Otra Perspectiva del Aborto

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Otra Perspectiva del Aborto

Notapor zutano » Sab Feb 01, 2014 4:40 pm

A continuación un pequeño extracto resumen del libro:


Mujeres Silenciadas Cómo Se Explica el Sufrimiento de la Mujer Que Aborta.

Dra. Theresa Burke
Dr. David C. Reardon


Tras más de 25 años de ejercicio terapéutico he escuchado y tratado a más de 2.000 mujeres que abortaron. Jóvenes y adultas me han llamado para hablarme de su pena, dolor, lamento y enfado tras:
· el “ejercicio de un derecho reproductivo” que se suponía las liberaría.
· lloraron amargamente por “un manojo de células”.
· lloraron sin consuelo por “una intervención”.
· sintieron vergüenza y asco por “un derecho constitucional”.
· agonizaron por “sus derechos de mujer”.
· sintieron remordimiento y pena sin fin por “un tema de salud de las mujeres”, etc.

Millones de mujeres han sufrido, y sufren, por su decisión de abortar. Pero la dictadura de lo “políticamente correcto” no permite que quien revela su sufrimiento quede impune. Las mujeres que disienten de la posición feminista pro aborto imperante son castigadas a tener una condición mental preexistente o haber caído en una radical religiosidad.
La “Hermandad Feminista” no tiene simpatía por la dolorosa verdad de que el aborto es un acto trágico y traumático que deja profundas cicatrices en la vida de las mujeres.

Mujeres silenciadas pretende ser una demostración reflexiva y compasiva de que al eliminar una vida dentro del vientre, se disminuye el valor de la vida de toda la humanidad, y esto impacta en la vida de la mujer de diversas maneras impredecibles.

Muchas pacientes me han confesado que:
· no tenían derecho a la felicidad porque años, o décadas, atrás habían abortado para solucionar un problema.
· tienen terror a que sus hijos queden fuera de su vista por el temor a que les suceda algo en pago por su aborto.
· muchas se consideran irremediablemente malas y no merecedoras al amor de ese hombre maravilloso pero que desconoce su oscuro secreto.
· muchas tienen pesadillas, insomnio, flash-backs tan vívidos, repetidos y graves que no pueden relajarse o disfrutar de los placeres de la vida.

Todas ellas se arrepienten de sus abortos. Las asociaciones de mujeres no solo abandonan a las que se arrepienten de su elección sino que las desprecian, desestiman y, al hacerlo, las insultan e hieren otra vez.

Una mujer fue lo suficientemente valiente de acudir a mi programa y pedirme que le ayudara a confesar a sus hijas adolescentes que había abortado antes de casarse con el padre de ellas.
Estaba arrepentida y dijo: “se que haciéndome consciente de mi responsabilidad y arrepintiéndome no es suficiente. Quiero reparar lo que he hecho. No puedo volver atrás y cambiar la historia, pero quiero tomar ese dolor, mi herida, y enseñar a las chicas jóvenes que lo que se “vende” es una parodia. No se trata de una “simple intervención”. No se trata de un “simple suceso”, es un acto que cambia tu vida. Quiero salvarlas del dolor y a sus bebés de la muerte”.

Entré en contacto con el dolor posaborto de forma casual, durante mis primeras prácticas de terapeuta recién licenciada, con un grupo de ayuda para mujeres afectadas por trastornos alimenticios. Pero nunca en mis largos años de ejercicio encontré un tema que creara tanta hostilidad, miedo y dolor entre los miembros de un grupo de apoyo terapéutico como el del aborto.

Muchas personas, mujeres y hombres, sufren en silencio, con las emociones adormecidas, o con el espantoso y desconcertante sentimiento de estar volviéndose locos. El duelo posaborto puede ser complicado y experimentarse en todos los niveles de la personalidad. Para muchos el origen de la angustia puede no estar identificado ni siquiera verbalizado.

La variedad de síntomas varían con las personas. Pero pese a las diversas reacciones emocionales y de comportamiento, todos los síntomas hunden sus raíces en la experiencia del aborto. Para muchas mujeres suele ser un asunto de duelo no resuelto. Para otras es un suceso traumático que ha trastornado su capacidad de confrontación y distorsionado sus vidas y comportamiento de forma dramática, incluso alienante.

Nuestra sociedad no está preparada para aceptar, incluso respetar, el dolor posabortivo. En general hay varias posturas ante el trauma:
1ª.- luchando contra un dolor prohibido.
2ª.- reforzando las reglas sociales que prohíben expresar dicho dolor.
3ª.- intentando crear un ambiente más abierto y saludable para las personas, mujeres y hombres, que sufren los problemas posaborto.

Cualesquiera que sean las creencias políticas, religiosas o morales sobre el aborto el libro sólo pretende mostrar la diversidad de reacciones ante el aborto. Cada mujer es diferente y el aborto afecta la vida de cada persona a muchos niveles. Impacta sobre la visión de cada uno sobre sí mismo así como en aspectos médicos, ideológicos, religiosos, morales, filosóficos, sociales y familiares.

Es una experiencia muy compleja porque afecta la vida de los sujetos en numerosas dimensiones y esta es una de las razones por las que es tan difícil a la gente entender su aborto (o el ajeno), procesarlo y reconciliarse con quienes son y quienes quieren ser.

El aborto no es la panacea, el que cause tanta división y ansiedad política indica que también es causa de división interna y de ansiedad en la vida individual ¿Cómo podría haber una solución perfecta para TODAS las mujeres y en TODAS las situaciones?.

La mayoría de mujeres que eligen el aborto no lo hacen según su conciencia, sino contra ella. Varios estudios demuestran que el 70% de las mujeres que abortan tienen un punto de vista moral contrario al mismo.
Muchas mujeres tratadas en mi consulta violaron, intencionadamente, su conciencia traicionando sus deseos maternales por la presión a las que se les sometió. Presiones numerosas: abandono de la pareja, pobreza, no tener hogar, violencia, falta de formación, desempleo, problemas emocionales, incesto, anomalías fetales, violación, etc. Muchas sintieron que “no tenían más alternativa” que someterse a un aborto no deseado.

También he asesorado mujeres que al abortar no tenían ningún reparo moral sobre su elección, era una decisión fácil, lógica y acorde a sus ideas. Incluso así no hay garantía de satisfacción futura por la elección. Estas mujeres también me buscaron porque algunos eventos posteriores de su vida despertaron, de repente, sentimientos inesperados de confusión y dolor, incluso décadas después del aborto.

¿Se ven afectadas emocionalmente todas las mujeres por el aborto? ¿Es sólo cuestión de tiempo que sus abortos les atormenten?, muchos críticos del aborto lo piensan así, pero es una generalización que no puede probarse ni desmentirse.
Lo que puede decirse con certeza es que muchas mujeres y hombres son gravemente afectados -emocional y psicológicamente- por sus experiencias con el aborto.

El problema se agrava cuando la persona no tiene a quien dirigirse ni quien pueda ayudarle a trabajar sobre su dolor. Muchos se sienten totalmente aislados y solos con sus sentimientos, atrapados en la errónea creencia de que nadie puede entender sus emociones.

Tenemos la esperanza de que el libro ofrezca una perspectiva de las reacciones posabortivas. Está basado en datos y personas con historias clínicas reales y verdaderas.

El aborto y la decisión de abortar son temas complejos que implican aspectos de relaciones familiares, propia identidad, moralidad y bienestar: psicológico y físico.
Muchos padres presionan a sus hijas a abortar porque realmente creen que es la mejor solución para su vida. No pueden ni imaginar el precio psicológico que supondrá para la mujer y la familia. Cuando aparecen problemas emocionales posabortivos no pueden comprenderla o empatizar con ella.
Es fácil pensar en el aborto como una “rápida solución” que permitirá volver atrás en el tiempo y que la vida volverá a ser como antes. Pero es un enfoque erróneo por superficial.
Una vez la mujer está embarazada, la elección no es tan simple y fácil como entre: tener un bebé, y no tenerlo (abortar). La elección real será entre:
· tener un bebé, y
· tener la experiencia posabortiva.

Cualquiera de ellas son experiencias que cambian la vida. Ambas tienen importantes secuelas psicológicas construyendo o impidiendo la salud mental de la persona.

Frecuentemente los proabortistas suelen torear la cuestión de las secuelas psicológicas del aborto argumentando que tener un bebé “no deseado” es aún más traumático que el aborto. Pero es un argumento sacado del contexto de la evidencia del trauma posabortivo por lo que nunca se acompaña de datos e investigaciones que muestren que las mujeres que dan a luz tienen más lesiones psicológicas que las que abortan, y la razón es sencilla NO HAY tales estudios. Es una afirmación sin NINGUNA BASE, en realidad es un intento para desviar la atención de la verdadera cuestión: el hecho de que abortar tiene secuelas psicológicas significativas.

Pese a lo importante que sería comparar las experiencias psicológicas derivadas de tener un hijo o un aborto y no se han realizado, lo único que hay hasta ahora son testimonios personales.
Y aunque se demostrara que dar a luz un “hijo no deseado” es más dañino psicológicamente que la traumática experiencia del aborto, esto no cambiaría el hecho de que se debería informar a las mujeres y sus familias de los riesgos del aborto. Para muchas el aborto es la experiencia más traumática y dolorosa de su vida. Tienen derecho a saber que es posible que sufran tras el aborto, pero quienes aconsejan a las mujeres no muestran un cuadro exacto de los posibles efectos negativos del aborto ni del riesgo real de sufrirlos.

Todos saben con mayor o menor grado de conocimiento el peso que supone ser padre o madre. Es de dominio público, también es sabido (avalado por investigaciones científicas) que la mayoría de las mujeres van a amar y apreciar a su hijo pese a ser no esperado. Tanto ellas como sus familias disfrutarán de los numerosos placeres que compensan las correspondientes cargas de la maternidad y paternidad, así como posibles cambios temporales de sus planes personales.
La experiencia clínica muestra que el “trauma” de ser padre o madre de forma sorpresiva se supera en un corto tiempo, y hay abundantes recursos sociales accesibles mediante la familia, amigos y gobierno para ayudar a los nuevos padres a criar al hijo. Este apoyo social es crucial para poder adaptarse a la maternidad y paternidad.

Desafortunadamente no ocurre esto con el aborto, la experiencia clínica muestra que el daño emocional relacionado con el aborto es probablemente muy prolongado y creará distorsiones negativas en la vida personal que no son fácilmente comprendidas ni aceptadas, ni por las mujeres ni por terceros. La gente tiene muy poca comprensión sobre la experiencia del aborto y tal vez por eso hay muy pocos recursos disponibles para ayudar a las mujeres y hombres que sufren dificultades con las secuelas físicas y/o psicológicas del mismo.

La ignorancia y nula concienciación sobre las secuelas del aborto son un gran obstáculos en el camino hacia su superación pero son típicas de nuestra sociedad que no espera ni permite el dolor tras el aborto.

La mayoría de mujeres que se acercan al aborto, ni entienden, ni las informaron, ni prevén las posibles consecuencias psicológicas graves a las que tendrán que enfrentarse. La falsa creencia de que abortar hará que las cosas queden como antes deja a las mujeres totalmente desprevenidas ante las secuelas y consecuencias del mismo.
Abortar no tiene nada que ver con quitarse una muela, una verruga o cortarse las uñas. Si alguien dice muestra una gran ignorancia o mala fe. Como sociedad no se comprende el aborto, se debate, se legisla sobre él, se discute a nivel moral, político e ideológico, pero no se entiende como una experiencia que cambia la vida. En este sentido ni se espera ni se permite el dolor y duelo tras un aborto.

Las presunciones poco meditadas, interesadamente esparcidas, ciencia equivocada y la política del aborto han contribuido a difundir la idea de que el aborto supone poco o ningún riesgo psicológico para la mujer, y las mujeres que padecen síndromes posabortivos se ven condenadas a sufrirlos en silencio, sin apoyo de amigos, familia ni siquiera de terapeutas profesionales cuya ideología les ciega y no pueden creer en síndromes posabortivos pese a que las mujeres reiteradamente les indiquen que sus graves sufrimientos se iniciaron tras el aborto.

Al ser legal hace suponer que el aborto es seguro, es más se intenta hacernos creer que es “un derecho de la mujer” para que puedan liberarse de la carga de embarazos no deseados. Si fuera así traería alivio, no más dolor y tragedia.

Más de un tercio de las mujeres experimentan enseguida sentimientos de dolor, pérdida o depresión posabortiva, pero la mayoría dicen sentirse aliviadas. Alivio en su mayor parte del estrés preaborto, de sus dudas antes de decidirse, por la presión a la que son sometidas o por las circunstancias. Tras el aborto la irrevocabilidad del hecho facilita el alivio de dichas tensiones, se acabó, está hecho. Ahora hay que olvidarlo y seguir con la vida. Para la mayoría, todas las tensiones asociadas con el embarazo y miedo al aborto se desvanecen, aunque temporalmente.
Al mismo tiempo que el aborto puede traer el alivio de estas tensiones también siembra el germen de futuras tensiones. Las memorias y sentimientos posabortivos sin tratar pueden convertirse en fuente de estrés que suele surgir de maneras inesperadas en el futuro.

Es así porque el aborto toca tres aspectos fundamentales del concepto de la mujer sobre sí misma: su sexualidad, su moralidad, y su identidad maternal. También supone la pérdida de un hijo (o de la oportunidad de tenerlo) y esta pérdida tiene que confrontarse, meditarse y llorarse para poder entenderse, asumirse y liberarse de ella.
Pocas llegan a resolver todo esto antes del aborto, al contrario en ese tiempo de crisis, en que su futuro parece incierto o amenazado, hay una tendencia a apresurarse para “acabar cuanto antes” y la mayoría dejan estos problemas para más adelante. Por eso el alivio inmediato no significa que los problemas estén resueltos y las trastornos, emocionales o de comportamiento, sin tratar antes o después volverán a aflorar, años o décadas después.f

Esto lo confirma el Dr. Fogel, un convencido proabortista que ha realizado, personalmente, más de 20.000 abortos. El Dr. Julius Fogel, psiquiatra y ginecólogo, insiste: cada mujer, sea de la edad, origen o clase social que sea sufre un trauma al acabar con un embarazo. Se ve afectada en algún nivel de su humanidad. Es una parte de su propia vida. Al destruir su embarazo, se destruye a sí misma. Es imposible que le sea inocuo. Aquí se trata de la fuerza de la vida. No importa si uno cree que allí hay una vida o no. Es imposible negar que algo se está formando, y que ese algo es físico.
A menudo este trauma puede sumergirse en el subconsciente y nunca volver a salir. Pero no es un acontecimiento inofensivo y sin importancia como nos quieren hacer creer el grupo pro aborto. Se paga un precio psicológico. Puede ser en forma de alineación, de rechazo al calor humano, o quizás un endurecimiento del instinto maternal. Pero algo ocurre en lo más profundo de la consciencia de la mujer al destruir un embarazo”
.

La tendencia a pensar que el aborto es algo “sin importancia” no se cuestiona porque las reacciones negativas inmediatas son consideradas como temporales y muchas de las emociones más poderosas y negativas son aplazadas por las causas y prisas.
Cuando se le pregunta a la mujer tras el aborto cómo está, cualquier expresión de alivio se interpreta, rápidamente, como una señal de que está bien (y así seguirá) lo que no es necesariamente cierto. En cambio cuando las mujeres expresan malestar tras el aborto los trabajadores de las “clínicas”, amigos y familiares lo toman como una circunstancia temporal que pronto desaparecerá. Es lo que todos esperan y desean y lo dan por cierto.

Como normal general desde que la mujer dice “me encuentro bien” ni siquiera sus amigas más íntimas volverán a preguntar por el aborto por miedo a levantar sentimientos negativos. Nadie querrá profundizar porque no saben cómo manejar lo que allí se esconde.
Una vez que los seres queridos están “seguros” de que la mujer está bien tras el aborto ya no le darán una oportunidad para expresar sus lamentos y/o dudas posteriores. Si ella intenta hablar de sus sentimientos negativos los que la rodean se sentirán muy incómodos y el mensaje que transmiten, explícito o implícito, será “no remuevas el pasado, mira al futuro”.

La experiencia social predominante del aborto se basa en las contestaciones de las mujeres inmediatamante tras el aborto y que al ser preguntadas dicen “estoy bien, me alegro de que haya acabado. Preferiría no hablar de eso”. Desgraciadamente estas frases superficiales respaldan la percepción social de que el aborto “no tiene mayor importancia” y el entorno trasladará esta impresión a otras mujeres que están pensando en abortar, animándolas al decirles: X abortó. No pasa nada, está muy bien.

El aborto es una experiencia profundamente personal y compleja. Para la mayoría de mujeres los sentimientos y recuerdos sobre sus abortos no son materia de conversación normal. No hablan de los abortos de igual forma que lo hacen de sus otros embarazos. La excepción son los grupos feministas pro aborto que se reúnen para hablar distendidamente de sus experiencias de abortos, pero aún en estos casos las reglas del debate son muy estrictas, hay que contar la experiencia con una máscara de indiferencia y despreocupación, no pueden comentar nada de sus dudas, lamentos o sentimientos de culpa, así hacen terapia de grupo “informal” para reafirmarse mutuamente en sus decisiones.

La expectativa de que el aborto no va a tener consecuencias emocionales significativas se ve fuertemente reforzada en las “clínicas” abortivas donde omiten todas las pruebas en contra y los “asesores” dicen a las mujeres que las reacciones psicológicas son muy poco frecuentes o directamente que no existen, suelen poner el aborto al nivel de una extracción dental.

En una encuesta entre mujeres que abortaron el 66% declararon que sus “asesores” les incitaron al aborto. Y de ellas el 50% reconocieron su inseguridad antes de hablar con ellos. De entre todas las encuestadas el 44% querían encontrar otra alternativa durante las sesiones. Y sólo el 5% dijo que el “asesor” les animó a hacer preguntas, mientras que el 60% sintió que sus preguntas fueron esquivadas, trivializadas o mal respondidas. Más del 90% dijo no haber estado suficientemente informada para decidir. Y el 80% creía probable que su decisión habría sido diferente de no sentirse presionadas, incluyendo la presión de los “asesores”.

Una persona en crisis es especialmente susceptible de ser influenciada por terceros, para bien o para mal. Esta dependencia, especialmente de figuras de autoridad que puede parecer capaz de dar salida a la crisis, se llama receptividad psicológica acentuada. Y las mujeres que se plantean el aborto son especialmente vulnerables al “asesoramiento” que las anima a ignorar sus dudas e inseguridades.

Muchas mujeres se sienten manipuladas por el miedo a quedar atrapadas en una vida que no desean por culpa de su bebé, pero los “asesores” nunca les mencionan que también se pueden ver manipuladas al quedar atrapadas en una vida que no desean por culpa del aborto.

Cuando los “asesores” previos al aborto introducen su propia parcialidad o intentan “vender” a toda costa la opción del aborto como la “mejor solución” a pesar de las reticencias, morales o maternales de la propia mujer, los resultados suelen ser trágicos.
zutano
 
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Registrado: Vie Ene 03, 2014 3:40 pm

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