Te dejo un pedazo de un texto que debes leer completo. Pero para el caso te pego lo que he rescatado.
http://es.catholic.net/escritoresactuales/251/846/articulo.php?id=8938Entonces, como yo tengo que pedir perdón, Dios me da el modo de que yo alcance el perdón. Y, ¿cuál es el modo ése? La confesión. Dios hace la confesión para perdonar. Dios instituye el sacramento del perdón, de la confesión. Es uno de los mayores beneficios que Dios ha hecho a la Humanidad. Decidme quién podría salvarse si no hubiera confesión. Sólo podría salvarse el que a lo largo de toda su vida jamás faltó a su conciencia. Y, ¿dónde está ése? A lo largo de la vida, unos antes y otros después, unos en una cosa y otros en otra, ¡qué fácil es que a lo largo de una vida todos hayamos faltado a nuestra conciencia! Y Dios, que es infinitamente misericordioso, nos da el modo de que podamos alcanzar el perdón.
Dios podría haber dicho:
-Ahí tienes una vida. Ahí tienes una libertad. Usa bien de tu libertad. Si usas bien, gloria eterna. Si usas mal, infierno eterno.
Podría haber dicho esto, y estaba en su derecho. Y no nos hacía ningún agravio. «Usa bien de tu libertad y te doy la gloria, pero si usas mal, te doy el infierno».
Pero no. Él dice:
-Ahí tienes una vida. Ahí tienes una libertad. Usa bien de la libertad y te doy la gloria eterna. Y si usas mal, pídeme perdón, que te perdono y también te doy la gloria eterna.
¿Puede ser Dios más bueno? ¿Puede poner la cosa más fácil? Nos da el modo de alcanzar el perdón de los pecados, si hemos usado mal de la libertad. Y ese modo es la confesión. Instituye la confesión. ¡El gran beneficio de la confesión!
Llama a los Apóstoles y les dice:
-A quienes vosotros perdonéis, yo les perdono; a quienes vosotros no perdonéis, yo tampoco.
Dios delega en los Apóstoles el perdón. ¿Que lo podía haber hecho de otra forma? Por supuesto. Pero lo ha hecho así. Dios perdona por medio del sacerdote. Dios lo ha hecho así.
Y ahora dice otro:
-¿Por qué tengo que decir mis pecados a un sacerdote? Yo pido perdón a mi aire. Yo me confieso directamente con Dios.
No vale. Porque el modo de perdonar de Dios no lo eliges tú, lo elige Él. Y si Él ha dispuesto darte el perdón por la confesión, tienes que confesarte para que Dios te perdone. Y si yo pido a Dios perdón a mi aire, no vale. El modo no lo elijo yo, lo elige Él. Las condiciones las pone Él. Dios ha querido que nos confesemos por medio del sacerdote. Y además, si Dios lo ha hecho así es porque está bien hecho. ¿O es que nosotros vamos a enmendarle la plana a Dios? ¿Vamos a saber mejor que Dios cómo tiene que ser el perdón? Cuando Dios ha hecho la confesión con un hombre, es porque debe ser con un hombre.
Voy a poner un ejemplo: Dios podía haber hecho la confesión con un muro, con un muro de piedra, como hacen los judíos. Los judíos van al Muro de las Lamentaciones y allí sueltan el trapo, delante del muro. Dios podía haber hecho la confesión con un muro. ¿Por qué la hace con un hombre? Porque el muro es de piedra. El muro no oye. El muro no entiende. El muro no contesta. El muro no consuela. El muro no tranquiliza. El muro no anima. El muro no alienta. El muro no orienta.
Y el pecador montones de veces necesita que le consuelen, que le tranquilicen, que le animen, que le orienten. Y Dios, que sabe que el pecador necesita que lo tranquilicen, y lo consuelen, y lo animen, y lo orienten, hace la confesión, no con un muro de piedra, que ni oye, ni entiende, ni contesta, ni consuela, ni tranquiliza, ni anima, ni nada; sino con un hombre. ¡Cuántas veces los confesores tenemos que consolar, y tranquilizar, y animar, y orientar! Y Dios que lo sabe, hace la confesión, no con un muro de piedra, sino con un hombre que oye, y entiende, y contesta, y consuela, y tranquiliza. ¡Qué bien hace las cosas Dios! No queramos enmendar la plana a Dios. Dios sabe hacer muy bien las cosas.
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