¿Redención sin expiación?

La Teología es la ciencia de Dios en cuanto Dios, conocida a partir de la revelación. La Teología es y debe seguir siendo la humilde sierva de la Palabra de Dios. Al ser un servicio, la Teología tiene que ejercer su tarea en comunión con el Magisterio. En las materias difíciles entre las que se mueve es compatible que haya cierta diversidad de opiniones, no graves, en el marco de la unidad de la fe y la fidelidad al Magisterio, ya que la historia demuestra que siempre ha habido lugar en la Iglesia para una gran diversidad de teólogos y de teologías. La fe es una, sí, pero ¡qué diferencia existe entre las teologías de Justino, Cipriano, Orígenes, San Agustín o Santo Tomás de Aquino! Esta diversidad también trae ventajas para la Iglesia y ha sido fuente de progreso teológico. Por ello este es un espacio de discusión sobre temas opinables de la teología, pero estrictamente dedicado a lo que se opina en las diversas escuelas para exponer y defender una u otra posición y dar de esta forma una visión de conjunto, recordando que no hay verdadera Teología sin Magisterio y sin fe

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¿Redención sin expiación?

Notapor Carlos64 » Vie Sep 20, 2013 8:18 pm

He tenido oportunidad de leer en otros sitios de la red referencias a posturas teológicas (muy novedosas, según se postulan a sí mismas) que niegan la necesidad e importancia de la expiación del pecado a través de la Cruz de Cristo. En otras palabras, estas tesis rechazan que la Pasión de Jesús (su dolor, su crucifixión, su muerte, todo voluntariamente aceptado) fuera necesaria en la redención. Y abogan más bien porque el sólo amor fue el recurso suficiente para que la redención tuviera efecto, de manera que descansan sobre una escisión entre el amor de Dios y la Cruz (como si fuera posible entender el amor divino a través de Cristo sin la Cruz). Van más allá, pues postulan además que la expiación del pecado por la Cruz no es un contenido dogmático de nuestra fe.

Como católico no puedo estar de acuerdo con esto. La novedad teológica estableciendo distancia de la fe apostólica. ¿Qué opinan ustedes, hermanos en la fe?
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Re: ¿Redención sin expiación?

Notapor Verdad y Caridad » Dom Sep 22, 2013 4:03 pm

Al contenido del dogma no se le pueden oponer opiniones personales o novedades teológicas; tal vez si se publica esto en apologética alguien pueda defender esa posición si es que deseas confrontarla. Por otro lado es bueno que compartas lo que la ICAR , en su doctrina, tiene para decirnos. ;)
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Re: ¿Redención sin expiación?

Notapor Carlos64 » Lun Sep 23, 2013 1:38 am

Verdad y Caridad, gracias por responder. Más que como un tema de apologética, lo veo como una controversia teológica que toca un punto esencial de nuestra doctrina católica. El magisterio teológico de la Iglesia siempre ha esgrimido a la Cruz de Cristo como un elemento fundamental de su ministerio redentor, y salen a a la luz propuestas teológicas que niegan esa importancia y buscan una re-definición del amor de Cristo al margen de la expiación del pecado. A tal efecto cuestionan la necesidad del sufrimiento de Cristo para la salvación del a humanidad y no conciben que la voluntad del Padre amoroso haya sido que el Hijo sufriera.

Pero igual es posible que publique esta inquietud en apologética, como usted sugiere. Lo estimaré según la respuesta que encuentre en esta sección.

Que el Señor le bendiga.
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Re: ¿Redención sin expiación?

Notapor IvanEstoico » Vie Sep 27, 2013 6:24 pm

Queridos hermanos en Cristo.

La intencion de estos teologolos al aseverar tal cosa, mas que el deseo de profundizar es el de decir algo que solo ellos saben, granjear loores talvez y cual dia diafano su postura es evidentemente errada, la Iglesia nos instruye en la verdad y es clara a este respecto, ademas, la Sagrada Escritura no les favorece en nada.

San Pablo a los Efesios 2 [16] y los reconcilió con Dios en un solo Cuerpo, por medio de la cruz, destruyendo la enemistad en su persona.


Que Dios derrame sus bendiciones sobre nosotros.
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Re: ¿Redención sin expiación?

Notapor Masm1978 » Mar Oct 01, 2013 12:32 am

Hola, Carlos 64,

He sabido también de las "innovaciones teológicas" que señalas. Pienso que su esencia son cuando menos cuatro planteamientos: 1) la salvación no requería expiación, porque Dios no necesita satisfacción; 2) La Cruz y el Amor son incompatibles o contradictorios; 3) el martirio del Señor Jesucristo fue un hecho circunstancial; y 4) la salvación sólo emana del Amor de Dios manifiesto a través del Señor Jesucristo. Veamos cada punto.

1) Es verdad que Dios, en Su omnipotencia y Su suprema bondad, podía salvarnos como lo deseara, es decir, valerse del medio que considerase óptimo. Pero, precisamente desde Su perfección, quiso que fuese el sacrificio, la expiación, el medio idóneo. ¿Por qué? Quizá existen cuando menos cuatro razones:

a) existía una larga tradición de sacrificios, como ofrendas a Dios, en la Antigua Alianza; dichas oblaciones manifestaban muy probablemente una pedagogía del carácter derivado, dependiente y subordinado del mundo, criatura, con respecto a Dios, su creador; de tal modo, Dios quiso sellar la Antigua Alianza, con su legalismo y sacrificios, con una ofrenda perfecta, definitiva y absoluta, como signo eficaz de la Nueva Alianza.

b) el Señor Jesucristo, en la Cruz, representó un conjunto de síntesis insuperables y únicas: sacerdote y sacrificio; pastor y cordero; Dios y Hombre; trascendencia e inmanencia; eternidad e historicidad; glorificación y anonadamiento; etc.; es decir, forjó en Su persona y con Su acto una nueva relación de Dios y el mundo; Su sacrificio, en sí mismo, fue también una Revelación.

c) la estructura simbólica autosacrificio-muerte-resurrección manifiesta una realidad esencial: sólo afrontando al mal es posible vencerlo; no se supera al mal ocultándolo bajo el tapete o tapándolo con un dedo, sino enfrentándolo para así destruirlo; de tal modo, del mal surge el bien, por la prodigiosa acción de Dios, como de la muerte del grano de trigo surge la fecundidad de la planta. Como dice San Pablo: «donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia» (Romanos 5, 20).

d) Dios no necesita satisfacción, pero nosotros sí necesitamos ser rescatados. Como dice la Escritura: «Ustedes saben que fueron rescatados de la vana conducta heredada de sus padres, no con bienes corruptibles, como el oro y la plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, el Cordero sin mancha y sin defecto, predestinado antes de la creación del mundo y manifestado en los últimos tiempos para bien de ustedes» (1 Pedro 1, 18-20) y «A aquel que no conoció el pecado, Dios lo identificó con el pecado en favor nuestro, a fin de que nosotros seamos justificados por Él» (2 Corintios 5, 21). De tal modo, el medio óptimo para nuestra reivindicación, para nuestro rescate, fue el sacrificio redentor del Señor.

2) En efecto, como bien decía San Pablo, la Cruz parece ser «un escándalo y una locura», pero es en realidad «fuerza y sabiduría de Dios» (1 de Corintios 1, 23-24). Pues, como afirmó el Señor Jesucristo: «No hay amor más grande que dar la vida por los amigos» (Juan 15, 13). San Juan, igualmente, equipara bellamente al amor y el sacrificio redentor del Señor Jesús, al afirmar: «Así Dios nos manifestó Su amor: envió a Su Hijo único al mundo, para que tuviéramos Vida por medio de Él. Y este amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó primero, y envió a Su Hijo como víctima propiciatoria por nuestros pecados» (1 Juan 4, 9-10). Así pues, el testimonio de la Escritura es inequívoco y muy claro al correlacionar de manera indisoluble al inmenso amor de Dios por la humanidad y la misión redentora-sacrificial de Nuestro Señor Jesucristo. No se trató de un frío acto de exigencia o ciega justicia, sino de Amor, de Amor extremo, radical y perfecto (Juan 3, 16; 13, 1; Efesios 5, 2; etc.).

3) El Catecismo de la Iglesia niega rotundamente que el martirio del Señor hubiese podido ser algo circunstancial, al afirmar: «La muerte violenta de Jesús no fue fruto del azar en una desgraciada constelación de circunstancias. Pertenece al misterio del designio de Dios» (núm. 599), pues San Pedro afirma: «A Jesús de Nazaret, el hombre que Dios acreditó ante ustedes realizando por su intermedio los milagros, prodigios y signos que todos conocen, a ese hombre que había sido entregado conforme al plan y a la previsión de Dios, ustedes lo hicieron morir, clavándolo en la cruz por medio de los infieles. Pero Dios lo resucitó, librándolo de las angustias de la muerte, porque no era posible que ella tuviera dominio sobre Él» (Hechos 2, 22-24). Así pues, fue la Voluntad de Dios que el acto redentor del Señor Jesucristo fuese como fue, pues era el «medio más oportuno para liberar al hombre», como afirma Santo Tomás de Aquino ('Suma Teológica' IIIa, q. 46, a. 3).

4) Por supuesto, la misión del Señor Jesucristo no fue sólo padecer y morir, sino que toda Su Vida fue Gracia para el hombre y ofrenda para el Padre. Básicamente, Él pasó por el mundo haciendo el Bien (Hechos 10, 38) y quizá Su mensaje más esencial fue revelarnos que Dios es Amor. Pero el clímax de Su misión, la expresión más vehemente y perfecta del Amor de Dios fue a través de Su entrega a la muerte de cruz, pues sólo así podíamos ser reivindicados. Como afirma San Pablo: «cuando todavía éramos débiles, Cristo, en el tiempo señalado, murió por los pecadores. Difícilmente se encuentra alguien que dé su vida por un hombre justo; tal vez alguno sea capaz de morir por un bienhechor. Pero la prueba de que Dios nos ama es que Cristo murió por nosotros cuando todavía éramos pecadores» (Romanos 5, 6-8). Toda la vida terrenal y la predicación del Señor fue salvífica para la humanidad, pero el momento culminante de Su misión fue Su muerte y resurrección, pues así fuimos rescatados de la inmanencia, el pecado y la muerte.

Saludos cordiales y bendiciones para todos.
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Re: ¿Redención sin expiación?

Notapor tralalá » Mar Oct 01, 2013 9:04 am

20 de noviembre de 1947.
CARTA ENCÍCLICA
MEDIATOR DEI
DEL SUMO PONTÍFICE
PÍO XII
A LOS VENERABLES HERMANOS PATRIARCAS,
PRIMADOS, ARZOBISPOS, OBISPOS Y DEMÁS ORDINARIOS
EN PAZ Y COMUNIÓN CON LA SEDE APOSTÓLICA
SOBRE LA SAGRADA LITURGIA

Venerables Hermanos Salud y Bendición Apostólica.

INTRODUCCIÓN

A) Jesucristo, Redentor del mundo

1. «El Mediador entre Dios y los hombres» [1], el gran Pontífice que penetró hasta lo más alto del cielo, Jesús, Hijo de Dios[2], al encargarse de la obra de misericordia con que enriqueció al género humano con beneficios sobrenaturales, quiso, sin duda alguna, restablecer entre los hombres y su Criador aquel orden que el pecado había perturbado y volver a conducir al Padre celestial, primer principio y último fin, la mísera descendencia de Adán, manchada por el pecado original.

2. Por eso, mientras vivió en la tierra, no sólo anunció el principio de la redención y declaró inaugurado el Reino de Dios, sino que se consagró a procurar la salvación de las almas con el continuo ejercicio de la oración y del sacrificio, hasta que se ofreció en la cruz, víctima inmaculada para limpiar nuestra conciencia de las obras muertas y hacer que tributásemos un verdadero culto al Dios vivo[3].

3. Así, todos los hombres, felizmente apartados del camino que desdichadamente los arrastraba a la ruina y a la perdición, fueron ordenados nuevamente a Dios para que, colaborando personalmente en la consecución de la santificación propia, fruto de la sangre inmaculada del Cordero, diesen a Dios la gloria que le es debida.


Digo: Si DIOS estableció y realiza la historia de nuestra Salvación según sus propios planes a través del sufrimiento y la cruz, ¿no es muy arrogante de nuestra parte opinar que no era necesario, que para qué el sacrificio?

ÉL los bendiga. Tralalá
Todo sea para la mayor honra y gloria de DIOS por
amor a Jesús, María y José.
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Acompáñennos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amen.
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Re: ¿Redención sin expiación?

Notapor IvanEstoico » Mar Oct 01, 2013 10:57 am

Queridos hermanos en Cristo.

Gracias Masm1978 y Tratalita por lo que nos comparten y hermanita coincido completamente contigo, nuestra mente limitada al osar comprender los designios de Dios no es mas que una caricatura.

Que Dios derrame sus bendiciones sobre nosotros.
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Re: ¿Redención sin expiación?

Notapor Carlos64 » Vie Oct 04, 2013 2:02 pm

Gracias a todos los que han aportado. Masm1978, Ivanestoico, Verdad y Caridad, Tralalá... Bendiciones en Cristo.

Sin duda estas posturas teológicas, que pretenden que el cristianismo prescinda de la Cruz de Cristo como eje esencial de su ministerio redentor y como máxima expresión del amor divino en lo que hace a la inmanencia de Dios --esto es, la presencia amorosa de Dios en la historia humana para rescatar a esa humanidad mediante la expiación del pecado, ofreciéndose Él mismo, en la Persona del Hijo, como la única víctima, desde su humanidad concreta y su divinidad, realmente propiciatoria-- entrañan el peligro de que nuestra doctrina se vea despojada de sus cimientos más profundos y nuestra vida como cristianos se reduzca (o distorsione) en aras de corrientes erróneas como, por decir dos ejemplos vigentes, el "evangelio de la prosperidad" y las creencias de la "Nueva Era", ambas con concepciones cristológicas inaceptables desde nuestra perspectiva como fieles católicos.

La teología de la Iglesia en torno al Misterio de Cristo, desarrollada a través de los siglos a la luz de su magisterio y expresada de forma diáfana en la actualidad por la obra cristológica del Papa Emérito, Benedicto XVI ("Jesús de Nazaret", partes I y II), es clara en la relación indisoluble entre el plan amoroso de Dios para la salvación del hombre y la necesaria expiación del mal (del abismo insondable del mal) a través de la muerte en Cruz de Cristo, única víctima realmente capaz de superar ese abismo insondable a través de su entrega.

Además de las referencias explícitas a la Cruz que ustedes han tenido a bien citar, el mismo Jesús hizo referencias menos explícitas en su ministerio profético, usando al efecto figuras (o símbolos) y exhortaciones. Así, tenemos la figura del grano de trigo que ha de morir para dar fruto (Juan XII, 24), o bien su exhortación a dejarlo todo, tomar la propia cruz y seguirlo (Mateo XVI, 24). La teología de Cristo sin la Cruz sólo pude fundamentarse en un alejamiento gratuito de las Escrituras.

Considero sus aportaciones muy valiosas y clarificadoras, especialmente la de Masm1978 por su sistematicidad y la de tralalá por su referencia al Magisterio Pontificio.

Ya lo dice nuestro credo: "por nuestra causa fue crucificado en tiempo de Poncio Pilato". Si la muerte en Cruz del Señor hubiera sido un evento meramente circunstancial, irrelevante per se para nuestra salvación, nuestro credo no podrìa afirmar esto.

El señor les bendiga.
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Re: ¿Redención sin expiación?

Notapor IvanEstoico » Sab Oct 05, 2013 6:59 pm

Queridos hermanos en Cristo:

Primariamente:
Porque Cristo, levantado sobre la tierra, atrajo hacia sí a todos (cf. Jn 12, 32 gr.); habiendo resucitado de entre los muertos (Rm 6, 9), envió sobre los discípulos a su Espíritu vivificador, y por El hizo a su Cuerpo, que es la Iglesia, sacramento universal de salvación; estando sentado a la derecha del Padre, actúa sin cesar en el mundo para conducir a los hombres a la Iglesia y, por medio de ella, unirlos a sí más estrechamente y para hacerlos partícipes de su vida gloriosa alimentándolos con su cuerpo y sangre. Así que la restauración prometida que esperamos, ya comenzó en Cristo, es impulsada con la misión del Espíritu Santo y por El continúa en la Iglesia, en la cual por la fe somos instruidos también acerca del sentido de nuestra vida temporal, mientras que con la esperanza de los bienes futuros llevamos a cabo la obra que el Padre nos encomendó en el mundo y labramos nuestra salvación (cf. Flp 2, 12).
CONSTITUCIÓN DOGMÁTICA SOBRE LA IGLESIA* LUMEN GENTIUM

I Timoteo 3 [15]: Por si me atraso. Así sabrás cómo comportarte en la casa de Dios, es decir, en la Iglesia del Dios viviente, columna y fundamento de la verdad.

Catecismo de la Iglesia [2032]. La Iglesia, “columna y fundamento de la verdad” (1 Tm 3, 15), “recibió de los Apóstoles [...] este solemne mandato de Cristo de anunciar la verdad que nos salva” (LG 17). “Compete siempre y en todo lugar a la Iglesia proclamar los principios morales, incluso los referentes al orden social, así como dar su juicio sobre cualesquiera asuntos humanos, en la medida en que lo exijan los derechos fundamentales de la persona humana o la salvación de las almas” (CIC can. 747, §2).

Como leemos la Iglesia nos vivifica con la linfa de la verdad, por lo que beber de otra fuente por más límpida que parezca jamás saciara nuestra sed de lo veraz, además consideremos lo siguiente:

24. La Sagrada Teología se apoya, como en cimientos perpetuos en la palabra escrita de Dios, al mismo tiempo que en la Sagrada Tradición, y con ella se robustece firmemente y se rejuvenece de continuo, investigando a la luz de la fe toda la verdad contenida en el misterio de Cristo. Las Sagradas Escrituras contienen la palabra de Dios y, por ser inspiradas, son en verdad la palabra de Dios; por consiguiente, el estudio de la Sagrada Escritura ha de ser como el alma de la Sagrada Teología. También el ministerio de la palabra, esto es, la predicación pastoral, la catequesis y toda instrucción cristiana, en que es preciso que ocupe un lugar importante la homilía litúrgica, se nutre saludablemente y se vigoriza santamente con la misma palabra de la Escritura.
CONSTITUCIÓN DOGMÁTICA DEI VERBUM

De donde se sigue que aseverar una redención sin expiación es inconsistente ya que la Sagrada Escritura nos dice al respecto:
II de Pedro 2 [24] El llevó sobre la cruz nuestros pecados, cargándolos en su cuerpo, a fin de que, muertos al pecado, vivamos para la justicia. Gracias a sus llagas, ustedes fueron curados.

Colosenses 1 [20] Por él quiso reconciliar consigo todo lo que existe en la tierra y en el cielo, restableciendo la paz por la sangre de su cruz.

Colosenses 2 [16] 14 El canceló el acta de condenación que nos era contraria, con todas sus cláusulas, y la hizo desaparecer clavándola en la cruz.

Efesios 2 [16] y los reconcilió con Dios en un solo Cuerpo, por medio de la cruz, destruyendo la enemistad en su persona.


Ademas:
Catecismo de la Iglesia [402] Todos los hombres están implicados en el pecado de Adán. San Pablo lo afirma: "Por la desobediencia de un solo hombre, todos fueron constituidos pecadores" (Rm 5,19): "Como por un solo hombre entró el pecado en el mundo y por el pecado la muerte y así la muerte alcanzó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron..." (Rm 5,12). A la universalidad del pecado y de la muerte, el apóstol opone la universalidad de la salvación en Cristo: "Como el delito de uno solo atrajo sobre todos los hombres la condenación, así también la obra de justicia de uno solo (la de Cristo) procura a todos una justificación que da la vida" (Rm 5,18).

Catecismo de la Iglesia [1992] La justificación nos fue merecida por la pasión de Cristo, que se ofreció en la cruz como hostia viva, santa y agradable a Dios y cuya sangre vino a ser instrumento de propiciación por los pecados de todos los hombres. La justificación es concedida por el Bautismo, sacramento de la fe. Nos asemeja a la justicia de Dios que nos hace interiormente justos por el poder de su misericordia. Tiene por fin la gloria de Dios y de Cristo, y el don de la vida eterna (cf Concilio de Trento: DS 1529)

La gravedad del pecado de nuestros primeros Padres no se mide con relación al ofensor, sino, al ofendido: Dios infinito, por lo que ni la humanidad toda (persona moral) era capaz de granjear la reparación del agravio, Dios fue el ofendido y Dios nos redimió. Cuan insondable es el Amor de nuestro Señor, así como es Justo es Misericordioso.

En fin, el asunto este de la redención sin expiación es evidentemente religiosidad vacua y que a la par de tantos teólogos que abandonan la ortodoxia cristiana obedece a una exigua vida de oración, por lo que nosotros queridos hermanos hagamos nuestras las palabras de nuestro Señor:
San Lucas 18 [1] Después le enseñó con una parábola que era necesario orar siempre sin desanimarse.


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Re: ¿Redención sin expiación?

Notapor idbtao » Jue Mar 05, 2015 1:17 am

por medio de ella, unirlos a sí más estrechamente y para hacerlos partícipes de su vida gloriosa alimentándolos con su cuerpo y sangre. Así que la restauración prometida que esperamos, ya comenzó en Cristo, es impulsada con la misión del Espíritu Santo y por El continúa en la Iglesia, en la cual por la fe somos instruidos también acerca del sentido de nuestra vida temporal, mientras que con la esperanza de los bienes futuros llevamos a cabo la obra que el Padre nos encomendó en el mundo y labramos nuestra salvación (cf. Flp 2,
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