Estimado en Cristo sembrador:
Comencemos por comentar que los conceptos de orthopraxis (que realmente en español se debería decir otropraxia u otropraxis, orthopraxis en todo caso sería una forma de la palabra en inglés... si es que la palabra existiera como oficialmente reconocida en ambos idiomas, cosa que no es el caso en ambas lenguas [en inglés no hay un organismo regulador como tal que acepte o no las palabras de forma realmente oficial, pero generalmente se considera "aceptada" una palabra cuando los diccionarios de prestigio comienzan a incluirla]) y heteropraxis que nos compartes del sacerdote (suspendido) Nicholas Gruner parecen bastante equivocados y tendenciosos, tanto en el concepto general, como en el detalle con el que se ilustran.
Hace muchos años un profesor de español bastante bueno me enseñó que una de las propiedades fundamentales del lenguaje es que es arbitrario. Es decir, NADA liga intrínsecamente a la palabra "elefante" con la fauna nativa de Asia y África; sino el ligar esa palabra con unos animales grandes que tienen trompas alargadas y grandes orejas es un mero convencionalismo. Convencionalismo muy genralizado y oficialmente regulado por las Academias de la Lengua, hay que decirlo, pero convencionalismo al fin y al cabo. De este modo NADA impide que algunos nos pongamos de acuerdo y comencemos a designar a estos vertebrados como "trompanimalotes", ni tampoco NADA nos impide tomar la palabra "elefante" y utilizarla para designar otras cosas, como decir un "elefante blanco" para designar una obra arquitectónica ostentosa, de grandes dimensiones y poca utilidad.
En ese mismo sentido, si alguien define la ortopraxis (u orthopraxis) para designar lo que quiera, en particular considerando que la palabra NO tiene una definición oficial o convencionalmente aceptada en gran escala; pues es perfectamente libre de hacerlo... pero otra cosa será el que otras personas entonces entiendan lo que dicha persona quería decir.
Y es que, aunque no exista una definición oficial de este término, la realidad es que "ortopraxis" ciertamente NO es un concepto nuevo que este sacerdote mismo haya acuñado (así se dice cuando alguien inventa un término a falta de un término equivalente previo), sino es un concepto que se ha venido usando ya por años en algunos medios teológicos de manera un tanto analógica a la palabra "ortodoxia" -la que realmente existe y es oficialmente aceptada-; pero usada para designar la "recta práctica" o "recto comportamiento", como distinto y complementario a esa "recta doctrina", que es la ortodoxia.
Esto surge mayormente como una especie de critica a quienes tratan de ser ortodoxos en la letra, pero no en "el espíritu" de la doctrina, de tal suerte que la doctrina la enuncian bien, pero se comportan de manera muy distinta a lo que se supone que la doctrina debiera motivarles. El ejemplo clásico de esto serían los fariseos, quienes trataban de ser tremendamente ortodoxos respecto a la ley de Moisés, intentando cumplir hasta el mínimo detalle hasta la exageración; pero que, precisamente en ese intentar cumplir los detalles, traicionaban el sentido e incurrían en líneas de comportamiento que a pesar de nominalmente cumplir en tal detalle con la Ley de Moisés; a la vez se constituían como frontalmente CONTRARIAS al recto comportamiento, a la recta práctica, a la "ortopraxis" que se hubiese esperado de un cumplidor de la Ley. Jesucristo en Persona les recrimina tal comportamiento:
Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que pagan el diezmo de la menta, del hinojo y del comino, y descuidan lo esencial de la Ley; la justicia, la misericordia y la fidelidad! Hay que practicar esto, sin descuidar aquello.
¡Guías ciegos, que filtran el mosquito y se tragan el camello!
¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que limpian por fuera la copa y el plato, mientras que por dentro están llenos de codicia y desenfreno!
¡Fariseo ciego! Limpia primero la copa por dentro, y así también quedará limpia por fuera.
¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que parecen sepulcros blanqueados: hermosos por fuera, pero por dentro llenos de huesos de muertos y de podredumbre!
Así también son ustedes: por fuera parecen justos delante de los hombres, pero por dentro están llenos de hipocresía y de iniquidad.
San Mateo 23, 23-28
Donde vemos que Cristo NO les recrimina su ortodoxia, y ni siquiera les dice que su comportamiento sea completamente errado, sino les recrimina la manera como convenientemente manipulan la ortodoxia para acomodarla al servicio de la forma en que quieren ejerecer la práctica de la Ley. Se diría entonces que siguen una ortodoxia, más no una ortopraxis. Su comportamiento simplemente no es el recto comportamiento del seguidor de la Ley, sino distinto, por eso se constituye en heteropraxis.
Y así, estas palabras, pese a no existir oficialmente, en sí mismas sugieren esta analogía y servirían para designar de manera general si el comportamiento de una persona es el recto comportamiento que se esperaría de un creyente ejemplar en una religión determinada, lo cual sería la ortopraxis, o si se trata de un comportamiento "anómalo" distinto al esperado, que sería la heteropraxis.
En tal caso, de un creyente en Cristo, la ortopraxis, por antonomasia, debiera ser seguir de manera perfecta a Cristo, haciéndose eco de las palabras que Nuestra Santísima Madre dirigió a los criados en las Bodas de Caná: "hagan lo que Él les Diga".
La ortopraxis cristiana por excelencia sería, entonces, hacer lo que Cristo Pidió y Enseñó de manera completa y sin restricciones. Le heteropraxis sería hacer cualquier otra cosa que no sea eso.
Ahora bien, sabemos que los católicos creemos que Cristo Instituyó a Su Iglesia y le dio poder a sus discípulos de atar y desatar, y le dio a Pedro la misión de confirmar en la Fe a sus hermanos. Sabemos que Cristo nos dejo a su Vicario en la Tierra, el Santo Padre, para darnos las instrucciones concretas de lo que habríamos de hacer en cada tiempo y lugar a través de el Papa.
La ortopraxis para un católico debiera ser entonces, en cada tiempo y lugar, hacer lo que Cristo, a través de Su Iglesia, a través del Santo Padre, le pide a él en ese tiempo y lugar. La heteropraxis sería hacer cualquier otra cosa con cualquier otro fundamento.
Por el contrario, cuando se asocia esta palabra a una serie de gestos o actos particulares que a uno le parecen correctos, lo que se hace NO es hablar de "ortopraxis católica" sino, por ejemplo, de "ortopraxis Grunerica", porque en ese punto YA se inventó uno su propia y muy personal interpretación de qué es lo que
Cristo LE DEBERÍA pedir a uno (según uno mismo, por supuesto); y entonces, en ese punto, YA se inventó uno SU PROPIA FE, la que, desde luego, NO corresponde plenamente a la Fe Católica; sino meramente corresponde a la parte que A UNO LE GUSTA de la Fe Católica, menos todo aquello que a uno mismo no le parece y más todos los añadidos que quisiera uno agregar. Y si, así define uno su Fe y la ortorpraxis de esa Fe que uno se inventó como a uno mejor le parezca. Pero entonces es claro que, respecto a la Fe Católica, eso NO ES ortopraxis, sino es la más vulgar heteropraxis, pues consiste precisamente en hacer TODO LO CONTRARIO de lo que debiera ser la ortopraxis Católica, consiste en hacer lo que UNO QUIERE, directamente en contra de lo que Cristo PIDE a través de SU Iglesia.
Y cuando señalo "uno" no me refiero necesariamente a una persona en lo individual, pues puede ser un conjunto de personas en particular las que inventen su propia Fe, definiendo su propio credo conjunto y separándose por medio del mismo de la plenitud de la comunión en la Fe de la Iglesia.
De la misma manera, tratar de definir la ortopraxis Católica meramente en función del estudio particular que uno pueda hacer, ya sea de manera formal o informal de los textos o prácticas antiguas, de suyo singifica caer en ese falso arqueologismo litúrgico excesivo que en su momento denunció el Papa Pío XII en la Encíclica Mediator Dei. Arqueologismo excesivo que es malo porque recordemos que Cristo NO está muerto, ni nuestra Fe es una Fe muerta cuyas prácticas y expresiones se establecieron de manera fija e inamovible hace 2000 años. Sino Cristo está Vivo y Presente en Su Iglesia. Y aunque el Depósito de la Fe es Revelación del Dios Eterno que Es, y que no cambia entonces ni en nuestro ayer, ni en nuestro hoy, y será Él Mismo por nuestro siempre; de ahí NO se deduce que las prácticas antiguas en las que esa Fe Eterna se debió expresar en la antigüedad sean necesariamente las mismas mediante la cual la misma Fe deba expersarse en estos tiempos. Sino es el Espíritu Santo Quien inspira en la Iglesia la forma concreta en que los hombres de cada tiempo y lugar deben vivir esos Principios Eternos. Por eso la ortopraxis Católica NUCNA puede reducirse a lo que se pueda inferir de ese exagerado arqueologismo. Porque eso tan solo nos puede dar cuenta de lo que Cristo pidió a la gente de otro tiempo a través de la Iglesia en ESE tiempo, pero NO nos dirá qué es lo que Cristo nos pide A NOSOTROS a través de Su Iglesia HOY. Y entonces, en ese empeño de vivir lo que fue la ortopraxis de otro tiempo, igualmente caeremos realmente en esa heteropraxis de seguirnos a nosotros mismos en la Fe que nosotros hemos determinado como adecuada y correcta para nosotros, y NO viviremos entonces la ortopraxis de hacer lo que Cristo realmente nos está pidiendo aquí y ahora.
Nos dice el Papa Pío XII (en algo que, contra las aspiraciones pseudo-tradicionalistas, condena por igual el arqueologismo excesivo del que gustan los "progresistas" como su empeño por revivir y mantener como buenas únicamente ciertas costumbres antiguas):
b) Adhesión exagerada a los ritos antiguos
78. Con la misma medida deben ser juzgados los conatos de algunos, enderezados a resucitar ciertos antiguos ritos y ceremonias. La liturgia de los tiempos pasados merece ser venerada sin duda ninguna; pero una costumbre antigua no es ya solamente por su antigüedad lo mejor, tanto en sí misma cuanto en relación con los tiempos sucesivos y las condiciones nuevas. También son dignos de estima y respeto los ritos litúrgicos más recientes, porque han surgido bajo el influjo del Espíritu Santo, que está con la Iglesia siempre, hasta la consumación de los siglos[52], y son medios de los que la ínclita Esposa de Jesucristo se sirve para estimular y procurar la santidad de los hombres.
79. Es en verdad cosa prudente y digna de toda alabanza volver de nuevo, con la inteligencia y el espíritu, a las fuentes de la sagrada liturgia, porque su estudio, remontándose a los orígenes, contribuye mucho a comprender el significado de las fiestas y a penetrar con mayor profundidad y exactitud en el sentido de las ceremonias; pero, ciertamente, no es prudente y loable reducirlo todo, y de todas las maneras, a lo antiguo.
80. Así, por ejemplo, se sale del recto camino quien desea devolver al altar su forma antigua de mesa; quien desea excluir de los ornamentos litúrgicos el color negro; quien quiere eliminar de los templos las imágenes y estatuas sagradas; quien quiere hacer desaparecer en las imágenes del Redentor Crucificado los dolores acerbísimos que El ha sufrido; quien repudia y reprueba el canto polifónico, aunque esté conforme con las normas promulgadas por la Santa Sede.
c) «Arqueologismo» excesivo
81. Así como ningún católico sensato puede rechazar las fórmulas de la doctrina cristiana compuestas y decretadas con grande utilidad por la Iglesia, inspirada y asistida por el Espíritu Santo, en épocas recientes, para volver a las fórmulas de los antiguos concilios, ni puede repudiar las leyes vigentes para retornar a las prescripciones de las antiguas fuentes del Derecho canónico; así, cuando se trata de la sagrada liturgia, no resultaría animado de un celo recto e inteligente quien deseara volver a los antiguos ritos y usos, repudiando las nuevas normas introducidas por disposición de la divina Providencia y por la modificación de las circunstancias.
82. Tal manera de pensar y de obrar hace revivir, efectivamente, el excesivo e insano arqueologismo despertado por el ilegítimo concilio de Pistoya, y se esfuerza por resucitar los múltiples errores que un día provocaron aquel conciliábulo y los que de él se siguieron, con gran daño de las almas, y que la Iglesia, guarda vigilante del «depósito de la fe» que le ha sido confiado por su divino Fundador, justamente condenó[53]. En efecto, deplorables propósitos e iniciativas tienden a paralizar la acción santificadora con la cual la sagrada liturgia dirige al Padre saludablemente a sus hijos de adopción.
83. Por eso, hágase todo dentro de la necesaria unión con la jerarquía eclesiástica. No se arrogue ninguno el derecho a ser ley para sí y a imponerla a los otros por su voluntad. Tan sólo el Sumo Pontífice, como sucesor de Pedro, a quien el divino Redentor confió su rebaño universal[54], y los obispos, que a las dependencias de la Sede Apostólica «el Espíritu Santo... ha instituido... para apacentar la Iglesia de Dios»[55], tienen el derecho y el deber de gobernar al pueblo cristiano. Por eso, venerables hermanos, siempre que defendéis vuestra autoridad —a veces con severidad saludable—, no sólo cumplís con vuestro deber, sino que cumplís la voluntad del mismo Fundador de la Iglesia.
CARTA ENCÍCLICA MEDIATOR DEI
DEL SUMO PONTÍFICE PÍO XII
SOBRE LA SAGRADA LITURGIA
Asi pues, queda claro que tu duda viene precisamente de seguir el concepto errado de ortopraxis que respecto a la Fe Católica mantiene el sacerdote cuyas opiniones nos hiciste el favor de compartir, pero que tal duda por si misma se disipa si tomas en cuenta un concepto de ortopraxis más adecuado.
Por último y solo como nota informativa, en la actualidad el pueblo católico en muchas ocasiones SI puede recibir la Sagrada Comunión bajo las dos especies (el Cuerpo y la Sangre del Señor). De hecho, en algunas diócesis, como ocurre en muchas en EUA, esto ocurre de manera cotidiana.
Que Dios te bendiga en la alegría del Nacimiento del Redentor.