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Teologia de la Navidad

NotaPublicado: Mié Dic 24, 2014 3:03 pm
por IvanEstoico
Queridos hermanos en Cristo.

Antes que nada, que el Señor Jesús encuentre morada en sus corazones en esta Navidad por intercesión de Maria Santísima, y bueno, les comparto lo siguiente:
La realidad celebrada en la solemnidad de Navidad, la venida del Hijo de Dios en carne, se concreta en el nacimiento de Jesús de las entrañas de María y en los acontecimientos de su infancia. La expresión Natale Domini expresa el carácter histórico y concreto de esta fiesta. La celebración de la Navidad no se detiene, sin embargo, en el hecho histórico, sino que de éste se remonta a su verdadero fundamento, el Misterio de la Encarnación.

a) Navidad, misterio de salvación. Aunque san Agustín no consideraba que la celebración de la Navidad fuera un sacramento [Misterio] como la Pascua, sino una simple memoria entendida como aniversario el papa san León Magno dio a esta solemnidad su verdadero fundamento teológico. Él habla del "misterio de la natividad de Cristo" (Sacramentum Nativitatis Christi) para indicar el valor salvífico del acontecimiento. Las páginas del Evangelio y de los profetas que anuncian este misterio —dice san León— "nos enfervorizan y nos enseñan de tal manera que no sólo recordamos el nacimiento del Señor, por el cual el Verbo se hizo carne (Jn 1,14), sino que podría decirse que lo contemplamos presente"', por lo que "la fiesta de hoy, del nacimiento de Jesús de la Virgen María, renueva para nosotros los comienzos sagrados". Sin embargo, hay que tener presente que si Navidad es sacramento de salvación, no es la celebración de la Pascua. Hace presente el punto de partida de cuanto se realizó en la carne de Cristo para nuestra salvación.

b) La encarnación del Verbo. Para comprender mejor el contenido de las solemnidades natalicias, es preciso recordar el sentido originario de la celebración expresado en la fórmula "manifestación del Señor en la carne". Con san León Magno —el papa del concilio de Calcedonia— Navidad se convirtió en la celebración del misterio de la encarnación según la fe de la Iglesia contra toda interpretación errónea, gnóstica, arriana, docetista, maniquea o monofisita. Los textos de la liturgia actual están todavía llenos de las expresiones dogmáticas que precisan la fe en el misterio de la encarnación.

c) El admirable intercambio entre la divinidad v la humanidad. El tema del intercambio admirable de "Dios que se ha hecho hombre para que el hombre llegara a ser Dios"' está en el centro de toda la rica Liturgia Romana de Navidad. El primer acto de este intercambio se obra en la humanidad de Cristo: el Verbo asumió lo que era nuestro para darnos lo que era suyo. El segundo acto del intercambio consiste en nuestra real e íntima participación en la naturaleza divina del Verbo: el Salvador del mundo, que ha nacido hoy, nos ha reengendrado como hijos de Dios.

d) Navidad en la perspectiva de la pascua. La profundización bíblico-teológica en el misterio de Cristo ha hecho descubrir la orientación pascual del Misterio de la Encarnación. El Hijo de Dios toma un cuerpo para ofrecerse al Padre con un sacrificio existencial y personal (cf Heb 10,5-10). Detrás de los dos días festivos de Pascua y de Navidad hay una sola perspectiva de fondo: la exaltación del Señor. No se trata sólo y primariamente de una sucesión histórica de los acontecimientos de Belén y de Jerusalén, sino de aquella inteligencia de Cristo por parte de la Iglesia que ha recibido su sello en la enseñanza del Vat. II

En esta visión teológica, navidad se ve también como el principio de la Iglesia y de la solidaridad de todos los hombres. La generación de Cristo —afirma san León Magno— es el origen del pueblo cristiano: el nacimiento de la cabeza es también el nacimiento del cuerpo'. Además, con la encarnación el Hijo de Dios se ha unido en cierto modo a todo hombre (cf GS 22). En fin, navidad es también misterio de renovación del cosmos: el Verbo asume en sí toda la creación para levantarla de su caída y para reintegrar el universo en el designio del Padre (segundo prefacio de Navidad).
AUGUSTO BERGAMINI


Que Dios derrame sus bendiciones sobre nosotros por intercesión de su Magnificencia.