Estimado en Cristo fireraptor:
Sobre lo de las lapidaciones o "apedreamientos", la verdad es que eso es de lo más fácil de responder, pues Cristo Mismo lo Respondió; y lo Respondió, curiosamente, ante una insistencia sobre el tema de los escribas y fariseos; y digo curiosamente, porque quienes se pretenden refugiar en esta clase de argumentos, también insisten sobre ellos tras haber estudiado y escudriñado las Escrituras, pero no para aprender de Ellas, sino con el único fin de auto-justificar su comportamiento contrario a la propia Escritura, quizá de una manera un tanto distinta, pero, al final, en una actitud muy similar a la de tales escribas y fariseos:
Al amanecer volvió al Templo, y todo el pueblo acudía a el. Entonces se sentó y comenzó a enseñarles.
Los escribas y los fariseos le trajeron a una mujer que había sido sorprendida en adulterio y, poniéndola en medio de todos, dijeron a Jesús: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés, en la Ley, nos ordenó apedrear a esta clase de mujeres. Y tú, ¿qué dices?».
Decían esto para ponerlo a prueba, a fin de poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, comenzó a escribir en el suelo con el dedo.
Como insistían, se enderezó y les dijo: «El que no tenga pecado, que arroje la primera piedra».
E inclinándose nuevamente, siguió escribiendo en el suelo.
Al oír estas palabras, todos se retiraron, uno tras otro, comenzando por los más ancianos. Jesús quedó solo con la mujer, que permanecía allí, e incorporándose, le preguntó: «Mujer, ¿dónde están tus acusadores? ¿Alguien te ha condenado?».
Ella le respondió: «Nadie, Señor». «Yo tampoco te condeno, le dijo Jesús. Vete, no peques más en adelante».
San Juan 5, 2-11
Por supuesto que, en su intento de auto-justificarse, estas personas no tendrán siquiera la vergüenza de los escribas y fariseos que, reconociéndose pecadores, entendieron que al menos ese no era el momento ni el contexto para seguir cuestionando a Jesús, sino seguramente seguirán con sus cuestionamientos bajo la línea de tratar de "evidenciar" la supuesta "contradicción" entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. Dirán algo así como: "pero entonces el Dios del AT era sanguinario y hasta el mismo Cristo lo reconoce", luego, hay un rompimiento entre lo que dice la Biblia antes y después, de modo que es contradictoria y no puede uno confiar en ella.
Pero ahí es donde entra lo que el hermano tito nos ha hecho el favor de compartir, lo que se entiende mucho mejor en el contexto de otra respuesta que da Jesús a los fariseos, sobre un tema diferente, pero nuevamente encontramos esta constante de querer poner a prueba a Jesús en función de las Escrituras para auto-justificar el no cumplir ni seguir el recto sentido de las cosas:
Se acercaron a él algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le dijeron: «¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer por cualquier motivo?».
El respondió: «¿No han leído ustedes que el Creador, desde el principio, los hizo varón y mujer; y que dijo: "Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos no serán sino una sola carne"?
De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Que el hombre no separe lo que Dios ha unido».
Le replicaron: «Entonces, ¿por qué Moisés prescribió entregar una declaración de divorcio cuando uno se separa?».
El les dijo: «Moisés les permitió divorciarse de su mujer, debido a la dureza del corazón de ustedes, pero al principio no era sí. Por lo tanto, yo les digo: El que se divorcia de su mujer, a no ser en caso de unión ilegal, y se casa con otra, comete adulterio».
San Mateo 19, 3-9
Aquí lo importante es darse cuenta de 2 cosas:
1. Que Jesús Mismo nos Enseña que NO TODOS los preceptos de la Escritura representan digamos, de manera "activa" la VOLUNTAD DE DIOS; puesto que la Voluntad de Dios, en este caso, fue, DESDE EL PRINCIPIO que el hombre y la mujer se unieran para ser una sola carne, de modo que quedaba esencialmente excluido el divorcio; pero que, si Dios PERMITIÓ que Moisés diera un precepto distinto, esto no fue por la Voluntad de Dios, que ya quedó claramente establecido cuál era, sino era debido a la DUREZA del corazón del hombre, es decir, en el Antiguo Testamento existen preceptos que NO fueron dados por ser aquello a lo que Dios Quería que el hombre pudiese llegar; sino fueron dados para ACOTAR la maldad del hombre, es decir, por ser aquello a lo que el hombre de ese tiempo PODÍA llegar sin contar aún con la PLENITUD de la Gracia de Cristo.
2. Pero más importante aún que lo anterior, y que de hecho es la razón real de lo anterior, es entender que Dios DESDE EL PRINCIPIO lo que Quiere es NUESTRA felicidad, y eso, contra lo que piensa el mundo moderno, NO se logra dando rienda a cuanta pasión, capricho y aspiración pueda tener el hombre (fama, dinero, fortuna, reconocimiento, adimiración, etc.), sino que solo es posible lograrlo si es que NOSOTROS MISMOS aprendemos a AMAR. Dios Podría Imponernos un buen comportamiento, un comportamiento ejemplar y perfecto, de modo que no pudiéramos desviarnos de un actuar recto que fuera completamente conforme a las normas morales más estrictas. Pero eso NO ES lo que Él Quiere, porque esa Imposición Divina NO nos llevaría a la felicidad que solo puede surgir de un acto voluntario de AMOR. Por eso es que Dios "Necesita" Enseñarnos a actuar conforme al Amor y NO Imponernos el actuar conforme a las normas morales.
Pero nosotros somos "cabezones" y NO aprendemos de manera rápida, directa y sencilla, sino nos encanta explorar alternativas, sin importarnos mucho ni darnos cuenta del todo de los destrozos que esa iniciativa nuestra va produciendo en el camino. Pero precisamente porque no nos importa mucho, es que es necesario que Dios Permita que VEAMOS esas CONSECUENCIAS de NUESTRAS malas acciones, así sean consecuencias que percibimos como nefastas, crueles o catastróficas. Porque solo así acabamos entendiendo que ESE NO ES el camino.
Desde luego que no se trata de "recomendar" una lapidación u otra acción bárbara como un "deber ser". Como en realidad tampoco se trataba de "recomendar" la ruptura matrimonial como un medio o camino de perfección. ESA es la parte que corresponde a la DUREZA de NUESTRO corazón.
Se trata, por el contrario, de LIMITAR lo que esa DUREZA de NUESTRO corazón sería capaz de hacer en caso de no tener esas normas con las que quedaba acotada y limitada. Se trataba, en este caso, de no permitir que cualquiera y sin mayor razón dejara a su mujer porque simplemente sus intereses egoístas ya no eran satisfechos por ella (cualquier parecido con el divorcio en el mundo moderno es mera coincidencia, he, he), sino LIMITAR las separaciones a aquellos casos graves en donde a la dureza del corazón del hombre le parecía más incomprensible mantener la unión. Igualmente, y dado el sistema bárbaro de lapidaciones que imperaba en la antigüedad, NO se trataba de recomendar y fomentar esas lapidaciones para cualquier razón que uno quisiera poder poner, sino LIMITARLAS a situaciones serias que, por otro lado, mejor resaltaban como cuestiones importantes a las que era preciso poner especial atención.
Pero, obviamente, llegada la Perfección en la Gracia de Cristo, Gracia que hace al hombre capaz de superar la dureza de su corazón en favor de un verdadero y auténtico amor, esas limitaciones se hicieron innecesarias al quedar de manifiesto la crueldad del corazón humano por las que fueron permitidas.
En este contexto, lo más importante de todo es subrayar y resaltar cómo es que, si hoy nos podemos horrorizar de las lapidaciones y de otras formas de ejecución, eso es tan solo porque la Gracia del Evangelio nos hizo conscientes de lo nefastos que son esos métodos que la dureza de nuestros corazones inventó y utilizó de manera indiscriminada, y luego acotada, durante muchos siglos. Fue justamente el Evangelio que con estos malos argumentos se pretende rechazar, el que nos llevó a comprender esa barbarie y a asquearnos y alejarnos de ella. Nos regodeamos y nos engañamos con los progresos que nuestra civilización ha logrado como si los hubiesemos logrado por nuestro buen juicio y sensatez. Pero se nos olvida que nuestro "buen juicio y sensatez" a lo que nos llevó fue a inventar lo que hoy percibimos como cruel y equivocado, sin darnos cuenta de la Fuente que nos permitió darnos cuenta de ello, de tal suerte que, si no hubiese sido por el Evangelio, seguramente hoy las lapidaciones nos seguirían pareciendo lo más justo y normal... como ocurre aún hoy en día con las sociedades que no fueron directa o indirectamente influenciadas por la Luz y Justicia del Evangelio.
Declarar, pues "sucia" la Biblia por las normas que en el Antiguo Testamento acotaban nuestra maldad, es tanto como declara "sucia" el agua con la que nos hemos bañado, y decidir entonces dejar de bañarnos para "no ensuciarnos más", sin darnos cuenta de que lo que estamos observando es agua que se ha ensuciado precisamente por habernos quitado la suciedad a nosotros, y que, para limpiarnos más, debemos seguir bañándonos con ella en vez de tontamente alejarnos de la regadera con ese inútil argumento de que el agua del baño se ve sucia.
Hagamos entender, pues, a nuestros hermanos, que nuestra suciedad era tanta, que, para ese aprender a amar por nosotros mismos, Dios no podía quitarnos toda esa suciedad con una imposición externa, sino que ha sido preciso lavarnos y bañarnos muchas veces, y que si en este proceso hemos visto agua sucia, eso es solo el resultado de nuestra propia suciedad que está siendo limpiada, por lo que lo último que debemos de hacer si queremos quedar limpios es dejar de bañarnos, sino que, más bien, viendo la suciedad del agua debemos entender que la suciedad la seguimos generando, de modo que si dejamos de bañarnos, lejos de quedar limpios acabaremos embarrados en nuestra propia porquería... lo que en muchas instancias YA nos está pasando.
Que Dios te bendiga.