esa santidad que viene a traer al mundo.
Le ve prudente, paciente, buen consejero, previsor, entregado; su alma es impermeable al orgullo y su corazón caritativo le empuja a darse constantemente a los demás. Interiormente repite lo que se dijo en los días de la Creación: Y vio Dios que era bueno…
Jesús ve que José es una obra maestra, y da gracias a su Padre celestial por la grandeza moral y religiosa que se esconde en este justo, totalmente adaptado a la función que le ha sido encomendada y cuya alma es tan dócil y abierta a la gracia.
En el taller, Jesús es el aprendiz y José es el patrón, pero, a menudo el patrón contempla a su aprendiz para aprender. Viéndole inclinado sobre el banquillo evoca las palabras del Ángel en la Anunciación, que María le ha repetido tantas veces: Será grande y se llamará Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y reinará sobre la casa de Jacob por los siglos de, los siglos. Y su reino no tendrá fin…
Quizá le desconcierta que el Hijo del Altísimo se conforme con la oscura tarea de un artesano pueblerino. Sin darse cuenta claramente de su misión entre los hombres, adivina que lo que hace Jesús está relacionado con el nombre que él mismo, por mandato de Dios, le ha puesto: Jesús, es decir, Salvador, que coincide con lo que los Profetas, especialmente Isaías y Zacarías, anunciaron del Mesías: la dulzura, la humildad, la mansedumbre de este elegido de Yahvé que no gritará, no alzará la voz en las calles, no romperá la caña cascada ni apagará la mecha que todavía humea.
José no le comunica su asombro ante su tardanza en darse a conocer al mundo, ante el paso del tiempo sin que en apariencia aporte nada a la salvación anunciada. Sabe que todo lo que ve debe tener un sentido, y se entrega a la voluntad de Dios. No vive más que para Jesús. El es el objeto de sus aspiraciones y de sus deseos.
Y en la medida en que Jesús se le manifiesta, su obediencia a Dios se hace más sólida; su alimento, como el de Jesús, es hacer la voluntad del Padre.
Oh, decidnos, bienaventurado José, ¿cuántas veces, penetrado por los más vivos sentimientos de respeto y humildad, dijisteis a aquel amable Niño rendido por la fatiga: Oh, Jesús, Vos lo sabéis que más bien que mandaros querría obedeceros; pero debo necesariamente mandaros, para obedecer a vuestro Padre celestial. Adoro vuestra obediencia, y no me place mi superioridad, sino en cuanto os place dar al mundo el ejemplo sublime del Creador sometido a una pobre criatura?
Y Jesús, para consolar a José, le habrá dicho como a San Juan Bautista: Resignaos, querido Custodio de mi infancia; resignaos a los honores que os tributo, porque es necesario que ejerzáis a mi respecto el título de Padre, y yo debo estar sometido como un hijo respetuoso, y así daremos al mundo un ejemplo de toda justicia.
***
José mandaba a Jesús, porque ocupaba sobre la tierra el lugar de Dios, cuyos derechos ejercía sobre un Dios anonadado por su amor. ¡Qué virtud, qué muerte a sí mismo, qué sublimidad de gracia le eran necesarias para dar órdenes a Jesús en una forma digna de Él, y que mereciera la aprobación divina! ¡Qué admirable espectáculo a los ojos del Eterno Padre y de los espíritus celestiales!… La inteligencia humana se confunde, y no sabe qué pensar de tales cosas.
¡Qué grande es San José cuando manda a Jesús como a Hijo!… No precisamente porque ese Hijo es Dios, sino porque dándole órdenes practica las virtudes más admirables; porque no le manda sino para obedecer Él mismo con eso a la voluntad de Dios, pues nunca fue más humilde, ni más anonadado a sus propios ojos, que ejercitando semejante autoridad; porque seguía los movimientos de la gracia, y moría cada vez más a sí mismo ejerciendo esta autoridad que jamás consideró como propia, sino que siempre refería a Dios.
Admiremos e imitemos todo lo que nos sea posible este misterio. Dios merece que un Dios, para honrarle, se anonade hasta hacerse obediente a una criatura, que es nada delante de Él.
Si Jesús nos enseña a obedecer, San José nos enseña a mandar; lección tal vez más difícil que la de la obediencia.
Mandando, siempre que estemos obligados a hacerlo, debemos pensar que no tenemos para ello más títulos que los que Dios nos confiere; que el derecho que ejercemos es de Dios y no nuestro, y en consecuencia, es menester que lo ejerzamos con entera dependencia de la gracia, no dando oído a nuestro amor propio ni a nuestros caprichos. Es necesario que lo ejercitemos con dulzura, con caridad, con las mayores atenciones y respeto a la delicadeza de nuestros inferiores; que lo hagamos, en fin, sin perjuicio de la humildad, que no debe perderse jamás de vista, y menos cuando se ejerce la autoridad.
Es mil veces más ventajoso obedecer que mandar, y no sabremos mandar nunca, si antes no hemos aprendido a obedecer: tanto para mandar como para obedecer, todas las virtudes nos son necesarias, pero particularmente lo son la dulzura y la humildad.
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Re: Su esposo San José.

Notapor tralalá » Mié May 30, 2012 11:13 am

Hoy, en especial SAN JOSÉ, te ruego por todas las almas del purgatorio y en particular por las que nos son más cercanas por familiaridad o amistad.

SAN JOSÉ: ABOGADO DE LAS ALMAS DEL PURGATORIO.

Consideración.

No cabe duda, como decía Santa Teresa de Jesús, que San José es el Abogado Universal, o, lo que es lo mismo, que Él remedia todos los males; ya que jamás se pide al Señor gracia alguna por intercesión de este Glorioso Patriarca que no se consiga en el acto, si se pide bien y como conviene.

La razón es obvia. No hay abogado mejor que el que defiende una causa que en algún tiempo fue propia, porque la conoce perfectamente, hasta en sus más pequeños detalles y se interesa mucho en ella; y habiendo padecido tanto San José durante su vida, síguese que será compasivo con los que ahora padecemos; no nos olvidará en los supremos y críticos instantes de nuestra existencia, y sobre todo no podrá menos de compadecerse mucho de las almas detenidas en el lugar de expiación.

En efecto, cuando su alma privilegiada salió de su cuerpo virginal se apartó de la presencia del Redentor y de la Virgen Madre. ¡Cuánto sufriría entonces con esta separación su inocente y atribulado espíritu!

Las puertas de la Celestial Jerusalén estaban completamente cerradas a todas las generaciones. Debían ser rociadas con la Sangre inmaculada del Cordero de Dios para que quedasen francas y abiertas a los pueblos redimidos.

El amorosísimo Jesús, víctima inocente y voluntaria en el expiatorio sacrificio, no habiendo llegado su hora, aún debía permanecer tres años sobre la tierra; luego el alma de San José, antes de penetrar en el Cielo, debía ser detenida juntamente con las de los justos del antiguo Testamento, en el seno de Abraham.

Si el Santo Patriarca, durante los tres días en que el divino Niño estuvo perdido en el Templo, le anduvo buscando con tanta angustia, ¿qué ansias no padecería su alma en los años que estuvo en el Limbo, apartada de la presencia de Jesús y María?

Sólo quien amara a Jesús y María como San José les amaba, sería capaz de formarse un concepto adecuado de la vehemencia de sus anhelos.

Sabiendo, pues, nuestro Glorioso Santo por experiencia propia cuán ardientes son en las almas justas los deseos de ver a Dios, y qué acerbos padecimientos dicha privación les causa, ¡con que afán procurará aliviar a las Benditas Almas del Purgatorio!

Oración.

Amorosísimo San José, que tan tiernamente amasteis a Jesús, y tan vivamente sentisteis la privación de su presencia cuando lo perdieres en el Templo, os encomiendo con fervor las Santas Almas que, lejos de la amable presencia de Dios, están padeciendo en el Purgatorio.

Oh Santo Patriarca, sed su consuelo en aquel lugar de penas y expiación, dignaos aplicarles los piadosos sufragios de los fieles, particularmente los míos.

Constituíos su intercesor para con Jesús y María y romped con vuestra poderosa oración sus cadenas, para que puedan ascender al seno de Dios y gozar de la felicidad eterna. Amén.
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Re: Su esposo San José.

Notapor tralalá » Mié Jun 13, 2012 2:33 pm

Ayudanos San José.
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Re: Su esposo San José.

Notapor tralalá » Mié Jun 27, 2012 7:27 pm

SAN JOSÉ: Hoy es miércoles, tu dedicado día semanal. Según el horario del foro, ya pasó.
Pero, vos no te fijás en eso. Es más todos los días estás con nosotros protegiéndonos.
Qué linda y delicada manera la tuya, de traerme a este tema desde otra búsqueda.
Gracias, te pido que me eduques, que me enseñes, que me formes
y me ayudes a hacer lo que debo. Imagen
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Re: Su esposo San José.

Notapor tralalá » Jue Jul 19, 2012 6:57 pm

¡San José queridísimo!
Según el foro ya termina de ser 19 de julio.
Como disfruto los 19.
Te experimento más cercano y atento que nunca.
Además en la Parroquia se te reza espcialmente.
Te pido por todos, todos, todos.
Tu intercesión por nosotros hace posibles las cosas imposibles.
Cuidanos como a Jesús.
Muchas gracias. Tralalá
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Re: Su esposo San José.

Notapor fdeleonm » Dom Ago 05, 2012 2:15 pm

Modelo de Padre y esposo que su silencio es lo que motiva a los futuros esposos ver en él como el patrono de la familia.
"Mientras ustedes permanezcan en mí y mis palabras permanezcan en ustedes, pidan lo que quieran y lo conseguirán." Juan 15, 7
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Re: Su esposo San José.

Notapor tralalá » Dom Ago 05, 2012 2:33 pm

Qué bueno fdeleonm, que San José te haya traído una vezz más con nosotros.
Siempre me alegra cuando llegás aunque no sé por qué no solés quedarte mucho.
Hoy está de cumple una de mis cyberhijas, la panameña Cielo.
Podés, si querés, saludarla por el Café o por Cumpleañeros.
Con gran cariño. Tralalá
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Re: Su esposo San José.

Notapor fdeleonm » Lun Ago 06, 2012 2:58 pm

Bueno estoy de catequista y aparte de eso voy todos los lunes a una comunidad católica y me hace bien.
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