Estimada en Cristo mercedesmora:
Creo que te has estado informando en fuentes algo atrasadas (y, por lo mismo, no muy confiables):
1. La Iglesia desde hace tiempo (1966) desapareció el Índice de los libros prohibidos, la Congregación del Índice, y las correspondientes penas de excomunión:
http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_19660614_de-indicis-libr-prohib_sp.html Eso no quiere decir, como algunos lo han interpretado, que ahora exista una libertad absoluta para leer lo que se le ponga a uno enfrente. Pero si quiere decir que la Iglesia reconoció que muchas cosas han cambiado desde la época en la que el Índice era importante y útil y que, por lo mismo, no era ya tan aconsejable continuar su publicación, ni mantener las penas asociadas (la excomunión).
Entre las situaciones involucradas podríamos citar las siguientes:
a) Un incremento exponencial no solo de la impresión de los libros, sino de los medios de comunicación a través de los cuales era posible publicar ideas contrarias a la Fe. Ante este universo de información, que si ya en 1966 era desbordante, pero que hoy en día incluso eso palidece como cualquier cosa respecto a la cantidad de fuentes e información disponible en prensa, radio, TV, cine y no digamos en Internet, se volvió simplemente imposible mantener una lista actualizada de todas aquellas cosas que podían poner en peligro la Fe de los fieles y que, por lo mismo, era aconsejable prohibir de manera expresa.
b) Una gran secularización, donde un creciente número de personas tendrían acceso y leerían la obras prohibidas. Contra la situación imperante en el mundo en el que el Índice funcionaba bien, donde solo aquellos anti-católicos reconocidos leerían algo listado en el índice, y solo católicos especialistas podrían requerir y obtener la autorización de leer esas obras, con fines de estudio y diálogo con los no-católicos; en el mundo actual el número de especialistas universitarios que tendrían tal necesidad simplemente por su especialidad se ha disparado, y lo mismo ha ocurrido con la posibilidad de que los fieles más "comunes" se encuentren con personas que hayan leido algunas obras que pudiera tener sentido que los fieles católicos pudieran conocer para poder dialogar y discutir acerca de ellas, esto es particularmente cierto respecto a aquellas obras que han pasado a ser reconocidas como parte de los acervos de la cultura y la literatura universal (p.ej. Los Miserables de Victor Hugo) y que es muy posible que a los católicos se les pida leerlas en cursos de literatura no especializados (secundaria, preparatoria, etc.) y que, de alguna forma, hasta se podría considerar una cierta falta de formación cultural el no conocerlas. De los Miserables, siguiendo el ejemplo, existen musicales y películas que la gente discute y conoce, de modo que parece más apropiado guiar convenientemente la lectura de los católicos para que puedan conocer y discutir la obra desde una perspectiva correcta, que el simplemente mantener la prohibición no solo generando la impresión de que los católicos son personas reprimidas, subyugadas e ignorantes, sino impidiendo que los católicos bien formados puedan señalar y advertir a las personas menos preparadas sobre los peligros y errores que se pudieran encontrar en esas obras de la Literatura.
Es por cauas como estas que, si bien desde que se suprimió el Índice, igualmente se insistió en que este mantenía su fuerza moral (es decir, que se invitaba a los católicos a no exponerse tonta e inútilmente a lecturas, programas de radio o TV o cualquier otro medio de publicación en donde se expusieran y difundieran ideas contrarias a la Fe Católica); por otra parte se dejó esta decisión mucho más a la conciencia bien formada de los fieles y es por eso que se quitaron las penas asociadas.
Desde luego que exponerse temeraria e inútilmente a cosas que puedan poner en peligro la Fe o la Moral, es totalmente equivalente a exponerse temeraria e inútilmente a otras fuentes de tentación, como lo es por ejemplo, exponerse a imágenes pornográficas.
En ese sentido puede ser pecaminoso exponerse a lecturas, discursos o programas abiertamente inmorales, heréticos o contrarios a la Fe. Pero, por contraparte, puede ocurrir que uno esté cierto de que cuenta con la preparación apropiada para ello y no lo hace por mera curiosidad, sino buscando un fin superior. Por ejemplo, si uno ha tenido una buena formación y quiere leer un libro que ataca la Fe (digamos "El Código da Vinci") no para entretenerse con esa lectura, sino para conocer su contenido y errores y poder explicar esto a muchos otros lectores que han leido el libro y en quienes las mentiras y errores que contiene han sembrado dudas. En este sentido hay que ser humildes y objetivos, pues muchos se "sienten preparados" porque conocen dos o tres cosas, cuando en realidad su conocimiento y capacidad todavía son muy elementales. Y no es raro entonces que a algunas personas que con exceso de orgullo y autosuficiencia se exponen a cosas que realmente son incapaces de entender y analizar de manera apropiada, acaben siendo víctimas de los engaños de esas malas publicaciones y entonces acaben creyendo que la mala publiación en realidad "les abrió los ojos".
En fin, el punto es que
YA NO existe esa pena de excomunión por leer libros pohibidos.
Donde la Iglesia SI mantiene un grado significativo de control, es sobre los libros que publican los religiosos y que hablan sobre cuestiones de la Fe, porque, además de que es un universo mucho más pequeño, por otro lado el riesgo de engaño es mucho mayor para los fieles cuando la artimaña se esconde en las líneas de una obra que parece dedicada a servir a Dios, pero cuyo autor se ha desviado y enseña en realidad un pesnamiento contrario a la Fe o a la moral. Así, mientras que los fieles ya sin la ayuda del Índice se han acostumbrado a mantenerse en guardia respecto a lo que puedan leer por ahí, es común que, por el contrario, bajen la guardia y se pongan más en una actitud receptiva y de aprendizaje cuando leen algo escrito por un sacerdote o religioso. Por eso es que la Iglesia, mientras ya no se pronuncia respecto a muchísimas obras verdaderamente asquerosas que se publican hoy en día, si ha hecho en tiempos más o menos recientes condenas formales respeecto al trabajo de ciertos religiosos y teólogos no muy ortodoxos.
Ahora bien, debemos también actualizar nuestra conciencia respecto a qué es lo que REALMENTE es contrario a la Fe. Y esto lo digo por lo que señalas de la posibilidad de no poder leer un libro sobre evolución o teoría celular.
La Iglesia NO tiene actualmente ningún problema con una teoría evolutiva seria, sino reconoce que, en consonancia con los datos convergentes de diferentes disciplinas científicas, que es MUY posible que Dios nos en verdad nos haya Querido Crear a través de un proceso evolutivo. Por supuesto que muchos anti-católicos aún hoy en día son igualmente aplastados por la historia y, en su ignorancia -de la que no se excluyen incluso hombres de ciencia más o menos reconocidos, que a veces saben mucho de su especialidad, pero MUY POCO de otras cosas- siguen igualmente creyendo que hablar de evolución o cosas parecidas permite "desechar" la "hipótesis de Dios". Desde luego que leer una obra de uno de estos ateos militantes SI podría caer en lo que uno en sana prudencia debe evitar, pero NO por tratar sobre evolución, sino por la interpretación tendenciosa y errada del pseudo-científico ateo.
De cualquier manera, insisto, seguir pensando así respecto a la evolución, ya sea "en contra" o, supuestamente "a favor" de la Iglesia, es estar más atrasado que un calendario que siga marcando el año de 1890, porque la ciencia seria ha demostrado muchas cosas que la Iglesia no ha tenido ningún problema en recconocer. Y si eso se puede decir respecto a las teorías evolutivas, que junto con la evidencia objetiva, no dejan de tener también algún componente especulativo; con mucha mayor razón no debemos caer en actitudes fundamentalistas basadas en la ignorancia respecto a cosas tan evidentes y fáciles de demostrar hoy en día como puede ser la Teoría Celular, la que basta tomar un microscopio y cualquier muestra de tejido animal, vegetal o humano para confirmar.
Que Dios te bendiga.