Cambio de sacerdote a otra parroquia

Un espacio para comentar todos los temas referentes a la Liturgia de nuestra Iglesia; sus distintas celebraciones; la diversidad de ritos; la historia. También para realizar consultas o plantear dudas sobre las condiciones para la validez de los sacramentos, los elementos básicos de los mismos, etc.

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Cambio de sacerdote a otra parroquia

Notapor Minuit » Lun Jul 01, 2013 2:34 pm

Saludos amigos aqui con una duda

En la parroquia de mi comunidad acaban de anunciar que al padre lo trasladan a otra parroquia y aqui me surge una duda

Puede un sacerdote quedarse toda su vida en una parroquia o es un hecho que cada cierto tiempo los tienen que estar cambiando? de ser asi en que se basan y cada cuanto tiempo es el promedio?

Muchas gracias por la aclaracion
Jn 11:25 "Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá."
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Re: Cambio de sacerdote a otra parroquia

Notapor tito » Lun Jul 01, 2013 4:00 pm

Depende de lo que diga el Obispo.

Del CIC:
515 § 1 La parroquia es una determinada comunidad de fieles constituida de modo
estable en la Iglesia particular, cuya cura pastoral, bajo la autoridad del Obispo diocesano, se encomienda a un párroco, como su pastor propio.

§ 2. Corresponde exclusivamente al Obispo diocesano erigir, suprimir o cambiar las parroquias, pero no las erija, suprima o cambie notablemente sin haber oído al consejo presbiteral.

519 El párroco es el pastor propio de la parroquia que se le confía, y ejerce la cura pastoral de la comunidad que le está encomendada bajo la autoridad del Obispo diocesano en cuyo ministerio de Cristo ha sido llamado a participar, para que en esa misma comunidad cumpla las funciones de enseñar, santificar y regir, con la cooperación también de otros presbíteros o diáconos, y con la ayuda de fieles laicos, conforme a la norma del derecho.
¡Ay, los que llaman al mal bien, y al bien mal;
que dan oscuridad por luz, y luz por oscuridad;
que dan amargo por dulce, y dulce por amargo! Isaías 5,20


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tito
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Re: Cambio de sacerdote a otra parroquia

Notapor eduarod » Mar Jul 02, 2013 2:45 am

Estimado en Cristo Minuit:

Dentro de los parámetros señalados por el hermano tito, donde ya claramente se expuso que corresponde al Obispo la autoridad para erigir, suprimir o cambiar parroquias, y designar al párroco responsable de las mismas, existen, sin embargo, situaciones muy diversas.
De entrada, por ejemplo, no es lo mismo una parroquia donde el Obispo asigna a su propio clero diocesano y en la que el propio Obispo suele tomar por si mismo las decisiones, que una parroquia que el Obispo asigna al cuidado de una congregación religiosa, donde la decisión de mover a los miembros de la congregación corresponde también a los superiores y a los capítulos de la congregación, de modo que esto requiere una coordinación con el Obispo, que sigue teniendo TODA la autoridad sobre su diócesis y que es quien formalmente remueve al viejo párroco y asigna al nuevo que la congregación le propone, pero donde en esa coordinación generalmente el Obispo aceptará a la persona que la congregación proponga. Y en esos casos entra en juego también el hecho de que las congregaciones suelen tener políticas más estrictas respecto a no mantener a sus miembros en el mismo lugar por mucho tiempo; a veces en tiempos definidos -hay congregaciones, por ejemplo, en las que uno no puede estar en el mismo lugar más allá de un número definido y relativamente pequeño de años, p.ej. 4 años; pero a veces bajo esquemas más flexibles que no se definen por tiempo, sino por conveniencia y necesidades.
En el caso del clero diocesano es más probable que llegue a ocurrir que un párroco se mantenga en la misma parroquia durante toda su vida, pero aún así no es lo más común.

Las razones para cambiar son muchas: por un lado las habilidades de las personas no se aplican de la misma manera ante las cambiantes necesidades de las comunidades; y esto no solo ante los cambios de la comunidad en la que se encuentra el párroco, sino puede ocurrir que cambios en otra comunidad demanden sus habilidades en mayor grado de lo que han venido siendo útiles en la parroquia en la que se encuentra.

Otra razón importante es porque el sacerdote se debe a TODA la comunidad, pero muy fácilmente puede ocurrir que, si se queda el mismo (o los mismos) sacerdote(s) por mucho tiempo, comiencen de manera natural a establecerse amistades y "preferencias", frecuentemente respecto a aquellos miembros de la comunidad que mejor congenian con la personalidad del sacerdote en cuestión y que, por lo mismo, más participan en los eventos e iniciativas que este organiza. Y con frecuencia esto llega al punto en el que, sobresaturados de trabajo como están muchos sacerdotes, comienzan a delegar en estos grupos la organización de eventos e iniciativas que, con más razón, se realizan al gusto de estas personas en particular. A veces estas parroquias dan la impresión de mucha vitalidad, con muchos eventos y participación. Pero en realidad es la participación repetida de un grupo relativamente pequeño mientras que el gran resto de la comunidad y sus necesidades permanecen grandemente ignoradas.
A veces ocurre en parroquias así que, cuando llega el tiempo de cambiar al párroco, el nuevo llega con ideas e iniciativas diferentes que no son compatibles con la de esos grupos, y parece entonces que "se muere" la parroquia, porque dejan de organizarse todos esos eventos. Pero en realidad no se muere la parroquia, sino "se muere" lo que en realidad se había venido a convertir más bien en una especie de "club social" de ese puñado de feligreses y del que todos los demás se sentían excluidos. De modo que, ante la "muerte" de ese club social, en realidad comienza la participación, quizá más modesta y menos visible, pero mucho más fructuosa y provechosa del grueso de los fieles de la parroquia.
Por ejemplo, no es raro que esos grupos adquieran tanto poder en las parroquias, debido a la gran confianza que, a veces no muy merecida, el párroco les otorga debido a la disponibilidad que le demuestran. Y llega ocurrir que estos grupos se comienzan a encargar de la mayor parte de la preparación y ejecución de tareas importantes como son los cursos de preparación a los Sacramentos. Y muchas veces entonces lo que presentan en esos cursos no es tanto lo que el párroco piensa o quiere enseñar, sino lo que a estas personas, no siempre muy bien formadas, les gusta creer. Un caso no tan raro es el de las parejas que piensan, CONTRA la clara y constante Enseñanza de la Iglesia, que los anticonceptivos artificiales pueden usarse "en casos especiales". Y así, teniendo la responsabilidad completa de la organización de los cursos prematrimoniales, ese tipo de ideas son las que enseñan a los novios, quienes, por supuesto, ante la menor dificultad en su vida pensarán que ya se ubican dentro de esos "casos especiales" y creerán sinceramente que no hacen nada malo, porque eso fue lo que les enseñaron en la parroquia. Mientras tanto, el párroco, confiado de que sus fieles hacen todo bien por los comentarios positivos que reciben de "lo bueno que estuvo el curso" no revisa los contenidos con los que muchas veces él mismo no concuerda y se limita más bien a celebrar alguna Eucaristía para los participantes del curso, en la que centra la homilía en aspectos fundamentales del Sagrado Matrimonio como la indisolubilidad o la necesidad del apoyo mutuo en las buenas y en las malas, pero donde no toca y, por lo mismo, no corrige esos errores.
De esta forma, cuando llega el nuevo párroco, pues este no ha desarrollado esa infundada confianza en esos fieles tan participativos, y, por lo mismo, revisa lo que están enseñando, descubriendo pronto esa clase de errores y tomando acción al respecto. Ahí es donde suele no gustarles el nuevo párroco a los antiguos fieles participativos, porque se dan cuenta de que ya no van a poder hacer a su gusto a diestra y siniestra, y entonces se genera la "crisis parroquial" que parece acabar con la vida parroquial, incluidos esos "cursos tan buenos" que se daban.
Pero lo que en realidad ocurre es que tal vez ahora el párroco de personalmente los cursos, y tal vez se vuelvan menos "famosos" y "atractivos" que los anteriores donde había muchas dinámicas y juegos; pero el hecho es que en estos nuevos y "aburridos" cursos, los novios que los tomen recibirán la auténtica Doctrina de la Iglesia, cosa que antes no ocurría en esos cursos que parecían parte de una vida parroquial activa y exhuberante, pero que en realidad no era sino como esos platillos que aturden de los que nos habla San Pablo, porque ningún provecho se obtenía de ellos.
E insisto que esto bien puede no tener nada que ver con las ideas del párroco anterior, porque tal vez él mismo habría acabado con esos cursos "atractivos" si hubiese sabido de su contenido real, pero el tema es justamente que no lo sabía porque la costumbre le había llevado a desarrollar una infundada confianza sobre gente que no la merecía, pero él mismo difícilmente se habría dado cuenta de ello. Y, en cambio, el nuevo párroco, teniendo que estar abierto a entender la realidad de la nueva parroquia y buscar la participación y el beneficio de todos los fieles, mucho más fácil y rápidamente detecta todo eso. De ahí que el beneficio venga del hecho mismo de cambiar al párroco y no necesariamente de las habilidades o virtudes personales de cada uno de ellos como en el punto anterior.
Por el contrario, donde exista una comunidad con una VERDADERA vida parroquial que no sea de ese tipo de "club social", sino sea una vida que REALMENTE integre al grueso de la comunidad, pues será muy evidente al nuevo párroco que no tiene porqué interferir con esa vida parroquial, sino al contrario, que EN ELLA es donde mejor puede y debe encontrar y servir a esa comunidad. De modo tal que la actividades propias de una verdadera vida parroquial como la descrita, difícilmente se verán afectadas por cualquier cambio que pueda haber en el clero que la atiende.
Resumiendo entonces el punto, el cambio de los sacerdotes sirve tanto para sanear a las comunidades en las que sirven, como a la actividad pastoral de los propios sacerdotes, de los vicios en los que la simple costumbre fácilmente les puede hacer caer, sin que esto normalmente afecte a la verdadera vida parroquial, sino al contrario, la purifique y fortalezca.

Existen otras razones, por ejemplo, en las congregaciones religiosas se fomentan tanto los cambios con el fin de fomentar a su vez otras cosas como la virtud de la humildad y el espíritu de obediencia que la congregación busca seguir. Pues, por ejemplo, estos cambios permiten que el que hoy es el superior de una gran congregación en un país o en una ciudad importante y tiene mucha responsabilidad y autoridad, mañana pase a otra pequeña comunidad en una ranchería olvidada y en la que él no sea el superior, sino un hermano más sujeto a la obediencia del superior de esa pequeña comunidad. De esta manera los religiosos se purifican también de las vanaglorias del mundo. Y así, existen muchas otras razones que en la práctica bi-milenaria de la Iglesia han venido demostrando que, en general, es mejor cambiar a los sacerdotes y religiosos de lugar en vez de dejarlos por mucho tiempo.
Pero por supuesto que hay excepciones y entonces, como decíamos, SI es posible que un sacerdote diocesano, e incluso un religioso, permanezca por mucho tiempo en un solo lugar, e incluso hasta durante toda su vida consagrada. Pero, por mucho, eso es más la excepción que la regla.

Que Dios te bendiga.
eduarod
 
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