Quiero el perdon, pero no me puedo arrepentir

Los diez mandamientos son resumen y proclaman la ley de Dios. Son un don de Dios a la humanidad, para que conozcamos su Santa Voluntad. La conciencia moral ordena a la persona, «en el momento oportuno, practicar el bien y evitar el mal. Juzga también las opciones concretas aprobando las que son buenas y denunciando las que son malas, es decir, la posibilidad de ver nuestros propios actos en relación con los planes de Dios. Estos foros son un espacio para discutir, aclarar, consultar y aprender a vivir de acuerdo con la voluntad de Dios, guiados por su gracia y para promover una buena formación de la conciencia

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Quiero el perdon, pero no me puedo arrepentir

Notapor VentuS » Mar Jul 09, 2013 9:32 am

Que debo hacer ante una situacion como esta?
He sido Catolico desde siempre, sin embargo cometi un pecado del cual no me arrepiento aunque debo decirlo, se que lo que hice no estubo bien.
Suena extraño, y pareciera que me hice de piedra, sin embargo; aun conociendo desde hace mucho tiempo todo este tipo de cosas, no me puedo arrepentir de ello, aunque me cala en mi ser el saber que he le falle a Dios.
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Re: Quiero el perdon, pero no me puedo arrepentir

Notapor IvanEstoico » Mar Jul 09, 2013 12:31 pm

Hermanito VentuS.

Te recomiendo de corazón lo siguiente:

http://www.podcast.catholic.net/episodios.php?id=3

Que Dios todo poderoso te colme de bendiciones por intercesión de la Dulcisima Virgen Maria.
El mismo Verbo Dios era,
que el principio se decía;
Él moraba en el principio,
y principio no tenía...
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Re: Quiero el perdon, pero no me puedo arrepentir

Notapor VentuS » Mar Jul 09, 2013 1:57 pm

IvanEstoico escribió:Hermanito VentuS.

Te recomiendo de corazón lo siguiente:

http://www.podcast.catholic.net/episodios.php?id=3

Que Dios todo poderoso te colme de bendiciones por intercesión de la Dulcisima Virgen Maria.



Algun episodio que me recomiendes en especifico?
Espero darme a entender, je... No es un problema hacia alguien, enrealidad, no genera ningun problema hacia a nadie, solo genera ese conflicto entre Dios y Yo... Se que Dios es misericordioso y lo puede perdonar todo, pero es importante el enverdad arrepentirme de ello... No se si con el tiempo eso se desarrolle, o que, pero almenos en este momento no me arrepiento de ello, solo del desvincularme con Dios en ese sentido.
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Re: Quiero el perdon, pero no me puedo arrepentir

Notapor IvanEstoico » Mar Jul 09, 2013 3:33 pm

Hermanito VentuS

Catecismo de la Iglesia:
1797 Para el hombre que ha cometido el mal, el veredicto de su conciencia constituye una garantía de conversión y de esperanza.


Tu conciencia te dice que has obrado mal, es Dios quien te habla, tu sabes que El Señor es Justo y sumamente Misericordioso y debes confiar en que su Misericordia es mucho mayor que tu pecado.

En tus primeras palabras se puede leer ya arrepentimiento:
VentuS escribió:Que debo hacer ante una situacion como esta?
He sido Catolico desde siempre, sin embargo cometi un pecado del cual no me arrepiento aunque debo decirlo, se que lo que hice no estubo bien.
Suena extraño, y pareciera que me hice de piedra, sin embargo; aun conociendo desde hace mucho tiempo todo este tipo de cosas, no me puedo arrepentir de ello, aunque me cala en mi ser el saber que he le falle a Dios.


El como murió de nuestro Señor Jesucristo al menos a mi siempre me mueve a compunción, fue extremadamente brutal, lo que plasma Mel Gibson en su película se queda corto, nuestro Señor fue crucificado desnudo, te imaginas hermanito, siendo Eterno y Omnipotente se dejo matar así... « Por Amor »

Nuestro Señor se dio a si mismo para alcanzarnos una vida nueva, la vida de gracia, Dios nos da las herramientas para nuestro combate espiritual (las virtudes y los dones) así que pide, ora mucho a Dios Espíritu Santo para que te de el don de Piedad y ese corazón tuyo que sientes de piedra se vuelque a la ternura para con Dios, encomiendate también a nuestra Madre Santísima para que te ayude a alcanzar de su Esposo dicho don.

VentuS escribió:Algun episodio que me recomiendes en especifico?
Espero darme a entender, je... No es un problema hacia alguien, enrealidad, no genera ningun problema hacia a nadie, solo genera ese conflicto entre Dios y Yo... Se que Dios es misericordioso y lo puede perdonar todo, pero es importante el enverdad arrepentirme de ello... No se si con el tiempo eso se desarrolle, o que, pero almenos en este momento no me arrepiento de ello, solo del desvincularme con Dios en ese sentido.


Escuchalos todos para que empieces contigo mismo.

Que Dios todo poderoso te colme de bendiciones por intercesión de la Santísima Virgen Maria.
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que el principio se decía;
Él moraba en el principio,
y principio no tenía...
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Re: Quiero el perdon, pero no me puedo arrepentir

Notapor Maty canaya » Mié Jul 10, 2013 1:39 am

Hola Ventus, como andas?

cometi un pecado del cual no me arrepiento


Cuando se hace un examen de conciencia previo a la confesión se reflexiona en que hemos ofendido a Dios, para recibir el perdón hace falta sentir dolor por los pecados, a veces nos justificamos y no podemos llegar al arrepentimiento como por ejemplo " Fue la otra persona la que me provoco". Antes de seguir te pregunto: estas fuertemente convencido de que tu acto sea pecado?
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Re: Quiero el perdon, pero no me puedo arrepentir

Notapor enrique_ellena » Mié Jul 10, 2013 8:20 am

Hola Ventus: En esto no hay dos caminos. Si reconocemos a Dios como nuestro creador y dueño de la vida, necesitamos alcanzar la humildad para suplicar su perdón, aun con humillación. El dolor del pecado cometido y el propósito de enmienda son dos requerimientos indispensables para alanzar la absolución. Mientras en tu corazón no haya arrepentimiento verdadero tu condición será la del condenado al infirmo.
La soberbia que es la madre de una actitud como la tuya debe ser doblegada y sometida al dolor del pecado y con humillación alcanzar el perdón de Dios a través de la confesión Sacramental. Querer hacer una religión personal haciéndose Juez en lugar de siervo es un acto de ruptura con Dios, estas rechazándolo su presencia, estas diciéndole que todo está bien mientras tú puedas hacer lo que te plazca.
La fe, basada en el amor de Dios y hacia Dios debe generar entre el hombre y su señor una corriente de amor mutuo donde lo más importante sea el vivir reconciliado. De que me valdría decirle a mi padre que lo amo si a sus espaldas lo estoy traicionando. Si he caído en la falta ahora debo tener el valor de levantarme y en ese acto lo mas importante es ir a Él, a decirle, Señor te he ofendido y mi culpa es ese clavo que tiene en tu mano y que tanto dolor te causa , perdóname por haberte ofendido y devuélveme la gracia de poder volver a mirarte sin ese sentimiento de rencor que despierta mi falta. Quiero amarte como tu me amas, quiero servirte como Tu me enseñaste a servirte, quiero poder abrazarte y sentir el calor del amor que derramas en mi corazón.
Arrepiéntete, pide perdón en la confesión y reconcíliate con Dios de una vez y para siempre. No dejes que ese pecado vaya hachando raíces en tu alma, porque de ello el demonio se servirá para sembrar mas espinas.
ImagenAquí estoy Señor para hacer tu voluntad
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Re: Quiero el perdon, pero no me puedo arrepentir

Notapor eduarod » Mié Jul 10, 2013 11:05 am

Estimado en Cristo VentuS:

Me parece que lo que sientes es lo que se llama contrición imprefecta o atrición. Para que tengas claro qué es la contrición en general, qué es la contrición imperfecta o "atrición" en particular, y cómo se distingue esta de la contrición perfecta, te copio un extracto del Catecismo al respecto, lo que pareces tener ahora sería lo tratado en el numeral 1453:
La contrición

1451 Entre los actos del penitente, la contrición aparece en primer lugar. Es "un dolor del alma y una detestación del pecado cometido con la resolución de no volver a pecar" (Cc. de Trento: DS 1676).

1452 Cuando brota del amor de Dios amado sobre todas las cosas, la contrición se llama "contrición perfecta"(contrición de caridad). Semejante contrición perdona las faltas veniales; obtiene también el perdón de los pecados mortales si comprende la firme resolución de recurrir tan pronto sea posible a la confesión sacramental (cf Cc. de Trento: DS 1677).

1453 La contrición llamada "imperfecta" (o "atrición") es también un don de Dios, un impulso del Espíritu Santo. Nace de la consideración de la fealdad del pecado o del temor de la condenación eterna y de las demás penas con que es amenazado el pecador. Tal conmoción de la conciencia puede ser el comienzo de una evolución interior que culmina, bajo la acción de la gracia, en la absolución sacramental. Sin embargo, por sí misma la contrición imperfecta no alcanza el perdón de los pecados graves, pero dispone a obtenerlo en el sacramento de la Penitencia (cf Cc. de Trento: DS 1678, 1705).

Como puedes ver, esta atrición que sientes es YA un Don de Dios que te ESTÁ INVITANDO a la reconciliación con Él.
Ten cuidado con lo que voy a decir a continuación, pues NO ES un especie de "ultimatum" en el sentido de que debas "decidirte" aquí y ahora, si tratas de hacer eso lo más probable es que te acabes equivocando.
En tus manos está dejar que este Don CREZCA, te haga ver la maldad de lo que hiciste en TODA su realidad y te conduzca por esa evolución interior de la que habla el Catecismo para que, bajo la acción de la Gracia de Dios, se convierta en contrición perfecta y termine en la Absolución Sacramental. O bien, empecinarte inútil y tontamente en el pecado, menospreciar y rechazar el Don de Dios, y preferir este pequeño sentimiento de triunfo o bienestar que te produjo el pecado y que te impide arrepentirte de el, por sobre tu verdadero y eterno Bien y Felicidad.
Es muy posible que racionalmente te percates de este tremendo desbalance entre el pequeño "pseudo-bien" que te produjo el pecado y el grandísimo Bien que puedes perder por su causa. Y, sin embargo, afectiva y emocionalmente, ahora ese pequeño "pseudo-bien" te tenga tan encantado y deslumbrado, que no te permita ver y sentir en absoluto la magnitud de la desproporción que existe entre lo poco que te da respecto a lo muchísimo que te puede hacer perder. Por eso te digo que no pienses en esta decisión como en un "últimatum" o como un "definirse ya", porque deslumbrado como estás, lo más probable es que erradamente te pudieras acabar decidiendo y empecinando a favor del efímero "pseudo-bien" de tu pecado, aniquilando y ahogando, tal vez para siempre, eso que apenas en un pequeño y delicado brote del Don que Dios te da en tu interior para que puedas vencer.
No, es mejor que, con calma -pero sin exagerar, porque no debes ovlidar tampoco que tu Bien Eterno puede estar en riesgo- dejes que sea la Gracia de Dios la que haga ir creciendo ese brote en tu interior, y que sea Cristo mismo dentro de ti Quien, con tu aceptación de Su Gracia, acabe venciendo ese pecado y haciéndote ver lo poco y efímero que realmente es lo que dicho pecado te ofrece.

Ahora bien, como una ayuda adicional, que no proviene sino de Cristo también, pues no sino de Él conocemos los cristianos estas cosas, te propongo las siguientes reflexiones:
1. Recuerda que NO debes pensar en que el arrepentimiento necesariamente consiste en la negación total de todo placer o sensación de bienestar que el pecado pudo haber producido. Te propongo un ejemplo: un niño que se come un helado de mango que su mamá le prohibió tocar. ¿Acaso podría el niño negar que el helado supo muy rico y que lo disfrutó mucho? Por supuesto que no, el helado ESTABA rico ¡por eso le atrajo y por eso se lo comió! El helado tiene, de suyo, una bondad intrínseca, que es su rico sabor, de la cual el pecado NO lo despoja. No, el tema NO ES ESE, NO ES que el helado pudiera no saber rico por comerse pecaminosamente, o que el niño se tenga que "arrepentir" de que el helado le haya sabido rico y/o mentalizarse de que "supo feo". No, la cuestión real y que hace al asunto pecaminoso, y que es de lo que realmente el niño debe arrepentirse es de la DESOBEDIENCIA, de haber comido el helado en ese momento y forma en que NO lo podía comer. Pero es evidente que eso NO implica que el niño piense que ese arrepentimiento debe incluir no sentir que el helado supor rico, porque eso es sencillamente imposible. No, lo que el niño debe entender y comprometerse es a no volver a disfrutar de ese beneficio en condiciones indebidas, es decir, cuando no haya permiso para hacerlo. Y que su arrepentimiento respecto a lo que ya hizo, sea el de que si hubiera estado otra vez en las mismas circunstancias, se esperaría a que pudiera comerse el helado en las condiciones propicias; y esto aún cuando ese helado en particular no lo fuese a probar nunca por ser, por ejemplo, para uno de sus hermanos o para una reunión de su mamá, sino tuviera que esperarse a que su mamá le compara su propio helado más adelante. De la misma manera, si tu pecado involucró un beneficio real que disfrutaste, no puedes negar la realidad de que disfrutaste de ese beneficio, en eso NO consiste tu arrepentimiento, sino en reconocer que lo disfrutaste de una forma o en un momento indebido, y en que exista un compromiso real y formal de tu parte en disfrutar tales beneficios únicamente en el momento y forma apropiados.
Por lo que dices de que consideras que tu pecado no daña a nadie más, es muy posible que tu caso corresponda a esta categoría, pero, por las razones que detallaré al final, sigo describiendo otras categorías. Nota por favor también que hay consecuencias muy profundas e indirectas de nuestras acciones que a veces causan daños en otros que ni nos imaginamos siquiera. Usando nuestro simple ejemplo del niño y su helado, es muy posible que al niño ni por la cabeza le haya pasado que estaba dejando a su mamá sin postre para su reunión, o, peor aún, puede que ni siquiera se llegue a enterar jamás de que dejó a su papá sin ese disco de música que se quería comprar y que ya no pudo por tener que darle dinero a la mamá para que compre otro postre para su reunión. Claro, aquí te lo pongo muy evidente para que lo percibas, pero recuerda que todos en la Iglesia formamos el Cuerpo de Cristo, y que lo que aparentemente solo afecta nuestro interior, no deja de tener repercusiones en el exterior, porque hace que no funcionemos hacia afuera tan bien como deberíamos; digamos que, por ejemplo, si hay una infección en el intestino que es solo interna en ese órgano y no afecta a los demás, no por eso se puede decir que eso se queda en el instestino y ya, puesto que el intestino, al tener ese problema interno, no podrá cumplir bien su función de absorber nutrientes para el resto del cuerpo, y eso, tal vez no de inmediato, pero a la larga, acabará haciendo que todo el resto del cuerpo sufra algunas consecuencias. Por eso NUNCA pienses que un pecado se queda en ti. TODO pecado afecta a TODA la Iglesia. Por eso en el "Yo pecador" decimos así: "Yo confieso, ante Dios todo poderoso Y ANTE USTEDES HERMANOS, que he pecado mucho..." Porque en ello reconocemos que nuestro pecado NO SOLO afecta nuestra relación con Dios, sino que, al afectar nuestra relación con Dios, afecta también a nuestros hermanos.

2. Por otra parte, cuando el placer del pecado está en el hecho mismo de cometerlo, la cosa cambia mucho. Siguiendo nuestro ejemplo, si el niño hubiera disfrutado, más que el helado mismo, el hecho en si de haberlo comido sin permiso; pues, digamos, se hubiera enojado con su hermano y quisiera dañarlo de forma que él no tenga el beneficio del helado que era suyo. Y entonces lo disfrutado NO FUERA tanto la bondad intrínseca del rico sabor del helado, sino más bien el sentimiento de venganza y poder que despojar a su hermano del helado pudiera producirle. Eso se llama deleitarse en el mal o "afecto de pecado" y eso SI es MALO en sí mismo.
Por tanto, en esos casos, el veradero arrepentimiento, la contrición perfecta, SI involucra dejar de sentir ese placer y deleite. Ahora bien, si el arrepentimiento NO surge de manera natural en esos casos, sobre todo si no surge porque las emociones son intensas, en nuestro ejemplo, porque ese deseo de venganza contra el hermano era muy grande (quizá debido a muchas injusticias cometidas por el propio hermano en contra de uno), de modo que la sensación de poder y satisfacción de haber concretado la venganza es también intensa; entonces es necesario reconocer que, aunque ese sentimiento SI debe desaparecer y SI es posible dejar de sentirlo, pues NO se está uno complaciendo en un bien intrínseco, sino en un acto deficiente y deforme; de cualquier manera NO será fácil llegar a ese punto. Pues primero hay que vencer la intensidad de esas emociones. Y, por eso, sobre todo en esos casos, el verdadero arrepentimiento NO consistirá en un instante de auto-convencimiento racional, puesto que eso muy difícilmente hará que desaparezcan esas intensas emociones que uno debe humildemente reconocer como reales y presentes.
En esos casos quizá lo mejor sea reflexionar sobre la fuente misma de esa satisfacción para irse dando cuenta de sus defectos intrínsecos, de cómo tal satisfacción es realmente incapaz, por si misma, de darnos verdadera felicidad. Es justamente en esto en lo que esa satisfacción se distingue del disfrute del placer intrínseco que produce el sabor del helado. Porque lo que debemos entender es que LA PRINCIPAL VÍCTIMA de esa satisfacción insana NO ES la persona contra la que SUPUESTAMENTE va dirigida, sino la PRINCIPAL VÍCTIMA somos NOSOTROS MISMOS. UNO MISMO es el primero y principal dañado y perjudicado al deleitarse en un sentimiento de esta naturaleza. Puesto que la ÚNICA fuente de felicidad digna del hombre es Dios mismo, y toda fuente intermedia de satisfación buena y real, como el sabor del helado, no es sino REFLEJO de la Bondad de Dios. Por eso es legítimo disfrutarlo y por eso no se puede negar que se disfrutó aquello que es bueno en sí mismo, aún cuando se haya disfrutado en un contexto inapropiado. Pero, por supuesto, para que estos pequeños placeres sean verdaderamente dignos del hombre, el hombre debe tener claro que estos placeres son efímeros y tan solo como una guía o muestra que le va indicando el Bien que tan solo en Dios podrá disfrutar de manera estable y definitva. Por eso es que es importante disfrutarlos en el contexto correcto. Pero, por otra parte, cuando el hombre se dedica a disfrutar de algo que es malo, imperfecto, defectuoso en sí mismo, eso NO ES reflejo del Bien o de la Bondad de Dios, entonces, ahí, más que nunca, el hombre está dando su corazón a algo que es INTRÍNSECAMENTE INDIGNO. El hombre se está, pues, ESCLAVIZANDO de sus propias pasiones. Es por ello que, al empecinarse en ese deleite, UNO MISMO, más que la persona víctima del daño causado, es la víctima de todo. Porque en nuestro ejemplo, el hermano tan solo se quedó sin un helado, en cambio, el niño que se lo comió, se volvió esclavo de sus pasiones. Perdió MUCHÍSIMO más. Sin embargo, insisto, aunque hay que aceptar tanto como se pueda la ayuda que pueda venir de cualquier forma de arrepentimiento y de reflexión intelectual, la verdad es que raramente esto será suficiente en un primer momento para vencer pasiones intensas. Es por ello que esas nociones básicas que nos producen atrición deben tomarse como ese pequeño brote que hay que ir aceptando y cuidando para que, por medio de el, Cristo nos ayude a crecer en la conciencia de lo que es nuestro Bien Verdadero, y de lo que no lo es, y podamos así llegar a la contrición perfecta que sea auténticamente capaz de vencer nuestras pasiones más intensas, dándonos así la auténtica libertad digna de los hijos de Dios.

3. Hay veces que se da una especie de mezcla de los dos puntos anteriores, sobre todo en los casos estilo "Robin Hood", donde se produce un bien objetivo (el bien de los pobres) a costa de causar un mal (robar a los ricos). Y entonces viene una especie de deleite no solo en el bien de los pobres, sino también en el mal cometido, es decir, en el acto de robar, en virtud de que se percibe que, sin ese robar, simplemente no habría sido posible proporcionar el bien que se ha dado. En ese contexto, arrepentirse del mal causado (el robo) se percibe como casi equivalente a arrepentirse del bien producido (el bien que los pobres obtuvieron del dinero), y es lo que en algunos puede dificultar el arrepentimiento. Retomemos nuestro ejemplo, supongamos que el hermano del niño al que se le quita su helado es en realidad un hermano abusivo muy consentido por su mamá, de tal modo que él siempre se toma los helados de todos los hermanos sin importarle el daño que les causa y nunca siquiera lo regañan. Por eso es que un buen día se decide nuestro niño a "hacer justicia" ante la falta de atención y corrección del problema por parte de la autoridad (la mamá), la que, pese a repetidos reclamos sigue ignorando el mal comportamiento de ese hijo abusivo. Entonces nuestro niño se comé el helado del otro "para darle una lección", para que "vea que se siente". Y acaba ocurriendo que el resultado de la "acción justiciera" es "positivo" en el sentido de que, en efecto, al ver "lo que se siente", el abusivo comprende por primera vez el daño que consistentemente ha estado produciendo a sus hermanos, les pide perdón y se decide a no volver a hacerlo en adelante. Parece entonces que la "acción justiciera" dió un resultado "perfecto", parece ser que logró detener el mal, porque, ante la inacción de la autoridad, el abusador entendió que no debía seguir abusando por este medio. Y entonces, justo como el bien de los pobres que se produce mediante el robo a los ricos, aquí parece haber otro bien objetivo (la justicia, el respeto) que se produce mediante la injusticia y la desobediencia, razón por la cual parece especialmente difícil arrepentirse de la injusticia y desobediencia, porque parece que entonces se arrepentiría uno del bien que esta parece haber producido (la actitud respetuosa del hermano que ya no abusará más). ¿Es realmente así?
La Doctrina Católica, sin embargo, nos ha enseñado siempre esta máxima moral fundamental: el fin NO justifica los medios. Es decir, que intentar producir un fin bueno, como es el bienestar de los pobres, o la actitud respetuosa del hermano abusivo, NO JUSTIFICA elegir para ello un medio malo, como el robo al rico, o como abusar del abusivo mediante la injusticia y la desobediencia.
Y es que, lo que ocurre en esos casos, pese a la aparente bondad del efecto producido, es que este se ha producido, pero con un defecto gravísimo: precisamente el de llevar la marca de un bien producido mediante la injusticia. A partir de ahí parece entonces que no es importante fijarse en la calidad moral del acto que se realiza en tanto el bien que se persigue al final parezca digno y suficiente. Y entonces caemos en una de las peores tragedias que le pueden ocurrir a la humanidad, la de que numerosas personas trabajan con sinceridad creyendo perseguir fines buenos, cuando en realidad trabajan sistemáticametne en el servicio del mal. Ya sabemos, por ejemplo, que los defensores del aborto, con respecto al bando "pro-vida" que se opone a esta terrible práctica, no gustan de ser llamados "pro-muerte", sino se hacen llamar a sí mismos "pro-choice", "pro-elección", "pro-LIBERTAD". Si, desde luego muchos ni se la creen y saben perfectamente que es un eufemismo para ocultar su menosprecio por la vida naciente; pero saben que por algo es importante usar este eufemismo: porque a muchísimos otros esto les engaña sinceramente de que defienden en realidad una buena causa. Incuestionablemente para mucha gente, si el asunto fuera meramente neutro, habría que decantarse en favor de la vida justo como se decantan en favor de la vida de una pequeña foca que no debe ser golpeada para obtener un saco de pieles, o en favor de unos huevos de tortuga que no deben ser comidos. Pero, cuando se trata de la vida de un pequeño humano en el vientre de su madre, parecería que su vida vale menos que la de de la foca o los huevos de tortuga, porque NO se defiende con esa misma vehemencia. Y lo que pasa en la mente de muchos NO ES que consideren esa vida insignificante; insisto, ante una situación que percibieran como neutra ciertamente la defenderían. Pero, si no la defienden, es precisamente porque creen que la situación NO ES neutra, sino que se está comprometiendo algo que se les ha enseñado a valorar en extremo y que es LA LIBERTAD. Entonces, esa vida, que en definitiva considerarían importante, ciertamente más que la de la foca o de los huevos de tortuga, pero no aún propiamente la de una persona humana con todos sus derechos; por otra parte la consideran, eso si, MENOS IMPORTANTE que la "defensa" del "valor sagrado de la libertad" que creen estar realizando. Y por eso se "oponen" a ella, NO pensando en "oponerse" a la vida del niño, sino pensando que defienden los "derechos" y "la libertad" de la madre. Y también insisto en esto: NO ES que consideren que la libertad de una persona humana puede estar por encima de la vida de otra persona humana. Sino que consideran que esa vida naciente, es una FUTURA y POSIBLE persona humana, pero que NO ha llegado a serlo aún; y por eso vale, pero no vale tanto como para despojar de su libertad a quien consideran que "SI ES YA" una persona humana.
Incuestionablemente hay aquí una cuestión de discriminación en contra del no-nacido a quien no se le conceden sus derechos propios de persona humana. Pero hay que entender que esa discriminación se da con la misma convicción con la que en otro tiempo muchas personas estaban legítimamente convencidas de que el blanco era un tipo de ser humano "superior" y, por tanto "más valioso" que el hombre de color, sin que por ello se dejara de reconocer cierto valor a la vida del que sinceramente creían era "un ser humano inferior". Es este el mismo caso. Y así, combinando estos dos errores: la discriminación del ser humano no-nacido, con la falsa creencia de que un medio ordinariamente cuestionable puede ser justificado por un fin bueno, entonces sincera, pero, desde luego, erradamente, creen que sus acciones "son buenas" en la medida en que lo que buscan en última instancia es salvaguardar un fin tan alto y noble como lo es la libertad humana.
Bueno, no se trata aquí de hacer un tratado sobre las motivaciones profundas de los abortistas y cómo combatirlas, sino simplemente de mostrar hasta qué extremos puede llegar a "justificar" ese falso principio de que "el fin justifica los medios" del que, en otras circunstancias puede parecer dificil arrepentirse por no lograrse percibir la malicia intrínseca de este principio y lo viciados que están en realidad esos "resultados buenos" que por este falso camino podemos llegar a conseguir.

Bueno, concretemos: no has hablado mucho de la naturaleza del acto cometido, y, por supuesto de ningún modo estás obligado a exponerte en un foro público, literalmente a la vista de TODO el mundo. Por eso es que he tratado de cubrir estos tres grandes grupos de posibilidades que te pudieran ayudar a la reflexión. Un poco, si, con la intención de, al cubrir las diferentes opciones, tratar de cubrir la que pudiera englobar tu caso específico, pero otro poco también con la intención de ayudarte a ver diferentes circunstancias y modos por los que podemos ser engañados para pensar que nuestro pecado "no es tan malo o repugnante" pese a esa clara conciencia que tenemos de que "una parte de el" podría si serlo o una percepción algo teórica de que "a Dios no le gusta eso", pero que en la práctica no logre ver bien el porqué a Dios no le gusta y, por lo mismo, no logre percibir la malicia y el daño involucrado.
El percibir el engaño en el que puedes estar cayendo, en sí mismo puede ser también un medio que se te dé por la Acción de la Gracia de Cristo para descubrir lo repugnante que es tu pecado en realidad, y moverte así hacia el verdadero rechazo del mismo que requiere la contrición perfecta.

Que Dios te bendiga.
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Re: Quiero el perdon, pero no me puedo arrepentir

Notapor carlos101 » Mar Jul 30, 2013 2:44 pm

hola, si ofendiste a Dios y persistes en pensar que hiciste lo correcto no creo que puedas ser perdonado, es como si tú me haces una faena y esperando que yo te perdone me dices que no te arrepientes y que me la volveras a hacer en cuanto puedas ¿cómo te voy a poder perdonar si tu INTENCIÓN es la de mantenerte en la ofensa, en tu pecado?
pides un imposible
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