¿Se podría decir en forma general que espíritu es comunicación?
saludos.
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Los angeles son "comunicacion pura"?
julian403 escribió:El alma es la forma del cuerpo, es decir, la esencia, lo que hace que el hombre sea hombre. Por ejemplo la forma de una mesa es tener 4 patas y servir de apoyo para objetos; así la forma del hombre es tener un cuerpo que lo diferencia e los demás, raciocinio que es la capacidad de abstracción de las cosas externas y la capacidad de formar conceptos, y parte de la forma del hombre es espiritual, donde el espíritu sería la capacidad de conocer y comunicarse con Dios. ¿es así?
Los angeles son "comunicacion pura"?
julian403 escribió:Porque desde la perspectiva que di en donde el alma es la forma del hombre, el espíritu sería un atributo de esta; es decir la parte del alma que conoce y se comunica con Dios, en donde dicho conocimiento es intelección (no a través de la razón )
La esencia de los angeles es espiritual, al decir esencia me refiero a la forma. ¿qué es lo que hace ser a un angel? tener conciencia, intelección y comunion que son los atributos del espíritu. Ahora serían esos atributos sin cuerpos porque no necesitan de algo que lo diferencien de los otros seres espirituales porque la diferencia está en el acto de la conciencia, intelecto y comunión que cada uno tiene. Al no haber dos seres espirituales puros que tengan la misma conciencia, intelecto y comunión no necesitan de cuerpo que lo diferencien.
¿es así?
Fragmento de un escrito de Agustín Fabra escribió:Origen de la confusión
Desde tempranas traducciones, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, ha prevalecido una confusión entre el significado de alma y de espíritu, lo cual ha desviado su verdadero significado. Y esto es debido al uso incorrecto de ambos términos para diferenciar cada uno de los conceptos.
Según Sir Lancelot Brenton (1809-1862), experto en versiones traducidas de la Septuaginta, o sea, de la Biblia israelita griega, la gran dificultad de los primeros traductores residía en la introducción de nuevas ideas teológicas, de las cuales ellos solo tenían los términos correctos en hebreo que debían incorporar al lenguaje de los gentiles, el cual para ese entonces carecía de nociones religiosas más allá de las propias de los paganos. He ahí la necesidad de usar muchas palabras y frases tratando de sarles un nuevo y apropiado sentido.
Había dos palabras en hebreo que carecían de equivalente en el griego koinés, dialecto en boga en aquel entonces: rowah como espíritu y nephesh como alma. Ambas fueron traducidas como psyche, la que asimismo fue usada para traducir del hebreo al griego una tercera palabra: mente. Por ello psyche vino a significar al mismo tiempo mente, espíritu y alma.
El objetivo de este estudio radica precisamente en demostrar lo más claramente posible el verdadero significado de los tres conceptos: espíritu, alma y cuerpo.
ESPIRITU
“En efecto, ¿qué hombre conoce lo íntimo del hombre sino el espíritu del hombre que está en él? Del mismo modo, nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios” (1 Corintios 2:11)
El término espíritu proviene del latín espíritus, que se traduce literalmente como soplo, aire finísimo, hálito, aliento y olor.
El espíritu del ser humano es el lugar en que establecemos toda comunicación con Dios. Y si vivimos plenamente sus mandatos, además a través del espíritu podremos ejercer simultáneamente tres acciones ligadas y totalmente coordinadas entre sí:
1. Discernir entre el bien y el mal: “Pues bien, yo por mi parte corporalmente ausente, pero presente en espíritu, he juzgado ya, como si me hallara presente, al que así obró” (1 Corintios 5:3).
2. Intuir la presencia del Espíritu Santo en nuestra vida: “Pero, al instante, conociendo Jesús en su espíritu lo que ellos pensaban en su interior, les dice: ¿por qué pensáis así en vuestros corazones?” (Marcos 2:8).
3. Adorar espiritualmente a Dios: “Pero llega la hora (y ya estamos en ella) en que los adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoren” (Juan 4:23).
Antes de la caída de Adán y Eva, el espíritu de la persona era la parte más noble de todo su ser, y tanto el alma como el cuerpo le estaban sujetos. Por el espíritu Adán percibía a Dios y estaba en comunión con El. Pero después de la caída el espíritu del hombre perdió el control y la comunión con Dios y el alma tomó dicho control, dominando así tanto al cuerpo como al espíritu.
Fue el mensaje de Jesús principalmente el que hizo que el ser humano se diese cuenta de su estado espiritual y de que necesitaba estar en unión con Dios. Esta toma de conciencia por parte de la persona dio origen a que Dios empezara a recuperar su lugar en el ser humano, llenándolo con su poder: “Mas cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador y su amor a los hombres, El nos salvó, por obras de justicia que hubiésemos hecho nosotros, sino según su misericordia, por medio del baño de regeneración y de renovación del Espíritu Santo, que derramó sobre nosotros con largueza por medio de Jesucristo nuestro Salvador, para que, justificados por su gracias, fuésemos constituidos herederos, en esperanza de vida eterna” (Tito 3:4-7).
El propósito de Dios es que el espíritu recupere el gobierno sobre el alma y, a través de ésta, sobre el cuerpo, ya que la vida del cristiano necesita ser gobernada por el espíritu. Si el espíritu es fuerte y tiene control sobre el alma y el cuerpo, la persona será un cristiano espiritual. Si por el contrario el alma, aliada con los apetitos del cuerpo, es quien tiene el control, será un cristiano carnal.
Para que el cristiano logre la victoria será necesario separar del todo el alma del espíritu, y ello sólo se logrará por medio de la Palabra de Dios, como podemos comprobar en Hebreos 4:12, cuyo texto hemos incluido en la primera página de la presentación de este estudio: “… penetra hasta la división entre alma y espíritu…” Es sólo la Palabra de Dios la que produce esa necesaria división entre alma y espíritu y, al menguar la influencia del alma, el espíritu se fortalece por el poder del Espíritu de Dios.
Si esta división entre alma y espíritu no se produce, el creyente seguirá fuertemente influenciado por el alma y, por ello, siempre siguen muchos objetivos entremezclados, a veces de acuerdo con la vida espiritual, y otras según con la vida espiritual. Pero si esta separación se produce, el creyente será capaz de detectar inmediatamente cualquier intento del alma por tomar el control, y así podrá rechazarla. De esta forma el espíritu podrá desarrollar su poder intuitivo de modo más agudo. Sólo después de haber experimentado esta separación podrá el cristiano entrar en posesión de un genuino sentido de pureza espiritual.
El creyente tiene que comprender que sólo el espíritu es el que da vida y que sólo cuando la persona vive por el espíritu llega a ser espiritual, tal como nos confirma el apóstol Juan: “El espíritu es el que da vida; la carne no sirve para nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y son vida” (Juan 6:63).
Como Dios es Espíritu, toda obra de Dios es espiritual y quienes sirven en ellas deben hacerlo en el espíritu. La efectividad del cristiano dependerá de si ha tenido la experiencia de haber aceptado al Espíritu Santo y de obrar de acuerdo a él. Y si ha sido así, sus sentidos espirituales han sido despertados y podrá experimentar el poder del Espíritu Santo.
El espíritu del creyente debe permanecer siempre activo y colaborando con Dios y con su obra, orando en el espíritu, escudriñando las Escrituras y meditando en las obras de Dios.
El cristiano debe ejercitarse en reconocer la voz del espíritu, distinguiéndola de las voces del alma de las del engañador. Cuando reconoce las verdaderas funciones del alma y las del espíritu sabrá que éste es y será siempre estable y apacible, y sus obras abundantes.
A L M A
“Y no teman a los que matan el cuerpo pero no pueden matar el alma; teman más bien a Aquel que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la gehena” (Mateo 10:28)
El término alma proviene del latín anima y del griego psique, que a su vez derivan del hebreo nefesh, y se refiere a un principio o entidad inmaterial e invisible que poseen los seres vivos. Etimológicamente hablando, la palabra latina anima se usaba para designar el principio por el cual los seres animados estaban dotados de movimiento propio. En este sentido tanto los animales como los seres humanos estarían dotados de alma.
El alma, ubicada entre el espíritu y el cuerpo, es la sede de la personalidad humana y un reducto inalienable, donde el ser humano tiene todo el poder de decisión. El alma puede definirse como el principio interior fundamental por el que pensamos, sentimos y deseamos, y por el que nuestro cuerpo es animado. El alma existe junto a nuestro organismo visible, interior a él, pero en gran manera independiente de él, y poseedor de vida propia.
“Entonces Yahvé Dios formó al hombre con polvo del suelo e insufló en sus narices aliento de vida (nefesh), y resultó el hombre un ser viviente” (Génesis 2:7). Cuando Dios creó al hombre quiso que su espíritu fuese como un amo, el alma como su mayordomo y el cuerpo como un criado. El amo (espíritu) encarga al mayordomo (alma) diversos asuntos, quien a su vez ordena al criado (cuerpo) que los lleve a cabo. Sin embargo con la caída, el alma se erigió en amo y el espíritu se adormeció; se rompió la comunión con Dios. La persona humana dejada de Dios tiene en función, normalmente, sólo el alma y el cuerpo. En cambio, el cristiano que ha nacido de nuevo vuelve a poseer el diseño original de Dios: espíritu, alma y cuerpo.
De las tres partes en que está constituido el ser humano, el alma es lo único que nos pertenece ya que el espíritu le pertenece a Dios, y el cuerpo regresa al polvo de la tierra. En el alma están todas nuestras decisiones, sentimientos, juicios, pensamientos y emociones. Nuestra obligación es la de doblegar los sentimientos mundanos de nuestra alma y hacerla dependiente del espíritu para que así, junto a nuestro cuerpo, nuestra trinidad esté totalmente entregada a Dios y obedezcamos su voluntad.
Funciones del alma Las emociones:
Afectos: Dios exige amor absoluto de sus hijos; es decir, con todo el corazón, alma y mente. Es algo muy difícil de lograr para quien no ha aceptado consciente y sinceramente a Dios en su corazón.
Deseos: Los deseos del alma se centran en el yo para su deleite y exaltación. Pero cuando el cristiano se entrega a Dios ya no hay ansiedad por alcanzarlos, sino un reposo total, ya que sólo a Dios se desea. La vida espiritual es una vida satisfecha en Dios.
Sentimientos: Es un camino muy irregular. Cuando los sentimientos están en la cúspide el creyente piensa que está en estado óptimo, que es espiritual. Cuando, por el contrario, se siente frío y seco, piensa que es un ser anímico y carnal. Pero esto no es así: en ambos casos es un cristiano anímico y vive por sentimientos. Pero es necesario que esos sentimientos provengan de un alma totalmente entregada a Dios. Un creyente emocional es inútil en las manos de Dios. Sólo apegando la voluntad propia a la de El se halla el perfecto reposo.
La mente:
Es el instrumento de nuestros pensamientos. Por medio de la mente la persona conoce, piensa, imagina, recuerda y entiende. El cristiano recién convertido necesita una profunda renovación mental para que su mente sea ampliada y fortalecida, y hacerla útil en las manos de Dios, pero siempre sujeta al espíritu. La vida cristiana no debe ser únicamente una vida desde el corazón si no está presente el entendimiento. De lo contrario se convierte en fanatismo, pues tanto puede llevar a la persona a cometer los más graves excesos, como a sostener las más absurdas herejías.
Debemos tener una mente renovada y abierta, libre de prejuicios, y que esté en condiciones de recibir y comprender la Palabra de Dios. Nuestra mente debe ser controlada y purificada por el Espíritu y llena de la Palabra de Dios.
La voluntad:
Es la capacidad que tiene el ser humano para poder tomar decisiones. Es el verdadero yo, el que tiene la mayor influencia sobre la persona. Dios creó una voluntad soberana y capaz de decidir por sí misma, pero debe estar siempre en obediencia a Dios y bajo su disciplina, para que tanto la voluntad de Dios como la del individuo sean una sola.
El alma en el pensamiento cristiano
Fue en la cristiandad cuando, después de muchos siglos de forcejeo, se aplicó la crítica a las diferentes psicologías de la antigüedad y, de entre los elementos esparcidos, se enfocó la verdad. La tendencia de la enseñanza de Cristo era centrar todo el interés en el lado espiritual de la naturaleza humana: la salvación o la pérdida del alma son el gran problema de la existencia humana.
El lenguaje del Evangelio es popular, no técnico, y de ahí que tanto psique como pneuma se usen indistintamente, o bien para el principio de vida natural, o bien para el espíritu en sentido estricto. En los escritos de Pablo de Tarso encontramos empleada una fraseología más técnica, pero con gran consistencia. La palabra psique se destina ahora a la vida completamente natural y pneuma a la vida espiritual.
Esta corriente paulina ocasionó uno de los más tempranos errores extendidos entre los escritores cristianos: la doctrina de la Tricotomía. Según ésta, el hombre perfecto, el teleios, consiste de tres partes: el cuerpo o soma, el alma o psique y el espíritu o pneuma. El cuerpo y el alma vienen por generación natural, mientras que el espíritu se da exclusivamente al cristiano convertido.
julian403 escribió:Entonces hablando cristianamente, ¿solo los cristianos tienen espíritu?
La Iglesia enseña que esta distinción no introduce una dualidad en el alma (Concilio de Constantinopla IV, año 870: DS 657). "Espíritu" significa que el hombre está ordenado desde su creación a su fin sobrenatural (Concilio Vaticano I: DS 3005; cf. GS 22,5), y que su alma es capaz de ser sobreelevada gratuitamente a la comunión con Dios (cf. Pío XII, Humani generis, año 1950: DS 3891). CEC.
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