Los apóstoles no podían llevar al error a la gente en cosas de fe por razón de su misma misión. Por tanto en lo que diferían eran en cosas que no afectaban a lo esencial de la fe: que ni la circuncisión es nada ni el prepucio, sino la nueva criatura. Por eso acordaron que no se inquietaría a quien no había sido circuncidado.
Los apóstoles en este tema actuaron como uno en lo esencial. En lo contingente actuaron de diversa manera y según prudencia. San Pablo mismo circuncidó a Timoteo a causa de los judíos para que no tuviera problemas en su labor, como leemos en Hechos 16, 3. San Pedro por causa de los judaizantes llegó a simulación para no tener problemas con ellos y San Pablo entendió que tal simulación causaba problemas a los gentiles y a la predicación de la verdad evangélica. Son dos modos de entender una acción pastoral que tiene muy claro lo esencial, pues sabe San Pedro que está simulando por causa de... y lo sabe San Pablo, luego es algo contingente. No es raro en la historia de la Iglesia que los santos vean de distinto modo y juzguen según su personalidad y sabiduría de modo distinto las acciones contingentes que hay que tomar desde unos mismos presupuestos esenciales de justicia. Es parte de la imperfección humana, de la cual sólo estuvo libre Nuestra Señora de modo que los apóstoles, aún confirmados en gracia, podrían cometer tales imperfecciones, llegando como mucho a pecados veniales inadvertidos. Puedes ver lo que escribí una vez: "Cuando los venerables luchaban con los venerables" y entenderás como esto es una costante en la historia de la Iglesia que para nada afecta al depósito de la fe ni hace menos santos a los santos implicados en estas cuestiones de gobierno contingente:
- La venerable Ana de Jesús obtuvo un breve de Su Santidad para poder seguir eligiendo confesores de dentro ó de fuera de la órden, como lo habia dispuesto Santa Teresa. Al dictámen de la venerable Ana de Jesús se opuso la venerable Ana de San Bartolomé, compañera y secretaria de Santa Teresa , que opinaba que las monjas Carmelitas Descalzas no debían confesarse sino con los frailes Carmelitas Descalzos. Difícil de resolver era la cuestión por pareceres de personas : luchaban venerables con venerables, y las dos prioras predilectas de Santa Teresa con la secretaria y confidente de esta; el sabio y virtuoso Gracian, confesor y director predilecto de Santa Teresa, con el respetable , virtuoso y austero Doria, muy querido también de aquella, sostenedor infatigable de la Reforma, y el que mas contribuyó en su viaje á Roma para separar á los Carmelitas Descalzos de los Calzados, formando provincia aparte, y después hasta distinto instituto. Finalmente, luchaban fray Luis de León y Felipe II, aquel con su influencia literaria, este con el peso de su formidable poderío; y en verdad que los caractéres se buscaban, pues habia tanta afinidad entre los genios bondadosos, poéticos, vivaces y amables de Gracian, fray Lnis de León y la venerable María de San José, como entre los genios fuertes, austeros y duros do Felipe II, Ana de San Bartolomé y Doria.
