Damian Arreola escribió:...
¿El desconocimiento de la "ley" te hace inocente?...
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El desconocimiento o ignorancia de la ley
humana NO exime su cumplimiento porque entre los hombres no podemos conocer si realmente esta ignorancia existe o no, y, de constituirse de otra manera los ordenamientos legales, sería relativamente fácil fingir una ignorancia inexistente para escapar al castigo de las violaciones a la ley cometidas, en realidad, con pleno conocimiento y conciencia de la ley.
Pero, en realidad, esa norma es una norma injusta, porque nadie puede estar realmente obligado a lo imposible; y si la ignorancia de la ley es invencible y sincera, entonces lo que la ley humana pretende es obligar a alguien a lo imposible (obedecer lo que no conoce) y, por consecuencia, esa norma es en realidad irracional e injusta.
Los ordenamientos legales sensatos, sin embargo, con frecuencia, pese a enunciar ese principio universal para asegurarse de que nadie pueda fingir una ignorancia inexistente para evadir la ley, por otra parte otorgan a los jueces la libertad necesaria para que sean ellos mismos los que juzguen sobre las situaciones particulares, y eviten imponer castigos severos en los casos en los que su juicio determine que hubo en realidad una sincera ignorancia.
Pero Dios es el Justo Juez, y Él CONOCE el interior de los corazones y TODA la verdad respecto a las intenciones de las personas. Por consiguiente, Él NO necesita de normas injustas para asegurar que los hombres no puedan burlar Su Ley, sino que Él Juzga SIEMPRE con Justicia.
En consecuencia, la sincera ignorancia invencible, en el caso de la ley moral SI es motivo de que la culpa pueda disminuir o incluso ser completamente nula.
Por supuesto que la ignorancia culpable, es decir, aquella que ha sido negligente para informarse de lo que debería conocer o que, peor aún, ha intencionalmente evitado informarse para no saber lo que no le conviene saber, SI implica culpa.
Ahora bien, Dios ha inscrito la Ley Moral en nuestros corazones, de tal suerte que, aún existiendo cierta ignorancia sobre una situación concreta, nuestra conciencia nos puede indicar el camino correcto o, como se ha dicho en el tema, que algo "no cuadra bien". Y si esto ocurre es OBLIGACIÓN de la persona seguir el dictado de su conciencia.
Sin embargo, también puede ocurrir que la situación no sea tan bizarra y descarada, sino sea uno confundido intencionalmente mediante hábiles engaños, diseñados para que la persona tienda a ver como inocente, bueno o natural algo que en realidad es perverso. Evidentemente si la persona llega a tener algún indicio de esa perversión, pues nuevamente debe seguir el dictado de su conciencia en vez de tratar de racionalizarlo pensando que "está exagerando". Pero si, por el contrario, el engaño está tan bien montado que la persona DE VERDAD cree que lo que hace es bueno o, al menos inocente o indiferente, entonces eso es ignorancia invencible y, como ya dijimos, SI disminuye o hasta nulifica la culpa moral.
Del Catecismo:
1790 La persona humana debe obedecer siempre el juicio cierto de su conciencia. Si obrase deliberadamente contra este último, se condenaría a sí mismo. Pero sucede que la conciencia moral puede estar afectada por la ignorancia y puede formar juicios erróneos sobre actos proyectados o ya cometidos.
1791 Esta ignorancia puede con frecuencia ser imputada a la responsabilidad personal. Así sucede ‘cuando el hombre no se preocupa de buscar la verdad y el bien y, poco a poco, por el hábito del pecado, la conciencia se queda casi ciega’ (GS 16). En estos casos, la persona es culpable del mal que comete.
1792 El desconocimiento de Cristo y de su Evangelio, los malos ejemplos recibidos de otros, la servidumbre de las pasiones, la pretensión de una mal entendida autonomía de la conciencia, el rechazo de la autoridad de la Iglesia y de su enseñanza, la falta de conversión y de caridad pueden conducir a desviaciones del juicio en la conducta moral.
1793 Si por el contrario, la ignorancia es invencible, o el juicio erróneo sin responsabilidad del sujeto moral, el mal cometido por la persona no puede serle imputado. Pero no deja de ser un mal, una privación, un desorden. Por tanto, es preciso trabajar por corregir la conciencia moral de sus errores.
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1860. La ignorancia involuntaria puede disminuir, si no excusar, la imputabilidad de una falta grave, pero se supone que nadie ignora los principios de la ley moral que están inscritos en la conciencia de todo hombre. Los impulsos de la sensibilidad, las pasiones pueden igualmente reducir el carácter voluntario y libre de la falta, lo mismo que las presiones exteriores o los trastornos patológicos. El pecado más grave es el que se comete por malicia, por elección deliberada del mal.
Saludos y bendiciones