Paz y bien.
Creo que se debe leer correctamente lo citado por memob
[157.] Si habitualmente hay número suficiente de ministros sagrados, también para la distribución de la sagrada Comunión, no se pueden designar ministros extraordinarios de la sagrada Comunión. En tales circunstancias, los que han sido designados para este ministerio, no lo ejerzan. Repruébese la costumbre de aquellos sacerdotes que, a pesar de estar presentes en la celebración, se abstienen de distribuir la comunión, encomendando esta tarea a laicos.[258]
Si habitualmente hay numero suficiente de ministros sagrados
Esto según yo entiendo, quiere decir que si hay suficiente número de ministros sagrados (o sea Ministros de la Sagrada Eucaristía) no se debe pedir a laicos que lo hagan.
Lo cual se entiende como que es correcto que un Ministro de la Eucaristía lo haga.
Se debe desobedecer si a un laico se le pide repartir la eucaristía.
El Ministro de la Eucaristía es una persona que auxilia al sacerdote en ésa labor y debe ser una persona que tenga las virtudes para serlo. Si no lo es a los ojos de los fieles (como me sucede a mí con la persona que ejerce ésa función en mi parroquia) lo paso por alto. El sacerdote debe conocerla lo suficiente como para asignarle ésa función.
Creo que aquí podría aplicarse la parte en que Jesús le dice a Pedro cuando le pregunta "Y éste qué?" refiriéndose a Juan.
Si recordamos ése pasaje, Jesús le dice a Pedro que apaciente a sus ovejas y Pedro le pregunta ¿Y éste qué? dado que Juan era conocido por estar siempre cerca de Jesús y era conocido el lazo de amistad que los unía.
Jesús le dice: "Si yo quiero que éste permanezca hasta que yo vuelva, ¿a tí qué?"
Asi que lo que yo hago es tomar la hostia de las manos de la Ministro de la Eucaristía, aunque a mis ojos no tenga los méritos para ello. Con el simple hecho de que el sacerdote lo bendice en nombre del Espíritu santo, basta.
Debemos recordar además que las hostias no son bendecidas sólo por el párroco, sino por el Espíritu santo.
La persona que reparte la comunión, repito, a mis ojos no tiene los méritos pero lo acepto porque el cargo se lo dió quien se lo dió, con ello le doy el mérito a quien lo merece.
Vivir la vida de tal suerte que viva quede en la muerte.-Santa Teresita del niño Jesús