Teología en la Iglesia y con la Iglesia.

La Teología es la ciencia de Dios en cuanto Dios, conocida a partir de la revelación. La Teología es y debe seguir siendo la humilde sierva de la Palabra de Dios. Al ser un servicio, la Teología tiene que ejercer su tarea en comunión con el Magisterio. En las materias difíciles entre las que se mueve es compatible que haya cierta diversidad de opiniones, no graves, en el marco de la unidad de la fe y la fidelidad al Magisterio, ya que la historia demuestra que siempre ha habido lugar en la Iglesia para una gran diversidad de teólogos y de teologías. La fe es una, sí, pero ¡qué diferencia existe entre las teologías de Justino, Cipriano, Orígenes, San Agustín o Santo Tomás de Aquino! Esta diversidad también trae ventajas para la Iglesia y ha sido fuente de progreso teológico. Por ello este es un espacio de discusión sobre temas opinables de la teología, pero estrictamente dedicado a lo que se opina en las diversas escuelas para exponer y defender una u otra posición y dar de esta forma una visión de conjunto, recordando que no hay verdadera Teología sin Magisterio y sin fe

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Teología en la Iglesia y con la Iglesia.

Notapor IvanEstoico » Dom Mar 09, 2014 2:32 am

Queridos hermanos en Cristo.

Leyendo al Obispo emérito de Roma Benedicto XVI en la entrevista que le hace el periodista polaco Wlodzimierz Redzioch sobre el beato Juan Pablo II, comenta: «Y sin embargo la Teología puede existir únicamente en la Iglesia y con la Iglesia» y traigo esto queridos hermanos ya que hoy en día y bueno mejor dicho en la historia de la Iglesia muchos teólogos parecen tener tan solo vagos recuerdos que la teología significa ahondar desde la razón el depósito de la fe que fielmente guarda la Iglesia, por lo que aquellas palabras del inmortal Pio XII deben ser tenidas en grande estima por quienes deseen en verdad hacer teología:
12. Por desgracia, estos amigos de novedades fácilmente pasan del desprecio de la teología escolática a tener en menos y aun a despreciar también el mismo Magisterio de la Iglesia, que con su autoridad tanto peso ha dado a aquella teología. Presentan este Magisterio como un impedimento del progreso y como un obstáculo de la ciencia; y hasta hay católicos que lo consideran como un freno injusto, que impide que algunos teólogos más cultos renueven la teología. Y aunque este sagrado Magisterio, en las cuestiones de fe y costumbres, debe ser para todo teólogo la norma próxima y universal de la verdad (ya que a él ha confiado nuestro Señor Jesucristo la custodia, la defensa y la interpretación del todo el depósito de la fe, o sea, las Sagradas Escrituras y la Tradición divina), sin embargo a veces se ignora, como si no existiese, la obligación que tienen todos los fieles de huir de aquellos errores que más o menos se acercan a la herejía, y, por lo tanto, de observar también las constituciones y decretos en que la Santa Sede ha proscrito y prohibido las tales opiniones falsas [2].
CARTA ENCICLICA, HUMANI GENERIS, DEL SUMO PONTÍFICE PIO XII

Muchos teólogos y sitios que se atribuyen a si el ilustrísimo y hermosísimo nombre de católicos más bien palidecen, pues, yacen enmarañados en las mortíferas redes de la mundanidad espiritual a la cual hace referencia el Romano Pontífice Francisco en su Evangelii Gaudium (93-97). Empero, así como tantos teólogos, filósofos y demás que pretendieron menoscabar la fe la Iglesia con vano intento ahora están abismados en el pretérito, así, de igual manera seguirá acaeciendo debido a que la Iglesia es una, santa, católica, apostólica y además asediada y perenne, mas repito que es cosa infructuosa pues es ir en contra de Dios mismo (Hechos 5,39).

El teólogo debe advertir que esta ante Misterios insondables: «Si has comprendido del todo es que no es Dios lo que has encontrado» (San Agustín). Por tanto, el teólogo que desdeña al Magisterio, tratando de justificar tales aberraciones por su acervo no hace más que evidenciar su hinchada soberbia y de estar sin norte en un dédalo atiborrado de conceptos. Pues la «Teología puede existir únicamente en la Iglesia y con la Iglesia». Doy gracias a Dios por tantos eximios teólogos de ciencia laudable que han hermoseado a nuestra amada Iglesia y que decir de los Apóstoles, Padres y Doctores eclesiásticos y de Místicos de innúmero legado:
Debemos siempre tener, para en todo acertar, que lo blanco que yo veo, creer que es negro, si la Iglesia Jerárquica así lo determina, creyendo que entre Cristo nuestro Señor, esposo, y la Iglesia su esposa, es el mismo Espíritu que nos gobierna y rige para la salud (salvación) de nuestras ánimas (almas), porque por el mismo Espíritu y señor nuestro, que dio los diez Mandamientos, es regida y gobernada nuestra santa madre Iglesia.
San Ignacio de Loyola, Reglas para sentir con la Iglesia


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Re: Teología en la Iglesia y con la Iglesia.

Notapor AlberM » Mié Mar 19, 2014 11:35 am

Concuerdo plenamente contigo. Hay muchos pseudoteólogos que generalemente hacen más daño que bien pues sus argumentos "pesan" por el simple hecho de que vienen avalados por la condición de teólogo.

Creo que debemos darle gracias a Dios más a menudo por los tesoros del Magisterio y la tradición Apostólica. Muchas veces tan subvalorados en parte pro desconocimiento y en parte por influencia de corrientes ajenas a la Iglesia Católica. Por eso me alegró y disfruté tanto del Año de la fe.
AlberM
 
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Re: Teología en la Iglesia y con la Iglesia.

Notapor IvanEstoico » Mié Mar 19, 2014 10:40 pm

Querido hermano en Cristo.

Bien dices querido AlberM, Sagrada Escritura, Sagrada Tradición y Magisterio son auténticos tesoros inabarcables, el almo Misterio de la Iglesia debe estar presente en cada latido del corazón del teólogo ya que depende por entero de la Revelación, así pues, la teología sirve a la Iglesia y en caso contrario podemos hablar de vana erudición mas no de teología. Te comparto dos textos magníficos tocantes a sin par Iglesia católica:

16. El Señor Jesús, único salvador, no estableció una simple comunidad de discípulos, sino que constituyó a la Iglesia como misterio salvífico: Él mismo está en la Iglesia y la Iglesia está en Él (cf. Jn 15,1ss; Ga 3,28; Ef 4,15-16; Hch 9,5); por eso, la plenitud del misterio salvífico de Cristo pertenece también a la Iglesia, inseparablemente unida a su Señor. Jesucristo, en efecto, continúa su presencia y su obra de salvación en la Iglesia y a través de la Iglesia (cf. Col 1,24-27),47 que es su cuerpo (cf. 1 Co 12, 12-13.27; Col 1,18).48 Y así como la cabeza y los miembros de un cuerpo vivo aunque no se identifiquen son inseparables, Cristo y la Iglesia no se pueden confundir pero tampoco separar, y constituyen un único « Cristo total ».49 Esta misma inseparabilidad se expresa también en el Nuevo Testamento mediante la analogía de la Iglesia como Esposa de Cristo (cf. 2 Cor 11,2; Ef 5,25-29; Ap 21,2.9).
CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, DECLARACIÓN, DOMINUS IESUS


«No creería en el Evangelio, si no me moviera a ello la autoridad de la Iglesia católica»
San Agustín, Contra epistulam Manichaei quam vocant fundamenti, 5,6.


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Re: Teología en la Iglesia y con la Iglesia.

Notapor IvanEstoico » Lun Abr 07, 2014 10:26 am

Queridos hermanos en Cristo.

La realidad de la Iglesia no debe ocultar la de Cristo. Todos sus esfuerzos por imitarlo y hacerlo presente son una indicación hacia él. Todo esto debe hacerlo a través de una multiplicidad de carismas que no se pueden hacer coincidir: unos, volcados en el presente, trabajan en él y para él; otros, mirando hacía el futuro, anuncian el reino escatológico de Dios, presente de modo escondido. Sin estos últimos, los primeros correrían el peligro de atarse a este mundo; sin los primeros, los otros se verían tentados a huir de las exigencias de este mundo. Solamente en el prisma de una comunidad eclesial pueden los cristianos difundir la luz de su origen; pero en este prisma cada color debe fundirse con los demás: esta cohesión de amor, el salir de sí mismo cada carisma para reconocer el valor de los demás, el brotar de dones espirituales (1 Cor 12) en la caridad que es su fin y fundamento (1 Cor 13), autentifican la función de la iglesia como indicación hacia su origen.

Quizá solamente determinadas personas -los «santos» en el sentido especial del término- pueden a través de toda su existencia hacer creíble esta indicación. Sin embargo, serán los primeros en admitir que sin el testimonio de fe de la iglesia -que trasmite las palabras y los sacramentos de Jesús- no podrían dar su propio testimonio. Quienes protestan contra la iglesia porque no vive de modo suficientemente creíble el testimonio que ofrece en la palabra y en los sacramentos, no pueden arrancarle ni hacer propio lo que solamente le ha sido confiado a ella. No es su pretendida ortopraxia la que engendra sin más al Señor de la iglesia en medio de ellos -esto sería magia-; esta ortopraxia sólo puede ser una respuesta obediente a la palabra preexistente, realizada definitivamente en Jesús y confiada a la iglesia
para que ella la trasmita, por tanto únicamente puede ser una emanación de la ortodoxia.
HANS URS VON BALTHASAR, ¿POR QUÉ SOY TODAVÍA CRISTIANO?


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Re: Teología en la Iglesia y con la Iglesia.

Notapor IvanEstoico » Lun Abr 14, 2014 10:14 am

Queridos hermanos en Cristo.

Señores cardenales, venerados hermanos en el episcopado y en el sacerdocio; queridos hermanos y hermanas. Les doy la bienvenida a todos ustedes, profesores, estudiantes y personal no docente de la Pontificia Universidad Gregoriana, del Pontificio Instituto Bíblico y del Pontificio Instituto Oriental. Agradezco al cardenal Zenon Grocholewski por sus corteses palabras. Saludo al padre Nicolás, y al padre Dumortier y a todos los otros superiores, así como a los cardenales y obispos presentes. ¡Gracias!

Las instituciones a las cuales pertenecen -reunidas en le Consorcio por el Papa Pío XI en 1928- están confiadas a la Compañía de Jesús y comparten el mismo deseo de “militar por Dios bajo el estandarte de la cruz y servir solamente al Señor y su Esposa, a disposición del Romano Pontífice, Vicario de Cristo en la tierra”.

Es importante que entre ellos se desarrolle la colaboración y las sinergías, custodiando la memoria histórica y al mismo tiempo haciéndose cargo del presente y mirando al futuro, con creatividad e imaginación, buscando tener una visión global de la situación y de los desafíos actuales y un modo compartido de afrontarlas, encontrando nuevos caminos.

El primer aspecto que querría subrayar pensando en vuestra tarea, sea como docentes que como estudiantes, es el de valorizar el lugar en el que se encuentran para trabajar y estudiar, o sea la ciudad, y sobre todo la Iglesia de Roma. Hay un pasado y un presente. Están las raíces de la fe: la memoria de los apóstoles y de los mártires; está el 'hoy' eclesial; está el camino actual de esta Iglesia que preside la caridad, al servicio de la unidad y de la universalidad. ¡Todo esto no hay que darlo por descontado! Va vivido y valorizado, con un empeño que en parte es institucional y en parte es personal, dejado a la iniciativa de cada uno.

Al mismo tiempo las personas que vienen aquí traen la variedad de sus Iglesias de procedencia, de sus culturas. Esta es una de las riquezas inestimables de las instituciones romanas. Ésta ofrece una preciosa ocasión de crecimiento en la fe y de apertura de la mente y del corazón al horizonte de la catolicidad. Dentro de este horizonte la dialéctica entre el 'centro' y las 'periferias' asume una forma propia, la forma evangélica, según la lógica de un Dios que llega al centro partiendo desde la periferia para llegar a la periferia.

Otro aspecto que quiero compartir es el de la relación entre estudio y vida espiritual. Vuestro empeño intelectual, en la enseñanza y en la búsqueda, en el estudio y en una amplia formación, será tanto más fecundo y eficaz cuanto más sea animado por el amor a Cristo y a la Iglesia, cuanto más sea sólida y armoniosa la relación entre estudio y oración.

Éste es uno de los desafíos de nuestro tiempo: transmitir el saber y ofrecer una llave de comprensión vital, y no un cúmulo de nociones no relacionadas entre ellas. Es necesaria una verdadera hermenéutica evangélica para entender mejor la vida, el mundo, los hombres, no de una síntesis sino de una atmósfera espiritual de búsqueda y de certeza basada en las verdades de la razón y la fe.

La filosofía y la teología permiten obtener las convicciones que estructuran y fortifican la inteligencia e iluminan la voluntad... pero todo esto es fecundo si se realiza con la mente abierta y de rodillas. El teólogo que se complace de su pensamiento completo y concluido es un mediocre. El buen teólogo y filósofo tiene un pensamiento incompleto, siempre abierto al maius de Dios y a la verdad, siempre en desarrollo, según aquella ley que San Vicente de Lerins describe así: «Annis consolidetur, dilatetur tempore, sublimetur aetate» (Se consolida con los años, se dilata con el tiempo, se profundiza con la edad). El teólogo que no reza y que no adora a Dios acaba hundido en el más disgustoso narcisismo.

La finalidad de los estudios en cada universidad pontificia y eclesial, la búsqueda y el estudio van integrados con la vida personal y comunitaria, con el empeño misionero, con la caridad fraterna y el compartir con los pobres, con el cuidado de la vida interior en la relación con el Señor. Vuestros Institutos no son máquinas para producir teólogos o filósofos, son comunidades en las que se crece, y el crecimiento tiene lugar en la familia.

En la familia universitaria está el carisma de gobierno, confiado a los superiores, y está la diaconía del personal no docente, que es indispensable para crear el ambiente familiar en la vida cotidiana, y también para crear una actitud de humanidad y de sabiduría concreta, que hará de los estudiantes de hoy personas capaces de construir humanidad, de transmitir la verdad en dimensión humana, de saber que si falta la bondad y la belleza de pertenecer a una familia de trabajo se termina por ser un intelectual sin talento, un eticista sin bondad, un pensador carente del esplendor de la belleza y solo ‘maquillado’ de formalismos. El contacto respetuoso y cotidiano con la laboriosidad y el testimonio de los hombres y de las mujeres que trabajan en vuestras instituciones os dará esa cuota de realismo tan necesaria para que vuestra ciencia sea ciencia humana y no de laboratorio.

Queridos hermanos, confío a cada uno de vosotros, vuestro estudio y cuestor trabajo a la intercesión de María, Sedes Sapientiae, de san Ignacio de Loyola y de los otros vuestros santos patrones. Os bendigo de corazón y rezo por vosotros. ¡También vosotros, por favor, rezad por mí!
Discurso del Santo Padre Francisco a la Pontificia Universidad Gregoriana, del Pontificio Instituto Bí­blico y del Pontificio Instituto Oriental, 10 de abril de 2014.

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Re: Teología en la Iglesia y con la Iglesia.

Notapor IvanEstoico » Jue Jun 19, 2014 9:35 pm

Queridos hermanos en Cristo.

Por lo demás, tenemos ante los ojos el camino por el que llegar a Cristo: la Iglesia. Por eso, con razón, dice el Crisóstomo: Tu esperanza la Iglesia, tu salvación la Iglesia, tu refugio la Iglesia [Hom. de capto Eutropio, n. 6]: Pues para eso la ha fundado Cristo, y la ha conquistado al precio de su sangre; y a ella encomendó su doctrina y los preceptos de sus leyes, al tiempo que la enriquecía con los generosísimos dones de su divina gracia para la santidad y la salvación de los hombres.
CARTA ENCICLICA, « E SUPREMI APOSTOLATUS », SAN PIO X


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Re: Teología en la Iglesia y con la Iglesia.

Notapor IvanEstoico » Jue Jul 24, 2014 8:50 pm

Queridos hermanos en Cristo.

En este contexto quisiera contar un breve episodio que me parece que ilumina muy bien aquella situación. Cuando se estaba muy próximo a la definición dogmática de la asunción en cuerpo y alma de María al cielo, se solicitaron las opiniones de todas las facultades de teología del mundo. La respuesta de nuestros profesores fue decididamente negativa. En este juicio se hacía sentir la unilateralidad de un pensamiento que tenía un presupuesto no sólo y no tanto histórico, cuanto historicista. La tradición venía de hecho identificada con aquello que era documentable en los textos. El patrólogo Altaner, profesor en Würzburg (pero a su vez procedente de Breslau) había demostrado con criterios científicamente irrebatibles que la doctrina de la asunción en cuerpo y alma de María al cielo era desconocida antes del siglo V: por tanto, no podía formar parte de la «tradición apostólica» y ésta fue la conclusión compartida por los profesores de Munich. El argumento es indiscutible, si se entiende la tradición en sentido estricto como la transmisión de contenidos y textos ya fijados. Era la posición que sostenían nuestros docentes. Pero si se entiende la tradición como el proceso vital, con el que el Espíritu Santo nos introduce en la verdad toda entera y nos enseña a comprender aquello que al principio no alcanzamos a percibir (cf. Jn 16,12s), entonces el «recordar» posterior (cf. Jn 16,4) puede descubrir aquello que al principio no era visible y, sin embargo, ya estaba dado en la palabra original. Pero semejante perspectiva estaba entonces totalmente ausente en el pensamiento teológico alemán. En el ámbito del diálogo ecuménico, en cuyo vértice estaban el arzobispo Jager de Paderborn y el obispo luterano Stahlin (de este círculo, sobretodo, nació después el Consejo para la Unidad de los Cristianos), se pronunció Gottlieb Sohngen apasionadamente contra la posibilidad del dogma alrededor del año 1949. En tal circunstancia, Eduard Schlink, profesor de teología sistemática en Heidelberg, le preguntó de un modo muy directo: «¿Qué hará Vd. si el dogma es finalmente proclamado? ¿No debería volver la espalda a la Iglesia católica?» Sohngen, después de un momento de reflexión, respondió: «Si el dogma fuera proclamado, recordaré que la Iglesia es más sabia que yo, y que debo fiarme más de ella que de mi erudición». Creo que esta escena dice todo sobre el espíritu con que en Munich se hacía teología, en forma crítica pero creyente.
MI VIDA, JOSEPH RATZINGER


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Re: Teología en la Iglesia y con la Iglesia.

Notapor IvanEstoico » Vie Ago 08, 2014 10:38 pm

Queridos hermanos en Cristo.

El Magisterio de la Iglesia a su vez, para cumplir este grave deber encomendado exclusivamente a él[2], se sirve de la obra de los teólogos, sobre todo de aquellos que, al recibir de la autoridad el oficio de enseñar en la Iglesia, quedan constituidos en cierto modo maestros de la verdad. Los teólogos, lo mismo que los cultivadores de otras ciencias, gozan de la legítima libertad científica en su investigación, pero dentro de los límites del método de la sagrada teología, procurando alcanzar a su modo el mismo propósito del Magisterio, es decir, guardar el sagrado depósito de la Revelación, penetrarlo más profundamente, exponerlo, enseñarlo, defenderlo: en otras palabras, iluminar con la luz de la verdad divina la vida de la Iglesia y de la humanidad [3].

Conviene por tanto que en la investigación y en la enseñanza de la doctrina católica aparezca clara siempre la fidelidad al Magisterio de la Iglesia, ya que a nadie le está permitido hacer teología si no es en unión con el oficio de enseñar la verdad que incumbe a la misma Iglesia [4]. Faltando esta fidelidad, se hace daño a todos los fieles que, obligados a confesar la fe que han recibido de Dios mediante la Iglesia, tienen el derecho sagrado de recibir la Palabra de Dios incontaminada y, en consecuencia, esperan que se les aleje, con cuidado, de los errores que les amenazan [5].
SAGRADA CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, DECLARACIÓN SOBRE ALGUNOS PUNTOS DE LA DOCTRINA TEOLÓGICA DEL PROFESOR HANS KÜNG.


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Re: Teología en la Iglesia y con la Iglesia.

Notapor IvanEstoico » Lun Nov 10, 2014 10:08 am

Queridos hermanos en Cristo.

Señores cardenales,
venerados hermanos en el episcopado y en el sacerdocio,
ilustres señoras y señores:

Es para mí un placer particular unirme espiritualmente a vosotros en la celebración del centenario del nacimiento de Hans Urs von Balthasar, el insigne teólogo suizo que tuve la alegría de conocer y frecuentar. Considero que su reflexión teológica mantiene intacta hasta hoy una profunda actualidad y lleva a muchos a adentrarse cada vez más en la profundidad del misterio de la fe, llevados de la mano por un guía tan autorizado. En una ocasión como ésta podría ser fácil caer en la tentación de volver a los recuerdos personales, basándose en la sincera amistad que nos unía y en los numerosos trabajos que emprendimos juntos, afrontando muchos de los desafíos de aquellos años. La fundación de la revista «Communio», al concluirse el Concilio Vaticano II, sigue siendo el signo más evidente de nuestro compromiso común en la investigación teológica. Sin embargo, no quiero hacer referencia a los recuerdos, sino más bien a la riqueza de la teología de von Balthasar.

Él había hecho del misterio de la Encarnación el objeto privilegiado de su estudio, viendo en el «triduum paschale» [triduo pascual, ndt.] --como tituló significativamente uno de sus escritos-- la forma más expresiva de esa entrada de Dios en la historia del hombre. En la muerte y resurrección de Jesús, de hecho, se revela en plenitud el misterio del amor trinitario de Dios. La realidad de la fe encuentra aquí su «belleza» insuperable. En el «drama» del misterio pascual, Dios vive plenamente su humanidad, pero al mismo tiempo da significado a la acción del hombre y contenido al compromiso cristiano en el mundo. Así veía von Balthasar la «lógica» de la revelación: Dios se hace hombre para que el hombre pueda vivir la comunión de vida con Dios. En Cristo, se ofrece la verdad última y definitiva de la búsqueda de sentido que cada quien se plantea. La estética teológica, la dramática y la lógica, constituyen la trilogía, en la que estos conceptos encuentran amplio espacio y una aplicación convencida. Puedo testificar que su vida fue una genuina búsqueda de la verdad, que él comprendía como una búsqueda de la verdadera Vida. Buscó las huellas de la presencia de Dios y de su verdad por doquier: en la filosofía, en la literatura, en las religiones, rompiendo siempre esos circuitos que con frecuencia aprisionan la razón, abriéndola a los espacios de lo infinito.

Hans Urs von Balthasar fue un teólogo que puso su investigación al servicio de la Iglesia, pues estaba convencido de que la teología sólo podía caracterizarse por la eclesialidad. La teología, tal y como él la concebía, tenía que estar conjugada con la espiritualidad; sólo así, de hecho, podía ser profunda y eficaz. Reflexionando precisamente sobre este aspecto, escribía: «La teología científica, ¿sólo comienza con Pedro Lombardo? Y, sin embargo, ¿hay alguien que haya hablado del cristianismo de una manera más adecuada que Cirilo de Jerusalén, que Orígenes en sus homilías, que Gregorio Nacianceno, y que el maestro de la reverencia teológica, el Aeropaguita? ¿Quién se atrevería a reprochar algo a cualquiera de los Padres? Entonces se sabía lo que era el estilo teológico, la unidad natural obvia tanto en la actitud de fe y en la científica como en la objetividad y la reverencia. Mientras la teología fue obra de santos fue una teología orante. Por este motivo sus frutos de oración, su fecundidad para la oración y su poder para generarla son tan desmesuradamente grandes» («Verbum Caro». «Ensayos teológicos I» --«Saggi teologici» I--, Brescia 1970, 228). Son palabras que nos llevan a replantear la justa colocación de la investigación en la teología. La necesidad de ser científica no queda sacrificada cuando se pone en escucha religiosa de la Palabra de Dios, cuando vive de la vida de la Iglesia y se fortalece de su Magisterio. La espiritualidad no hace que disminuya su carga científica, sino que imprime al estudio teológico el método correcto para poder llegar a una interpretación coherente.

Una teología concebida de este modo llevó a von Balthasar a una profunda lectura existencial. Por este motivo, uno de los temas centrales a los que se dedicaba con gusto era el de mostrar la necesidad de la conversión. El cambio del corazón era para el un punto central; sólo de este modo, de hecho, la mente se libera de los límites que le impiden acceder al misterio y los ojos se hacen capaces de fijar la mirada en el rostro de Cristo. En una palabra, había comprendido profundamente que la teología sólo puede desarrollarse con la oración que es capaz de percibir la presencia de Dios y se fía de Él obedientemente. Es un camino que vale la pena recorrer hasta el final. Esto exige evitar sendas unilaterales que sólo pueden alejar de la meta y compromete a huir de las modas que fragmentan el interés por lo esencial. El ejemplo que nos ha dejado von Balthasar es más bien el de un auténtico teólogo que en la contemplación había descubierto la acción coherente a favor del testimonio cristiano en el mundo. En esta significativa circunstancia, le recordamos como un hombre de fe, un sacerdote que en la obediencia y en el escondimiento, nunca buscó la afirmación personal, sino que lleno de espíritu ignaciano siempre deseó la mayor gloria de Dios.

Con estos sentimientos, os deseo a todos vosotros que continuéis con interés y entusiasmo el estudio de la obra balthasariana y que encontréis caminos para su eficaz aplicación. Sobre vosotros y sobre las sesiones de trabajo del congreso invoco del Señor abundantes dones de luz, como prenda de los cuales imparto una especial bendición.
Ciudad del Vaticano, lunes, 10 octubre 2005, Mensaje de Benedicto XVI en el centenario del nacimiento del teólogo Hans Urs von Baltasar, a los participantes en el congreso internacional celebrado en la Universidad Pontificia Lateranense.


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Re: Teología en la Iglesia y con la Iglesia.

Notapor IvanEstoico » Jue Dic 04, 2014 10:34 pm

Queridos hermanos en Cristo.

Tesis VII
2. La obra teológica, aun cuando no se ejerce en fuerza de una «misión canónica» explícita, no puede realizarse fuera de una comunión viviente con la fe de la Iglesia. Por esta razón, todos los bautizados pueden desempeñar la tarea de teólogo en la medida en que, por una parte, viven efectivamente la vida de la Iglesia, y cuando, por otra, están dotados de la competencia científica requerida. La tarea del teólogo recibe su dinamismo de la vida del Espíritu Santo. Esta vida anima a la Iglesia y se comunica por los sacramentos, la predicación y la comunión en la caridad.

Tesis VIII
1. El Magisterio posee evidentemente en su ejercicio la libertad que le garantizan su naturaleza y su institución. Esta libertad va unida a una gran responsabilidad. También es frecuentemente difícil, aunque necesario, usar de esa libertad de tal manera que, a los ojos de los teólogos y de los otros fieles, no parezca su ejercicio arbitrario o exorbitante. Por otra parte, entre los teólogos, algunos reivindican la libertad científica de una manera exagerada, sin tener en cuenta suficientemente el hecho de que el respeto con relación al Magisterio constituye uno de los elementos específicos de la ciencia teológica. Además, no es raro que la tendencia democrática actual suscite un movimiento de solidaridad que lleva a que algunos teólogos se opongan a las disposiciones tomadas por el Magisterio en el ejercicio de su misión de vigilancia doctrinal en materias de fe y de costumbres. No deja de ser conveniente, aunque ello no sea cosa fácil, encontrar constantemente una manera de actuar que, aun siendo libre y valiente, evite cualquier especie de arbitrariedad y todo daño al sentimiento de comunidad en la Iglesia.

Tesis X
El diálogo entre los teólogos y el Magisterio halla su fundamento y sus condiciones de eficacia en la comunidad de la fe de la Iglesia y en la voluntad de servirla. En efecto, ellas determinan las funciones del Magisterio y la teología, por muy diferentes que ellas sean.
MAGISTERIO Y TEOLOGÍA (1975), COMISIÓN TEOLÓGICA INTERNACIONAL


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