DOMINGO 21 DE OCTUBRE
29º DOMINGO ORDINARIO
-Día del Señor-
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 16, 6.8)
Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío; atiéndeme y escucha mis palabras. Cuídame como a la niña de tus ojos y cúbreme bajo la sombra de tus alas.
Se dice Gloria
ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso y eterno, haz que nuestra voluntad sea siempre dócil a la tuya y que te sirvamos con un corazón sincero. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Lectura del libro del profeta Isaías: 53, 10-11
El Señor quiso triturar a su siervo con el sufrimiento. Cuando entregue su vida como expiación, verá a sus descendientes, prolongará sus años y por medio de él prosperarán los designios del Señor. Por las fatigas de su alma, verá la luz y se saciará; con sus sufrimientos justificará mi siervo a muchos, cargando con los crímenes de ellos. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Del salmo 32 R/. Muéstrate bondadoso con nosotros, Señor.
Sincera es la palabra del Señor y todas sus acciones son leales. Él ama la justicia y el derecho, la tierra llena está de sus bondades. R/.
Cuida el Señor de aquellos que lo temen y en su bondad confían; los salva de la muerte y en épocas de hambre les da vida. R/.
En el Señor está nuestra esperanza, pues él es nuestra ayuda y nuestro amparo. Muéstrate bondadoso con nosotros, puesto que en ti, Señor, hemos confiado. R/.
Lectura de la carta a los hebreos: 4, 14-16
Hermanos: Puesto que Jesús, el Hijo de Dios, es nuestro sumo sacerdote, que ha entrado en el cielo, mantengamos firme la profesión de nuestra fe. En efecto, no tenemos un sumo sacerdote que no sea capaz de compadecerse de nuestros sufrimientos, puesto que él mismo ha pasado por las mismas pruebas que nosotros, excepto el pecado. Acerquémonos, por tanto, con plena confianza al trono de la gracia, para recibir misericordia, hallar la gracia y obtener ayuda en el momento oportuno. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN (Cfr. Mc 10, 45) R/. Aleluya, aleluya.
Jesucristo vino a servir y a dar su vida por la salvación de todos. R/.
Lectura del santo Evangelio según san Marcos: 10, 35-45
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, y le dijeron: "Maestro, queremos que nos concedas lo que vamos a pedirte". Él les dijo: "¿Qué es lo que desean?" Le respondieron: "Concede que nos sentemos uno a tu derecha y otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria". Jesús les replicó: "No saben lo que piden. ¿Podrán pasar la prueba que yo voy a pasar y recibir el bautismo con que seré bautizado?" Le respondieron: "Sí podemos". Y Jesús les dijo: "Ciertamente pasarán la prueba que yo voy a pasar y recibirán el bautismo con que yo seré bautizado; pero eso de sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; eso es para quienes está reservado". Cuando los otros diez apóstoles oyeron esto, se indignaron contra Santiago y Juan. Jesús reunió entonces a los Doce y les dijo: "Ya saben que los jefes de las naciones las gobiernan como sí fueran sus dueños y los poderosos las oprimen. Pero no debe ser así entre ustedes. Al contrario: el que quiera ser grande entre ustedes, que sea su servidor, y el que quiera ser el primero, que sea el esclavo de todos, así como el Hijo del hombre, que no ha venido a que lo sirvan, sino a servir y a dar su vida por la redención de todos". Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Se dice Credo
ORACIÓN DE LOS FIELES
Invoquemos, hermanos y hermanas, al Señor, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. (Respondemos a cada petición: R/. Te rogamos, Señor, óyenos).
Para que el Señor avive el corazón de los fieles y los empuje a trabajar en la salvación de todos los hombres y en el anuncio del Evangelio a todos los pueblos, roguemos al Señor. R/.
Para que sean desterradas todas las divisiones que separan a pueblos y razas, y se mantengan firmes en la sociedad humana la igualdad y la justicia, roguemos al Señor. R/.
Para que los prófugos, los exiliados, los rechazados por la sociedad y los abandonados puedan regresar a la patria y para que el Señor conceda a todos un corazón bondadoso para con los pobres y forasteros, roguemos al Señor. R/.
Para que Dios infunda en nuestros corazones su Espíritu de amor, a fin de que, revestidos con los mismos sentimientos de Cristo, amemos a Dios en los hermanos, roguemos al Señor. R/.
Señor, Dios todopoderoso, que en tu Hijo nos has dado un sumo sacerdote que ha atravesado el cielo para ofrecerte el único sacrificio que expía los pecados del mundo, escucha nuestras oraciones y haz que, purificados con su sangre, alcancemos tu gracia y, cumpliendo fielmente tu voluntad, participemos del cáliz que bebió Cristo y seamos bautizados con el bautismo de su muerte redentora. Por Jesucristo, nuestro Señor.
LITURGIA EUCARÍSTICA
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Santifica, Señor, estos dones tuyos que con sincera voluntad te presentamos, y por medio de esta Eucaristía, dígnate purificarnos y renovarnos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO DOMINICAL VIII
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Pues quisiste reunir de nuevo, por la sangre de tu Hijo y la acción del Espíritu Santo, a los hijos dispersos por el pecado; y de este modo tu Iglesia, unificada a imagen de tu unidad trinitaria, aparece ante el mundo como cuerpo de Cristo y templo del Espíritu, para alabanza de tu sabiduría infinita. Por eso, unidos a los coros angélicos, te aclamamos llenos de alegría: Santo, Santo, Santo...
PLEGARIA EUCARÍSTICA III
Santo eres, en verdad, Padre, y con razón te alaban todas tus criaturas, ya que por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo, das vida y santificas todo, y congregas a tu pueblo sin cesar, para que ofrezca en tu honor un sacrificio sin mancha desde donde sale el sol hasta el ocaso. Por eso, Padre, te suplicamos que santifiques por el mismo espíritu estos dones que hemos separado para ti, de manera que sean Cuerpo y † Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, que nos mandó celebrar estos misterios. Porque él mismo, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan, y dando gracias te bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: «Tomad y comed todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por vosotros». Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, dando gracias te bendijo, y lo pasó a sus discípulos, diciendo: «Tomad y bebed todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados. Haced esto en conmemoración mía». Éste es el sacramento de nuestra fe. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús! Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la pasión salvadora de tu Hijo, de su admirable resurrección y ascensión al cielo, mientras esperamos su venida gloriosa, te ofrecemos, en esta acción de gracias, el sacrificio vivo y santo. Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia, y reconoce en ella la víctima por cuya inmolación quisiste devolvernos tu amistad, para que, fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y llenos de tu Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu. Que él nos transforme en ofrenda permanente, para que gocemos de tu heredad junto con tus elegidos: con María, la Virgen Madre de Dios, los apóstoles y los mártires, y todos los santos, por cuya intercesión confiamos obtener siempre tu ayuda. Te pedimos, Padre, que esta víctima de reconciliación traiga la paz y la salvación al mundo entero. Confirma en la fe y en la caridad a tu Iglesia, peregrina en la tierra: a tu servidor, el Papa Benedicto XVI., a nuestro Obispo N., al orden episcopal, a los presbíteros y diáconos, y a todo el pueblo redimido por ti. Atiende los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia en el domingo, día en que Cristo ha vencido a la muerte y nos ha hecho partícipes de su vida inmortal. Reúne en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el mundo. A nuestros hermanos difuntos y a cuantos murieron en tu amistad recíbelos en tu reino, donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria, por Cristo, Señor nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes. Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Mc 10, 45)
El Hijo del hombre ha venido a dar su vida como rescate por la humanidad, dice el Señor.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que esta celebración eucarística nos comunique, Señor, nuevas fuerzas para cumplir tu voluntad en esta vida y nos confirme en la esperanza de tu Reino. Por Jesucristo, nuestro Señor.
MEDITACIÓN DOMINICAL: Este mandato misionero de ninguna manera se confunde con un colonialismo religioso. Los cristianos no tenemos la exclusiva divina. Tampoco tenemos el derecho de envolver el Evangelio en nuestro ropaje cultural para imponerlo a personas de otras culturas. La Buena Nueva incluye un camino de verdadera humanización. Quien anuncia el mensaje de salvación cristiana no es propietario de una especie de franquicia religiosa exportable a todos los países del mundo. El misionero cristiano no avasalla con su credo religioso a otros creyentes; antes bien, es un testigo respetuoso y alegre del amor de Dios, manifestado en Jesús, el sufriente por antonomasia, que asumió el proyecto de su Padre hasta la entrega de su vida. Más que una doctrina, la fe cristiana en una forma de existir que nos asemeja con el estilo de vida que vive el Señor Jesús.
Provincia Eclesial de México:
Sun 21 DOMINGO MUNDIAL DE LAS MISIONES Día del Señor
Lect: Is 56, 1.6-7/Sal 66/1Tim 2, 1-8/Mt 28, 16-20; Se dice Gloria, Se dice Credo, Oraciones Propias, Prefacio Dominical I-X