por tito » Jue May 23, 2013 11:36 am
Es importante poner los versiculos en su contexto, y ver que han entendido quienes nos precedieron..
En Mateo 18 no se trata de juzgar por juzgar que es lo que el Señor condena en Mateo7 sino de corrección fraterna, con un castigo para el impenitente a miras de su salvación.
De la Catena Aurea:
Sobre Mateo 7:
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 17
Algunos exponen este pasaje en el sentido de que Dios no prohíbe a los cristianos, por medio de este precepto, que corrijan a otros por benevolencia, sino que los cristianos desprecien a los cristianos por jactancia de su propia justicia, odiando y condenando a otros, muchas veces por solas sospechas, ejecutando su propio odio bajo las apariencias de piedad.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 23,2
Por eso no dijo: "No dejes descansar el pecado", sino más bien: "No juzgaréis", esto es, no seas amargo juez. Corrige, sí, pero no como enemigo que busca la venganza, sino como médico que brinda la medicina.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 23,1
O de otro modo, no manda simplemente que no se juzguen todos los pecados, sino que hizo esta prohibición a aquellos que han cometido muchas culpas, y juzgan a los demás por defectos ligeros. Así como San Pablo no prohíbe juzgar sencillamente a los que pecan, sino que reprende a los discípulos que se permiten juzgar a sus maestros, enseñándoles que no debemos juzgar a los que sean más que nosotros.
San Agustín, de sermone Domini, 2,18
Creo que en este lugar no se manda otra cosa, a mi juicio, sino que tomemos en el mejor sentido aquellos hechos que no sabemos con qué intención se han cometido. Dios nos permite juzgar aquellas cosas que no pueden hacerse con buena intención, como las blasfemias, los estupros y otras cosas parecidas. Mas de los hechos medios, que pueden hacerse con buen o mal fin, temerario es el juicio, sobre todo para condenarlos. Dos cosas hay en las que debemos evitar el juicio temerario: cuando no tenemos seguridad del fin que se propuso el que hizo la cosa, o cuando no se sabe lo que será aquel que ahora aparece bueno o malo. No reprendamos aquellas cosas que no sepamos con qué fin han sido hechas, ni reprendamos de tal modo al que hace públicamente las cosas malas que desesperemos su enmienda. Puede movernos a ello lo que dice el Señor: "Pues con el juicio con que juzgareis seréis juzgados". Si nosotros juzgamos con juicio temerario, ¿habremos de ser juzgados por Dios del mismo modo? O si midiésemos con una medida mala, ¿Dios nos habrá de juzgar con otra de la misma clase? Yo creo que con el nombre de medida se significa el mismo juicio. Pero esto se ha dicho porque es necesario que la temeridad con que castigas a otro, a su vez te castigue, pues la iniquidad muchas veces no daña a aquel que sufre la injuria, mas es preciso que perjudique al que la hace.
De Mateo 18,15 sss
San Agustín, sermones, 82,1,4
El Señor nos advierte que no debemos despreciar nuestros pecados, ni buscar lo que debemos reprender, sino ver lo que debemos corregir. Debemos corregir con amor, no con deseo de hacer daño, sino con intención de corregir; si no lo hacéis así, os hacéis peores que el que peca. Este comete una injuria y cometiéndola se hiere a sí mismo con una herida profunda. Despreciáis vosotros la herida de vuestro hermano, pues vuestro silencio es peor que su ultraje.
Rábano
No manda el Señor que se perdone indistintamente a toda clase de pecadores, sino a los que oyen, esto es, a los que obedecen y hacen penitencia; de esta manera el perdón no es difícil, ni la indulgencia demasiado benigna.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 60,1
Y no dice el Señor: acusad, reñid, pedid venganza, sino corregid; es decir, recordadle sus pecados; decidle lo que vosotros sufrís por causa de él, porque él está ebrio por la ira y la vergüenza y como sumergido en un sueño profundo, y vosotros que estáis sanos, debéis ir a aquel que está enfermo.
San Agustín, sermones, 82,7-8
Pero dice el apóstol "Corrige delante de todos al que peca, para que los demás tengan también miedo" (1Ti_5:20); de donde resulta, que es necesario que sepáis que en unas ocasiones se debe corregir al hermano a solas y en otras en presencia de todos. Escuchad y ved lo que es preciso hacer antes: "Si pecare -dice el Señor- tu hermano contra ti, corrígele tú y él solos". ¿Por qué? ¿Por qué pecó contra ti? ¿Cómo pecó contra ti? Tú sabes que pecó y porque fue secreto el pecar contra ti, debes buscar el secreto cuando corrijas las cosas en que pecó. Porque si sólo tú sabes que pecó contra ti, el corregirle delante de todos no es corregirle, sino delatarle. Pecó, pues, tu hermano contra ti y sólo tú lo sabes; entonces pecó realmente contra ti sólo; pero si te ha injuriado oyéndolo muchos, ha pecado también contra aquellos a quienes hizo testigos de su iniquidad. Es necesario, pues, corregir delante de todos a aquellos que han pecado delante de todos y en secreto a los que han pecado en secreto. Distinguid los tiempos y concordad las Escrituras. ¿Y por qué corriges al prójimo? ¿Por qué te dueles de que haya pecado contra ti? ¡No lo quiera Dios! Si lo haces por el amor que te tienes, nada haces; pero si lo haces por amor del prójimo, obras muy bien. Considera las palabras del texto, para ver si lo debes hacer por ti o por el prójimo; las palabras son éstas: "Si te oyere, ganado habrás a tu hermano", etc.; luego, para ganar a tu hermano, hazlo por él; acuérdate de que tú has perecido pecando contra el hombre. Porque si no habías perecido, ¿cómo te hubiera él ganado a ti? Nadie desprecie, pues, la ofensa hecha a un hermano.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 60,1
Lo que debemos hacer, si no hemos persuadido a nuestro hermano, lo dice el Señor con estas palabras: "Y si no te oyere, toma aun contigo uno o dos", etc. Cuanto más desvergonzado y terco fuere, tanto más conviene aplicarle la medicina, pero sin moverle a la cólera y el odio. No desiste el médico, cuando ve que no cede la enfermedad, sino que entonces es cuando más se prepara para vencerla. Ved, pues, cómo no debemos proponernos la venganza, sino la enmienda en la corrección; atendido esto, no manda que en seguida se tomen dos, sino cuando no quisiere corregirse y ni aun en este caso quiere que se le mande al pueblo, sino que se le corrija delante de uno o de dos, según previene la Ley, que dice: "Que toda palabra salida de la boca de dos o tres testigos sea tenida por estable"; que es como si dijera: tenéis un testimonio, habéis hecho lo que está de vuestra parte.
¡Ay, los que llaman al mal bien, y al bien mal;
que dan oscuridad por luz, y luz por oscuridad;
que dan amargo por dulce, y dulce por amargo! Isaías 5,20