Una pregunta

La Teología es la ciencia de Dios en cuanto Dios, conocida a partir de la revelación. La Teología es y debe seguir siendo la humilde sierva de la Palabra de Dios. Al ser un servicio, la Teología tiene que ejercer su tarea en comunión con el Magisterio. En las materias difíciles entre las que se mueve es compatible que haya cierta diversidad de opiniones, no graves, en el marco de la unidad de la fe y la fidelidad al Magisterio, ya que la historia demuestra que siempre ha habido lugar en la Iglesia para una gran diversidad de teólogos y de teologías. La fe es una, sí, pero ¡qué diferencia existe entre las teologías de Justino, Cipriano, Orígenes, San Agustín o Santo Tomás de Aquino! Esta diversidad también trae ventajas para la Iglesia y ha sido fuente de progreso teológico. Por ello este es un espacio de discusión sobre temas opinables de la teología, pero estrictamente dedicado a lo que se opina en las diversas escuelas para exponer y defender una u otra posición y dar de esta forma una visión de conjunto, recordando que no hay verdadera Teología sin Magisterio y sin fe

Moderadores: raulalonso, Catholic.net, mayra novelo, Moderadores Animadores

Una pregunta

Notapor Ariel » Mié Feb 13, 2013 9:11 pm

Dios nos pide amar al prójimo. Sin embargo, por lo que se o entiendo, los ángeles o demonios no son prójimos. En caso que lo fueran, amar a los ángeles no sería difícil, ¿pero se podría o debería amar a los demonios? ¿cuál es la actitud de un cristiano frente a un demonio como ser angelical (caído), más allá de reprobar los pecados que provocan en la Humanidad?

Parece una pregunta fuerte, pero se me cruzó por la cabeza y quisiera sacarme esa duda de ser posible.

Bendiciones!
Avatar de Usuario
Ariel
Moderador Animador
 
Mensajes: 893
Registrado: Mié Jul 22, 2009 9:35 am
Ubicación: Argentina

Re: Una pregunta

Notapor tito » Mié Feb 13, 2013 9:51 pm

Esa pregunta ya la habia contestado por el 2006 Eduarod:

Esto ( amar al Diablo como nuestro projimo) , como dice Asterix, es una cuestión teológica complicada. Pero no sin respuesta.
En efecto, Dios creó bueno al demonio, y fue éste quien, en ejercicio de la libertad que le fué concedida, escogió la rebeldía.
¿Pero acaso no quedó NADA bueno en él? Pues no, no es así: si no hubiese quedado NADA bueno, no subsistiría. Luego entonces quedó algo bueno.
¿Pero esto bueno que quedó, nos permite amarle a él?
Aquí está el meollo de la cuestión. La respuesta es NO, pero es conveniente dar algunas explicaciones para entender bien esa respuesta:
1. No es lo mismo amar a una persona u objeto que a aquello que lo posee. Así, lo que esos elementos nos permiten en principio es admirar la grandeza y belleza con al que fueron creados, es decir, nos permiten amar la grandeza de Dios que los creó en forma buena y ordenada. Pero no necesariamente eso nos permite amar a la persona que los posee.
2. Lo anterior no basta por si mismo para afirmar la posibilidad o no de amarle. Pero lo siguiente sí: no se puede "amar en abstracto", en ese caso, lo que se ama son las propias ideas y no al "objeto" al que se supone que se pretende dirigir ese amor. Por consiguiente, el que ama a una persona, la debe amar verdaderamente a ella y no a un concepto idealizado o perfeccionado de la misma. Ahora bien, el amor antes que nada, lo que representa es una entrega, un deseo de dar y compartir con la persona amada. Pero es evidente que esto no puede ser realizado con el demonio, pues en cuanto a persona angélica, su decisión en contra de Dios y el hombre es definitiva (vean lo que dice JACL, en su aporte original, con lo que estoy de acuerdo). De esta manera, si nosotros tratamos de amarle en cuanto a persona, lo que estamos implicando con ello es nuestro deseo de entregarnos a él y compartir con él lo que Dios nos ha dado. Pero dado que él mismo (el demonio) ha ordenado su voluntad y todas las potencias de su ser a nuestra destrucción:



Entonces se libró una batalla en el cielo: Miguel y sus Ángeles combatieron contra el Dragón, y este contraatacó con sus ángeles, pero fueron vencidos y expulsados del cielo. Y así fue precipitado el enorme Dragón, la antigua Serpiente, llamada Diablo o Satanás, y el seductor del mundo entero fue arrojado sobre la tierra con todos sus ángeles. Y escuché una voz potente que resonó en el cielo:
"Ya llegó la salvación,
el poder y el Reino de nuestro Dios
y la soberanía de su Mesías,
porque ha sido precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que día y noche los acusaba delante de nuestro Dios.
Apocalipsis 12, 7-10





Así pues, dado ese ordentamiento que Satanás ha hecho de sus propias potencias; tratar de compartir o entregarle algo equivale necesariamente a ofrecerlo para su destrucción. NO es entonces como a un hermano en rebeldía (ser humano), en el que este ofrecimiento puede ser el medio por el que la bondad de Dios se le manifieste por vez primera de manera en la que él la pueda entender y percibir, de modo que su corazón sea movido hacia la conversión. No, con el demonio las cosas no son así; sino que todo lo que le ofrezcamos lleva garantizado el hecho de que será destruido o, peor aún, tergiversado y utilizado en nuestra propia contra para nuestra destrucción. Y esto es una diferencia fundamental, pues entonces caemos de lleno en esta advertencia evangélica:

No den las cosas sagradas a los perros, ni arrojen sus perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen y después se vuelvan contra ustedes para destrozarlos.
Mateo 7, 6




Por consiguiente, si el mismo Cristo nos indica que no es correcto enviar los dones que Él nos ha dado a semejante pisoteo, destrucción y/o tergiversación; pues entonces con toda seguridad podemos concluir que no es correcto ofrecer, a través de la donación propia del amor, tales dones al demonio, pues esto equivale a ofrecer los dones que Dios nos ha dado a nosotros mismos para su destrucción, lo que equivale a su vez a menospreciarlos, de tal manera que no avanzamos con ello en el amor de Dios, que es lo único que nos debe mover en todas nuestras acciones. Por consiguiente, no es correcto amarle en cuanto persona.

Y en cuanto a esto, NO vale el argumento de que nosotros ofrecemos en buena intención y que lo que se haga con nuestros dones depende del maligno. Y aquí hay una distinción muy delicada, pues en verdad bajo estas razones es que Dios le concedió los inmensos dones con los que le dotó en primer lugar, por lo que podría parecer que es bueno seguir haciéndolo ahora. Pero el punto es que Dios concedió esos dones ANTES de la elección, es decir, cuando el maligno todavía no decidía si ser fiel o no, pues recién era creado; pero en cambio, ahora ha elegido, y esa elección suya es la que determina el uso que hará de los dones adicionales que reciba, ya sea por parte de Dios o por parte nuestra. Por eso, en función de esa elección que nos es conocida, es que ya no existe esperanza de un buen uso de los dones y, por lo mismo, se vuelve intrínsecamente malo ofrecérselos.
Así, el don de Dios se ofreció entonces, ANTES de la caída, es decir, cuando las potencias del demonio estaban aún correctamente ordenadas. En cambio esto se ofrecería DESPUÉS de la elección, es decir, cuando las potencias ya están corruptas.
Ahora bien, si Dios concedió esos dones aún sabiendo el uso que se les daría (lo que es evidente que conocía), o más aún, si incluso ahora ofrece aún algunos dones al maligno (p.ej. mantenerle en la existencia) esto es en respeto de la libertad que Él mismo otorgó. Es decir, si Dios negara la existencia inicial o terminara la existencia de los seres que en uso de su libertad le son infieles, entonces no existiría en realidad tal libertad. Y esto afectaría no sólo a los infieles, sino, lo que es mucho más grave, los principales afetados serían los que son fieles; pues no podrían amar a Dios en libertad (lo que en realidad es el verdadero uso que se debe dar a la libertad y en el que esta misma encuentra su fundamento: intrínsecamente subordinada al amor), pues en todos el temor a ser destruidos sería una coacción invencible para permancer fieles, fidelidad y amor que no se darían entonces libremente, sino por obligación. Y la triste consecuencia de esto es que entonces nadie podría conocer la verdadera felicidad que es únicamente posible alcanzar a través de la donación y entrega plenas y absolutamente voluntarias que se dan en el Amor. En otras palabras: nadie podría amar realmente, nadie podría, entonces, participar de la felicidad de la entrega Trinitaria de la que hemos sido llamados a participar todas las personas dotadas de inteligencia, libertad y voluntad, tanto angélicas, como humanas. Y ese amor, por el que se entrega el hombre a Dios en plenitud, no se agota en Él, sino se desborda y se comparte sobre todas las creaturas que participan del mismo (vease como queda excluido entonces el demonio, sus ángeles seguidores, y las personas humanas que son definitivamente condenadas, aunque ciertamete no las que viven en este mundo y aún pueden arrepentirse y participar). Como bien indica Nubecita:


Otra cosa es amar al los ángeles buenos y al prójimo, ese es un mandamiento que tenemos que cumplir, y se esta refiriendo a los más juntos, los más cercanos a nosotros, que son los que nos hacen la vida difícil, no a los que viven lejos y no conocemos no nos molestan, amar a esos prójimos es muy fácil, Jesucristo se refería a los que nos hacen sufrir, padecer, por ellos hay que pedir, perdonar y orar.


Dios les bendiga





RESUMEN:

En resumen: es correcto amar y admirar los dones que Dios puso en el demonio (p.ej. su inteligencia), pues como todo lo que Dios hizo, en sí mismo es bello y perfecto, por lo que, muy a pesar del mismo demonio, ello nos sirve a nosotros para nuestra propia edificación, pudiendo Amar más y mejor a Dios a través de los dones que en él puso. Pero una cosa muy diferente y que NO se debe de hacer es amar al demonio mismo en cuanto a persona, puesto que esto equivale a ofrecer los dones que Dios nos ha dado para su destrucción, lo que lejos de acercarnos a Dios, nos aleja de Él.


Saludos y bendiciones en la paz de Cristo a ustedes y a todos.
¡Ay, los que llaman al mal bien, y al bien mal;
que dan oscuridad por luz, y luz por oscuridad;
que dan amargo por dulce, y dulce por amargo! Isaías 5,20


Imagen
Avatar de Usuario
tito
Moderador Animador
 
Mensajes: 1881
Registrado: Mié Jul 22, 2009 9:35 am

Re: Una pregunta

Notapor Ariel » Jue Feb 14, 2013 9:59 am

Me quedó clarísimo con esa publicación. Gracias Tito por publicarla nuevamente y Eduarod por tal explicación.

Pero, la pregunta ahora la hago de manera inversa, pues eso no he visto que se haya aclarado, y es la siguiente, ¿se puede y/o se debe odiar al demonios y sus ángeles caídos? En caso de ser posible, ¿no es el odio un sentimiento del Infierno o hay "odios" bueno y "odios" malos?

Bendiciones!
Avatar de Usuario
Ariel
Moderador Animador
 
Mensajes: 893
Registrado: Mié Jul 22, 2009 9:35 am
Ubicación: Argentina

Re: Una pregunta

Notapor Hector04 » Jue Feb 14, 2013 9:18 pm

Se puede odiar lo que se conoce, pero no se puede amar lo que no se conoce.
Para amar a un demonio debes conocerlo y a esa altura creo q ya tienes dos amos
Hector04
 
Mensajes: 164
Registrado: Mié Jul 22, 2009 9:35 am

Re: Una pregunta

Notapor tito » Dom Feb 17, 2013 8:43 pm

¡Ay, los que llaman al mal bien, y al bien mal;
que dan oscuridad por luz, y luz por oscuridad;
que dan amargo por dulce, y dulce por amargo! Isaías 5,20


Imagen
Avatar de Usuario
tito
Moderador Animador
 
Mensajes: 1881
Registrado: Mié Jul 22, 2009 9:35 am

Re: Una pregunta

Notapor Ariel » Mar Feb 19, 2013 9:29 pm

Gracias Tito, se me aclararon todas las dudas. :D

Bendiciones!
Avatar de Usuario
Ariel
Moderador Animador
 
Mensajes: 893
Registrado: Mié Jul 22, 2009 9:35 am
Ubicación: Argentina


Volver a Controversias teológicas - San Agustín de Hipona

¿Quién está conectado?

Usuarios registrados: Bing [Bot], Google [Bot]

Reportar anuncio inapropiado |
Reportar anuncio inapropiado |