“No mires nuestros pecados...”

Un espacio para comentar todos los temas referentes a la Liturgia de nuestra Iglesia; sus distintas celebraciones; la diversidad de ritos; la historia. También para realizar consultas o plantear dudas sobre las condiciones para la validez de los sacramentos, los elementos básicos de los mismos, etc.

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“No mires nuestros pecados...”

Notapor tralalá » Jue Nov 14, 2013 10:08 am

“No mires nuestros pecados sino la fe de tu Iglesia”.
Me parece incorrecto cuando algún sacerdote dice: sino la fe que tenemos.
Charlie o alguien más que sepa, quizás pueda responderme.
Agradecida desde ya. Tralalá
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tralalá
 
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Re: “No mires nuestros pecados...”

Notapor eduarod » Lun Nov 18, 2013 4:50 pm

Estimada en Cristo tralalá:

En general NO ES correcto modificar NINGÚN texto de NINGUNA parte de la Santa Misa salvo que la propios libros Litúrgicos permitan esa posibilidad concreta.
En realidad en la Iglesia esa norma se flexibilizó bastante en lo relativo a los misioneros y a las ceremonias para los niños, donde los libros litúrgicos y disposiciones de la Iglesia EXPRESAMENTE permiten ese tipo de modificaciones si el celebrante mismo juzga que son pertinentes para la MEJOR comprensión del AUTÉNTICO SENTIDO de los textos litúrgicos de acuerdo a su cultura (en el caso de los misioneros) o su nivel de conocimiento y la capacidad de comprensión acordes a su edad (en el caso de los niños).
Pero, a partir de ahí, desafortunadamente muchos sacerdotes han indebidamente extrapolado estas atribuciones como si ellos fuesen los dueños y reguladores de la Liturgia, cosa que NO son; y tratan a los adultos como si fueran niños pequeños o personas de una cultura muy ajena, incapaces de comprender; adaptan los textos para que digan cosas que la gente "prefiere" oir (completamente en contra del espíritu de las auténticas autorizaciones que señalábamos antes y que deben servir para AYUDAR A ENTENDER el AUTÉNTICO SENTIDO de la Liturgia y NO para tergiversarlo para que le sea más tolerable al gusto y sensibilidad de la audiencia); o aprovechan la ocasión para transmitir, subrayar y difundir sus propias ideas teológicas, aunque no sean del todo ortodoxas.
Si, ciertamente no se debe olvidar que hoy en día la misión evangelizadora NO se limita a tierras remotas, sino crecientemente se hace más necesaria esa que se ha venido a llamar la "misión urbana", que es la que debe llevar el Evangelio a esas personas que viviendo en nuestras ciudades, se encuentran en realidad tan alejadas de la Fe como los indígenas de la isla o selva más remota.
Sin embargo, es evidente que en una celebración ordinaria de la Santa Misa el sacerdote NO le está hablando a ESAS personas, sino a personas bautizadas que tuvieron al menos la preparación básica de la catequesis para la Primera Comunión. Personas que, si bien tal vez en efecto no suelan frecuentar tampoco los templos, sino asistan tan solo a misas de difuntos, bodas, bautizos, primeras Comuniones, y otras celebraciones; y que, por lo mismo, tal vez también haya que evangelizar en algún sentido y forma; pero que NO se puede hablar en su caso de esa necesidad de adaptarles la Liturgia por no ser sencillo que en su cultura comprendan fácilmente algunos términos o expresiones; sino al contrario, son personas cuya evangelización consistiría primariamente en ayudarles a acabar de entender esos conceptos y expresiones que pudieron comprender a medias o de manera infantil en su formación básica, y que es preciso ahora enseñarles en toda su ortodoxia y pureza. Razón de más para respetar la Liturgia con todo rigor y usar las expresiones correctas de forma que se ayude a estas personas a madurar en la Fe.

Ahora bien, respecto al cambio concreto al que te refieres, este es un poco ambiguo y puede entenderse en un sentido ortodoxo y en otro sentido INCORRECTO. Sin embargo, el sentido correcto es más claro en el texto original, por lo que, si se hace el cambio, casi seguramente lo que se busca es más bien indicar el sentido incorrecto en que se puede entender la frase.
Cuando se dice "sino en la fe que tenemos", el solo hecho de usar el plural puede indicar que NO se habla a nivel personal o meramente tomando ese plural como indicando la muestra particular de los que estamos ahí, sino se habla de la Fe de la comunidad en su conjunto y totalidad, y que entonces no se habla de cualquier fe, sino la que DE HECHO tiene la comunidad por la Gracia de Dios. En ese caso, que sería la forma ortodoxa de entender la expresión, esta vendría a ser completamente equivalente al texto original y correcto de "sino en la Fe de Tu Iglesia".

Pero, como decíamos, lejos de aclarar ese recto sentido, la expresión "sino la fe que tenemos" en realidad lo obscurece. Porque la Fe de la Iglesia clara e indudablemente ES la AUTÉNTICA Fe en Cristo que en toda la perfección de Él mismo tiene la Iglesia. En cambio, "la fe que tenemos", puede ser en realidad cualquier fe. Fe en el futuro, fe en el cambio, fe en las instituciones, fe en mis capacidades, fe en nuestro dinero o nuestros recursos, etc. Y entonces, si hablamos de "la fe que tenemos" NO necesariamente nos referimos a la Fe que DE HECHO tiene la Iglesia, sino nos podemos referir también, por ejemplo, a la fe que DE HECHO tenemos los que participamos en ESA celebración concreta y que, potencialmente, puede ser distinta de la Fe de la Iglesia. Y en efecto, quien quiera entenderlo así, para su conveniencia, así lo entenderá. Incluso, obviando esta posibilidad de que alguien entienda algo completamente ajeno a la Fe de la Iglesia, sino pensando en que la mayoría entenderá que se refiere a la fe en Dios, lo lógico es pensar que esa mayoría NO entenderá que la Fe de la Iglesia ES la Fe de Cristo a la que se tiene que unir y por la que REALMENTE puede ser salvado, sino entenderá que "la fe que tenemos" es la poca o mucha fe que alcanzamos NOSOTROS a tener y que ESO y NO los Méritos de Cristo es lo que puede entonces superar a los pecados de tal suerte que sea legítimo pedir a Dios que se fije en esa pequeña y poco importante fe que las personas que viven en esa comunidad pueden tener, como si por si misma esa fe tan pobre fuese capaz de superar y perdonar los pecados. Cosa que, en realidad, evidentemente no puede hacer.
En ese sentido, que es como la mayoría de las personas entendería la frase, esta parece decir, muy al estilo protestante, que basta reconocer a Jesús como tu salvador, y en ese sentido tener una incipiente, miserable, y posiblemente muerta, fe en Él, y que eso en sí mismo puede perdonar todos los pecados que uno quiera hacer por lo que no hay que preocuparse más del asunto. Y si la persona está ahí, en el templo, bueno, es porque tiene esa incipiente y mínima fe ¿no es así? Entonces estaría claro que TODOS los que estamos ahí podemos considerarnos salvados y por ello es que todas nuestras misas de difuntos se han venido convirtiendo en "misas de canonización", porque es claro que nuestros difuntos tuvieron al menos esa incipiente fe.
No hay -en este erroneo concepto-, pues, necesidad de hacer nada ni de transformar nada, no hay necesidad de unirse a la Fe de la Iglesia que es la Fe de Cristo en la Cruz que pudo creer a pesar de REALMENTE sentirse COMPLETAMENTE abandonado, y que es de donde surgió la PLENA obediencia al Padre a pesar de las más adversas circunstancias. No, ¿para qué tomarse tanta molestia si la pobre "fe que tenemos" nos parece suficiente para que Dios no se fije en nuestros multiples y gravísimos pecados, sino en esa pequeña e incipiente fe y en función de ello se vea casi como obligado a salvarnos? (porque si se le llegara a ocurrir a Dios siquiera pensar en NO salvarnos con esa incipiente fe, pues ya sabemos que le tenemos preparado ese super-argumento de que entonces NO ES la Infinita Bondad que clama ser, por lo que, con la pena, si quiere convencernos de que realmente es tan Bueno, pues TIENE que salvarnos por esa pequeñísima fe, ya que solo asi graciosamente nos dignaremos a SI reconocerle esa gran bondad).
Como podemos ver entonces, esta modificación, a pesar de tener una posible interpretación ortodoxa que la disfraza y le hace parecer no tan diferente del verdadero texto Litúrgico; en realidad OBSCURECE Y DEFORMA también el AUTÉNTICO sentido de la expresión Litúrgica. Razón por la cual este cambio NO sería adecuado ni conveniente ni siquiera en esos contextos donde la Iglesia SI permite ciertas adaptaciones y cambios, mucho menos en los contextos en los que tales cambios simplemente no están permitidos.

Y nos damos cuenta también que ese conveniente "no hay que hacer nada, todo está ya resuelto" que se deduce de ella, la convierte también en una de esas cómodas frases que a la gente le encanta oir para justificarse a sí misma (y que nada entonces sirven para Evangelizar), y que, por lo mismo, desafortunadamente gustan usar también aquellos sacerdotes que piensan más en agradar y caerles bien a los feligreses, en vez de realmente preocuparse por llevarles el Evangelio y la Salvación de Cristo tal y como son.

Por todo lo anterior, en efecto, tienes razón, estimada hermana, cuando piensas que el cambio en cuestión, por muy inocente que pudiera llegar a parecer, en realidad es completamente inapropiado e incorrecto.

Que Dios te bendiga.
eduarod
 
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Re: “No mires nuestros pecados...”

Notapor tito » Lun Nov 18, 2013 5:33 pm

Muy buena tu opinion Eduarod pero te faltan citas de documentos para que los que leen sepan que es lo que la Iglesia manda, si alguien quisera hablar con su parroco sobre este asunto no se va a poyar diciendo que esta mal y que eso lo dijo Eduarod...


Bendiciones.
¡Ay, los que llaman al mal bien, y al bien mal;
que dan oscuridad por luz, y luz por oscuridad;
que dan amargo por dulce, y dulce por amargo! Isaías 5,20


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Re: “No mires nuestros pecados...”

Notapor eduarod » Lun Nov 18, 2013 11:13 pm

Estimado en Cristo tito:

Quizá lo más pertinente para esto que comentas sea citar la sección que habla de las adaptaciones en la Instrucción General del Misal Romano:

23. Además, para que la celebración responda más plenamente a las prescripciones y al espíritu de la Sagrada Liturgia y para que crezca su eficacia pastoral, en esta Instrucción General y en el Ordinario de la Misa, se proponen algunas acomodaciones y adaptaciones.

24. Estas adaptaciones, que consisten solamente en la elección de algunos ritos o textos, es decir, de cantos, lecturas, oraciones, moniciones y gestos, para que respondan mejor a las necesidades, a la preparación y a la índole de los participantes, se encomiendan a cada sacerdote celebrante. Sin embargo, recuerde el sacerdote que él es servidor de la Sagrada Liturgia y que a él no le está permitido agregar, quitar o cambiar algo por su propia iniciativa[34] en la celebración de la Misa.

25. Además, en el Misal, en su sitio, se indican algunas adaptaciones que, según la Constitución sobre la Sagrada Liturgia, corresponden o al Obispo diocesano o a la Conferencia de los Obispos[35] (cfr. más adelante núms. 387; 388-393).

26. Sin embargo, por cuanto se refiera a cambios y a adaptaciones más profundas que tengan que ver con tradiciones y con la índole de pueblos y regiones que, según el espíritu del artículo 40 de la Constitución sobre la Sagrada Liturgia, deban introducirse por utilidad o por necesidad, obsérvese lo que se expone en la Instrucción “La Liturgia Romana y la inculturación”[36] y más adelante (núms. 395-399).
INSTRUCCIÓN GENERAL
DEL MISAL ROMANO

La que a su vez hace referencia a la Constitución Sacrosantum Concilium del Concilio Vaticano II sobre la Sagrada Liturgia:
Sólo la Jerarquía puede introducir cambios en la Liturgia
22. §1. La reglamentación de la sagrada Liturgia es de competencia exclusiva de la autoridad eclesiástica; ésta reside en la Sede Apostólica y, en la medida que determine la ley, en el Obispo.

§ 2. En virtud del poder concedido por el derecho la reglamentación de las cuestiones litúrgicas corresponde también, dentro de los límites establecidos, a las competentes asambleas territoriales de Obispos de distintas clases, legítimamente constituidos.

§3. Por lo mismo, nadie, aunque sea sacerdote, añada, quite o cambie cosa alguna por iniciativa propia en la Liturgia.
CONSTITUCIÓN SACROSANCTUM CONCILIUM
SOBRE LA SAGRADA LITURGIA
Concilio Vaticano II


La misma Constitución toca el punto señalado respecto a la posibilidad de hacer adaptaciones en los territorios de misión, incluyendo adaptaciones profundas, pero indica también de manera general los mecanismos que esas adaptaciones deben seguir, es preciso, sobre todo, notar que las adaptaciones más significativas deben ser sometidas a la aprobación de la Santa Sede:
38. Al revisar los libros litúrgicos, salvada la unidad sustancial del rito romano, se admitirán variaciones y adaptaciones legítimas a los diversos grupos, regiones, pueblos, especialmente en las misiones, y se tendrá esto en cuenta oportunamente al establecer la estructura de los ritos y las rúbricas.

39. Corresponderá a la competente autoridad eclesiástica territorial, de la que se habla en el artículo 22, § 2, determinar estas adaptaciones dentro de los límites establecidos, en las ediciones típicas de los libros litúrgicos, sobre todo en lo tocante a la administración de los Sacramentos, de los sacramentales, procesiones, lengua litúrgica, música y arte sagrados, siempre de conformidad con las normas fundamentales contenidas en esta Constitución.

40. Sin embargo, en ciertos lugares y circunstancias, urge una adaptación más profunda de la Liturgia, lo cual implica mayores dificultades. Por tanto:

1). La competente autoridad eclesiástica territorial, de que se habla en el artículo 22, § 2, considerará con solicitud y prudencia los elementos que se pueden tomar de las tradiciones y genio de cada pueblo para incorporarlos al culto divino. Las adaptaciones que se consideren útiles o necesarias se propondrán a la Sede Apostólica para introducirlas con su consentimiento.

2). Para que la adaptación se realice con la necesaria cautela, si es preciso, la Sede Apostólica concederá a la misma autoridad eclesiástica territorial la facultad de permitir y dirigir las experiencias previas necesarias en algunos grupos preparados para ello y por un tiempo determinado.

3). Como las leyes litúrgicas suelen presentar dificultades especiales en cuanto a la adaptación, sobre todo en las misiones, al elaborarlas se empleará la colaboración de hombres peritos en la cuestión de que se trata.


Y, posteriormente, la Instrucción Varietates legitimae ha entrado en mayores detalles del porqué se permiten estas adaptaciones:
6. La presente Instrucción tiene en cuenta situaciones muy diversas. En primer lugar los países de tradición no cristiana, donde el Evangelio ha sido anunciado en la época moderna por misioneros que han llevado al mismo tiempo el rito romano.
Resulta actualmente más claro que «al entrar en contacto con las culturas, la Iglesia debe acoger todo lo que, en las tradiciones de los pueblos, es compatible con el Evangelio a fin de comunicarles las riquezas de Cristo y enriquecerse ella misma con la sabiduría multiforme de las naciones de la tierra» (19).
...
A lo largo de los siglos el rito romano ha demostrado repetidamente su capacidad de integrar textos, cantos, gestos y ritos de diversa procedencia y ha sabido adaptarse a las culturas locales en países de misión, aunque en algunas épocas ha prevalecido la preocupación de la uniformidad litúrgica.
18. El concilio Vaticano II, ya en tiempos recientes, ha recordado que la Iglesia «fomenta y asume, y al asumirlas, las purifica, fortalece y eleva todas las capacidades y riquezas y costumbres de los pueblos en lo que tienen de bueno (...). Con su trabajo consigue que todo lo bueno que se encuentra sembrado en el corazón y en la mente de los hombres, y los ritos y culturas de estos pueblos, no sólo no desaparezca sino que se purifique, se eleve y perfeccione para la gloria de Dios, confusión del demonio y felicidad del hombre»

Esto último (lo que se dice en el numeral 18), por cierto, es de suyo una excelente respuesta a todas esas acusaciones que se suelen hacer, sobre todo por parte de los hermanos protestantes, en el sentido de que la Iglesia Católica es pagana porque ha tomado ciertos elementos puntuales y fechas del paganismo para instaurar diversas fiestas. Y para despejar dudas de que esa purificación es completamente legítima, otro muy buen argumento es ese pasaje en el que San Pablo habla a los atenienses tomando como base ese altar "al dios desconocido" a quien San Pablo les dice que les ha venido a predicar. Obviamente los atenienses no habían erigido ese altar pensando en Cristo, pero San Pablo toma la legítima aspiración que ese altar representaba para sublimarla y servirse de ella en el anuncio del Evangelio; IDENTIFICANDO, de hecho, la forma imperfecta y pagana de esa aspiración, con el VERDADERO, más profundo y perfecto, objeto de la misma, que es la Fe en Cristo. Por eso San Pablo NO dice: "les voy a predicar OTRO Dios que es el Verdadero", sino dice: "Ahora, yo vengo a anunciarles eso que ustedes adoran sin conocer." (Hechos 17, 23) Reconociendo así que, en ese altar los atenienses, de hecho, ADORABAN A CRISTO, aunque de una manera inadecuada porque no conocían ESO que adoraban y aún asi intentaban adorar, pero que ahora les iba a ser anunciado para que le conocieran y le pudieran adorar de una manera perfecta. De esta manera, así como San Pablo perfeccionó lo que había de bueno y legitimo en la aspiración que ese altar representaba uniéndole a la Evangelización, así también la Iglesia ha venido perfeccionando a lo largo de los siglos lo que de bueno y legítimo hay en las aspiraciones y costumbres de los pueblos para mejor unirles a Cristo en su auténtica identidad y es por eso que esto permite hacer cambios mucho más significativos en la Liturgia de lo que en otras circunstancias se puede hacer, pero usando los mecanismos apropiados, por supuesto.
La Instrucción Varietates Legitimae entra también en muchos detalles específicos sobre cómo se han de realizar las debidas adaptaciones, comenzando por traducir la Liturgia a la lengua de los pueblos que son evangelizados, pero esas disposiciones son demasiado extensas como para citarlas aquí.

Igualmente el Directorio para las Misas con niños de la Sagrada Congregación para el Culto Divino prescribe en detalle las adaptaciones que es permitido hacer en estas celebraciones, así como las razones por las que la Iglesia permite tales adaptaciones; y, nuevamente, es mejor dirigirse al documento en cuestión para conocer ese detalle; pero, meramente para fines de ejemplificar, podemos citar esta parte donde claramente se ve que, aquí si, al sacerdote se le permite hacer algunas cosas con sus propias palabras:
23 - El sacerdote quemanera detallada las adaptaciones que es legítimo hacer en las Celebraciones Litúrgicas en las que participan los niños, debe celebrar la misa con niños haga celebración festiva, fraterna, meditativa (22), el mismo sacerdote manifieste esta disposición más aún que en la celebración de las Misas con personas mayores. Depende mucho de su preparación personal, más aún de su manera de actuar y de hablar.

Sobre todo atienda a la dignidad, claridad y simplicidad de los gestos. Al hablar a los niños de tal manera lo haga, que sea fácilmente comprendido, evitando, con todo, toda forma demasiado pueril.

Las moniciones que se está permitido decir, conduzcan a los niños a una participación litúrgica y no sean meras explanaciones didáctica.

Ayudará a mover los corazones de los niños, sí el sacerdote alguna vez los invita con sus propias palabras, vg.: al acto penitencial, a la oración sobre las ofrendas, en la oración del Padre Nuestro, a darse la paz en la comunión.
DIRECTORIO LITÚRGICO PARA LAS MISAS CON PARTICIPACIÓN DE NIÑOS
Sagrada Congregación para el Culto Divino


Bueno, creo que con esto basta y sobra para no tener que ir a decirle al párroco, "me lo dijo EduaRod". ;)

Saludos y bendiciones
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Re: “No mires nuestros pecados...”

Notapor eduarod » Lun Nov 18, 2013 11:33 pm

P.D. Respecto al contenido específico de la equivocada adaptación que señala la hermana tralalá, creo que podemos considerar esta catequesis:
4. La oración por la paz no cesa jamás en los labios de la Iglesia.

La repetimos en todas las Santas Misas durante el rito de la comunión, sobre todo al referirnos a las palabras del "Padrenuestro" que nos enseñó Cristo: "Líbranos, Señor, de todos los males y concédenos la paz en nuestros días...".

Oremos de nuevo por la paz, que es al mismo tiempo don de Dios y fruto de la buena voluntad de los hombres, diciendo: "Señor Jesucristo, que dijiste a los Apóstoles, 'Mi paz os dejo, mi paz os doy', no mires nuestros pecados sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad"... Pedimos que la Iglesia sea también el refugio de la paz para el mundo, para todos los hombres, para cada hombre y cada sociedad.
JUAN PABLO II
ÁNGELUS
Domingo 30 de agosto de 1981

Donde vemos que es LA IGLESIA la que pedimos que sea ese refugio de paz (y, por consiguiente, de salvación) para el mundo, lo que evidentemente NO sería compatible con pensar que se puede lograr eso mismo de manera personal o en un pequeño grupo gracias a la pequeña e incipiente fe de uno mismo o del grupo. Precisamente porque esto último es el mero fruto de la buena voluntad de los hombres, pero es claro que la paz por la que imploramos NO ES meramente el tremendamente limitado e imperfecto fruto del esfuerzo y el trabajo humano, sino, ante todo, y como lo enseña el Beato Juan Pablo II, es también DON de Dios. Por eso es importante que sea LA FÉ DE LA IGLESIA, y no meramente "la fe que tenemos" la que presentemos a Dios como alternativa a nuestros pecados.

Esto, claro está, sin olvidar, como ya lo señalábamos , que "la fe que tenemos" TAMBIÉN podría interpretarse de manera ortodoxa como "la Fe de la Iglesia". Pero recordando también que esa forma de expresarlo, además de no estar permitida, es mucho más obscura y equivoca que el verdadero texto litúrgico.

Saludos y bendiciones
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Re: “No mires nuestros pecados...”

Notapor IvanEstoico » Mar Nov 19, 2013 11:55 am

Querido hermano en Cristo.

Carisimo Eduarod, te pido por favor que me ayudes a comprender lo que a continuacion te expongo:
eduarod escribió:lo lógico es pensar que esa mayoría NO entenderá que la Fe de la Iglesia ES la Fe de Cristo a la que se tiene que unir y por la que REALMENTE puede ser salvado, sino entenderá que "la fe que tenemos" es la poca o mucha fe que alcanzamos

No entiendo esta parte de la fe de Cristo Jesus, pues, Jesucristo Nuestro Señor es Dios y no puede tener fe, por lo que te agradeceria el que profundizaras a este respecto. Por otro lado lo que segundos antes comentabas me queda claro:
eduarod escribió:Pero, como decíamos, lejos de aclarar ese recto sentido, la expresión "sino la fe que tenemos" en realidad lo obscurece. Porque la Fe de la Iglesia clara e indudablemente ES la AUTÉNTICA Fe en Cristo que en toda la perfección de Él mismo tiene la Iglesia.


Agradezco tu ayuda de ante mano, aristocrático hermano.

Que Dios te bendiga.
El mismo Verbo Dios era,
que el principio se decía;
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Re: “No mires nuestros pecados...”

Notapor IvanEstoico » Lun Dic 02, 2013 11:36 pm

Querido hermano en Cristo.

Carísimo Eduarod, ¿Podemos compaginar el siguiente texto con la duda planteada?:

    41. No se ha de olvidar, por lo demás, que la proclamación litúrgica de la Palabra de Dios, sobre todo en el contexto de la asamblea eucarística, no es tanto un momento de meditación y de catequesis, sino que es el diálogo de Dios con su pueblo, en el cual son proclamadas las maravillas de la salvación y propuestas siempre de nuevo las exigencias de la alianza. El Pueblo de Dios, por su parte, se siente llamado a responder a este diálogo de amor con la acción de gracias y la alabanza, pero verificando al mismo tiempo su fidelidad en el esfuerzo de una continua « conversión ». La asamblea dominical compromete de este modo a una renovación interior de las promesas bautismales, que en cierto modo están implícitas al recitar el Credo y que la liturgia prevé expresamente en la celebración de la vigilia pascual o cuando se administra el bautismo durante la Misa. En este marco, la proclamación de la Palabra en la celebración eucarística del domingo adquiere el tono solemne que ya el Antiguo Testamento preveía para los momentos de renovación de la Alianza, cuando se proclamaba la Ley y la comunidad de Israel era llamada, como el pueblo del desierto a los pies del Sinaí (cf. Ex 19,7-8; 24,3.7), a confirmar su « sí », renovando la opción de fidelidad a Dios y de adhesión a sus preceptos. En efecto, Dios, al comunicar su Palabra, espera nuestra respuesta; respuesta que Cristo dio ya por nosotros con su « Amén » (cf. 2 Co 1,20-22) y que el Espíritu Santo hace resonar en nosotros de modo que lo que se ha escuchado impregne profundamente nuestra vida.(69)
    CARTA APOSTÓLICA DIES DOMINI, DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II

Que Dios te bendiga egregio hermano.
El mismo Verbo Dios era,
que el principio se decía;
Él moraba en el principio,
y principio no tenía...
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Re: “No mires nuestros pecados...”

Notapor eduarod » Vie Dic 13, 2013 2:45 am

Estimado en Cristo IvanEstoico:
IvanEstoico escribió:Querido hermano en Cristo.

Carisimo Eduarod, te pido por favor que me ayudes a comprender lo que a continuacion te expongo:
eduarod escribió:lo lógico es pensar que esa mayoría NO entenderá que la Fe de la Iglesia ES la Fe de Cristo a la que se tiene que unir y por la que REALMENTE puede ser salvado, sino entenderá que "la fe que tenemos" es la poca o mucha fe que alcanzamos

No entiendo esta parte de la fe de Cristo Jesus, pues, Jesucristo Nuestro Señor es Dios y no puede tener fe, por lo que te agradeceria el que profundizaras a este respecto.

En Cristo, en efecto, NO existe la Fe. Porque la fe se puede dar únicamente en función de que la persona por si misma ignore algo, y entonces la persona crea que eso que ella misma ignora es verdadero porque lo dice otra persona, y para que la persona pueda creer eso y que la fe exista se requiere a su vez que la persona esté convencida que, quien se lo dice, no se engaña ni quiere engañarle, sino conoce la verdad y se la quiere transmitir. Pero si es uno mismo quien CONOCE que lo que piensa o afirma es verdadero, entonces en eso no hay fe, porque no hay ignorancia personal, sino lo que hay es ciencia. La Fe Divina se da cuando a Quien le creemos es a Dios mismo, Quien, siendo la Verdad Él mismo, no puede engañarse ni querer engañarnos, y por tanto su credibilidad es ABSOLUTA. Llegamos por la Fé Divina entonces a un conocimiento pleno y completo de la Verdad, pero NO por nuestra propia ciencia, sino por la Confiabilidad que Dios mismo merece.
Ahora bien, para tener los conceptos claros, es importante notar que Cristo no solo es Dios Verdadero, sino hombre verdadero también. Y, como hombre verdadero, en su mente humana NO caben TODAS las cosas que como Dios Conoce, justo igual que en nuestra mente simplemente NO CABEN todos los misterios de Dios. Aparentemente entonces ahi si podría haber un lugar para la Fe. Pero no es asi, porque lo que Cristo llega a conocer de Dios como hombre, lo toma de lo que Él mismo conoce como Dios, y entonces simplemente no se puede hablar de que "le crea a Dios", sino son cosas que ÉL MISMO SABE.
Por eso San Juan da testimonio de Él diciendo:
Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es el Hijo único, que está en el seno del Padre.
San Juan 1, 8
y Él dice de Si Mismo:
Nadie ha visto nunca al Padre, sino el que viene de Dios: sólo él ha visto al Padre.
San Juan 6, 46

Jesús, pues, NO habla de lo que le han dicho, sino habla de lo que Él Mismo ha visto. Por eso es que respecto a Él simplemente no es correcto hablar de Fé en Dios.

Sin embargo, la expresión "la Fe de Cristo" NO ES incorrecta. Porque la preposición "de" no solo puede indicar la Fe que Él mismo pudiera (o no) tener, cosa que ya vimos que no es el caso; sino puede indicar, y de hecho es el sentido en el que es correcto usarla, la Fe que ES de Él, es decir, la Fe que por derecho le pertenece o le corresponde. Digamos, la Fe de la que Él es digno. Y, precisamente, siendo Él Dios, entonces TODA su Palabra es digna de Fe.
Por eso, la expresión "la Fe de Cristo", expresión que, por cierto, la misma Iglesia usa en numerosos documentos, no significa sino esto mismo que tú subrayas:
IvanEstoico escribió: Por otro lado lo que segundos antes comentabas me queda claro:
eduarod escribió:Pero, como decíamos, lejos de aclarar ese recto sentido, la expresión "sino la fe que tenemos" en realidad lo obscurece. Porque la Fe de la Iglesia clara e indudablemente ES la AUTÉNTICA Fe en Cristo que en toda la perfección de Él mismo tiene la Iglesia.


Es decir, la PLENITUD de la Fe que a Cristo por derecho le corresponde. Que es la Fe que la Iglesia tiene en Él. Nótese, NO hablamos ni de la Fe de las personas individuales, que usualmente es muy imperfecta, ni de la Fe de un conjunto pequeño, amplio y ni siquiera muy amplio de personas, pues la Fe en Cristo, para ser auténticamente Digna de Él, debe ser Absoluta, y la suma de imperfecciones no alcanzará jamás el absoluto. Es preciso entonces hablar de la comunidad de personas UNIDAS a Cristo para poder hablar de que EN ESA UNIÓN se puede realizar ese absoluto. Solo aquellos que en Unión con Cristo conforman su Cuerpo Místico PARTICIPAN de esa Fe. Y digo "participan" porque no se puede decir que en lo individual tengan la plenitud de esa Fe, ya que, como ya dijimos, lo que cada uno de nosotros en lo personal y en lo individual tiene es una unión imperfecta, unión que se rompe en alguna medida en cada duda y pecado, lo que conlleva una Fe imperfecta. Por eso NO tenemos cada uno de nosotros, sino PARTICIPAMOS en la Iglesia de la Plenitud de la Fe, y es tan solo asi como esa Fe puede ser Perfecta y Digna de Dios y convertirse entonces en causa de nuestra Salvación. Por eso es correcto decir que alguien se convierte a, profesa, es instruido o vive "la Fe de Cristo", porque con eso se indica que se une, aprende a unirse, o vive unido y participa en la Iglesia de la Plenitud de la Fé que a Cristo le corresponde y que es "la Fe de Cristo":
La Iglesia, que forma parte inseparable de la historia y de la vida de cada nación de este continente, sabe que, hoy como ayer, tiene algo propio que ofrecerle; algo vital para el presente y el futuro: la luz y la fe de Cristo.
VIAJE APOSTÓLICO A ZARAGOZA, SANTO DOMINGO Y PUERTO RICO
CEREMONIA DE BIENVENIDA
DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II


1305 El "carácter" perfecciona el sacerdocio común de los fieles, recibido en el Bautismo, y "el confirmado recibe el poder de confesar la fe de Cristo públicamente, y como en virtud de un cargo (quasi ex officio)" (Santo Tomás de Aquino, Summa theologiae 3, q.72, a. 5, ad 2).
Catecismo de la Iglesia Católica

Vemos, pues, que en estas expresiones NO se habla de una Fé que Cristo tuviese, sino de la Fé que a Cristo corresponde en toda su plentiud.

Esta discusión, de hecho, nos ayuda a ver con mucho mayor claridad la diferencia que puede existir en lo que usualmente se entendería al usar las expresiones "la fe que tenemos" y "la Fe de tu Iglesia".
Porque, una vez más, "la fe que tenemos" parece referirse a esa fe que como comunidad "podríamos juntar", la que ya vimos que será necesariamente parcial e imperefecta.
Mientras que, por contraposición, la "Fe de la Iglesia" se refiere inequívocamente a la "Fe de Cristo", es decir, a la plenitud de la Fe que a Cristo por derecho le corresponde y que es la que la Iglesia, es decir, la comunidad de fieles UNIDOS a Él, tiene en Él.

Ahora bien, revisando mi mensaje a raíz de tu comentario, debo reconocer y señalar que SI hay un error en el mismo que debe ser corregido, pues dije:
No hay -en este erroneo concepto-, pues, necesidad de hacer nada ni de transformar nada, no hay necesidad de unirse a la Fe de la Iglesia que es la Fe de Cristo en la Cruz que pudo creer a pesar de REALMENTE sentirse COMPLETAMENTE abandonado...

Donde debí haber dicho "... que pudo esperar a pesar de..." en vez de ese "...que pudo creer a pesar de...".
Pues ya vimos que no puede haber fe por parte de Cristo, es más, de hecho, ante el abandono TOTAL por parte de Dios que sintió Cristo en la Cruz, simplemente no habría Fe alguna posible, y de hecho por eso es que no hay ni habrá Fe en el Infierno. Porque aquel que se encuentra total y definitivamente separado de Dios, no puede ya creerle, y no porque Dios no sea Digno de Fe, por supueso, ya que evidentemente Él es Digno de Fe siempre y en cualquier circunstancia; sino porque justamente el condenado HA PERDIDO la capacidad de percibir PRECISAMENTE ESO. El que está COMPLETAMENTE separado de Dios lo está precisamente porque NO PUEDE percibir su Bondad, y, por consiguiente, NO PUEDE creer en Él.
Por consiguiente, Cristo, a pesar de sentirse completamente abandonado por Dios en la Cruz ("Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» Mt 27, 46). No cree, sino SABE que el Padre NO le ha abandonado, sino se trata de su mera percepción humana, herida como ninguna otra a causa de NUESTROS numerosísimos pecados con los que Él en ese momento cargaba. Y por eso, porque a pesar de SENTIR un abandono tal que de cualquier manera haría imposible la Fe, SABE que Dios no le ha abandonado, es por eso que puede también expirar exclamando: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu», en un acto de Confianza, Entrega y Abandono TOTAL a Su Padre, aparentemente incompatible con esa ausencia del Padre que, de hecho, a causa del pecado con el que cargaba, Él sentía.
Es en esa Confianza total en la que se puede hablar de alguna forma de esperanza.
Pero hay que tener cuidado con esto también, porque TAMPOCO se trata de una Esperanza Teologal como la que nosotros podemos tener como Virtud Teologal. Pues la Esperanza Teologal es fruto de la Fe Teologal, y si en Cristo no hay Fe Teologal, es obvio que, como consecuencia lógica, TAMPOCO puede haber Esperanza Teologal en Él.
Y es que la Esperanza Teologal nos viene a nosotros por la confianza que tenemos en que la Bondad de Dios nos dará y cumplirá aquello que por la Fé sabemos que nos ha prometido. Es por eso que se establece esa unión estrecha entre Fe y Esperanza de la que el Santo Padre Benedicto XVI nos hablaba en su Encíclica "Spe Salvi" y que, como él mismo lo señala, permite usar las palabras casi como intercambiables:
En efecto, « esperanza » es una palabra central de la fe bíblica, hasta el punto de que en muchos pasajes las palabras « fe » y « esperanza » parecen intercambiables. Así, la Carta a los Hebreos une estrechamente la « plenitud de la fe » (10,22) con la « firme confesión de la esperanza » (10,23). También cuando la Primera Carta de Pedro exhorta a los cristianos a estar siempre prontos para dar una respuesta sobre el logos –el sentido y la razón– de su esperanza (cf. 3,15), « esperanza » equivale a « fe ».
CARTA ENCÍCLICA SPE SALVI
DEL SUMO PONTÍFICE BENEDICTO XVI
SOBRE LA ESPERANZA CRISTIANA

Por eso, por esta unión estrecha entre ambas, es que si en Cristo no hay Fe Teologal, pues tampoco hay Esperanza Teologal.
Y, sin embargo, como lo enseña Santo Tomás en su Suma Teológica, SI es posible hablar de un cierto tipo de esperanza en Cristo, pero NO de Esperanza Teologal. Sino simplemente en el sentido de que Cristo esperaba la recompensa del Padre a causa de su Obediencia, recompensa que sería no solo restablecer la plena unión que aparentemente se había perdido entre Él y el Padre, sino restablecer la plena unión que de hecho SI se había perdido entre el Padre y el resto de los hombres, quienes, por esa Obediencia de Cristo, ahora eran Redimidos. Entonces Cristo SABÍA con CERTEZA lo que venía, y por eso era Ciencia y NO Fe. Y por eso tampoco Esperaba lo que la Fe le pudiera haber dicho que recibiría. Porque NO meramente confiaba plenamente en que eso que la Fe le decía se habría de cumplir, sino SABÍA que DE HECHO, así sería.
Por eso, se puede hablar de esperanza NO como Esperanza Teologal, sino meramente en el sentido de que eso que Cristo SABÍA que había de recibir, AÚN NO LO RECIBÍA y, por eso, todavía lo esperaba. Es tan solo en este sentido de que Cristo sabía lo que había de recibir, pero aún no lo tenía y por eso aún lo esperaba, aunque no con Fe, sino con Ciencia y Certeza, que se puede hablar de un cierto tipo de esperanza en Cristo. Y ese es el tipo de esperanza respecto al cual habría sido correcto decir en la frase de un servidor que he señalado: "que pudo esperar a pesar de REALMENTE sentirse COMPLETAMENTE abandonado".
Porque así como Él esperaba lo que SABÍA con Ciencia y Certeza absolutas que recibiría, asi también nosotros en Él podemos Esperar (ahí si, de manera Teologal) de manera enteramente confiada, lo que la Fe de Cristo en la que hemos sido formados nos dice que hemos de recibir si nos unimos a Él. Y es por eso que la Fe de Cristo, en nuestro caso, es la que sirve para contraponerse a nuestros pecados, y no meramente "la fe que tenemos" entendida como nuestra imperfecta fe personal en Cristo, fe personal que de hecho se rompería si es lo único que nos sostuviera al recibir las consecuencias de nuestro pecado. La Fe de Cristo, en cambio, no se rompe, sino salva. Y es asi como la frase adquiere su recto sentido de que nosotros, al PARTICIPAR de la Fe de Cristo (que ya vimos que NO ES la Fe que Cristo tenía, sino la Fe que por derecho la corresponde) podemos entonces Esperear (teologalmente) lo mismo que Él esperaba (no-teologalmente, sino por su propio Conocimiento). Esto claramente se opone a lo que antes dije de que Cristo creía, pues Cristo NO creía, sino SABÍA. Y es por eso que mi frase debe ser corregida.
Que Dios te bendiga.
eduarod
 
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Re: “No mires nuestros pecados...”

Notapor IvanEstoico » Vie Dic 13, 2013 12:10 pm

Querido hermano en Cristo.

Muchas gracias por tu ayuda, como se llena de gozo mi corazon cuando comprendo algo tan hermoso y elevado como lo que recien me compartes, que Dios te colme de bendiciones por intercesion de la Santisima Virgen Maria.
El mismo Verbo Dios era,
que el principio se decía;
Él moraba en el principio,
y principio no tenía...
IvanEstoico
 
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