Querido hermano en Cristo.
Devoto13 escribió:Hola todos, hace poco que me ha surgido una duda respecto al tema de los elegidos de Dios y sobre cómo elige exactamente. Yo tengo entendido que Dios sabe de antemano quién se salvará y quién no, pues sabe las acciones que cada persona hará en su vida, siendo las personas las que por su libre albedrío se hacen salvas. Pero cuando pienso por ejemplo en personas que no tienen o no han tenido las posibilidades para conocer al Dios verdadero, parece como que Dios da posibilidades a los que Él elija, entonces sería Dios el que primero escoge quién se salvará y luego le pone los medios necesarios. Así que me hago un lío con este tema, ¿qué opináis vosotros?
La omnisciencia de Nuestro Dios tres veces Santo no influye en que uno se salve y el otro se condene, no es asi, la munificencia de Dios se manifiesta entre otras cosas
en la libertad con la cual doto a sus criaturas y por supuesto que esto es algo que no nos cabe en la cabeza, pero pobre seria Dios si nosotros cabalmente le comprendieramos. La verdad es que Dios nos ha hecho libres y siempre respetara este principio, mira si por ejemplo:
Si hubiese leido tu pregunta y decido no escribir respuesta alguna, Dios, (aunque sea cosa menuda este ejemplo) sabria que este tema estaria sin respuesta de mi parte en los venideros dias, pero como ahora la estoy escribiendo, Nuestro Omnicio Dios conocio de ante mano esta respuesta que escribo. Pero si adviertes, esto es algo que conoce Dios de ante mano pero no influye en que se haga o no, estamos hablando claro de la autodeterminacion, porque sin Dios nada podria existir.
Ahora permiteme compartirte esto del Beato Juan Duns Scoto comentado por el recien fallecido padre Jorge Loring:
2. Iba el filósofo franciscano irlandés Duns Scoto paseando por un camino y se encontró con un labrador que, sudoroso, hundía la reja del arado en la tierra dura. Empiezan a hablar de Dios. A las pocas palabras el labriego le interrumpe:
- ¿Me permite hacerle una pregunta?
- Vamos a ver.
- Dios lo sabe todo. Dios es infalible. No se puede equivocar. En este instante Dios sabe si me voy a salvar o si me voy a condenar. Ahora bien, si Dios sabe que me voy a salvar, por más que peque, me salvaré; en cambio, si Dios sabe que me voy a condenar, por más que me esfuerce, me condenaré. Por tanto, ¿para qué me voy a preocupar de hacer buenas obras?
- Dios conoce si te salvarás o condenarás, del mismo modo que conoce si este año recogerás una cosecha espléndida o lo perderás todo en una helada. Según tu razonamiento, como Dios ya sabe lo que ocurrirá con tu cosecha, y Dios no se puede equivocar, es inútil que te esfuerces en arar y sembrar la tierra. Recoge tu arado, vete a tu casa y espera a ver qué pasa.
Y abriendo su libro de rezos, siguió su paseo por el camino adelante. El labriego se quedó sin saber qué decir.
A pesar de la ciencia infalible de Dios, si él no sembraba, era cierto que no re-cogería cosecha. Y es que el recoger o no recoger cosecha, el que yo me salve o me condene, no ocurre porque Dios ya lo sabe; sino que Dios ya lo sabe desde ahora porque, de hecho, ocurrirá después.
Si tú dejas caer una piedra desde tu ventana, antes de que llegue al suelo, sabes que dará un golpe. Efectivamente, a los pocos segundos oyes el golpe. Pero el golpe no ocurrió porque tú lo sabías, sino que tú lo sabías porque de hecho iba a ocurrir necesariamente. La diferencia está en que nosotros sólo podemos conocer el futuro cuando éste depende de las leyes físicas necesarias, en cambio, Dios conoce también el futuro de los seres libres; pues por Él no pasa el tiempo. Dios conoce ya la película de tu vida, y sabe cómo va a terminar. Pero la película la haces tú, libre y voluntariamente.
Saldrá lo que tú quieras.
Si yo veo grabado en vídeo un partido de fútbol, al que he asistido personalmente, sé de antemano el resultado, pero no por eso soy responsable de la goleada. Dios conoce mi futuro, pues para Él todo es presente; pero mi futuro depende de mí.
El que se condena es porque no ha querido cooperar a las gracias que Dios le ha dado: «os he llamado y no me habéis escuchado»17; «tú eres culpable de tu perdición»18.
DEL LIBRO PARA SALVARTE, 33
Que Dios te bendiga.