catolica_yo99 escribió:hola, amig@s el viernes pasado insulte a mi madre y me duele mucho porque la hice llorar y no es la primera vez que la hago llorar, ¿como puedo controlarme? Algún libro que me recomienden, y que hacer en estos casos, ¿Como ser mejor hija? ¿Como me puedo acercar a Dios?
Estimada en Cristo catolica_yo99:
Evidentemente no es bueno faltar el respeto a tu madre. Seguramente habrá sido en una discusión. Obviamente si discutieron es porque no estabas de acuerdo en algo con ella. Y desde luego que respetar a tu madre no quiere decir siempre estar de acuerdo con lo que te diga, ni siquiera quizá que tenga que agradarte la manera en que te dice las cosas.
Y, sin embargo, considera también la posibilidad -no poco frecuente- de que el enojo surja precisamente de que sabes que en algo tiene razón, pero te molesta que te lo digan o te molesta tener que aceptar que estás equivocada en algo.
Pero, independientemente de si tiene razón o no, de si estás de acuerdo o no, intentar resolver los problemas con ofensas y faltas de respeto, no nos lleva a ningún lado, y, en ello, siempre debemos percibir la acción del Maligno quien, lejos de querer nuestro bien, busca engañarnos, confundirnos y perdernos. Incluso si en el contenido de la discusión pudieramos llegar a tener razón, desesperarnos y hacernos despotricar con total falta de caridad hacia nuestro prójimo, ya no digamos hacia nuestros padres a quienes Dios nos Ha Mandado honrar, es siempre un gran éxito del enemigo para corromper ese bien que, de esta manera tan tonta y equivocada, supuestamente intentamos defender.
Por eso es bueno que, aunque sea "a toro pasado", te des cuenta de que eso está mal, te arrepientas, y estés seriamente dispuesta a buscar la manera de enmendarlo y corregirlo de raíz.
¿Porqué haces algo así? La respuesta siempre está, de un modo u otro, en el egoísmo: hay algo que valoras de ti misma de manera desordenada, de tal suerte que, cuando lo ves "amenazado", no te importa pasar por encima de los demás para "protegerlo". Ya dijimos que eso que valoras de manera desordenada puede ser algo que realmente está mal en ti y que deberías corregir. Pero también puede ocurrir que eso que valoras de manera desordenada no sea algo malo o equivocado en si mismo. Puede ser que incluso sea algo muy bueno, pero, aunque sea bueno, lo valoras de manera indebida o exagerada. Entender qué "clavo" fue el que "golpeó" tu mamá y que te hizo reaccionar así, puede ser una buena clave para detectar qué es eso que valoras de manera desordenada y a partir de ahí puedes reflexionar respecto a cómo y porqué valoras eso, de modo que puedas llegar a descubrir ya sea que es algo malo de lo que hay que deshacerse y olvidarse del todo (aunque duela), o bien que es algo bueno de lo que no necesariamente hay que deshacerse, pero si aprender a valorarlo en su justa dimensión y valor auténtico.
En lo que logras detectar eso, un consejo general que puede ayudarte es que es MUY difícil que la razón se oponga solita a una pasión (enojo, coraje, miedo, etc.) cuando esta se ha apoderado de uno, incluso hasta cierto punto puede uno darse cuenta racionalmente de que lo que uno está haciendo está mal, pero, de algún modo, sentirse arrastrado a seguir haciéndolo a pesar de en verdad no querer hacerlo. El mismo San Pablo se expresa en estos términos:
Y ni siquiera entiendo lo que hago, porque no hago lo que quiero sino lo que aborrezco.
Pero si hago lo que no quiero, con eso reconozco que la Ley es buena.
Pero entonces, no soy yo quien hace eso, sino el pecado que reside en mí, porque sé que nada bueno hay en mí, es decir, en mi carne. En efecto, el deseo de hacer el bien está a mi alcance, pero no el realizarlo.
Y así, no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero.
Pero cuando hago lo que no quiero, no soy yo quien lo hace, sino el pecado que reside en mí.
De esa manera, vengo a descubrir esta ley: queriendo hacer el bien, se me presenta el mal.
Porque de acuerdo con el hombre interior, me complazco en la Ley de Dios, pero observo que hay en mis miembros otra ley que lucha contra la ley de mi razón y me ata a la ley del pecado que está en mis miembros.
¡Ay de mí! ¿Quién podrá librarme de este cuerpo que me lleva a la muerte?
¡Gracias a Dios, por Jesucristo, nuestro Señor! En una palabra, con mi corazón sirvo a la Ley de Dios, pero con mi carne sirvo a la ley del pecado.
Romanos 7, 15-25
No es, por supuesto, que San Pablo se esté resignando a no poder cambiar jamás el mal que el pecado en su carne le inducía hacer (como nos induce a todos), sino que simplemente muestra la insuficiencia del hombre para oponerse a sus pasiones con sus propias fuerzas. Pero el último versículo nos abre otro camino: La Gracia de Jesucristo, Nuestro Señor.
Pero difícilmente la Gracia se nos presenta como una fuerza sobrenatural portentosa que nos permite superar cualquier tentación sin el menor esfuerzo.
Lo más común es que se trate de una Ayuda constante que:
1. Poco a poco, de manera suave, pero firme y constante nos va transformando y haciéndonos más capaces de servir a Dios en la medida en que nos dejamos Amar por Él.
2. Una Ayuda que debemos aprender a identificar y a aprovechar para obtener el mayor fruto de ella.
En este último sentido te propongo dos caminos que, en la espiritualidad católica a lo largo de los siglos, se han demostrado eficaces para lograr vencer esas pasiones y las tentaciones a las que nos inducen:
1. Actuar de manera temprana, como lo dijera San Ignacio, en cuanto vemos "asomar la cola serpentina" del demonio. Es decir, debemos aprender a detectar los patrones típicos que nos llevan a esos escenarios en los que no nos podemos controlar ANTES de que esos escenarios incontrolables se presenten propiamente. Y, una vez identificados tales patrones, debemos identificar "signos tempranos" de que el patrón se está produciendo y presentando para actuar en contra cuando aún tenemos pleno control de nuestras acciones.
Por ejemplo, supongamos que el escenario típico es que tu mamá vuelve a casa molesta y entonces por cualquier cosita que haces que no le parece te critica de una manera que a ti te molesta mucho y de ahí se deriva casi siempre un gran conflicto.
Bueno, entonces el signo temprano es observarla cuando llega a casa y ver si viene o no molesta. Si viene molesta, mejor aléjate por un rato hasta que haya tenido de cambiar de ambiente y calmarse. Si, por el contrario, ella te llama o te pide algo que te obligue a interactuar con ella y exponerte a su molestia, crítica y conficto subsecuente; entonces de antemano razona que ella viene molesta, que muy probablemente te vaya a criticar, y acercate "blindandote" entendiendo que no es primariamente algo personal en tu contra (aún cuando pudiera criticar algo que le suele molestar en ti) sino que tu mamá de algún modo "se sigue peleando" con esa persona que le hizo enojar allá afuera. Alternativamente, si te das cuenta de que esos "blindajes" no te sirven de mucho porque te molesta tanto lo que te critica al punto de que simplemente no te puedes controlar cuando te lo dice, entonces puedes buscar una estrategia alternativa aún más temprana, como podría ser que, cuando la vieras entrar molesta, en vez de alejarte o esperarte a que se desquite contigo, más bien tratarle de sacar el tema de conversación de cómo le fue, tratando de lograr que la conversación llegue a que te platique qué es lo que le molestó y entonces pueda desahogarse de una manera sana y constructiva, y no criticándote.
Por supuesto que lo anterior es un simple ejemplo y no sé si sea exactamente lo que suele ocurrir. Pero la idea es que logres detectar el patrón, los signos tempranos, y una estrategia eficaz para actuar correcta y oportunamente en cuanto veas aparecer esos signos.
2. Habrá por supuesto ocasiones en que todo lo anterior llegue a fallar y te sorprendas a ti misma ya en el conflicto, con una fuerte pasión que te está arrastrando a pesar de que en un débil acto de razón te das cuenta de que no es eso lo que querías hacer o lograr. Ese débil acto de razón, solito, tiene de antemano la batalla perdida en contra de la poderosa pasión. Mucho más sensato es que ese débil acto de razón busque un enemigo del tamaño de la irrefrenable pasión que le quiere arrastrar, y eso suele ser OTRA pasión OPUESTA que sea tan poderosa como la que te quiere arrastrar al mal, pero que te ayude a buscar el bien. Por ejemplo, si tienes mucho enojo por una crítica que te hizo tu mamá, puedes elegir un "momento favorito" en donde te haya gustado muchísimo alguna muestra de cariño y/o alguna felicitación o reconocimiento donde hayas logrado ver lo mucho que tu mamá te quiere y te aprecia. Y entonces, cuando sientas el enojo subir por tus venas, piensa en eso mismo que te refuerza el cariño a tu mamá, y de esa manera opondrás la fuerza de ese cariño al enojo que te quiere arrastrar. Por supuesto que debes elegir algo tan contundente que no pueda ocurrir que, con el enojo encima, simplmente te lo "quites de encima" pensando "la verdad es que ni me quiere tanto"; sino debe ser algo tan contundente, que simplemente no puedas negar que en realidad si te quiere y que no vale la pena dejarse llevar por ese enojo del momento.
Espero que estos consejos te sirvan y te ayuden en verdad a ser una mejor hija.
Que Dios te bendiga en la alegría de la Resurrección del Señor