El Cántico espritual de J. de la Cruz y María

Espiritualidad (Vida y escritos de Santos) Se publicarán vidas y obras de santos para el diálogo y sobre todo para el aprendizaje espiritual en nuestro camino a la santidad. Leemos las Sagradas Escrituras a través de los santos, contamos con la santidad de estos hombres como autoridad. ¡Qué poco que se leen las obras de los santos! Este foro será una gran oportunidad para estimular la lectura de los escritos de los hombres más grandes que han vivido en este destierro

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Re: El Cántico espritual de J. de la Cruz y María

Notapor asandy » Dom Jul 29, 2012 5:32 am

29-Julio-2012

El cántico espiritual de J. de la Cruz y María

Canción XX – “A las aves ligeras”

“A las aves ligeras, / leones, ciervos, gamos saltadores, / montes, valles, riberas, / aguas, aires, ardores, / y miedos de las noches veladores”.

Para llegar al matrimonio espiritual…no solo le basta estar limpia de todas las imperfecciones y rebeliones y hábitos imperfectos…sino que ha menester grande fortaleza y muy subido amor para tan fuerte abrazo de Dios.

“a las aves ligeras”
“Llama aves ligeras las digresiones de la imaginativa, que son ligeras y sutiles en volar de una parte y otra…cuando la voluntad está gozando…suelen hacerle sinsabor y apagarle el gusto…y el esposo las conjura…que cesen sus inquietos vuelos, ímpetus y excesos…que se ha de entender como

“leones, ciervos, gamos saltadores”
Por leones se entiende los ímpetus de la potencia irascible… Por los ciervos y los gamos saltadores entiende la potencia del ánima que es concupiscible, que es la potencia de apetecer…que tiene dos efectos: de cobardía…se retira, encoge y acobarda… es comparada a los ciervos…que son cobardes y encogidos. Los efectos de osadía ejercita cuando halla las cosas convenientes para sí porque entonces no se encoge ni acobarda sino atrévese a apetecerlas y admitirlas… es comparada a los gamos que van no solo a ello corriendo, mas aún saltando”

“Montes, valles, riberas”
“denotan los actos viciosos y desordenados de las tres potencias del alma, memoria, entendimiento y voluntad… por los montes son significados los actos extremados en demasía desordenada… por valles…los actos extremados en menos de lo que conviene…Por las riberas…participan algo de un extremo y del otro cuando exceden o faltan algo del medio y llano de lo justo.…lo son en parte, ahora en venial, ahora en imperfección…a todos estos actos…conjura también que cesen por las amenas liras…Y así

“Aguas, aires, ardores, / y miedos de las noches veladores”
“por las aguas…las afecciones del dolor que afligen al ánima…Por los aires…las de la esperanza…que vuelan a desear lo ausente que se espera…Por los ardores…las afecciones de la pasión del gozo…que inflaman el corazón…Por los miedos de las noches veladores…es el temor…suelen ser muy grandes, a veces de parte de Dios…por no tener ellos fortalecido y perfeccionado el natural y habituado a aquellas mercedes de Dios.…a veces de parte del demonio…al tiempo que Dios da al alma recogimiento…teniéndole él gran envidia y pesar…procura poner horror y temor en el espíritu por impedir aquel bien…a los cuales llama miedos de las noches por ser de los demonios… con ellos procura infundir nieblas… Y llama veladores a estos temores, porque de suyo hacen velar y recordar al alma de su suave sueño interior…y también porque los demonios que los causan están siempre velando”.

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Meditando en que pasaje del Evangelio se pueden encontrar respuestas y comentarios a esta canción, de ““A las aves ligeras, / leones, ciervos, gamos saltadores, / montes, valles, riberas, / aguas, aires, ardores, / y miedos de las noches veladores”, creo, que en la Sagrada Cena, Huerto de los olivos y noche de pasión podemos encontrar la realidad de estas metáforas, vivencias de Juan de la Cruz y de las almas.
A las aves ligeras: Los Apóstoles gozaban de la suavidad y deleite de la presencia del Maestro y sus milagros, pero su inesperada realidad del verdadero Reino del Mesías les desazona y perciben lo que J. de la Cruz llama digresiones, que son las perturbaciones momentáneas que interrumpen su quietud ante las palabras del Maestro: “Hijos míos, voy a estar ya muy poco con vosotros. Me buscareis, pero os digo lo mismo que dije a los judíos. A donde yo voy ahora no podéis ir vosotros”. (Jn.13. 33) ¡Qué digresión de abandono sentirían los Apóstoles!
Jesús manifiesta a qué estado de santidad habían llegado ya sus Discípulos: “Sabiendo que le había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús, que había amado a los suyos que estaban en este mundo, los amó hasta el fin” (Jn. 13.1) Sabemos que amar Dios y hasta el fin, es reconocer que los deja rebosantes de santidad, de gracia, de amor total de Dios y a Dios. Es lo que da a entender el esposo en esta Canción: las liras o suavidad y las sirenas o deleite del alma, que aunque van a sufrir acrimonias, es decir agresividad en sus almas, Jesús les aclara: “No os dejaré abandonados. Volveré a estar con vosotros…me veréis, porque yo vivo y vosotros también…vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, vosotros en mí y yo en vosotros” (Jn.14. 18-20) Les pide como a todos nosotros, firmeza en la fe.
Pero porque van a sufrir digresiones, perturbación, se las anuncia; mas él les conjura que cesarán, pero han de padecerlas. “Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a vosotros…Si a mi me han perseguido, también os perseguirán a vosotros”. (Jn.15. 16-20). ¿Era ese el concepto que se habían hecho ellos del Mesías?
Usa J. de la Cruz de los “Leones, ciervos, gamos saltadores”, entendiendo por leones la potencia e impulso irascible y atrevida en sus actos, como en Pedro: “¿por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti. Jesús contestó: ¿Qué darás tu vida por mí? Te aseguro que no cantará el gallo antes que tú me niegues tres veces”. (Jn.13.37-38).
Se entiende aquí por ciervos, la potencia concupiscible bien con su efecto de cobardía, y así Jesús les dijo: “Yo seré para vosotros esta noche ocasión de caída pues así lo dice la Escritura: heriré al pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño” (Mat. 26. 31)
Y después les amonesta su desidia o acedia “¿no habéis podido velar una hora conmigo? (Mt. 26. 40). El ciervo y gamos saltadores tienen también el significado de osadía ante cosas apetecibles, como Pedro en el atrio de Caifás: Pedro “continuaba allí calentándose. Le preguntaron ¿No eres tu también de sus discípulos? El lo negó, diciendo, no soy… ¿No te vi yo en el huerto con él? Pedro lo negó otra vez. Enseguida cantó el gallo” (Jn.18. 25-27) Pedro no fue prudente sino osado al desafiar el peligro.

“montes, valles, riberas” Los montes significan una demasía desordenada. De nuevo Pedro ante el lavatorio de los pies: Si quieres me lavas “no solo los pies, sino también las manos y la cabeza” (Jn.13. 9) Pedro ha perdido el justo medio.

“valles”, o actos extremados en menos de lo que conviene, Jesús en el huerto dice: “Quedaos aquí mientras voy más allá a orar. Se llevó consigo a Pedro y a los dos hijos del Zebedeo y comenzó a sentir tristeza…volvió a los discípulos y los encontró dormidos” (Jn. 26. 36-40) Estaban con Jesús en el peligro, pero… se durmieron. Y de nuevo Pedro, que “tenía una espada, la sacó, dio un golpe al criado del sumo sacerdote, y le cortó la oreja derecha (Jn. 18.10)”
Y le reprimió el Maestro. Lo suyo y lo nuestro debe ser orar e imitar la serenidad y paz del Maestro.

“riberas”, actos que participan de ambos extremos. En realidad los Apóstoles aún amando plenamente a Jesús en su Cena Pascual, al ser instituidos Sacerdotes, participando del cuerpo y sangre del Señor, testigos de su apasionante despedida, viendo al Maestro como un esclavo lavándoles los pies, no estaban solo en ese gozo y suavidad sino que “se exceden y faltan en algo del medio y llano de lo justo” no comprendiendo plenamente aún a Jesús como lo demuestra la pregunta de Felipe: “muéstranos al Padre y nos basta. Jesús le dijo: Llevo tanto tiempo con vosotros ¿y todavía no me conoces? El que me ha visto a mí ha visto al Padre…Creedme yo estoy en el Padre y el Padre en mí. Creedlo al menos por las obras mismas” (Jn.14. 8-11) ¿No exigimos a Dios que se acople aún con milagros a nuestros planes y deseos? ¿Entonces, qué dejamos a la fe?

“Aguas, aires, ardores, miedos”. Por aguas entendemos “las afecciones de dolor que afligen al alma”. Jesús les dice: “Andáis discutiendo sobre lo que acabo de decir: Un poco y no me veréis; y otro poco, y me veréis”…vosotros estáis ahora tristes, pero yo os veré otra vez, y vuestro corazón se alegrará. En aquel día no me preguntaréis nada” (Jn. 16. 19-23). Estas son las digresiones de todo creyente y en su plano, el de las almas santas.
Aires o afecciones de la esperanza. “No estéis angustiados. Confiad en Dios, confiad también en mí…Cuando me vaya y os haya preparado el sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde yo estoy, estéis también vosotros”. (Jn. 14. 1-3). ¿Entendemos también nosotros plenamente: Mi reino no es de este mundo sino que se forja en este mi enemigo el mundo entre cuantos se alejan de su Creador?

Es la meta transcendente. Pero ahora estamos en el camino y muchas veces también preguntamos como Tomás: ¿cómo vamos a saber el camino? Jesús le dijo: Yo soy el camino, la verdad y la vida”. (v.4-6) Así ya todo creyente no puede ser un desesperanzado aunque no entendamos ese camino que está en un plano superior a nuestros sentidos y que perfecciona a la razón, pero ambos deben ir por él. Aún para el creyente de buena voluntad y sobre todo para el tibio y olvidadizo ese Camino se puede ocultar por la niebla o por las sombras de la noche voluntariamente o porque la vida es luz y sombras.

Los “ardores” o afecciones de gozo que inflaman el corazón, emanan de Jesús, que los trasmite a sus discípulos con suma ternura en su despedida, y que a pesar de que sabe que será sacrificado como el cordero de Dios en la Nueva Alianza, su corazón se desborda en amor, y todo lo resume así: “os doy un mandamiento nuevo; “Que como yo os he amado, así también os améis unos a otros” (Jn.13 14). Si no perdemos el amor aún la fe renacerá mil veces como el sol.

Nadie como Juan pudo sentir tan de cerca el sentimiento del corazón de Jesús pues fue el único que se recostó en su pecho, era el preferido de Jesús y se lo demuestra después encomendándole a su propia madre. Creo que aquel ambiente ensimismaba a los Apóstoles de tal forma que solo el anuncio de la traición de Judas, no era una digresión sino algo más: traición, muy disimulada por Jesús, para no apagar el gozo de tan bendita noche.
Los miedos que el alma sufre pueden ser causados o por Dios, como en la agonía del huerto, donde Jesús Rey, Hijo de Dios, acepta ser siervo, tratado como un esclavo malhechor y se siente morir, (¿qué destino tenemos cada uno?), para enseñarnos aceptar la voluntad del Padre, o el de los Apóstoles que huyen despavoridos y desconcertados por no estar aún confirmados por la venida del Espíritu Santo. O, los miedos de la noche los puede infundir el demonio que pone terror y horror en el espíritu para impedir, por envidia, aquel bien de suavidad en el alma, infundiéndonos dudas de nieblas desalentadoras. Y a estos temores los llama J. de la Cruz veladores porque o hacen recordar al alma que puede perder esos gozos, o porque el demonio siempre está vigilante para entorpecer la santidad en los hombres y nos dice: ¿cómo a tí siendo tan de Dios te puede suceder esto?
Cuanto debemos vigilar y orar todos para no ser asaltados en el Camino, para que la Verdad sea Luz y no nieblas, y para que nuestro hálito sea la Vida de Dios comiendo y bebiendo, tal vez más conscientes y habituados que los Discípulos hasta aquel momento, en tan Santa Cena, el alimento del pan divino y la sangre de la Nueva Alianza, todos los días.

María Santísima y Singularísima ante Dios, sabía desde la Encarnación lo que después le confirma Simeón en el Templo, que una espada de dolor atravesaría su corazón, pero como Jesús, también dice: no se haga mi voluntad de madre dolorida sino la tuya, mi Dios. Ella no cometió ni la niebla de pecado venial alguno, sino que ni siquiera una imperfección en su santidad plena de gozo aún en su infinito dolor al ver a su hijo-Dios en una Cruz como un esclavo, sabiendo que el Padre, para salvar a los esclavos, nos entrega a su Hijo, pero que ni aún ella estaría liberada a no pasar por su Huerto de los Olivos y noche de Pasión.
Pero todo, como dice Juan de la C. “que estando la voluntad- de Divinidad tocada, no pueda quedar pagada-sino con Divinidad; -más por ser tal su hermosura-que solo se ve por la fe,- gústala en un no se qué- que se halla por ventura”.
Sí, porque todo es Gracia, don de Dios, y en nosotros a mayor voluntad más abundancia y diversidad de regalos.
asandy
 
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Re: El Cántico espritual de J. de la Cruz y María

Notapor asandy » Mar Ago 14, 2012 5:37 pm

15-Agosto-2012

El cántico espiritual de J. de la Cruz y María

Canción XXI- “Por las amenas liras”,

“Por las amenas liras/ y canto de sirenas os conjuro, / que cesen vuestras iras. / y no toquéis al muro. / porque la esposa duerme más seguro”.

“Ya dijimos que las amenas liras significan la suavidad del alma…de manera que tiene el ánimo tan embebecido y suspenso que le tiene ajenado de penas y sinsabores, así esta suavidad tiene al alma tan en sí, que ninguna pena le llega”…Y también el canto de sirenas…significa el deleite ordinario que el alma posee, por el cual también está desnuda de todos los contrarios y operaciones molestas dichas”, y así

“que cesen vuestras iras”
“Llamando iras a todas las afecciones desordenadas…porque…exceden del límite de la paz y tranquilidad del alma si reinan en ella”. Por eso dice:

“Y no toquéis al muro”
“por el muro se entiende el vallado de paz y virtudes y perfecciones que ya tiene el alma, donde está ya amparada, que es el muro de defensa del huerto de su amado” “Porque la esposa duerme más segura”
“es a saber, porque más a sabor se deleite de la quietud y suavidad de que goza en el huerto donde se ha entrado, el cuello reclinado sobre los dulces brazos del amado, y así no hay para el alma ya puerta cerrada”.

El cuerpo “físico” de Cristo ha muerto, pero su alma creada, como la nuestra, ya está “ajenada de penas y sinsabores, así esta suavidad tiene al alma tan en sí, que ninguna pena le llega” y está llena de amenas liras y canto de sirenas de las almas que esperaban la Redención en el Seno de Abrahán.
Intento contemplar a Cristo ya muerto en la cruz, y deseo adentrarme y comprender el misterio de su alma de hombre que ha convivido con la divinidad pero que esta no ha anulado al hombre y por lo tanto ha mantenido sus potencias de memoria, entendimiento y voluntad en Jesús, y por ello no podemos menos de admirar que una naturaleza humana: Cuerpo y alma de Cristo, ha llegado a la plenitud de gracia en la divinidad, la máxima santidad, porque a la única persona a quien se le atribuyen sus actos es una Persona Divina, y así, por lo tanto, la voluntad humana y el obrar humano de Jesús pertenecen a la Persona Divina del Hijo de Dios.
Nunca habla Jesús como persona humana, sino Divina. Y así nos dice: “Os aseguro que antes que naciera Abrahán existo yo” (Jn 8.58) pues “he bajado del cielo no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado” (Jn.6.36)
¿Jesús tuvo conciencia desde siempre de su misión o la descubrió en el bautismo en el Jordán? María desde la Encarnación sabía que su hijo sería “el Hijo del Altísimo…reinará sobre la casa de Jacob y su reino no tendrá fin” le dijo el Ángel, es decir su hijo es el Mesías. (Lc. 31,32) En la adoración de los Magos se compendia el cumplimiento de la promesa hecha a todos los hombres, y así María lo está viviendo; en la circuncisión María y José escuchan al anciano Simeón que reconoce en el niño al Prometido Salvador. Después, de niño, se queda en el Templo y se justifica aclarando que él tiene que ocuparse de las cosas de su Padre. Y así queda claro que María, José y nadie como Jesús, desde el principio saben para qué se ha producido la Encarnación. Desde siempre. como persona divina Jesús tenia conciencia de ser el Mesías. Para mí es de fe.

La Iglesia así proclama:"Enseñamos que ha de confesarse... que se debe reconocer al único y mismo Cristo, Hijo unigénito y Señor subsistente en las dos naturalezas, sin confusión, inmutable, indiviso, inseparable, no siendo suprimida de ningún modo la diferencia de las naturalezas a causa de la unión, es más, quedando salvaguardada la propiedad de una y otra naturaleza" (DS, 302). Esto significa que la naturaleza humana de ningún modo ha sido anulada por la divina. Gracias a su naturaleza divina Cristo es "consubstancial al Padre, según la divinidad"; gracias a su naturaleza humana, es "consubstancial también a nosotros, según la humanidad"
La santidad es que nuestra alma, alimentada por la fe, impregne al cuerpo de los efectos de una participación en el espíritu de Vida Divina. La humanidad de Jesús es la plenitud de la santidad del hombre.
Jesús como Dios, persona divina, es inalcanzable, pero Pablo nos manifiesta escribiendo a los Gálatas: “Todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús, pues los que habéis sido bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo” (Galt.3.26,27). “y como prueba de que sois sus hijos, Dios ha enviado a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama, ¡Abba, Padre! De suerte que ya no eres esclavo, sino hijo, y si eres hijo eres también heredero por la gracia de Dios”.(Galt.4.6,7).

Pero en nosotros hay como dos facetas de nuestra naturaleza, una inferior que es la personalidad y otra superior que es la individualidad: cuerpo y alma. Ambas son a veces contradictorias y mantienen una lucha por sobreponerse la una a la otra.
Pablo en su carta a los Gálatas (5.16-18) nos describe estas tendencias opuestas, y quiero ver en el cuerpo muerto de Jesús lo que allí ha fenecido y lo nuevo que ha nacido y, que la nueva vida divina está unida a la parte espiritual humana de Cristo, su alma, y ella es el modelo para todas las almas.: “Dejaos, dice Pablo conducir por el Espíritu, y no os dejéis arrastrar por las apetencias de la carne. Porque la carne lucha con el espíritu, y el espíritu contra la carne, pues estas cosas están una frente a la otra, para que no hagáis lo que queréis. Pues si os dejáis conducir por el Espíritu, no estáis bajo la ley” (Galt. 5. 16-18) (Ley judía, símbolo del hombre viejo)
Y así los versos de J. de la Cruz: “por las amenas liras, / y canto de sirenas os conjuro”. Y que comentados por él mismo nos dice: “Ya dijimos que las amenas liras significan la suavidad del alma…de manera que tiene el ánimo tan embebecido y suspenso que le tiene ajenado de penas y sinsabores, así esta suavidad tiene al alma tan en sí, que ninguna pena le llega”.
Aplicando aquí esto al alma de Jesús, fiel reflejo de la aspiración al grado de santidad que aquí comenta J. de la C., Pablo nos los describe: “Los frutos del Espíritu son: amor, alegría, paz, generosidad, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, continencia”…Los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y concupiscencias. Si vivimos por el Espíritu, dejémonos conducir por el Espíritu. (Galt.5. 22-26)
Por lo tanto: “que cesen vuestras iras”, es decir: “Llamando iras a todas las afecciones desordenadas”, que aunque lejanas del pecado grave pueden aparecer en sus ramificaciones de falta leve, venial o imperfecciones, y que así nos las describe Pablo (Galt.5.19-21) “Las obras de la carne son bien claras: lujuria, impureza, desenfreno, idolatría, supersticiones, enemistades, disputas, celos, iras, litigios, divisiones, partidismos, envidias, homicidios, borracheras, comilonas, y cosas semejantes a estas. Os advierto que los que se entreguen a estas cosas no heredarán el reino de Dios” (Galt. 5. 19-21). Y de ello se desprende que para alcanzar el grado de santidad que comentamos no pueden existir en el alma esas afecciones desordenadas, aunque sean veniales en estas obras de la carne. Y si queremos, Dios nos ayuda para alcanzar esta gran bonanza espiritual.

“Y no toquéis el muro” porque es el dique de nuestros pecados e imperfecciones: en el cuerpo muerto de Jesús, como hemos dicho, ha sido vencido el hombre viejo, el pecado, la carne, (asumió nuestros crímenes) y a través de su muerte nos sirve una presa de aguas cristalinas para cuantos en el mundo queramos abandonar nuestros campos de malezas y abrevar aguas de nueva vida divina, vida del espíritu. Vida del alma salida de su costado.

“Porque la esposa duerme más seguro”. “Es a saber, porque más a sabor se deleite de la quietud y suavidad de que goza en el huerto donde se ha entrado, el cuello reclinado sobre los dulces brazos del amado, y así no hay para el alma ya puerta cerrada”.
Porque como dice Pablo: “se entregó a sí mismo por nuestros pecados para sacarnos de este mundo perverso” (Galt. 14) Y así el alma se pregunta: ¿A quien busco agradar, a los hombres o a Dios?” (Galt.1 10) ¿Y quien no responde, a Dios?
Pablo nos confirma: “Estoy crucificado (muerto) con Cristo, y ya no vivo yo, pues es Cristo el que vive en mí. Mi vida presente la vivo en la fe en el Hijo de Dios el cual me amó y se entregó por mí” (Galt.2. 19-20). Llegando al extremo de hacerse maldición por nosotros “para que la bendición de Abrahán hecha en Cristo Jesús se extendiese a todas las naciones” (Galt.3. 13.14).
Y Pablo orgulloso proclama: “yo, por mi parte, solo quiero presumir de la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por el cual el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo. (Galt.6. 14) Y al estar muerto para el “mundo” como Cristo en el sepulcro, llena su alma de la divinidad que está viva en el alma de Cristo.

Jesús ha puesto su “espíritu” en las manos del Padre y ya no hay para él puerta cerrada, como sucede en el alma que ha muerto a toda apetencia desordenada de la carne y duerme confiada del todo segura en los gozos del espíritu.

María sí puede cantar llena de gozo ante Dios: “Ha destruido los planes de los soberbios, ha derribado a los poderosos de sus tronos y ha encumbrado a los humildes, ha colmado de bienes a los hambrientos”. “ Mi espíritu se regocija en Dios, mi salvador, porque se ha fijado en la humilde condición de su esclava”(Lc.1. Magnificat)
Y J. de la Cruz así habla: Hace tal obra el amor,- después que le conocí,- que, si hay bien o mal en mí,- todo lo hace de un sabor,- y al alma transforma en sí;- y así en su llama sabrosa,- la cual en mi estoy sintiendo,- apriesa, sin quedar cosa,- todo me voy consumiendo.
Señor, ayudanos a querer.
asandy
 
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Re: El Cántico espritual de J. de la Cruz y María

Notapor asandy » Lun Ago 27, 2012 12:16 pm

27-Agosto-2012

Canción XXII- Entrado se ha ya la esposa

“Entrado se ha la esposa / en el ameno huerto deseado, / y a su labor reposa, / el cuello reclinado / sobre los dulces brazos del amado.

“Este amoroso esposo Pastor y Esposo del alma es admirable cosa de ver el placer que tiene y gozo de ver al alma ya así ganada y perfeccionada”.
La esposa dice dos cosas: la primera,“después de haber salido victoriosa, ha llegado a este estado deleitoso”. “La segunda es contar las propiedades del dicho estado…como son reposar a su sabor y tener el cuello reclinado sobre los dulces brazos del amado”.

“Entrado se ha la esposa”
“Hasta venir a este estado de matrimonio espiritual….primero se ejercitó en los trabajos y amarguras de la mortificación y en la meditación desde la primera canción hasta aquella que dice Mil gracias derramando”.
Después pasó por las penas y estrechos de amor, hasta la canción que dice: Apártalos amado”.
“Después cuenta haber recibido grandes comunicaciones y muchas visitas de su amado… tanto que pasando de todas las cosas y de sí misma, se entregó a él por unión de amor…está el alma hecha divina y Dios por participación cuanto se puede en esta vida…hasta esta de ahora: “entrádose la esposa” donde restaba ya hacer el esposo mención de dicho matrimonio espiritual”.
“Lo cual es mucho más que el desposorio; porque es una transformación total en el amado…son dos naturalezas en un espíritu y amor de Dios; bien así como cuando la luz de la estrella…se junta y une con el sol. Y ya el que luce no es la estrella ni la candela, sino el sol.” Y así entrádose ha

“En el ameno huerto deseado”
“Como si dijera: transformándose ha en Dios, que es el que aquí llama huerto ameno”. “A este huerto de llena transformación…no se viene sin pasar primero por el desposorio espiritual, y por el amor leal y común de desposados….después de haber sido el alma esposa en entero y suave amor…después la llama Dios y la mete en este huerto suyo florido…en el que se hace tal junta de las dos naturalezas y tal comunicación de la divina a la humana… que cada una parece Dios aunque en esta vida no puede ser perfectamente”.
Considere cada uno, si puede, qué vida será esta del alma, en la cual, así como Dios no puede sentir algún sinsabor, ella tampoco lo siente, más goza y siente deleite y gloria de Dios en la sustancia del alma ya transformada en él…..dejadas olvidadas todas las tentaciones, turbaciones, penas….transformadas en este alto abrazo.” Y así sigue:

“y a su labor reposa, / el cuello reclinado”
“El cuello…denota la fortaleza….y así es justo que el alma repose y descanse en aquello que trabajó, y recline su cuello” “sobre los dulces brazos del amado”.
“Reclinar el cuello en los brazos de Dios es tener…su flaqueza, en la fortaleza de Dios…en que reclinada y transformada nuestra flaqueza tiene la fortaleza del mismo Dios”.
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Es el mismo ingenuo pero pleno amor de la monjita, que se llama esposa de Dios, como toda alma, que en brazos del que le ama reclina su cuello dulce y confiadamente sobre su hombro.
Para llegar a este gozo espiritual hace Juan de la Cruz un recorrido de los pasos dados por el alma en este camino de santidad. Muy difícil de comentario pues es un camino a lo divino como ya lo dice el Hijo de Dios donde nada tienen que ver los sentidos: “Yo soy el camino”, y todos debemos preguntarnos como Tomás: “¿Cómo vamos a saber el camino?”. ( Jn.14. 5-6). ¿Cómo vamos a saber y poder andar por él?
Más Jesús desde su encarnación en naturaleza humana nos lo va marcando, y sus pasos serán la senda de un largo recorrido, y su doctrina el alimento. Para enseñarnos el camino, pasa oculto la mayor parte de su vida, silencio sonoro de Dios; comienza su vida pública haciendo oración y vida de ayuno y penitencia en el desierto; anuncia la salvación con su palabra divina entre el hostigamiento y la incomprensión; necesita fortaleza que la pide al Padre en sus noches de oración. Hasta que es traicionado, abandonado y apresado, y así ultíma sus lecciones en el último tramo de su caminar: su camino, vía crucis, crucificado, dejando todo cuanto de placentero y grato es a los sentidos, muriendo totalmente a ellos para que nazca en él el hombre nuevo renacido de su misma resurrección para su gloriosa y amorosa transformación. El mayor y más fantástico camino de amor propiciado por el amor, para que nuestro renacer llegue a su misma resurrección, que siempre es hoy y para lo que ya nos lo recuerda Jesús: el que quiera venir detrás de mí tome su cruz y sígame y no so suceda como a los Sumos Sacerdotes ante la Cruz: “ Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo. ¡Es rey de Israel! ¡Que baje de la cruz y creeremos en él”” (Mt.27.42). No habían comprendido ni a los profetas ni al mismo Mesías, varón de dolores que tenían ante sus ojos, del mismo modo que hoy no todos cogemos nuestra cruz con el espíritu que el Maestro no pide.

El alma para encontrar y seguir el camino, debe aislarse, separarse de otros derroteros y veredas interiores para encontrar la Verdad y la Vida, venciendo en una vida oculta y en el desierto de austeridad sus propias inclinaciones y tentaciones; es seguir así a Jesús en sus enseñanzas, dejadas las redes, teniendo presente lo que nos advierte Pablo que “Vosotros habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios….pues os habéis despojado del hombre viejo con su manera de actuar, para revestiros del hombre nuevo que se renueva sin cesar a imagen de su creador, hasta adquirir el conocimiento perfecto” (Col.3.3-10).
Este es el camino. La perfección divina. La escala es…infinita, pero es para todos, y el que ha aceptado a Cristo, ya camina, sigue caminando, y cada acto de amor es un acercarse mas a ese huerto florido, a la Casa donde el Padre nos tiene reservada una estancia.
Para llegar a ese conocimiento perfecto, hay que intentar descubrir la única vía perfecta: Cristo, y por ello el liberador nos dice: seguidme, y ese seguimiento es para hacernos uno con él en el Padre. “Padre Santo, guarda con tu poder a los que me has confiado, para que sean, como nosotros, una misma cosa.” (Ju.17.11), De esta forma es como se entienden estos versos del alma que sí desea llegar a la perfección: “Entradose ha la esposa / en el ameno huerto deseado, / y a su labor reposa, / el cuello reclinado / sobre los dulces brazos del amado”. Es buscar la “alegría” de la resurrección que Jesús nos ofrece.
Para tener acceso a ese Huerto de la resurrección en la Divinidad es necesario “entrar por la puerta estrecha, porque “estrecha es la puerta y angosto el camino que lleva a la vida, y son pocos los que lo encuentran” (Mat. 7. 13-14).
El alma que con ansias busca este camino debe tener en su labios el Salmo 118; “Dichosos los que lo buscan de todo corazón…quiero meditar tus preceptos y tener los ojos en tus sendas…soy un caminante por el mundo, no me ocultes tus mandamientos…he elegido el camino de la verdad y he preferido tus sentencias…aparta mis ojos de mirar vanidades…soy amigo de todos tus amigos que guardan tus preceptos…ando errante como oveja perdida; búscame pues no me he olvidado de tus mandamientos”.
Y como nos cuenta Lucas sobre el buen pastor (15), cuando me encuentres “échame sobre tus hombres lleno de alegría” para que siente mi “cuello reclinado / sobre los dulces brazos del amado”.
Llévame a tu viña porque deseo estar “en el ameno huerto deseado”, que como dice Juan de la Cruz: “Como si dijera: transformándose ha en Dios”
Por ello todo cristiano que verdaderamente siente el amor a Dios, tiene en su corazón estas palabras del Salmo 10: Te doy gracias, Señor, de todo corazón,…quiero alegrarme y recrearme en ti…en ti esperan los que saben tu nombre…pues no abandonas, Señor, a quien te busca”.
Del mismo modo esa alma hará su propia vivencia en estas palabras: “los pobres heredarán la tierra y gozarán de una paz total. (Sl. 36. 11). Porque todo cristiano que siente y sabe que Dios es la Vida, se transforma en Dios “que es el que aquí llama huerto ameno”. Y el reclinar el cuello en los brazos de Dios, es sentir en sí la fortaleza de Dios como lo demuestran los mártires, que sin ostentaciones de raptos místicos tienen la misma fortaleza de Dios. Y sin duda, sienten ante la misma muerte, que tienen / “ el cuello reclinado / sobre los dulces brazos del amado”, y mueren con fortaleza de amor a Dios y perdonando al ignorante que no sabe lo que hace, imitando a Jesús (Lc.23.14).

María no solo gozaba con suma naturalidad del huerto deseado sino que ella fué el huerto para el mismo Dios.
¿Quién la puede superar? Ruega por nosotros Santa Madre de Dios.
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Re: El Cántico espritual de J. de la Cruz y María

Notapor tralalá » Lun Ago 27, 2012 7:05 pm

asandy escribió:27-Agosto-2012
Canción XXII- Entrado se ha ya la esposa.
María no solo gozaba con suma naturalidad del huerto deseado sino que ella fué el huerto para el mismo Dios.
¿Quién la puede superar? Ruega por nosotros Santa Madre de Dios.

A veces veo palabras en bulto, toda junta y recién luego, discierno letra por letra. Entonces me lleva mi fantasía.
En un primer instante pensé que decía en vez de ruega por nosotros, riega por nosotros. Que ella riegue el huerto para nosotros ya que ¿Quién la puede superar?
Todo sea para la mayor honra y gloria de DIOS por
amor a Jesús, María y José.
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Acompáñennos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amen.
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Re: El Cántico espritual de J. de la Cruz y María

Notapor asandy » Vie Sep 14, 2012 3:04 am

El cántico espiritual de Juan de la Cruz y Maria

14-Septirmbre-2012

Canción XXIII “Debajo del manzano”,

“Debajo del manzano / allí conmigo fuiste desposada. / allí te dí la mano, / y fuiste reparada / donde tu madre fue violada.”

“descubre el esposo al alma sus maravillosos secretos, y le da parte de sus obras… mayormente la comunica dulces misterios de su encarnación…de la redención humana…cómo fue por medio del árbol de la cruz desposada con él…queriendo morir por ella y haciéndola hermosa en esta manera; pues la reparó y redimió por el mismo medio que la naturaleza humana fue estragada por Adán, así en el árbol de la cruz fue redimida y reparada , dándole allí la mano de su favor y misericordia”

Debajo del manzano

Entendiendo así por manzano el árbol de la cruz donde el Hijo de Dios redimió, y…se desposó con la naturaleza humana…con cada alma, dándole gracia y prendas…Y así dice:

“allí conmigo fuiste desposada, / allí te dí la mano”.
La mano de “mi favor y ayuda levantándote de tu miseria y bajo estado en mi compañía y desposorio.

“Y fuiste reparada / donde tu madre fuera violada”.
“Tu madre la naturaleza humana fue violada en tus primeros padres bajo del árbol…. Y debajo del árbol de la cruz fuiste reparada…si tu madre debajo del árbol te causó la muerte, yo debajo del árbol de la cruz te di la vida” “ Este desposorio que se hizo en la cruz, no es del que ahora hablamos, aquel se hizo de una vez, dando Dios al alma la primera gracia…en el bautismo. Mas este por vía de perfección no se hace sino muy poco a poco…este que estamos hablando es el que se da a entender por Ezequiel (16,5)…estabas arrojada sobre la tierra en desprecio de tu alma el día que naciste….y entré contigo en pacto e hícete mía…ungíte con óleo y vestíte de colores…puse manillas en tus manos y collar en tu cuello…y fuiste ornada con oro y plata…y coronada de hermosura. Y de este talle está el alma se que aquí vamos hablando”

---
Dios nos habla por Isaías de su Siervo: “Esto dice el Señor el que creo los cielos y los desplegó…el que da aliento al pueblo…y soplo a los seres…Yo el Señor te he llamado…te he tomado de la mano y te he formado. (42.5-6)
Y por ello el Siervo de Dios nos lo confirma: “No temas, pues yo te he redimido, te he llamado por tu nombre, mío eres”. (Isa. 43. 1) Y de tal forma somos suyos que quiere ser uno con nosotros ante el Padre: “Que sean, como nosotros, una sola cosa” (Jn.17.11)

Ser uno en Jesús, es algo más que ser dos en una sola carne (Gn.2.13). La unión con Dios es no “ser hueso de mis huesos y carne de mi carne” como Eva, es ser elevados a la misma vida de Dios. “El que cree en el hijo tiene vida eterna” (Jn.3.36).
Pablo nos confiesa: “(Gal. 2. 20) Por la ley, he muerto a la ley, a fin de vivir para Dios. Estoy crucificado con Cristo y ya no vivo yo, pues es Cristo el que vive en mí. Mi vida presente la vivo en la fe en el Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”.
Estar en gracia de Dios, es decir lo de Pablo, es Cristo el que vive en mí, es otra dimensión sobre la humana, un renacer en vida humana a vida divina.
Jesús nos mira a los ojos desde su cruz y nos dice: “¿Puede acaso una mujer olvidarse del niño que cría…pues aunque ella lo olvidara, yo no me olvidaría de ti. Mira, en la palma de mis manos te llevo gravado” (Isa. 49. 15-16)

Por ello porque eres mi nuevo Israel, “Todos se reúnen para venir a ti…todo ellos serán joyas de tu adorno y los ceñirás como una novia” ( Isa.49. 18), porque el Siervo, el enamorado esposo, nos recuerda el precio, la dote que ha pagado por cada uno de nuestras almas: “He ofrecido mi espalda a los que me golpeaban, mis mejillas a quienes me mesaban la barba, no he hurtado mi rostro a la afrenta y a los salivazos” ( Isa. 50.6)

¿” Quien puede litigar conmigo”? (v.8). No temas…te he llamado por tu nombre…mío eres.
Tanto nos ha amado que para rescatarnos del Príncipe de este mundo, y llevarnos al huerto de las delicias divinas: “no me he echado atrás” dice por Isaías (Isa. 50. 5
Y así nos invita a ser fuertes, a reclinar nuestro cuello en sus brazos: “Despierta, despierta, vístete de fuerza, Sión, ponte tus vestidos…sacúdete el polvo, levántate…saca tu cuello de sus coyundas”. (Isa. 52. 2)
Dios está enamorado de nuestras almas, de otro modo no se explica la profecía de Isaías sobre el Siervo, cuyo sacrificio por amor, nadie debe olvidar: “Eran nuestros sufrimientos los que llevaba, nuestros dolores los que le pesaban, mientras que nosotros le creíamos azotado, herido por Dios y humillado. Ha sido traspasado por nuestros pecados, triturado por nuestras iniquidades, el castigo, precio de nuestra paz cae sobre él y a causa de sus llagas hemos sido curados” (Isa.53. 4-5)

Es el Rey que se enfrenta solo a la batalla, porque es mejor que muera el Hijo de Dios, el Rey, que no que perezca todo el pueblo.
¿No es una locura de amor? Si, porque el esposo, el Amor, usando nuestras humanas palabras y metáforas, desde el árbol de la Cruz, árbol de la Vida, nos dice por Isaías (54. 11-14) que nos llenará de dones, dádivas y regalos divinos: “Yo asentaré tus piedras sobre malaquita y tus cimientos sobre zafiros; haré de rubíes tus almenas, tus puertas de cristal, y todo tu recinto de piedras preciosas”… estarás a salvo de la destrucción que nunca más te alcanzará”. (Isa. 54. 11-12). Y todo esto lo hago con quien quiera renacer de nuevo, porque “lo que nace de la carne es carne”. “Te aseguro que el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el reino el Dios” (Jn.35-8) Y Pablo nos lo repite: “Por el bautismo fuimos sepultados con Cristo y morimos, para que así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros caminemos en nuestra vida”.
Y “cuando me vaya y os haya preparado el sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que, donde yo estoy, estéis también vosotros, ya sabéis el camino para ir donde yo voy” (Jn.14.3-4)
Ante este amor desbordado del amor de Dios, más que el de un esposo, de un Dios que muere sacando de su muerte nuestra resurrección en la propia Vida de Él, agradecido, quien no le dice a Jesús:

No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por ello, de ofenderte.
Tú me mueves, Señor, muéveme al verte
clavado en la Cruz y escarnecido,
muéveme, al ver tu cuerpo tan herido,
muévenme, tus afrentas y tu muerte.
Muévame, en fin, tu amor en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara
y aunque no hubiera infierno, te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.

Es lo menos que todo hombre, sin excepción, debía proclamar ante su Dios ante la locura de amor de su Cruz. Pero…el que quiera que me siga…es el máximo, generoso, libre y universal amor…

Solo María en su concepción en el seno de Santa Ana, llegó a este mundo ya renacida, llena de gracia. Dios la envió, como decíamos antes, como huerto lleno de flores y frutos, un Paraíso único para el nuevo Adán. Dios mismo se recuesta en su seno, prado amenísimo entre ríos de aguas cristalinas. : “Yo asentaré tus piedras sobre malaquita y tus cimientos sobre zafiros; haré de rubíes tus almenas, tus puertas de cristal, y todo tu recinto de piedras preciosas”. ¿Quién como la plenitud sencillamente humana y divina de María?

Cierto que estamos aquí ya en un estado de perfección sublime, y como dice J de la Cruz: Pues de tal enamorado. - decidme si habréis dolor. – pues que no tiene sabor - entre todo lo criado; - solo, sin forma y figura, - sin hallar arrimo y píe, - gustando allá un no se qué – que se halla por ventura.
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Re: El Cántico espritual de J. de la Cruz y María

Notapor agustin sanchez diaz » Jue Sep 27, 2012 12:57 pm

Cántico espiritual de J. de la Cruz y María

Canción XXIV- Nuestro lecho florido
27-Septiembre-2012

“Nuestro lecho florido / de cuevas de leones engarzado, / en púrpura tendido, / de paz edificado, / de mil escudos de oro coronado”.
En esta canción “el alma canta el feliz y alto estado en que se ve puesta y la seguridad de él y las riquezas de dones y virtudes con que se ve dotada”. “porque dice estar ya ella en uno con el amado”, sintiendo que el deseo de Cristo tiene en ella cumplimiento, que sean uno en mí, y así dice:
“Nuestro lecho florido”. “Este lecho florido es el pecho y amor del amado”. El alma se encuentra “tan hermoseada y rica” por la sabiduría del amado, que así le canta: supliqué, y me fue concedida la prudencia, oré y vino a mí el espíritu de sabiduría. La preferí a los cetros y a los tronos y en su comparación tuve en nada la riqueza. Ni la comparé a piedra inestimable, pues todo el oro en su presencia es un poco de arena, como lodo es reputada la plata ante ella. La amé más que a la salud y la belleza y preferí su posesión a la misma luz, porque su resplandor es inextinguible. Me vinieron con ella todos los bienes. (Sab. 7. 7-11)”.
Con las gracias y dones del amado al alma “la parece estar en un lecho de variedad de suaves flores que con su toque deleitan y con su olor recrean”. Y esa riqueza, ese lecho florido, esa mansión de Dios en el alma, rodeada de los más delicados jardines de virtudes olorosas, propias de tan divino huésped, debían ser normales en la vida cristiana y así nos dice Jesús: -Yo pediré al Padre que os mande otro defensor, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. (Jn.14. 16-17),- y por ello así somos templo del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, que nos comunican su vida divina, la gracia, para que le seamos a ellos lecho, mansión florida de virtudes. Es nuestra vocación. Todo depende ya de nosotros, pues en ese nuestro Templo ya está Dios. El sembrar las virtudes, con su ayuda, es labor de nuestra voluntad.
Y esta mansión está “de cuevas de leones enlazado” porque el alma ha descubierto que nada debe proteger como el don tan valioso del regalo de su amado, nada tan antiguo como la sabiduría de su amado, nada tan delicioso como lo que le ofrece su amado, y así lo saborea y protege, porque ha aprendido de Los Proverbios las excelencias de aquella sabiduría que ella ha elegido y a quien ella ama: la Sabiduría de Dios.
En el principio, dice la Escritura, existía aquel que es la Palabra. Desde la eternidad fui constituida desde el comienzo, antes de los orígenes de la tierra. Cuando el abismo no existía fui yo engendrada. Antes que los montes fueran fundados, antes de las colinas fui yo engendrada. Cuando estableció los cielos allí estaba yo,…cuando condensó las nubes en lo alto…cuando asignó su límite al mar…yo era cada día sus delicias…Por ello, dichoso el hombre que me escucha velando a mis puertas día tras día, vigilando a la entrada de mi casa. (Pro 8.22.36) Como aquellas vírgenes que esperaban con las luces encendidas al esposo.
Esta es la Sabiduría, la ciencia espiritual donde están las razones de las cosas que no se ven, pero que se guardan como dones sobrenaturales, y “cuando ya las posee el alma en perfección, es como una cueva de león, en la cual mora y asiste el esposo, fuerte como león, unido con el alma en aquella virtud y en cada una de las virtudes.”
Y dice que este lecho está también
“de púrpura teñido”. En “La púrpura es denotada la caridad”. “Y así todas la virtudes están en el alma como tendidas en amor de Dios…están como bañadas en amor…están siempre enamorando al alma, de Dios”… se mueven con amor a más amor”.
Una vez descubierto Dios como Amor, el alma no puede olvidar a Isaías que hablando de Israel como esposa de Dio, símbolo de nuestra alma, dice (54. 5 ss) Tu esposo será tu creador, cuyo nombre es Señor todopoderoso, tu redentor, el Santo de Israel que se llama Dios de toda la tierra. Sí, como a una mujer abandonada y desolada te ha querido el Señor. A la esposa tomada en la juventud ¿se la puede rechazar? - dice tu Dios-
¿Pero Dios como el esposo ofendido por su esposa desleal, fementida, e infiel, permanece impasible, indiferente?
No, y así Isaías prosigue: En un rapto de mi cólera oculté de ti mi rostro un instante, más con eterna bondad de ti me apiado -dice tu redentor, el Señor-. Me pasa como en los días de Noé cuando juré que las aguas de Noé no volverían a anegar la tierra: así ahora juro no irritarme más contra ti, no volveré a amenazar…no vacilará mi alianza de paz… yo asentaré tus piedras sobre malaquita y tus cimientos como zafiros, haré de rubíes tus almenas, tu puerta de cristal y todo tu recinto de piedras preciosas.
El alma fiel es casa, morada de Dios.
Por ello Jesús, teñido también de otra púrpura, nos dice: Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre, que se derramará por vosotros. Y por eso sigue Isaías: (55. 1-13). ¡Oh todos los que estáis sedientos, id por agua, aunque no tengáis dinero! Venid comprad grano y comed, sin dinero…Prestad oído y venid a mí…haré con vosotros un pacto eterno…buscad al Señor…deje el malvado su camino…conviértase al Señor que tendrá piedad de él…porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos…y en paz seréis llevados; montes y colinas prorrumpirán ante vosotros en gritos de alegría, y todos los árboles del campo aplaudirán…en lugar de zarzas crecerán cipreses y en vez de ortigas nacerán mirtos.
Es el mismo lenguaje, en parte poético de Juan de la Cruz, con un mensaje de lo que es la unión con el esposo en santidad, que dice está en el lecho florido también
“de paz edificado”
“Este lecho está florido, compuesto de flores de virtudes…y todas ellas son pacíficas, mansas y fuertes, de aquí es que está de paz edificado” “Y tienen las virtudes al alma tan pacífica y segura, que le parece estar toda ella edificada de paz”.
Por ello Jesús nos dice: La paz os dejo, mi paz os doy, no como el mundo la da, os la doy yo. No estéis angustiados ni tengáis miedo. (Jn. 14-17). Y así tiene cumplimiento lo profetizado por Isaías (26.12): Señor, tu nos das la paz.
El pueblo que andaba en tinieblas, dice Isaías (9 y ss), vio una gran luz; sobre los moradores de una tierra de sombras… has acrecentado su alegría, has agrandado su júbilo: se regocijan en ti…Que un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado, sobre sus hombros el imperio, y su nombre será: Consejero admirable, Dios potente. Padre eterno. Príncipe de la paz.
Por ello, ante la grandeza del amado y para agradarle “tienen las virtudes al alma tan pacífica y segura que la parece estar toda ella edificada de paz”, como en un lecho “de mil escudos de oro coronado”, “porque no solo las virtudes y dones sirven al que las ganó de corona y premio, mas también de defensa, como fuertes escudos”.
Nadie puede poner en duda que el ejercicio y adquisición de una virtud ayuda ya para que el alma adquiera como un escudo de protección “contra los vicios que con ella los venció”.
Jesús usa de las parábolas para que con el aspecto de una comparación, no solo ilustrar y profundizar el sentido de una enseñanza ético-religiosa muy profunda e íntima del Reino de Dios, sino para iluminar los múltiples aspectos personales del grado de gracia que cada alma quiera adquirir. Y así en la del Sembrador Jesús nos advierte que “ a vosotros se os ha dado a conocer los misterios del reino de Dios….al que tiene se le dará más y tendrá de sobra. Pero al que no tiene ( a pesar de la siembra) aún lo que tiene ( la semilla que en él se depositó) se le quitará. Del mismo modo en la parábola de los Talentos confirma que esta correspondencia, es nuestra aportación para conseguir, sin límites, que podamos hacer vida en nosotros estos versos de Juan de la Cruz que aquí comentamos: “Nuestro lecho florido / de cuevas de leones enlazado, / en púrpura tendido, / de paz edificado, / de mil escudos de oro coronados”.
Si entramos en el espíritu que se oculta en las palabras narrativas de las parábolas, ese espíritu es ya un escudo, cuando menos para protegernos de interpretaciones no adecuadas a la vida íntima de cada cristiano contra la mentira del mundo, y nos protege de él. Como los escudos de oro en la casa del Padre del hijo pródigo. Es nuestra casa común, con la gran riqueza de su amor paterno que son las virtudes y dones que como flores adornan nuestra estancia.
En cuanto a la correspondencia a la gracia, o semilla sembrada, o talentos prestados, nadie como María fue un jardín de limpias flores ni un huerto de frutos sazonados para Dios. Imitémosla a ella que no solo recibió gracias y dones incalculables, sino que su correspondencia a ellos fué tan perfecta y sencilla como era posible a una criatura. Todo cristiano no tiene una meta cercana, solo vivir en la casa del Padre sin más, sino que, en ella como es natural, debemos ser perfectos como Jesús nuestro hermano es perfecto ante el Padre, y quien nos puede ayudar a comprender mejor a Jesús es su Madre que lo es también nuestra. Ella fue la que a más alta unión de santidad llegó, y para Jesús y nosotros ella es, Madre educadora.
Juan de la Cruz nos dice: Y aunque tinieblas padezco / en esta vida mortal, / no es tan crecido mi mal; / porque , si de luz carezco, / tengo vida celestial.
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Re: El Cántico espritual de J. de la Cruz y María

Notapor agustin sanchez diaz » Sab Oct 13, 2012 4:31 am

Cantico espiritual de Juan de la Cruz y María

13-Octubre-2012

Canción XXV-A zaga de tu huella
“A zaga de tu huella / las jóvenes discurren el camino, / al toque de centella, / al adobado vino, / emisiones de bálsamo divino”
“Alaba la esposa al amado de tres mercedes….la primera suavidad que de sí les da, la cual es tan eficaz que las hace caminar muy apriesa el camino de la perfección. La segunda una visita de amor con que súbitamente las inflama en amor. La tercera es abundancia de caridad… con que de tal manera las embriaga que las hace levantar el espíritu, así con esta embriaguez, como con la visita de amor a enviar alabanzas a Dios y afectos sabrosos de amor”: y así dice:
“a zaga de tu huella”
“La huella es rastro de aquel cuya es la huella”.
“A la zaga de tu huella, esto es, tras el rastro de suavidad que de Ti les imprimes e infundes y olor que de Ti derramas”

El alma, hasta aquí, no solo ha buscado al que ama por los montes y riberas, por la flores y los silencios sonorosos, sino que siguiendo el rastro de Dios ha conseguido algo ya más íntimo, más cercano y personal: las tres mercedes señaladas: suavidad, visita de amor y abundancia de caridad sabiendo que la meta es infinita. Si quieres ser perfecto niégate a tí mismo y se perfecto como tu Padre celestial.
En los Discípulos de Emaús podemos encontrar este caminar y hallazgo del alma tras un rastro divino, y aunque ya culminada esa etapa que tras el caminar con ansiedad desoladora se adentró en la lejanía de sí y de las cosas como en un vacío interno; y el alma con dolor buscaba la razón, la huella de una motivación y lógica divina; y que caminando en la tarde de su aflicción se sintió desolada creyéndose caminar abandonada y sola, es que ya hasta ahora solo sabía hablar de lo que buscaba y que tanto ansiaba, y así como aquellos discípulos de Emaús, ella discípula también, hace lo mismo que ellos: iban hablando de todos estos sucesos por creer haberse extraviado del rastro del que ellos amaban y lo habían perdido por falta de fe en el Cruz.
Pero Jesús mismo, no reconocido, se les acercó y se puso a caminar con ellos. Y es que toda alma buscando al que ama, no puede olvidar que Jesús siempre hace el camino con ella, y la que ha llegado hasta aquí, sabe que no es un don merecido esta estancia gozosa, aunque sí es necesaria la correspondencia a tanta gracia y, que al no ser constante tanto gozo, debe seguir hablando, buscando al que cree haber perdido, “lo cual es, suave amor en el alma; y algunas veces, un día o dos días”. “Es un toque divino que el amado hace al alma a veces, aún cuando ella está más descuidada”, como a los de Emaús.
Y recordando y volviendo de nuevo para adentrarse más en este camino ya recorrido, el alma prosigue con Juan de la Cruz:
“las jóvenes discurren al camino”.
“Es a saber, las almas devotas con fuerza de juventud, recibidas de la suavidad de su huella, discurren, esto es, corren”.
Es lo que hacen los de Emaús y es lo que hace el alma que ama, aunque al inicio del camino los de Emaús siguen solos, y aún después acompañados seguían a oscuras y tan ciegos que no le reconocían. - ¿De qué venís hablando? Así comienza su diálogo. ¿Eres tú el único forastero que no sabes lo que ha sucedido?
¡Qué torpes sois y qué tardos para creer, pensaba Jesús aunque los veía a pesar de lo ocurrido, solo pensando en Él!
Seguían andando, pero su corazón ya corría porque ansiaban vivamente convivir con aquel amigo, que era como la huella, el rastro perdido, y así le dicen: quédate con nosotros porque es tarde. “Esta suavidad y rastro que Dios deja de Sí en el alma grandemente la aligera y hace correr tras de Él; porque entonces el alma muy poco o nada es lo que trabaja de su parte para andar este camino, antes es movida y atraída de esta divina huella de Dios”. Si Jesús pasa y se nos hace noche sin él, envejecemos en nuestra tarde, nos quedamos sin la suavidad de sus palabras y nos quedaremos sin la eficacia, sin el ímpetu de juventud para “caminar muy apriesa el camino de la perfección” que como dice Juan de la Cruz: “es el camino de la vida eterna, que es la perfección evangélica”, que no es más que encontrar a Jesús, el Hijo de Dios como amigo. Si le dejamos ir, él volverá, pero y ¿si siempre le dejamos ir?

“Al toque de centella, / al adobado vino / emisiones de bálsamo divino”
Y Jesús entró ante su invitación, para quedarse. Sin ese interés habría seguido. Se puso a la mesa con ellos, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio. Entonces le reconocieron, pero él desapareció, como al toque de centella.
Y se dijeron uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba en el camino? Volvieron a Jerusalén, desandaban su camino y encontraron reunidos a los once y a sus compañeros, que decían: Verdaderamente el Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón. Ellos contaron lo del camino y cómo le reconocieron al partir el pan ya llenos de gozo.
Igual ocurre en el alma con las “mercedes y visitas interiores que el amado le hace, a las cuales llama aquí toque de centella y adobado vino, como premio al ejercicio interior de la voluntad que resulta y se causa de estas visitas y las llama emisiones de bálsamo divino” porque han vuelto. “El toque de centella que aquí se dice, es un toque sutilísimo, de manera que la enciende el corazón en fuego de amor” al partir el pan, “Y entonces… con sabor de amor, enciéndese la voluntad en amar y desear y alabar y agradecer y reverenciar y estimar y rogar a Dios con sabor de amor; a las cuales cosas llama emisiones de bálsamo divino”.
Este camino de Emaús lo hacemos nosotros es nuestro camino cada semana: Jesús nos habla como a través de “otro Cristo”, el Sacerdote, y enciende nuestro corazón con alegría al dirigirnos a su Misterio Eucarístico que termina en una visita con sabor de amor, donde se da abundancia de caridad para con Dios y los hermanos sabiendo que ha resucitado y está presente en nuestra mesa, como ante los de Emaús, partiendo el pan y al toque invisible de centella.
Y así, al partir Jesús hoy el pan ¿no es el momento de que se encienda la voluntad de amar, desear, alabar, agradecer, estimar y rogar a Dios cuando con todo silencio y reverencia estábamos expectantes al momento de su llegada vestido de blanco pan y roja túnica y no sorprendidos ante su no apariencia corporal porque la fe más segura que mi mirada me dice está aquí?
El que ya ama y siente que el amado está en su misma mesa, ¿no siente en la Eucaristía esas emisiones de bálsamo divino que aunque por ser cenas tan repetidas no son tan espectaculares pero sí deben ser suvemente ardorosas como las sentidas por los Discípulos de Emaús?
“al adobado vino”
“este adobado vino…en que las embriaga en el Espíritu Santo son un vino de amor, suave, sabroso y esforzoso”. “El vino adobado está cocido con muchas y diversas especies olorosas y esforzosas” con el árbol de vida florido de especies olorosas y esforzadas de su pasión, y adobado en la bodega de su sepulcro, nuestro interior, con sabroso amor, que es el que Dios nos da en su silencio, aceptada nuestra petición de “no te vayas que en mi anochece si tú no te quedas”.
Y se sienta en nuestra mesa, nosotros muy junto a Él, aceptada nuestra petición sincera que se quede, porque le obsequiamos también con especies olorosas y esforzadas de virtudes conseguidas y cuidadas en nuestro jardín para Él.
¿Oh Jesús, por qué no quiero adentrarme más en esta bodega?
Esta “suave embriaguez no pasa tan presto como la centella, porque es más de asiento… aunque suele durar, un día o hartos días”
El caminar de los de Emaús no era un huir, un alejarse, era un apartarse en el silencio sonoro para hablar y discutir sobre Jesús al que amaban. Durante su camino, que es el de todos, ejercitaban la virtud del deseo y anhelo de buscar lo que de momento se les había ocultado. ¡Aprendamos!
Y aquí conviene recordar a Juan de la Cruz: “la diferencia que hay del vino cocido, que llaman añejo y entre el vino nuevo, que será la misma que entre los viejos y nuevos amadores”.
Ellos, en este camino, eran nuevos amadores, vino nuevo mientras buscaban lo profundo del amor, el vino viejo, que gustarán pronto esa misma noche junto a Jesús partiendo el pan y que tendría su plenitud al reunirse con los Apóstoles que ya sabían que Jesús había resucitado. Y así se dan las tres mercedes indicadas por Juan de la Cruz: Suavidad, visita y abundancia de caridad. (Nosotros nos felicitamos con emisión de paz)
Los viejos amadores “gustan la suavidad del vino en sustancia, ya cocido y asentado allá dentro del alma”… “y no tiene aquellos hervores sensitivos, ni aquellas furias y fuegos fervorosos de fuera, más gustan de la suavidad del vino de amor”. Ellos habían gustado antes de la presencia de Jesús al que amaban gustaban y glorificaban, pero a veces esa suavidad se pierde y ellos en su búsqueda la encuentran porque dicen al Jesús para ellos desconocido en su amigo: quédate con nosotros, porque sin darse cuenta ya sentían que la visita de aquel caminante les infundía abundancia de caridad que les embriagaba y les levantaba el espíritu, con vino viejo perdido, como manifestaban los Apóstoles que recibiendo la visita de Jesús sentirían como los de Emaús y querrían decirle cuando se les ocultaba: “quédate con nosotros”, porque ya habían recobrado el viejo vino de su dulce amistad.
“Es como dice el Eclesiástico: No dejes al amigo viejo, porque el nuevo no será semejante a él.” Si hemos gustado de la suavidad de la fe, sigamos con el amigo viejo bebiendo su Cáliz, Huerto, su Cruz y Resurrección.
De María hay una sola narración evangélica, referente al vino, en la que ella interviene y, precisamente en un acto muy humano y solemne para unos esposos: La bodas de Caná, y aquí la petición de ella consigue milagrosamente vino viejo para el banquete, que es símbolo de lo que es ella misma, porque su corazón es la fuente de donde brota la petición a su Hijo y, en esta petición solo había un brote de amor en abundancia y de esa suavidad del amor en sustancia del sabroso amor añejo y la embriaguez de su alma que trae a los esposos motivos de alabanza, consiguiendo que Jesús, por ruego de María, les de a los esposos y a nosotros hoy, la suavidad como fruto de tan hermosa visita con abundancia de la caridad con emisiones de bálsamo festivo en nuestra celebración dominical, si con fe y amor acudimos a la Eucaristía donde necesariamente tomamos la carne y sangre de la vieja bodega donde el Hijo de Dios se hizo pan y vino, carne y sangre.
El corazón generoso / nunca cura de parar / donde se pueda pasar, / sino en más dificultoso; / nada le causa hartura, / y sube tanto su fe, / que gusta de un no sé qué / que se halla por ventura.
Como los de Emaús, como los Apóstoles que han gustado del mejor vino, acudamos a su Cena.
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Re: El Cántico espritual de J. de la Cruz y María

Notapor tralalá » Sab Oct 20, 2012 9:49 pm

asandy escribió:29-Julio-2012

El Cántico espiritual de J. de la Cruz y María

Canción XX – “A las aves ligeras”


Ha menester gran fuerza
y muy subido amor
quien abrazo tan fuerte
lo reciba de DIOS.

Ha de dejar riberas
yendo a lo justo y llano,
confiando siempre en QUIEN
lo lleva de su mano.

Si acaso está en duda
de que sea así,
la voluntad lo enmienda
teniendo a DIOS por fin.

Ha de irse habituando
a aquellas mercedes
que primero le afligen.
Un poco hasta les teme.

DIOS mismo lleva riendas
de tan sutiles cambios.
Cuando quiere le inflama
el corazón en alto.
20 – 10 – 2012 - Laura
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Re: El Cántico espritual de J. de la Cruz y María

Notapor asandy » Dom Oct 21, 2012 5:51 am

¿Es tuya esta poesía? No la conocia.
En ella se refleja un compendio de lo que es el camino espiritual:
"Ha menester gran fuerza...Ha de dejar riberas...Si acaso está en duda...Ha de irse habituando... Dios mismo lleva las riendas.

" Sin mí nada podeis hacer" y menos en estos grados de santidad, estudiados, a los que pocos llegan. Aunque por otro lado, a veces nos quedarenos sorprendidos como dice Jesús, de aquel que oculto en el último rincón del Templo salía lleno de devoción y justificado, y no ocurría igual con el fariseo que se sabía perfectamente las Escrituras.
Un saludo.
asandy
 
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Re: El Cántico espritual de J. de la Cruz y María

Notapor tralalá » Dom Oct 21, 2012 9:07 am

asandy escribió:¿Es tuya esta poesía? No la conocia.

Sí, asandy, la escribí anoche basada en ese mensaje que cité, que dedicaste a esa parte del Cántico espiritual y su explicación. Siempre te agrdezco el tema porque me repercute mucho.

El peligro del fariseismo es constante, la levadura de la hipocresia o al menos de las desviadas intenciones.
También eso tenemos que ponerlo en DIOS para Quien nada hay imposible.
Bendiciones. Tralalá
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Re: El Cántico espritual de J. de la Cruz y María

Notapor agustin sanchez diaz » Dom Oct 28, 2012 8:15 am

28-=ctubre-2012

Canción XXVI- En la interior bodega
“En la interior bodega / de mi amado bebí y cuando salía, / por toda aquesta vega, / ya cosa no sabía, / y el ganado perdí que antes seguía”
El alma sabe que ya está en unión y transformación de amor en Dios, y que ha conseguido el olvido y enajenación de todas las cosas del mundo. Por lo cual con verdad se podrá decir que esta alma está aquí vestida de Dios y bañada en divinidad…..con hartura de aguas espirituales de vida…..que es la unión o transformación de amor en Dios.
“En la interior bodega”.
A partir de aquí, para entender, “era mejor que el Espíritu Santo tomase la mano y moviese la pluma”.
¡Pobre de mí al intentar comprender lo que Juan de la Cruz enseña! Pero como todo está en la Palabra de Dios intentaremos acudir a ella.
“Esta bodega es el último y más estrecho grado de amor en que el alma puede situarse en esta vida que por eso la llama interior bodega”. “Pero hay otras no tan interiores, que son los grados de amor por do se sube hasta este último los cuales vienen a tener todos cuando se tienen los siete dones del Espíritu….y cuando el alma llega a tener en perfección el espíritu de temor, tiene ya en perfección el espíritu de amor…por cuanto aquel temor, que es el último de los siete dones, es filial”.
“Muchas almas llegan y entran en las primeras bodegas…mas a esta ultima pocos llegan en esta vida…que llaman matrimonio espiritual”. “Y lo que comunica al alma en esta estrecha junta, totalmente es indecible….estando ambos como si dijéramos ahora la vidriera con el sol….o la luz de las estrellas con la del sol”.
¡Pobre de mí al intentar con estos comentarios comprender lo que Juan de la Cruz enseña! Pero como todo está en la Palabra de Dios dirigida a todos los cristianos, intentaremos acudir a ella.

“De mi amado bebí”
“Y así se difunde esta comunicación en toda el alma”. “El entendimiento bebe sabiduría y ciencia; la voluntad bebe amor suavísimo…lo cual es beber el alma de su Amado su mismo amor; y la memoria bebe recreación y deleite en recordación”. Esta divina bebida tanto endiosa y levanta al alma y la embebe en Dios, que
“Cuando salía”
Ese salir “no se entiende de la unión esencial o substancial, que tiene el alma ya, que es el estado dicho, sino de la unión de las potencias, la cual no es continua en esta vida, ni lo puede ser. Pues de esta cuando salía por toda aquesta vega”, “esto es por toda aquesta anchura del mundo”
“Ya cosa no sabía”
“Porque aquella bebida de sabiduría de Dios…le hace olvidar todas las cosas del mundo, y le parece al alma que lo que antes sabía…, en comparación de aquel saber, era pura ignorancia…cuando está en este puesto, es el quedar ella informada de la ciencia sobrenatural, delante de la cual todo el saber natural y político del mundo antes es no saber que saber….las mismas obras que Dios hace, delante de lo que es saber a Dios es como no saber…en esta unión se juntan estos hábitos con la sabiduría superior de las otras ciencias, así como juntándose una luz pequeña con otra grande…. queda embebida de amor, toda hecha en Dios… más también toda su vida vieja e imperfecciones se aniquilan y renueva el hombre viejo”
“Y el ganado perdí que antes seguía”,
porque “siempre le queda algún ganadillo de apetitos y gustillos y otras imperfecciones suyas, ahora naturales, ahora espirituales”….: apetitos de saber cosas; como en poseer algunas cosillas y asirse más a unas que a otras, algunas presunciones, estimaciones y puntillos, que huelen y saben a mundo; acerca de lo natural como en comida, bebida, gustar de esto más que de aquello. Y en lo espiritual como querer gustos de Dios”.
“De este ganado ya dicho, unos tienen más y otros menos…hasta que…lo pierden todo…quedando hechos todos en amor…y así se siente ya libre de todas aquellas niñerías de gustillos, y disgustillos e impertinencias tras que se andaba…y pueda decir: el ganado perdí que antes seguía”.
¿Es posible para el cristiano participar de alguna forma dando algunos pasos en esta santidad? Sí, ya lo dice Juan de la Cruz: “Esta bodega es el último y más estrecho grado de amor en que el alma puede situarse”. “Pero hay otras no tan interiores, que son los grados de amor por do se sube hasta este último”. “Más a esta última (perfección) pocos llegan en esta vida…que llaman matrimonio espiritual”.
San Pablo nos aclara muchos conceptos en Romanos 6. 1-11. “Los que hemos muerto al pecado, ¿cómo vamos a seguir viviendo en él? ¿No sabéis que, al quedar unidos a Cristo mediante el bautismo, hemos quedado unidos a su muerte?” (Quiere decir muertos no solo al pecado por el bautismo sino a esos flecos de pecados veniales e imperfecciones que deben morir en nuestra muerte con Cristo)
Por el bautismo morimos al pecado y nos incorporamos a la vida que nos ha traído Cristo y hace correr por nuestras almas la misma vida de la cabeza ya resucitada dejando a nuestro hombre viejo ante el nuevo hijo de Dios “renacido” como decía Jesús a Nicodemus. Después, renovando nuestra promesa decimos en muchas ocasiones que renunciamos a Satanás. Y como Pedro, ante su cobardía, cuando nos mira Jesús nos llena el alma de su amor.
La Eucaristía es la mirada de Jesús y le decimos apenas comenzada: yo pecador, como Pedro, y acompañados de la Santísima Virgen, los Ángeles y hermanos y siendo uno en Cristo Sacerdote oferente, nos vamos adentrando como el hijo pródigo, revestidos de Cristo en su pasión , cargó con nuestros pecados, “/en la interior bodega” escuchando con fe el mensaje evangelizador en el Sacramento constante de la búsqueda del hombre por Dios para el perdón, porque estamos en el Sacramento de la Unidad en el Memorial de su Cena y de su Cruz con sentido pleno y real penitencial y de comunión-unión, no hay Sacramento mas completo que este; Yo en ellos tú en mí. Vosotros estáis limpios por las palabras que os he hablado; además renovamos su Encarnación que el Espíritu Santo repite misteriosamente, pero real en nosotros a través del Pan Divino; y de allí / de mi amado bebí/, el que bebe mi sangre tendrá vida eterna. /Y cuando salía, / Tú, que eres el Sacerdocio nos dices: la bendición de Dios descienda sobre vosotros. Podeis ir en paz, ¿Y cómo podemos ir en paz si Tú no te has reconciliado con los que mil peces hemos pedido tu perdón y hemos comido tu pan y bebido tu sangre? / por toda aquesta vega, / ya cosa no sabía, / y el ganado perdí que antes seguía/
Por ello esta tu Cena y mi cena está para repetir con Juan de la Cruz: ¡Oh noche que guiaste! / ¡Oh noche amable más que el alborada! / ¡Oh noche que juntaste / amado con amada / amada en el amado transformada!
Romanos 6. 12- Que el pecado no reine más en vuestro cuerpo mortal…el pecado no tendrá dominio sobre vosotros…por la acción de la gracia… y libres del pecado, os habéis entregado al servicio de la justicia…Ahora libres del pecado, y al servicio de Dios, tenéis como fruto la consagración a Dios. ( por el bautismo). Yo, dice Pablo se que en mí, es decir, en mis bajos instintos, no hay nada bueno, pues quiero hacer el bien y no puedo. No hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso es lo que hago”.
¿Pablo no había llegado a la plena santidad a pesar de la debilidad que confiesa?
El cristiano queda santificado por el bautismo. Pero la lucha contra la concupiscencia siempre nos acompaña: como las pasiones carnales, el ansia de las cosas y la arrogancia (1 Jn.2.16), y no podremos eliminarlas del todo, ni siquiera los Santos dejan de sentirlas. Pero cada uno, ayudado de la gracia, puede llegar más o menos próximo a este estado del alma que comentamos como matrimonio espiritual.
Por ello dice “Pablo: Si obedecéis al pecado, terminareis en la muerte, y si obedecéis a Dios, en la justicia”. “Pero gracias a Dios…habéis obedecido de todo corazón la norma de doctrina en la cual habéis sido instruidos”.
No es presunción ni vanidad pensar que, cuantos han entregado su vida al servicio de Dios, bien desde su juventud como en edad madura, es porque como Pedro y Andrés, estando echando las redes en el lago, oyen a Jesús que les llama: Venid conmigo, y ellos al instante, dejaron las redes, y lo siguieron. La renuncia a las redes lleva consigo la renuncia firme contra las pasiones que nos lleva a la consagración a Dios. Más adelante Jesús encuentra a Santiago y a Juan remendando la redes y los llamó, y ellos al instante dejaron la barca y a su padre, y lo siguieron. Y este dejar de parchear las redes es querer dejar también aquel ganadillo de apetitos y otras imperfecciones tanto naturales como espirituales a las que hace referencia Juan de la Cruz.
¿Qué alma consagrada, o entregada al servicio de Dios en cualquier estado de actividad, en numerosísimos actos de oración, ejercicios espirituales, retiros y meditaciones no ha deseado ardientemente librarse de las redes del mundo del pecado y aún de las imperfecciones dando gracias a Dios por la llamada que es a “la unión o transformación de amor en Dios” y que lleva consigo el deseo ardiente de “olvido y enajenación de todas las cosas del mundo y mortificación de todos sus apetitos y gustos” para que así “aquel endiosamiento con que queda y levantamiento de mente en Dios estar embebido en amor…toda hecha en Dios?
El mejor modelo de imitación de Cristo, es María, y Cristo es la santidad divina, y aquel modelo usaba las cosas del mundo; gozaba de los frutos y de las amistades; trabajaba en labores naturales; visitaba a sus familiares, asistía a bodas, hacía de la santidad un vivir normal; pero su alma estaba sí, toda hecha en Dios, y todas las cosas no eran más que regalo, visto con naturalidad, de Dios, que la llevaban a convivir con tantas dádivas que su Dios había puesto para su uso, pero ninguna de esas cosas eran un fín para ella ni necesitaba más que lo necesario para cuidar de su familia. Y es ella la más sublime santidad en el que hacer humano diario. La más sublime, pero la más sencilla de imitar.
Dice J. de la Cruz: Del verbo divino / la Virgen preñada / viene de camino / si le dais posada.
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Re: El Cántico espritual de J. de la Cruz y María

Notapor tralalá » Dom Oct 28, 2012 8:37 pm

¿DONDE ESTÁS ESPOSA MÍA?
ESPOSO
¿Dónde estás esposa?
¿Dónde te has metido?
Salí a tu encuentro
pero, no te he visto.

¿Dónde tu servicio
y tu compromiso
y tu diligencia
y aquello vivido?

¿Dónde estás? Te busco.
¿Te has arrepentido?
Vuelve a mí. Te espero,
por nuestro camino.

¡Vaya! Si parece
que le hablo al vacío
que ya no me oyes.
Ven. Vuelve conmigo.

He de repararte
y te daré abrigo.
Reposa en mis llagas
y tendrás alivio.

Y ya no te vayas
como te has ido.
Nunca más te apartes
de mí, amor mío.
Laura
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Re: El Cántico espritual de J. de la Cruz y María

Notapor asandy » Mié Nov 14, 2012 9:09 am

14.Noviembre-12

Cántico espiritual de Juan de la C. y María
Agustin Sanchez Diaz

Canción XXVII- “Allí me dio su pecho,
“ Allí me dio su pecho / allí me enseñó ciencia muy sabrosa, / y yo le dí de hecho / a mí sin dejar cosa, / allí le prometí de ser su esposa”
“Llega a tanto la ternura y verdad de amor con que el inmenso Padre regala y engrandece a esta humilde y amorosa alma…que se sujeta a ella para la engrandecer, como si fuese su siervo y ella fuese su señor….tan profunda es la humildad y dulzura de Dios…” “ ¿Qué sentirá, pues, el alma aquí entre tan soberanas mercedes…? ¡ “ Cómo se derretirá en amor ¡…entrégase toda a sí misma a Él” y “se juntaron en comunicación…él a ella…en que la enseñó sabiduría y secretos, ella a él, entregándosele ya toda…afirmándose ya ser suya para siempre”.

Aquí se repite el mensaje a María, Dios quiere para que sea su Madre y, ella dice. Tú eres mi Señor, he aquí a tu sierva y esclava. Hágase en mí según tu palabra. Y él se entrega a ella y ella a él. Y el Verbo se hace carne en María y María nada menos que en Madre de Dios.
“Allí me dio su pecho”
Dar el pecho uno a otro es darle su amor y amistad y descubrirle sus secretos como a amigo”. “Lo cual hace Dios con el alma en este estado.”

“Allí me enseñó ciencia muy sabrosa”
“que es la teología mística que es ciencia secreta de Dios; “que es ciencia por amor…que llaman los espirituales contemplación, la cual es muy sabrosa…esle sabrosa para el entendiendo, pues es ciencia que pertenece al entendimiento, y esle también sabrosa a la voluntad, pues es en el amor, el cual pertenece a la voluntad”.
Y dice luego:

“y yo le di de hecho / a mí sin dejar cosa”
“se embebe el alma en Dios, muy voluntariamente y con gran suavidad se entrega el alma a Dios toda… y no tener cosa en sí ajena de él para siempre…y “él la transforma en sí, hácela suya…y ella “no solamente según la voluntad, sino …según la obra, de hecho, sin dejar cosa, toda dada a Dios, así como Dios se ha dado a ella…de manera que quedan pagadas aquellas dos voluntades, entregadas y satisfechas entre sí”
y ella añade:

“allí le prometí de ser su esposa”
“Porque así como la desposada no pone en otro su amor, ni su cuidado, ni su obra …así el alma…porque está como divina endiosada, de manera que aún hasta los primeros movimientos no tienen contra lo que es la voluntad de Dios”.
A este estado de perfección cristiana son, como dice más arriba Juan de la Cruz, muy pocos los que llegan, María es la Reina de los contemplativos, pero, todo cuanto es santidad está en el Verbo Encarnado, en la unión, en la asunción por la segunda persona de la Santísima Trinidad de nuestra naturaleza humana, la de María, para que ahora, unido, hecho carne, como nuestra misma carne, una vez redimida por él, quiera ardientemente llegar a tal unión con nuestra alma que la compara a la expresión más bella y sublime de amor conocida entre los hombres: el matrimonio, donde hay esposo enamorado y esposa enamorada, donde dos son una misma fuente de vida por amor, y el uno para el otro gran tesoro, y donde se dan diversidad de entregas y amores.
Jesús mismo se compara con el esposo, (Mat 9,15) en la discusión sobre el ayuno de sus discípulos respondió: ¿Es que los compañeros del esposo pueden estar tristes mientras el esposo está con ellos? Del mimos modo en la parábola de las vírgenes y sus lámparas de aceite, decía: (Mat. 25. 10) vino el esposo, y las que estaban dispuestas entraron con él a las bodas”. Juan Bautista hablando a sus discípulos de Jesús ya bautizando en el Jordán, decía: (Jn.3, 29) La esposa pertenece al esposo. Pero el amigo del esposo, el que está a su lado y lo oye, se alegra mucho al oír la voz del esposo. Juan no fue bautizado por Jesús, ere el amigo, el precursor del esposo, pertenece más al A.Testamento.
Es decir, el esposo ya ha dado su gran paso, solo falta la respuesta de todas las almas para entrar con él a las bodas y son pocas las que lo dan plenamente.
San Pablo escribía a los Corintios -2- 11. 2. os he desposado con un solo marido, os he presentado a Cristo como una virgen pura. Y Juan en el Apocalipsis: (19. 7) Gocémosnos y alegrémosnos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del cordero, su esposa ya está preparada.
Por ello cuanto mayor y ardientemente deseado es Dios como tesoro en nuestro interior, menos deseamos poseer los de este mundo, como el mercader que busca perlas preciosas, y cuando encuentra una de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra ( Mat.13. 45-46)
Para un creyente que entrega sus potencias a la fe, renunciando a su voluntad para no ofender y agradar a Dios, prestando su entendimiento para creer en el testigo de Dios, el Verbo, y tiene llena su memoria, su recuerdo de todas las cosas que usa como regalo de Dios, está en el camino de la justicia o justificación sin misticismos esperpénticos sino con la serenidad de la que se siente amada por Dios. ¿Por qué cuantos andan por este estado de perfección son pocos los que llegan a su final aunque sean muchos los que caminen por él? ¡Obispos, Sacerdotes, religiosas, religiosos, legos y fieles numerosísimos ¡
En este estadio, el que llega al matrimonio espiritual - místico, - es porque ha alcanzado tal grado de amor y tal entrega de sí y renuncia de todo cuanto no sea Dios o le lleve a Dios, que Dios ya le habla con una ciencia secreta, la ciencia sabrosa, y le descubre secretos de su sabiduría.
El alma, como Salomón, repite su plegaria. ( Sab.9) (v.4): Dame la sabiduría, que se asienta junto a tu trono. (v.9): Contigo está la sabiduría…y sabe lo que es agradable a tus ojos. (v. 10): Envíala desde los santos cielos. (v. 17): ¿Quién conoció tu designio si no le diste la sabiduría y enviaste desde los cielos tu santo espíritu?
Jesús, ante la postura de aquel fariseo que se creía santo y aquella otra persona pobre que no se atrevía a levantar sus ojos sino para gozar con humildad contemplativa el perdón a Dios, exclama: este bajó justificado a su casa.Son muchos desconocidos los que así proceden en sus visitas a los Templos.
De María nos cuenta Mateo 1. 24-25, que José despertó del sueño e hizo lo que le había mandado el ángel del Señor, y recibió en su Casa a su mujer. Y sin haber tenido relaciones, María dio a luz a un hijo al que él puso por nombre Jesús. .
Del mismo modo, en cualquier oración contemplativa, siempre Dios nos envía un mensajero, y en este estado de perfección, el alma cree, y debe creer como José, y cuando la fe llega a esta entrega en la confianza de la esposa en el esposo, se produce nada menos que el gran fruto del amor divino: el mismo Dios. “Y yo le di de hecho a mí, puede decir S. José, sin dejar cosa alguna” como repetiría José abandonado en las manos de Dios, creyendo más a Dios que a lo que veían sus ojos. Porque Dios había enseñado a José aquella “ciencia secreta de Dios que los espirituales llaman contemplación” y que está en un plano distinto y superior a nuestros razonamientos. Es la dimensión de la Fe avalada por la Palabra de Dios. José era un contemplativo y creía en los secretos del amor de Dios pues había dado su entendimiento y voluntad totalmente a su Dios, se quedó sin nada de él y lleno de los secretos de Dios para él muy sabrosos dejándose en los brazos de Dios. Y José, María y el Niño en su seno, formaban un matrimonio espiritual el más sublime por ser “ único , divino y distinto en lo sobrenatural”, unidos como en la Trinidad en el gozoso mas deleitable y absorbente: el Amor. ¿De ese amor entre María y José no permitió Dios que se realizara el nacimiento entre nosotros del “Hijo Unigénito?
¿Es tan difícil sentirse así espiritualmente al menos en alguna circunstancia de nuestra vida? ¿Ni siquiera en la Eucaristía Sacramento del perdón porque aquí no habría amor si no hay reconciliación y unión, ya que lo exige vitalmente el amor? ¿No es este el Sacramento de la unidad porque, mi pan es Cristo, y Cristo es mi pan, él y yo: uno?
No es posible que aquí nos demos el gozo de la paz unos a otros y que Dios sea el único que no se reconcilie con todos los que asistimos a su banquete, y como a sus discípulos nos diga: vosotros estáis limpios por las palabras que os he hablado y como Pedro pedimos que no solo lave nuestros pies, sino que limpie toda mancha de las manos y la cabeza de toda nuestra alma.
Cuando el sacerdote dice: podéis ir en paz, es porque este Sacramento es el de la reconciliación, porque no puedo ir en paz si Dios no me ha perdonado y sin recibir un abrazo del Padre que dice al hijo: mi bendición te acompaña porque vosotros estáis limpios por las palabras que os he hablado, ¡podéis ir en paz!
¿Acaso estamos ante un Sacramento más para una gracia particular concreta, o ante la fuente y raíz de todos los sacramentos, ante la misma fuente donde el Amor nos llama, nos cita en su búsqueda de Dios al hombre?
¿Las cosas que se nos dicen en la liturgia de tu “Memorial” Señor: paz, perdón, amor, unión, sólo son así como metáforas de tu amor, de tu perdón, de tu paz, de tu redención y de tu unión? ¿No tienen valor real y vital y sí es tu Memorial verdadero y tu Cena renovada de plena ternura y no solo un mero recuerdo?
“El Señor esté con vosotros. Y con tu espíritu”. ¿Sólo son palabras? ¿Sólo palabras?
Creo, Señor, que la Gracia de la redención y el perdón de los pecados, la esencia de tu misión, está en este Sacramento, primariamente ministerio memorial de tu búsqueda del hombre por una locura de tu amor, donde siempre repites: Padre, perdónalos. Son “yo”, porque ellos están en mí, y ellos y yo somos ante Ti, tu hijo. Estoy revestido de tu hijo pródigo y ellos están revestidos en el banquete de mí misma túnica, Blanco Pan y Rojo Vino.
Solo nos falta querer vivir esta grandeza tan cercana en la Eucaristía, y así nos dice J. de la Cruz: “Como el amado en el amante / uno en otro residía, / y haches Amor que los une / en lo mismo convenía. / Con el uno y con el otro / en igualdad y valía; / tres personas y un amado / entre todos tres había. /
Sí, el Padre, nosotros los amados uno en el Hijo, y el Espíritu. ¡Que sean uno en nosotros pide Jesús! Lo sintamos más o menos, todo cristiano en gracia, es eso.
José y María, con la mayor naturalidad y sencillez humana en lo divino con simple vida ordinaria, son nuestro humilde modelo de unidad en ese matrimonio espiritual. ¿Por qué a los santos nos los pintan con los ojos en blanco y con figuras esteriotipadas, nada más lejos de su simple vida real? La santidad verdadera es hacer bien lo que realizamos diariamente. Lo demás en pocos excepcionales casos depende de Dios y cuando él lo cree oportuno, como los milagros.
Virgen prudente, fiel, espejo de justicia porque eres Madre de Dios y Reina de todos los Santos, ruega para que seamos como tú. Tu silencio es debido a que entrégase toda a sí misma a Él” y “se juntaron en comunicación…él a ella…en que la enseñó sabiduría y “secretos”, ella a él, entregándosele ya toda…afirmándose ya ser suya para siempre, y rezuma, sin proponérselo, esa sabiduría de Dios que le habla de sus secretos divinos. ¿O Dios no comunica nada a los allí asistentes que intenten oírle coin fe?
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Re: El Cántico espritual de J. de la Cruz y María

Notapor asandy » Jue Nov 29, 2012 6:11 am

El Cántico espiritual de J. de la Cruz
Agustín Sanchez Diaz
29-Noviembre-2012

Canción XXVIII- Mi alma se ha empleado
“Mi alma se ha empleado, / y todo mi caudal, en su servicio, / ya no guardo ganado, / ni ya tengo otro oficio, / que ya solo en amar es mi oficio”.

“Como Dios no se sirve de otra cosa sino de amor será bueno decir…que todas nuestras obras y todos nuestros trabajos…no son nada delante de Dios…y así, si de algo se sirve es de que el alma se engrandezca y la iguala consigo, por eso solo se sirve de que le ame…en la cual igualdad de amistad todas las cosas son de los dos, son comunes a entrambos”
“El alma, es decir, la esposa que se dio toda al esposo sin dejar nada para sí, dice ahora el modo y manera que tiene en cumplirlo”. “Ya está su alma y cuerpo y potencias…al servicio de su esposo, y que por eso ya no anda buscando su propia ganancia, ni se anda tras sus gustos, ni tampoco se ocupa en otras cosas y tratos extraños y ajenos de Dios”, y dice:

“mi alma se ha empleado”
“Se da a entender la entrega que hizo al amado de sí en aquella unión de amor”.
“Y todo mi caudal, en su servicio …empleando el entendimiento, voluntad y memoria, dedicada y mancipada al servicio de él”.
“y en esta parte sensitiva se incluye también el cuerpo con todos sus sentidos y potencias, así interiores como exteriores. Entiéndese también toda la habilidad natural y racional…las cuatro pasiones del alma todas las tiene ceñidas también a Dios, no goza sino en Dios, no tiene esperanza sino en Dios, no teme sino solo a Dios, no se duele sino según Dios…los apetitos naturales y espirituales y el demás caudal del alma…van solo a Dios”. “y como está “este caudal empleado en Dios” ya puede decir:

“Ya no guardo ganado”
“Ya no me ando tras mis gustos y apetitos porque habiéndolos puesto en Dios… ya no los apacienta ni guarda”, y añade además:

“Ni ya tengo otro oficio”
Porque “muchos oficios tiene el alma no provechosos antes que llegue a hacer esta donación y entrega de sí y de su caudal al amado”. “Los cuales hábitos pueden ser oficio que tiene de hablar cosas inútiles, y pensarlas y obrarlas…. ostentaciones, cumplimientos, adulaciones, respetos, procurar parecer bien…y dice que ya no los tiene porque todas sus palabras y sus pensamientos y obras son de Dios.”
“Y así es como si dijera: Ni me ocupo ya, ni entretengo en otros tratos, ni pasatiempos, ni cosas del mundo”.

“Que ya solo el amar es mi ejercicio”
“Cuando el alma llega a este estado, todo el ejercicio de la parte espiritual y de la parte sensitiva ahora sea en hacer, ahora en padecer, de cualquier manera que sea, siempre le causa más amor y regalo en Dios….todo se mueve por amor y en el amor, haciendo todo lo que haga con amor…padeciendo con sabor de amor y hasta el mismo ejercicio de oración y trato con Dios… Ya todo es ejercicio de amor”…. siempre puede decir tal alma: que ya solo en amar es mi ejercicio”.
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Lo primero que nos sorprende ante la figura histórica del enviado por el Padre como Salvador y modelo del hombre, es el amor que prescinde de todo para que quede solo su amor. Jesús nace en un establo teniendo por primeros amigos a los pastores; vive oculto en Nazaret casi toda su vida; elige a unos pescadores como discípulos que abandonan las redes y ven que el Mesías esperado no tiene ni donde reclinar su cabeza; muere como un ajusticiado, desnudo y coronado rey de burla por el pueblo al que decían los Profetas venia a salvar. Porque el Dios de la Biblia, decía Moisés, es el Señor que combatirá por vosotros sin que vosotros os tengáis que molestar (Ex .14-14), y en Is. 35.4, dice: viene él mismo a salvaros.
Pero el Salvador pone él solo los meritos ante el Padre, mas nos dice: El que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo. (Lc. 9. 23)

Por lo tanto Jesús, el siervo de Yavé, es el primero que “no anda tras su propia ganancia ni anda tras sus gustos” y así, desde el principio de su vida ya enseña: (Luc. 2. 49) ¿No sabéis que yo debo ocuparme en los asuntos de mi Padre? Tú, vete, vende cuanto tienes, y sígueme. Y en su última Cena decía al Padre en su oración Sacerdotal (Jun.17. 4.) Yo te he glorificado en la tierra llevando a término la obra que me encomendaste.

Cristo es salvación, pero aunque su reino no es de este mundo se forja en este mundo.
Tú eres amor Señor, pero exiges el gran y dulce misterio de la fe por amor. Es tu camino Señor, eres mi Camino, Señor.
La Magdalena a los pies de Jesús es la imagen del alma enamorada de Dios, pendiente de su mirada y alimentándose con su palabra.
Nosotros, si tenemos fe, fe plena, sabemos que Jesús, sobre todo en el acto Eucarístico Memorial de su Cena, viene a visitarnos vestido con túnica blanca y un manto de púrpura. Y siempre nos repetirá de una u otra forma sentado a nuestro lado: Marta, Marta, tu te preocupas y te apuras por muchas cosas, y solo es necesaria una. María ha escogido la mejor parte, y nadie se la quitará. (Lc 10. 41-42).

¿Aquí Cristo solo hace referencia a la vida contemplativa desdeñando la activa? Creo que no, porque la gran diferencia no está en qué servicio pongamos cuanto somos o poseemos para alabanza de Dios, sino que la gran diferencia está en el grado de amor, en el grado de entrega de nosotros mismos y en el sentido que pongamos en las cosas que necesariamente debemos usar del mundo para servirle la mesa, y está en saber que ya no guardo ganado de mis gustos y distracciones y que ya no tengo otro oficio aún en la vida activa. Y así su evangelio, su buena nueva es distinta a todas otras noticias del espíritu religioso de cualquier tiempo porque ninguna cifra su piedad en ver a Dios transformado en amor en cada hombre y en cada cosa. Juan de la Cruz ve a Dios, su amado, en las montañas y en los valles.
El alma hecha ya así de amor, ve a su Amor en todo, y por ello exclama; ¡Bendice alma mía al Señor! Señor, Dios mío, que grande eres. Vestido de esplendor y majestad, arropado de luz, como de un manto despliegas los cielos lo mismo que una tienda, construyes sobre las aguas tus moradas, haces tu carro de las nubes y caminas en las alas del viento. ( Sal. 104. 1-3) ¡Qué numerosas son Señor, tus obras, todas las has hecho con sabiduría y la tierra está llena de tus criaturas!(v.24
Y el alma no puede menos de amar plenamente a ese Ser tan sublime que desciende a ella inconcebiblemente pidiéndole amor en los mares y en los cielos, en los valles y las montañas, y, aún más, sabe como dice Pablo (R. 8 16-17) que el mismo Espíritu da testimonio juntamente con nuestro espíritu de que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos también herederos de Dios, coherederos de Cristo; si es que padecemos con él para ser también glorificados con él.
Niéguese a sí mismo y sígame. Difícil programa. Pero el más bello y rico modo de vivir en paz, usando de sus criaturas no olvidándose nunca que son regalos de Dios, son dones de amor. Esto es contemplación.
Y así el alma que goza de esta sabiduría, ciencia de Dios, contemplación gozosa como ninguna otra, puede decir: “Mi alma se ha empleado, / y todo mi caudal, en su servicio, / ya no guardo ganado, / ni ya tengo otro oficio, / que ya solo en amar es mi oficio”.
María, que sabía sin lugar a dudas por la Encarnación milagrosa, que su hijo era el Hijo del Altísimo, dialogaría con Jesús en diversos momentos, de su misión, y tal vez fuese más el silencio la comunicación más profundamente sonora entre él y una madre, ambos conscientes de su destino mesiánico, y ella siempre en contemplación del Hijo de Dios. Aquella convivencia hacía de María la sierva de su Dios, pendiente, sí, con toda naturalidad y sencillez, de que no solo le sirviera como las madres hacen, sino con un amor que no todas las que sirven a sus hijos con amor tienen la misma razón de amar y de entrega y de veneración como ella hacia aquel Hijo.
María tan llena estaba de amor, que todo su caudal de facultades humanas y espirituales estaba al servicio de Dios y, que solo amar era su oficio, ya limpiando la casa o contemplando en la cuna su hijo o asistiendo a unas bodas.
----
No nos debe pues espantar cuanto dice Juan de la Cruz en esta sublime canción como si fuese algo imposible en la vida espiritual, pues es solo un perfeccionar lo que Jesús enseña para todo el que cree en Él.
Recuerdo aquí la doctrina de la meditación que el P. Juan Ortega, nos trae en Catholic.net sobre el matrimonio, reflejo de la Trinidad, que la podríamos resumir: En realidad esto es lo que llamamos el misterio de la Santísima Trinidad: siendo tres personas son, por el amor, una sola realidad.
El amor busca la unión y Jesús consigue que en él seamos uno con el Padre.
Y así decía yo más arriba: Sí, el Padre, - nosotros los amados- uno en el Hijo, y el Espíritu es todo un misterio de la fe trinitario. Pero eso es lo que pide Jesús al Padre. Que sean uno en nosotros.

El P. Juan Carlos escribe:
Dios te ama a ti, te ha creado
Tú has sido creado para expresar el amor de Dios a los demás.

…Vino a Roma una amiga de la familia. Este beso es de parte de tus padres. Y me han dicho que si necesitas algo me lo digas para comprártelo. El amor no se detiene a causa de las distancias y cuando tiene una oportunidad trata de manifestarlo de algún modo, incluso con emisarios. Mientras contemplaba y escuchaba a mi paisana, entendí perfectamente que mis papás me decían: te queremos mucho y nos preocupamos de ti.

Algo parecido ocurre con Dios y el amor que Él tiene por los hombres. No sé si lo habías pensado alguna vez. Por eso te lo digo: tú y tu vida, es un esfuerzo de amor por parte de Dios. El Señor quiere amar y por eso te ha creado a ti. Pero, ¡atentos! En ti, el amor de Dios se expresa en un doble sentido. Porque Dios te ama a ti, te ha creado. Pero a la vez, porque Dios quiere amar a otros, te ha creado a ti, tal como eres, para que tú les lleves el amor que Él les tiene.

Esto es lo que Juan Pablo II decía: "Movido por el principio de haber sido creado a imagen de Dios, hombre y mujer, el creyente puede reconocer el misterio del rostro trinitario de Dios, que lo crea poniendo en él el sello de su realidad de amor y comunión" (31 de mayo 2001). Vamos a explicar estas palabras del Papa.

¿Cómo es Dios? Dios es "amor y comunión". Para que se pueda amar es necesario que exista algo que sea amado, algo diverso del que ama.

¿Correcto? Pero, a la vez, el amor crea unión entre el amante y el amado. Es decir, para amar se requiere ser diverso de otro y, al mismo tiempo, el amor busca la unión. En realidad esto es lo que llamamos el misterio de la Santísima Trinidad: siendo tres personas son, por el amor, una sola realidad.

La siguiente pregunta que se debe responder es ¿cómo eres tú? Si tú has sido creado para expresar el amor de Dios, y para amar es necesario ser diverso de lo que se ama, resulta que tú has sido creado diverso, diverso de todos. Pero la principal diversidad es ser "hombre y mujer". Es cierto que tú, si eres varón, eres diverso también de cualquier otro hombre, pero sobre todo eres diferente de cualquier mujer. Lo mismo se aplica a la mujer: cada una de ellas, aunque diversas entre sí, son más diferentes respecto de cualquier hombre.

Todavía está en boga una cierta tendencia a la igualdad entre hombres y mujeres. Es cierto que la igualdad es un valor que se debe defender, pero la verdadera riqueza humana consiste en ser diversos.

Si todos fuéramos iguales, ¿qué podría yo dar al otro y que podría recibir de él? En cambio con la riqueza de las diferencias siempre tengo algo que dar y algo que recibir. Por lo mismo es la diversidad lo que ofrece una dignidad y un valor a cada persona: ¿de qué serviría yo si no tengo nada que dar al otro? y ¿qué valor tendrían los demás si no tienen nada que darme? Por ello, nos decía el Papa "cuando se pierde de vista el principio de la creación del hombre como varón y mujer, se ofusca la singular dignidad de la persona humana y se abre el camino a una amenazadora cultura de la muerte": Si el otro no tiene nada que ofrecerme ¿para qué le voy a mantener en vida?

Decíamos que tú eres un esfuerzo de amor por parte de Dios. Por ello te ha creado diverso de los demás, y es en "la experiencia del amor rectamente entendido (entre hombre y mujer) que cada ser humano está llamado a tomar conciencia de los factores constitutivos de la propia humanidad: razón, cariño, libertad". ¿Qué quiere decir el Papa con estas palabras?

Él vuelve a afirmar que sólo en el matrimonio entre un hombre y una mujer se puede realizar la dignidad plena del ser humano. En efecto, la unión matrimonial no es simplemente una unión pasional. Se contrae matrimonio después de un recto conocimiento de las diferencias del uno y del otro. No es la pasión sino la razón quien descubre lo que uno puede dar y puede recibir del otro. No es la pasión lo que mueve a hacer el amor, sino el amor lo que busca el cariño y el afecto tal como el otro lo necesita y a recibirlo tal como el otro sabe darlo. La duración del amor no depende de la pasión y del egoísmo, sino de la libertad que ha optado por la persona amada por encima de cualquier otra persona y circunstancia.

Recuérdalo muy bien: tú eres un esfuerzo de amor por parte de Dios. Y donde primero lo tienes que vivir es en tu vida personal, matrimonial, familiar. Ama a los demás como Dios los ama.
---
Lo que nos indica que el amor de Dios puede tener su plenitud en cualquier circunstancia de la vida y que ha llegado la hora de adorar al Padre no en este monte o en aquel sino en todos los montes, valles, ríos, florestas, mares, vientos… y no solo en las soledades de las rocas. : Pero el que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo. (Lc.9,23)
Negarse a sí, es no buscar ni ver otra cosa que a Dios en todo cuanto debemos hacer como nuestro Salvador del que María es nuestro más perfecto modelo en la más natural sencillez.
Por toda la hermosura / nunca yo me perderé, / sino por un no se qué / que se alcanza por ventura. Sabor de bien que es finito, / lo más que puede llegar, / es cansar el apetito / y estragar el paladar; / y así por toda dulzura / nunca yo me perderé, / sino por un no se qué / que se halla por ventura. (J. de la Cruz)
Y esto sirve tanto para el monje como para un administrativo. Dios elige el matrimonio como el modelo de su amor. Cantar de los Cantares y aquí Juan de la Cruz con su desposorio espiritual: El Esposo enamorado de nuestra alma la esposa, y a través de esa unión llegaremos a la unión Trinitaria. Y aquí Jesús sí advierte que la vida contemplativa es la mejor opción, pero no el exclusivo camino para llegar a la santidad como nos demuestra la historia y así muchas en el mundo, aún con el martirio, pueden decir:
“Mi alma se ha empleado, / y todo mi caudal, en su servicio, / ya no guardo ganado, / ni ya tengo otro oficio, / que ya solo en amar es mi oficio”.
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Re: El Cántico espritual de J. de la Cruz y María

Notapor tralalá » Sab Dic 08, 2012 10:07 am

http://www.youtube.com/watch?v=2h5h2fKk ... r_embedded

- En un contexto significativo, hablando de las almas que se han identificado totalmente con la voluntad de Dios, de modo que todas sus operaciones, obras y ruegos, vienen de la moción divina, el Santo Padre ha escrito: "Tales eran las de la gloriosísima Virgen nuestra Señora, la cual, estando desde el principio levantada a este alto estado, nunca tuvo en su alma impresa forma de alguna criatura, ni por ella se movió, sino siempre su moción fue por el Espíritu Santo" ( Subida III, 2,10). En esta afirmación se encuentra el principio de una acción constante y total del Espíritu en María, elevada desde el principio a este altísimo estado de comunión con Dios, en un dinamismo de creciente fidelidad y cooperación con las mociones del Espíritu Santo.
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Re: El Cántico espritual de J. de la Cruz y María

Notapor asandy » Sab Dic 15, 2012 3:43 am

15-Diciembre-2012

Canción XXIX- Pues ya si en el ejido
“Pues ya si en el ejido / de hoy más no fuere vista ni hallada, / diréis que me he perdido; / que andando enamorada, / me hice perdidiza, y fui ganada”.

“Es de notar que en tanto que el alma no llega a este estado de unión de amor, le conviene ejercitar el amor, así en la vida activa como en la contemplativa, pero cuando ya llegase a él, no le es conveniente ocuparse en otras obras y ejercicios exteriores que le puedan impedir un punto de aquella asistencia de amor en Dios”.
“Adviertan, pues, los que son muy activos, que piensan ceñir al mundo con predicaciones ...mucho más agradarían a Dios….si gustasen siquiera la mitad de ese tiempo en estarse con Dios en oración”….entonces harían más y con menos trabajo con una obra que con mil”…. entendiendo ellos la raíz oculta de donde nace el agua y se hace todo fruto”.
“No se afrenta delante del mundo el que ama, de las obras que hace por Dios, ni las esconde con vergüenza, aunque todo el mundo se las haya de condenar”. “antes se precia de que se vea, para gloria del Amado, haber hecho una tal obra por Él.”
… “de los del mundo , según ellos han de costumbre de notar a los que de veras se dan a Dios, teniéndolos por demasiados en su extrañeza”…

“Pues ya si en el ejido / de hoy más no fuere vista ni hallada”
“por elegido entiende aquí el alma el mundo, donde los mundanos tienen sus pensamientos y tratos y apacientan los ganados de sus apetitos”. … “que si no es vista ni hallada como solía antes que fuese toda de Dios que la tengan por perdida en eso mismo”, diciendo:

“Diréis que me he perdido”. “No se afrenta el que ama delante del mundo de las obras que hace por Dios, ni las esconde con vergüenza… porque el mismo Hijo de Dios, como él lo dice por San Lucas, tendrá vergüenza de confesarle delante de su Padre.”

“Que andando enamorada”. “Conviene a saber, que andando obrando las virtudes enamorada de Dios”.

“me hice perdidiza, y fui ganada”.
“el que anda de veras enamorado, luego deja de perder a todo lo demás, por ganarse más en aquello que ama”….y se hizo perdidiza …de dos maneras: a sí misma no haciendo caso de sí en ninguna cosa, sino del Amado no queriendo ganarse nada para sí. Lo segundo, a todas las cosas, no haciendo caso de todas sus cosas, sino de las que tocan al Amado.”
“cuando un alma en el camino espiritual ha llegado a tanto”…a Dios “ya no le busca por consideraciones ni formas, ni sentimientos ni otros medios algunos de criatura y sentido….tratando y gozando a Dios en fe y amor. Entonces se dice haberse ganado a Dios porque de veras se ha perdido a todo lo que no es Dios”.
---

Así Jesús nos enseña para todos los tiempos, y aún más para los que como hoy el hombre se goza en repetirse rebeldía de Adán, insumiso a cualquier norma y exigencia espiritual, lo que Mateo 5. 38-48 nos transmite, yo os digo que no hagáis frente al que os ataca. Al contrario, al que os abofetea en la mejilla derecha, presentadle también la otra, y al que te quiera llevar a juicio para quitarte la túnica, déjele también el manto, al que te obligue a ir con él un kilómetro, vete con él dos.. Da a quien te pida, y no vuelvas la espalda al que desea que le prestes algo.
Es decir, que nos olvidemos de nosotros...porque el alma “se precia y gloría de haber dado en tales cosas y perdídose al mundo y a sí misma por su amado…” “y que esta pérdida fue su ganancia”.
Aún más, si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tendréis? ¿No hacen eso mismo los publicanos? Y si saludáis solamente a vuestros hermanos ¿qué hacéis de especial?
Vosotros sed perfectos como vuestro Padre Celestial es perfecto.
El alma en esta estado de amor no solo no tiene apego alguno a las cosas que usa y le rodean sino que ya no tiene amor propio alguno porque se ha “perdido al mundo y a sí misma por su Amado.
Y en los Cap. 6 y 7, Mateo sin embargo nos describe cómo Jesús nos previene que sea todo por puro amor a Dios, y así dice: Guardaos de practicar vuestra justicia delante de los hombres para que os vean….que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha…y tu Padre que ve lo secreto, te compensará….Cuando recéis no seáis como los hipócritas, que prefieren rezar de pie y en las esquinas de la sinagogas para que los vea todo el mundo… vosotros rezad así: Padre nuestro….cuando ayunes perfuma tu cabeza y lávate la cara, para que los hombres no se den cuenta…atesorad en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corroen… si tus ojos están sanos todo tu cuerpo estará iluminado…Nadie puede servir a dos amos…no podéis servir a Dios y al dinero…no os angusties…qué vais a comer, qué vais a vestir…mirad las aves del cielo…mirad como crecen los lirios del campo…buscad primero el reino de Dios y su justicia y todo eso se os dará por añadidura….a cada día le bastan sus problemas. No juzguéis y no seréis juzgados… ¿es que ves la paja en el ojo de tu hermano y no adviertes la viga en el tuyo?...no deis lo santo a los perros ni echéis vuestras perlas a los puercos…Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá.
Es el programa para todo cristiano: Todo lo que queráis que hagan con vosotros los hombres hacedlo también vosotros con ellos, porque en ello consiste la ley y los profetas.
Entrad por la puerta estrecha. Que es ancha la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición….Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se cosechan uvas de los espinos?…un árbol bueno no puede dar frutos malos… Pero no todo el que dice Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre.
Y todo esto es así porque las obras hechas por meros motivos humanos con espíritu de notoriedad, o sin sentido espiritual, no valen en orden a la vida eterna. -El Padre nuestro- sentido y pausado, es el modelo de oración, la perfecta oración para la vida activa y contemplativa. En él se contiene fundamentalmente cuanto debemos pedir, ofrecer y esperar de Dios en cualquier grado de perfección. Hagamos de esta oración nuestro común vivir.
Jesús nos enseña que una entrega sin medida a las cosas de la tierra termina apagando la vida del espíritu y aún más, si el alma quiere que sea el espíritu el que guíe solo todos sus pasos, sigua a Jesús al desierto y así nos lo enseña el Maestro.
Por ello, habiendo subido el alma a este estado que ha elegido, así se complace: “Pues ya si en el ejido / de hoy más no fuere vista ni hallada, / diréis que me he perdido; / que andando enamorada, / me hice perdidiza, y fui ganada”.

En cuanto a la unión de vida activa y contemplativa, veamos cómo Jesús a través de su Evangelio constantemente se retira a orar, cómo invoca al Padre ante los milagros, siempre olvidado de sí y atento a cuanto el Padre le pedía. Su vida es una oración continua. En Nazaret treinta años en silencio de vida íntima y contemplativa hablando con el Padre y trabajando con José, cuarenta días en el desierto, y así, comenzada su evangelización hasta sus últimas palabras en la Cruz, todo fue una unión de su vida activa con la contemplación y comunicación con el Padre. -No sabíais que tengo que ocuparme de las cosas de mi Padre…en tus manos pongo mi espíritu.-
Jesús nos enseña la diferencia entre la sabiduría y la necedad, y nosotros debemos recordar los Proverbios:
Porque supo elegir entre el banquete de la sabiduría y el de la necedad: (Prov.9)
La Sabiduría edificó su casa, / labró sus siete columnas, / inmoló sus víctimas, preparó su pan / e igualmente aderezó su mesa. / Envió sus criados/ y a los insensatos ella les dice: …dejar de ser imprudentes y viviréis, y caminad por las sendas de la inteligencia.
Y la Necedad: es impulsiva, / mentecata e ignorante, / se sienta a la puerta de su casa / …para invitar los transeúntes,/ …jóvenes inexpertos, venid a aquí / a los insensatos ella les dice: / las aguas robadas son dulces, / y el pan en secreto es sabroso, / Pero el hombre no sabe que allí están las sombras de la muerte y sus invitados en las profundidades del abismo.

Jesús nos enseña: (Mat. 5.13-16) Vosotros sois la sal de la tierra…Vosotros sois la luz del mundo…no se enciende una lámpara para ocultarla… brille de tal modo vuestra luz delante de los hombres que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre.
Por ello el alma habla así: “Diréis que me he perdido” a los pensamientos y modos mundanos porque en ello está esta sublime canción que nos enseña a saber vivir en el mundo pero llenos de amor a Dios.
María, también oculta en su silencio de Nazaret y en la visita a su prima Isabel llena de su contemplación constante, exclama: porque se ha fijado en la humilde condición de su esclava. Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones, porque el todo poderoso ha hecho conmigo cosas grandes.
Ella es solo la sierva del Señor, nada se atribuye a sí, cuanto hay en ella de sobrenatural se lo ha dado Dios adelantando para ello los méritos de su Hijo en la Cruz, y fue la llena de gracia de esos méritos del Hijo de Dios. Vivía en el mundo pero su vida era Dios en su hijo. De nosotros también ha hecho su Templo y nuestra vida debe ser solo para su servicio. / que andando enamorada, / me hice perdidiza, y fui ganada”.

El ha adaptado el corazón materno de María a la Persona Divina en su hijo. Era la Predestinada a ser la Madre de Dios. Dios, que lo ve todo presente, la condecoró, la premió desde su concepción como Santísima más que todos los Ángeles y Santos juntos: la Inmaculada, la Reina de todos los Santos, Reina de su Cielo y de su Iglesia, la Siempre Virgen antes y después del parto, la Corredentora, Madre de la Divina Gracia. Admirémosla e imitémosla en lo posible ya que la Santísima Trinidad habita también en nosotros. Para andar en la presencia de Dios solo es necesario que el alma esté enamorada, que se haga perdidiza a lo que no sea Dios porque sabe que en ello está su mayor ganancia.
Cuando recitamos todos los días la Letanía del Rosario vemos cómo Dios la adornó de tantas gracias como caben en una criatura. Y oh sublime realidad, esa Reina, es mi Madre, y yo, soy su hijo que gusta saborear la grandeza de su Madre en cada una de esos títulos que a ella ensalzan y a sus hijos nos honran y engrandecen. ¡Soy hijo de María! ¡Maria es mi Madre! ¿Y si rezo cada misterio a horas distintas durante el día y a la noche la Letanía, no habré recurrido seis veces a la oración?
Dios y María me aman como a su hijo, solo falta que yo en mi vida sencilla del quehacer diario sea esta realidad: “Pues ya si en el ejido / de hoy más no fuere vista ni hallada, / diréis que me he perdido; / que andando enamorada, / me hice perdidiza, y fui ganada”.

¿Cómo habríamos creado a nuestra madre cada uno si nos hubiese sido posible y con el poder de Dios?
“Entonces llamó a un arcángel, / Que San Gabriel se decía, / y enviólo a una doncella / que se llamaba María, / de cuyo consentimiento / el misterio se hacía; / en el cual la Trinidad / de carne al Verbo vestía:…Y el que tenía sólo Padre, / ya también Madre tenía.
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Re: El Cántico espritual de J. de la Cruz y María

Notapor agustin sanchez diaz » Lun Dic 31, 2012 7:33 pm

1-01-2013
[b]El cántico esperitual se J. de la Cruz y María.[/b]
Agustín Saànchez Diáz

[i]Canción XXX-De flores y esmeraldas[/i]

“De flores y esmeraldas, / en las frescas mañanas escogidas, / haremos las guirnaldas, / en tu amor florecidas, / y en un cabello mío entrelazadas”.
“De nuevo vuelve la esposa a hablar con el esposo en comunicación y recreación de amor”… “que el alma esposa y el Hijo de Dios tienen en la posesión de las riquezas de las virtudes y dones de entrambos”…que harán guirnaldas ricas de dones y virtudes, adquiridas y ganadas…cuyas flores en guirnaldas, las gozan entrambos en el amor común que el uno tiene al otro”.

De flores y esmeraldas
Las flores son las virtudes del alma, y las esmeraldas son los dones que tiene de Dios.

“en las frescas mañanas escogidas”
“ganadas y adquiridas en las juventudes que son las frescas mañanas”. Y dice escogidas porque las virtudes que se adquieren en este tiempo de juventud son escogidas y muy aceptas a Dios”… cuando hay más contradicción de parte de los vicios para adquirirlas, y de parte del natural más inclinación y prontitud para perderlas”…”las frescas mañanas…como es agradable la frescura de la mañana en la primavera…así lo es la virtud de juventud”… “o por el frescor de las mañanas del invierno…en sequedad de espíritu y dificultad…las que se adquieren…con trabajo…son más escogidas y esmeradas y más firmes”. Y de ellas para él

“haremos las guirnaldas”
“todas las virtudes y dones que el alma y Dios adquieren en ella son en ella como una guirnalda de varias flores…así como de una vestidura de preciosa variedad”. “Y…de la misma manera, así como las flores espirituales de virtudes y dones se van adquiriendo, se van en el alma asentando”. “Y acabadas de adquirir, está ya la guirnalda de perfección en el alma acabada de hacer, en que el alma y el esposo se deleitan hermoseados con esta guirnalda. “Haremos, pues, dice, estas guirnaldas
“en tu amor florecidas”
“la flor que tienen las obras y virtudes es la gracia y virtud que del amor de Dios tienen…todas ellas serían secas y sin valor delante de Dios, aunque humanamente fuesen perfectas”.

“Y en un cabello mío entretejidas”
“Este cabello suyo es su voluntad de ella y amor que tiene al amado, el cual amor hace el oficio que el hijo en la guirnalda”. “ dice un cabello solo…para dar a entender que ya su voluntad está sola en él, desasida de todos los demás cabellos, que son los extraños y ajenos amores”…”cuando el amor está único y sólido en Dios…también las virtudes están perfectas y acabadas.”
---
Jesús no puede ser comprendido si se le separa de Dios. La santidad o perfección espiritual no es más que estar unido por el amor a Jesús, que es la Palabra, y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios y de su plenitud, todos hemos recibido. (Ju. 1.1-16).
Por ello nos dice que el Espíritu tomará de lo suyo y nos lo dará, pero también dice: vende cuanto tienes y sígueme. Lo que implica lo que Juan de la Cruz llama virtudes adquiridas y por otro lado dones de Dios.
La virtud es una disposición habitual y firme para hacer el bien. Por ello requiere un ejercicio de la voluntad hasta conseguir el hábito.

Hay dos clases de virtudes: las virtudes teologales y las virtudes humanas o morales. Todas son como flores del jardín interior tanto para el alma como para su Huésped divino.

Las Virtudes Teologales
FE, la fe es la virtud teologal por la cual creemos en Dios, en todo lo que El nos ha revelado y que la Santa Iglesia nos enseña como objeto de fe. Y creemos por la autoridad del que es la Palabra.
ESPERANZA. La esperanza es la virtud teologal por la cual deseamos y esperamos de Dios, con una firme confianza, la vida eterna y las gracias para merecerla, porque Dios nos lo ha prometido.
CARIDAD. La caridad es la virtud teologal por la cual amamos a Dios sobre todas las cosas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos por amor de Dios, con el amor filial y fraterno que Cristo nos ha mandado.

Las Virtudes Cardinales
Se llaman cardinales las que son el principio y el fundamento de las demás virtudes.
Las cuatro virtudes cardinales son:
PRUDENCIA. Nos hace conocer y practicar los medios más conducentes para obrar el bien. Y no basta con conocerlos, hay que practicarlos.
JUSTICIA. Hace que demos a cada uno lo suyo y lo que le corresponde. Solo el egoísmo puede impedírnoslo.
FORTALEZA. Nos da valor para amar y servir a Dios con fidelidad. Con su ayuda contamos, solo falta querer fuertemente.
TEMPLANZA. Hace que frenemos las pasiones bajas que son al modo de riadas incontroladas que nos arrastran.

Las Obras Corporales y Espirituales de Misericordia:
Las Corporales son:
Visitar a los enfermos. Dar de comer al hambriento. Dar de beber al sediento. Vestir al desnudo. Socorrer a los presos. Dar posada al forastero. Enterrar a los muertos

Las Espirituales son:
Enseñar al que no sabe. Dar buen consejo. Corregir al que esta en error. Perdonar las injurias. Consolar al triste. Sufrir con paciencia las molestias de nuestro prójimo. Rogar a Dios por los vivos y por los muertos.

Esta es la belleza y la mayor riqueza humana y espiritual a la que puede aspirar un ser humano. Cada una de esas virtudes es una planta a cuidar en nuestro Jardín. Todos los cristianos tenemos como meta este programa de vida. Y así como Dios puso al hombre “en el jardín del Edén para que lo cultivase y lo guardase (Gn.2.15), así nos ha dado a cada uno el jardín de nuestra alma para que en ella florezcan las virtudes.
Aunque la ciencia pueda descubrir todos los secretos de las cosas creadas que hay en la formidable maravilla del universo, aún entonces, comenzará para ese gran don de nuestra inteligencia humana un profundo interrogante: el ¿por qué y para qué? Será como un redescubrir de nuevo por la ciencia, por la sabiduría, el verdadero principio, la maravillosa complejidad de la Sabiduría Divina y la finalidad de cada cosa creada que es lo que hace ya el creyente porque la fe ya nos da la respuesta. Es más, lo exige el sentido común. Todo tiene una razón de ser.
Dios en la creación gusta constantemente de lo simbólico, podríamos decir que todo es un símbolo de su esencia Divina. Dios y la Fe por su naturaleza son un misterio, de lo contrario no serían Dios ni Fe, ya que todo cuanto llamamos real no puede ser más importante que aquello que significa, y que el Creador, como el escultor y el pintor, primero tienen en su mente la obra que quieren plasmar y su por qué.. Y Por ello, Dios, antes de la materia tiene asignado el fin y utilidad junto a su forma a cada una de sus obras, a cada uno de nosotros. Y así el jardín del Edén con sus árboles y frutos puede ser un símbolo del jardín de virtudes y dones traídos por la Redención para el mundo interior del hombre, que a su vez es signo del Reino sobrenatural de Dios, Reino en la eternidad, para aquellos que no intenten idolatrarse a sí mismos en este Edén terrenal, como Adán y Eva, sino cultivando con virtudes ese Paraíso interior, ese Jardín que Dios ha puesto a nuestro cuidado, ofreciéndonos dones y exigiéndonos el cultivo de las virtudes antes reseñadas,
Y aquí está la mayor o menor entrega de nuestra voluntad a esa riqueza espiritual más que a la material, donde dándonos a todos su Gracia, podemos cultivar estos dones para poder cantar en nuestro jardín: “De flores y esmeraldas, / en las frescas mañanas escogidas, / haremos las guirnaldas, / en tu amor florecidas, / y en un cabello mío entrelazadas”.

Solo Santa María ha pisado la cabeza de cualquier rebeldía que a todos daña y sólo ella, nacida plena de gracia, fue un cielo interior exclusivo para Dios. Ella estaba destinada a ser Madre de Dios como el más bello jardín de todas las virtudes, entre todas las maravillas creadas. Nos puso un modelo al que imitar aunque nunca igualar.

Esta es la redención: Éramos un erial sin río, sin plantas, sin frutos del espíritu que ha sido regado por el torrente de aguas frescas salidas del costado, del corazón de Cristo, nuestra roca en el desierto, que dejando su trono, se hizo Él mismo jardinero divino a nuestro servicio, haciendo el milagro de plantarnos un gran jardín dándonos a cada uno un trozo de su nuevo reino como oferta del Edén perdido por nuestra rebeldía, y nos lo ofrece, solo por amor, habiéndolo cavado y regado con sudores y trabajos y, tal fue su esfuerzo en su plantación que al final él muere y nos hace a cada uno heredero de su nuevo Edén. Pero en este Edén, además de sus dones plantados, se queda Él, no solo como jardinero, sino como árbol del Bien junto a nosotros, y ya nosotros tenemos que seguir cuidando de él con las virtudes adquiridas para poder decir: “De flores y esmeraldas, / en las frescas mañanas escogidas, / haremos las guirnaldas, / en tu amor florecidas, / y en un cabello mío entrelazadas”.
A esta santidad, basada en el esfuerzo personal y los dones divinos, todos somos llamados, y Cristo baja a dialogar con el alma que lo desee, como con Adán, dependiendo recibir más dones suyos, de solo nuestra voluntad en el cultivo de nuestro paraíso interior.

Lo sobrenatural no estaba en nosotros, pero sí está hacer posible que los dones de Dios y nuestras virtudes adquiridas y ganadas…con suayuda(él pone la simiente y el agua, y nosotros el trabajo de cuidar junto a Él, el jardín) para poder recoger flores entrelazadas por el hilo de nuestra voluntad, y conseguir esa unión “que las gozan entrambos en el amor común que el uno tiene al otro”. Y escoge como símbolo de este amor el de dos enamorados.Es su mayor imagen.
Somos invitados a vivir bajo el Árbol de la Vida, y adorarlo, y alimentarnos con sus frutos de amor, donde podamos ofrecernos, Él a nosotros y nosotros a Él, las guirnaldas en amores florecidas.
Pero para que tengamos mérito, deja también junto a nuestra grandeza en libertad un árbol prohibido, y aquí está nuestra elección. Dios quiere que seamos libres, no obliga al amor, que dejaría de serlo si nos fuese obligado. Gracias Señor, por no privarnos de libertad aún ante Ti. No habria exixtido nuestro trabajo libre si no tenemos libertad.
Dios, hecho fruto de trigo en la Eucaristía no podría ser alimento si nosotros no cuidamos el crecimiento de la espiga. Si cuidamos nuestro jardín es vivir el proceso de amorización donde nosotros ponemos el apan y en Él nos hace cohabitar con la divinidad.
En las frescas mañanas escogidas, / haremos las guirnaldas, / en tu amor florecidas, / y en un cabello mío entrelazadas”, y ser transformados en amor hasta alcanzar la plena participación en la Comunión de Amor.
Así entenderemos, en estos días de Navidad, estos versos de J. de la Cruz: “Ya que el tiempo era llegado / en que hacerse convenía / el rescate de la esposa que en duro yugo vivía /….Iré a buscar a mi Esposa, /y sobre mí tomaría / sus fatigas y trabajos, / en que tanto padescía. / Y porque ella vida tenga, / yo por ella moriría. / y sacándola del lago, / a ti te la volvería.”
Todo ya depende de nosotros, porque Él ha consumado: / Iré a buscar a mi esposa, /… porque ella tenga vida, / yo por ella moriría./
Y así, nueva Navidad, un año Nuevo para y sembrar trigales y flores y no una higuera sin frutos.
agustin sanchez diaz
 
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Re: El Cántico espritual de J. de la Cruz y María

Notapor agustin sanchez diaz » Dom Ene 13, 2013 3:50 am

EL CÁNTICO ESPIRITUAL DE J. DE LA CRUZ Y MARÍA
13-Enero 2013
Asandy
Canción XXXI.
En solo aquel cabello.

“En solo aquel cabello / que en mi cuello volar consideraste, / mirástele en mi cuello, / y en él preso quedaste, / y en uno de mis ojos te llagaste”.

El alma “da a entender que aquel amor en que están unidas las virtudes no es otro sino el amor fuerte”. También que “se prendó de este su cabello de amor, viéndolo solo y fuerte”. Y “dice que estrechamente se enamoró Dios de ella viendo la pureza y entereza de su fe”

“en solo aquel cabello / que en mi cuello volar consideraste”.
“En cuello significa la fortaleza…en que están entretejidas las virtudes…para que ningún vicio contrario…le pueda quebrar…””Y volaba en el cuello, porque en la fortaleza del alma vuela este amor a Dios con gran fortaleza y ligereza, sin detenerse en cosa alguna”…”así el aire del espíritu mueve y altera al amor fuerte para que haga vuelos a Dios”.

“Mirástele en mi cuello”. “lo dice para dar a entender…que no solo preció y estimó Dios este su amor, sino que también le amó, viéndole fuerte”

“Y en él preso quedaste”. “¡Quedar Dios preso en un cabello!” “La causa de esta prisión tan preciosa es el parase él a mirar, que es…amar él nuestro bajo ser.” Porque si él, por su gran misericordia, no nos mirara y amara primero…ninguna presa hiciera en él el vuelo del cabello de nuestro amor bajo que no tenía tan alto vuelo que llegase a prender a esta divina Ave de las alturas, mas porque se bajó a mirarnos y a provocar nuestro vuelo y levantarle, dándole valor a nuestro amor”. “y así cosa creíble es que el ave de bajo vuelo prenda al águila real muy subida, si ella se viene a lo bajo”.

“y en uno de mis ojos te llagaste”
“Entiéndese aquí por ojo la fe, y dícese uno solo”… Si estuviese mezclada con otro algún respecto o cumplimiento no llegaría a efecto de llagar a Dios de amor”…como también un solo cabello con que se prenda el amado”…En los Cantares: llagaste mi corazón, hermana mía, llagaste mi corazón en uno de tus ojos y en un cabello de tu cuello”…el alma hace relación de estas dos cosas, como agradecimiento al amado y regraciando tan gran merced”… “que haya caído en gracia a su amado, y así lo atribuye ella todo a él”•
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El alma sabe por su propia experiencia que sin Dios, sin Cristo, nada sobrenatural puede hacer, pero del mismo modo sabe que ella debe corresponder adquiriendo virtudes no solo sobrenaturales sino como base las humanas naturales que serán revestidas de lo sobrenatural por la intención de ofrecerlas a Dios.
Con el amor fuerte a Dios en el alma se adquieren todas las virtudes, y el Espíritu Santo derrama sus dones para embellecer el bello Edén interior del alma enamorada de Dios, y aún antes que el alma, Dios la amaba primero, y así “dice que estrechamente se enamoró Dios de ella viendo la pureza y entereza de su fe”, y hace descender sobre ella lluvia de gracias porque como dice Jesús (Ju.14. 23) El que me ama guardará mi doctrina, mi Padre le amará y mi Padre y yo vendremos a él y viviremos en él.
Y el Espíritu Santo, también viene con sus Dones y frutos haciendo a los fieles dóciles para obedecer con prontitud a las inspiraciones divinas, y es que increíblemente Dios habita en nosotros.


Dones y frutos del Espíritu Santo
Los siete dones del Espíritu Santo son:
Don de Ciencia, es el don del Espíritu Santo que nos permite acceder al conocimiento. Es la luz invocada por el cristiano para sostener la fe del bautismo.
Don de Consejo, saber decidir con acierto, aconsejar a los otros fácilmente y en el momento necesario conforme a la voluntad de Dios.
Don de Fortaleza, es el don que el Espíritu Santo concede al fiel ayuda en la perseverancia, es una fuerza sobrenatural.
Don de Inteligencia, es el del Espíritu Santo que nos lleva al camino de la contemplación, camino para acercarse a Dios.
Don de Piedad, el corazón del cristiano no debe ser ni frío ni indiferente. El calor en la fe y el cumplimiento del bien es el don de la piedad, que el Espíritu Santo derrama en las almas.
Don de Sabiduría, es concedido por el Espíritu Santo que nos permite apreciar lo que vemos, lo que presentimos de la obra divina.
Don de Temor, es el don que nos salva del orgullo, sabiendo que lo debemos todo a la misericordia divina.
Todos pertenecen en plenitud a Cristo, Hijo de David, y completan y llevan a su perfección las virtudes de quienes los reciben. Hacen a los fieles dóciles para obedecer con prontitud a las inspiraciones divinas.

Los frutos del Espíritu Santo son perfecciones que forma en nosotros el Espíritu Santo como primicias de la gloria eterna. La tradición de la Iglesia enumera doce:
Caridad.
Gozo.
Paz.
Paciencia.
Longanimidad.
Bondad.
Benignidad.
Mansedumbre.
Fe.
Modestia.
Continencia.
Castidad.

En todo este bello jardín de virtudes y dones consiste el reino de Dios, que por una parte es el natural visible, y ante él nos dice el (Sl,95.1-7) Venid, cantemos jubilosos al Señor…vallamos ante él a darle gracias y a cantar himnos en su honor. Porque el Señor es el Dios grande,…tienen en sus manos las profundidades de la tierra y suyas son las cumbres de los montes, suyo es el mar, pues él mismo lo hizo, y la tierra firme que formaron sus manos. Venid a adorarlo….porque él es nuestro Dios y nosotros su pueblo.
Y así el alma ante esta obra visible de Dios ya nos cantaba al principio de estas canciones: Mil gracias derramando, / pasó por estos sotos con presura, / y yéndolos mirando, / con sola su figura / vestidos los dejó de hermosura.
Porque las cosas no son más que un símbolo de la belleza variadísima de Dios.
Y el reino de Dios tiene como soporte natural un reino humano, y así el Salmo 2, v. 6 lo proclama: “Ya tengo yo a mi Rey entronizado en Sión, mi monte santo”. Pero Israel no ha comprendido la Palabra de Dios y viene el Bautista grita: “Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos.”(Mat 3. 2). Y el mismo Mateo en 12. 28 nos transmite como Jesús se identifica con ese reino: “si yo echo los demonios con el Espíritu de Dios, es señal de que ha llegado a vosotros el Reino de Dios”. Y ese es el testimonio de los apóstoles que hacen presente ese otro Reino universal sobrenatural en la persona de Cristo. Cristo es un nuevo mundo.
Jesús resume ese reino en una de sus bienaventuranzas: “Dichosos los pobres de espíritu porque de ellos es el reino de Dios”.
Y aquí está la grandeza del alma que quiere gozar plenamente, aún desde aquí, de ese reino en la pobreza de espíritu, es decir, cuanto nos viene enseñando Juan de la Cruz al despojarse el alma de todos los lazos que la atan a las cosas o sentires bajos dejando su estancia interior libre y sola para Dios, adornada de virtudes y dones.
Y así hacer realidad: “que estrechamente se enamoró Dios de ella viendo la pureza y entereza de su fe”.
…”así el aire del espíritu mueve y altera al amor fuerte para que haga vuelos a Dios”.
“Y en él preso quedaste”. “¡Quedar Dios preso…! Solo estas almas saben la felicidad de esta divina cárcel como una nueva mística Encarnación. Dios habita en nosotros.
Y en María tenemos el modo de tratar a este huésped divino. Sencillez, asombro dulce y silencioso, con naturalidad haciendo lo que humanamente tenía que hacer pero todo con el solo sentido amoroso de servir y atender a su Hijo, a su Señor, a su Dios en ella. Era un Sagrario viviente, y nosotros somos Templo de Dios, donde por unos momentos podemos recibir hasta la Humanidad de Cristo en el Pan del cielo que en su caminar toma un respiro, descanso en nuestra casa. Y vienen a decirnos que ha resucitado. Creo que Dios tiene que hacer un milagro de silencio para que no desvanezcamos ante la realidad de su venida. No podríamos como Moisés mirar su rostro.

María era un cielo interior, por eso el Ángel la llama: llena de gracia. Y así la saluda el mensajero de Dios: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra” (Lc.1.35). Y así referente a nosotros, Jesús nos dice que El Espíritu tomará de sus méritos redentores y nos los dará, y Él el Padre y el Espíritu vienen a nosotros. ¡Oh silencioso misterio!

Juan de la C. pone en labios del Verbo antes de su venida estas palabras: Veráse tu gran potencia, / justicia y soberanía, / irélo a decir al mundo, / y noticia le daría / de tu belleza y dulzura / y de tu soberanía.
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Re: El Cántico espritual de J. de la Cruz y María

Notapor agustin sanchez diaz » Mar Ene 29, 2013 1:51 pm

29-Enero-2013

Canción XXXII- Cuando tu me mirabas

“Cuando tu me mirabas, / tu gracia en mí tus ojos imprimían, / por eso me adamabas, / y en eso merecían / los míos adorar lo que en ti vían”
“…parece se atribuía a sí alguna cosa la esposa tal como decir que haría ella juntamente con el esposo las guirnaldas y que se tejerían con el cabello de ella… que el esposo se había prendado en su cabello y llagado en su ojo… en lo cual parece atribuirse a sí misma gran merecimiento… quiere ahora deshacer el engaño… Atribuyéndolo todo a él y regraciándoselo juntamente… que la causa de prenderse él del cabello…y llagarse del ojo de su fe, fue por haber hecho él la merced de mirarla con amor…y que por esa gracia y valor que de él recibió, mereció su amor”.

“cuando tu me mirabas”
“Es a saber, con afecto de amor, porque ya dijimos que el mirar de Dios aquí es amar”

¡Tu gracia en mí tus ojos imprimían”
“Por ojos del esposo entiende aquí su divinidad misericordiosa”… imprime e infunde en ella su amor y gracia, con que la hermosea y levanta tanto que la hace consorte de la misma Divinidad” y así el alma dice:

“por eso me adamabas”
“es como amar duplicadamente, esto es, por dos tipos o causas…la amaba prendado en su cabello…y era porque él quiso con mirarla dar la gracia para agradarse de ella, dándole el amor de su cabello, y formándola con su caridad la fe de su ojo”.

“Y en eso merecían”
“En ese favor y gracia que los ojos de tu misericordia me hicieron de levantarme a tu amor tuvieron valor y merecieron

“los míos adorar lo que en ti vían”
“Las potencias de mi alma, esposo mío, merecieron levantarse a mirarte…que antes estaban caídas y bajas… porque poder mirar el alma a Dios, es hacer obras en gracia de Dios… adoraban lo que ya en él veían, alumbrados y levantados con su gracia y favor, lo cual antes no veían por su ceguera y bajeza”. ..¿ “Y que veían?...grandeza de virtudes, abundancia de suavidad, bondad inmensa, amor y misericordia en él, beneficios innumerables que de él había recibido, ahora estando en gracia, ahora cuando no lo estaba…porque es grande la rudeza y ceguera del alma que está sin gracia” . “Porque estando ella obligada a conocer estas y otras innumerables mercedes, así temporales como espirituales…..no solo no lo hace…..ni caer en la cuenta de tal cosa, que hasta aquí llega la miseria de los que….están muertos en el pecado.
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Desde el Génesis Cap 1- se nos habla de la mirada de Dios en ese relato genealógico de la creación del mundo y del hombre, que el hagiógrafo lo hace de forma poética y estilizada. Y conforme se va estructurando el mundo en una escenificación como infinita, con tan perfecto y complicadísimo ordenamiento, Dios su creador y Director, ante cada escena con duración de millones de años cada una, ante su espectacular obra, propia solo de la divinidad, nos dice la Escritura que: “Vio Dios que la luz era buena”. Y al finalizar cada jornada, nos repite la Escritura que “Vio Dios que esto estaba bien”. Si la creación es un milagro, imposible a nuestra mente de aprehenderlo en su totalidad,
¿Porqué queremos para creer en él que nos haga a cada uno el milagro que nos agrada?

Y es que Dios, como hemos dicho antes, no podía repetirse a sí mismo y por amor se mostró visible en imágenes y símbolos. Y para ello no tuvo más remedio que crear la materia y la vida como imagen suya, y por ello toda la belleza, grandeza y cuanto es espectacular, casi infinitamente espectáculo y vida, es solo un reflejo de lo que es Dios en sí. La creación es el libro de Dios donde las montañas, los mares, la luz, las plantas, los animales, el día y la noche, el sol y las estrellas solo son letras del diccionario de Dios, para que el hombre en libertad, rey de esa creación, pueda comprender con diversos significados lo que Juan de la Cruz y tantos contemplan: Que hay en “todas las criaturas un rastro del paso de Dios por el cual se rastrea su grandeza”.

Y así el alma, dejadas las tinieblas de la rebeldía y llena con humildad de luz, con sencillez de vida, sabiéndose creatura de Dios, y que Dios la mira con amor, dice: “Cuando tu me mirabas, / tu gracia en mí tus ojos imprimían”; porque Dios no mira al alma solo como una criatura más, sino con mirada de amor, que pide correspondencia en amor, y así la mirada de Dios se imprime en el alma para que vea el sentido de la vida como él con su mirada lo ve, y ya es lo más importante ver por su gracia según la mirada de Dios, porque ahí está la sabiduría que es más de lo que nosotros llamamos Ciencia que investiga la obra creada. El hombre rey de la creación es el que recoge la alabanza a Dios por toda su obra y le da gracias por los mares, la tierra, las plantas, los astros, los animales, por todo cuanto es vida natural y sobre-natural.
El que ha llegado a este grado de perfección, ve con los ojos de Dios y exclama como María: Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se regocija en Dios, mi salvador, porque se ha fijado en la humildad de su esclava”, y es que María sabe que todo le viene por la gracia de la mirada amorosa de Dios, porque se ha fijado en su humildad.
En Dios mirar, fijarse, es crear, es amar.

Los que no somos capaces de sentir plenamente ese regocijo en Dios, debemos hacer como el ciego de Jericó (Mt. 18. 35-43) cuando se acercó a Jesús y él le pregunta: “¿Qué quieres que te haga? Y él le contestó: Señor, que vea. Jesús le dijo: ¡Ve!, tu fe te ha salvado”. Esta escena simbólica para nosotros, en el ver y mirar nuestro y de Dios, nos indica que primero hemos de vencer, ser capaces de eliminar los obstáculos como aquel ciego ante los que le reprendían para que no llegase a Jesús, porque en nosotros hay obstáculos que nos atan a mil defectos para poder como el alma que ya los ha vencido, caer a los pies de Jesús y repetir: “tu gracia en mí tus ojos imprimían” como los ojos de Jesús se fundieron con la mirada del hasta ese momento ciego. Y es que la mirada de Dios y a Dios nos abre el ventanal a otro mundo de grandeza de virtudes, abundancia de suavidad, bondad inmensa, amor y misericordia y, nos hace su imagen para que intentemos vivir según él. Y si lo creado con materia es una maravilla fantástica de rocas, volcanes, agua, ríos, mares, hielos, praderas, selvas, flores y animales y el hombre y, más allá los astros y, en otro mundo microscópico gérmenes, minerales envueltos en la noche y el día formados pacientemente durante miles de millones de años, este otro mundo traído por Cristo del que nos habla Juan de la C. es sobre-natural de incalculable abundancia y suavidad, bondad, sublime en su belleza y amor, superando el sobre-natural al material conviviendo con el mismo Creador en su casa y gozando de la presencia de tan divino arquitecto pero como María en la sencillez de su vida ordinaria.
Del mismo modo Zaqueo que “intentaba ver a Jesús…y se subió a un sicómoro para poder verlo, y cuando Jesús llegó al lugar, levantó los ojos, le miró y le dijo: baja enseguida, porque hoy tengo que hospedarme en tu casa”, ( Mt. 19. 1-10), es el fiel reflejo de lo que sucede con nosotros: Jesús nos mira y nos pide hospedarse en nuestro interior, y con esa mirada nos invita no solo a su amistad, sino a que seamos uno con él porque sin él no podremos hacer aquella guirnalda de virtudes ni recibir los dones del Espíritu, porque así “como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si no está unido a la vid, así tampoco vosotros si no estáis unidos a mi”.(Jn. 15.4).

Y en esa vivencia, fundidas nuestras miradas, la del maestro y la nuestra, oiremos siempre a sus pies, estas palabras de Los Proverbios: “Inclina tu oído y escucha mis palabras, aplica tu corazón a comprenderlas, porque te será agradable conservarlas dentro de ti y tenerlas siempre en tus labios. Para que tu confianza esté en el Señor, yo te hago conocer hoy tu camino”. (Prov. 22. 17-19)
Con estas experiencias íntimas, el alma que ha llegado a este grado de contemplación, puede como el anciano Simeón ya repetir: “Ahora, Señor, puedes dejar morir en paz a tu siervo, porque tu promesa se ha cumplido. Mis propios ojos han visto al Salvador que has preparado ante todos los pueblos, luz para iluminar…” (Luc.2. 29.32)
Y es que toda alma contemplativa, iluminada con la mirada placida de Dios, proclama con el salmista como María: ”Cantad al Señor un cántico nuevo porque ha hecho maravillas”, y en su intimidad repite, aún sin palabras: “Cuando tu me mirabas, / tu gracia en mí tus ojos imprimían, / por eso me adamabas, / y en eso merecían / los míos adorar lo que en ti vían”.
¿Qué vería María la Verónica y las otras mujeres… en aquella mirada de Jesús cargado con su Cruz? ¿Compasión? sí, pero en el sentido de acompañarle mas lo que mejor se cruzaba en aquellas miradas, era: “me adamadas”Señor, y en la mirada de Jesús: Así amó Dios al mundo que os ha enviado a su propio Hijo.
Aunque los caminos del Señor no son nuestros caminos y su calle de la amargura nos resulte un misterio. Pero era el Camino.
Tú mereces, Señor, que mis ojos adoren y vivan solo para lo que en tus ojos yo en esos momentos vería cuando junto a María al pie de la Cruz, me mirabas.
Y medito estos versos de J. de las Cruz:
Encima de las corrientes / que en Babilonia hallaba, / allí me senté llorando, / allí la tierra regaba. / Acordándome de ti, / oh Sión, a quien amaba, / y con ella más lloraba. Con mi Paladar se junte / la lengua con que hablaba, / si de ti yo me olvidare, / en la tierra do moraba.
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Re: El Cántico espritual de J. de la Cruz y María

Notapor agustin sanchez diaz » Jue Feb 14, 2013 6:26 am

14-Febrero-2013

Canción XXXIII- No quieras despreciarme

“No quieras despreciarme, / que si color moreno en mí hallaste, / ya bien puedes mirarme, / después que me miraste, / que gracia y hermosura en mí dejaste”.

“La mirada de Dios cuatro bienes hace en el alma: limpiarla, agraciarla, enriquecerla y alumbrarla”…Dios nunca más se acuerda de la fealdad y el pecado que antes tenía”…ni por ello le deja de hacer más mercedes…pero no conviene al alma echar en olvido sus pecados…para no presumir…..agradecer…. más confiar para más recibir…,¿cuanto mayores mercedes podrá esperar?....atribuyéndose a sí su miseria, y al Amado todos los bienes que posee… y toma ánimo y osadía para pedirle la continuación de la divina unión.”
…”Aunque ella sea de bajo precio y no merezca alguna estima merece ser estimada por las prendas y precio que de su Amado tiene….atrévese y dícele que ya no la quiera tener en poco ni despreciarla….porque si antes merecía esto por la fealdad de su culpa y bajeza de su naturaleza….después que Él la miró la primera vez, en que la arreó con su gracia y vistió con hermosura, que bien la puede ya mirar la segunda y más veces, aumentándole la gracia y hermosura”.
“No quieras despreciarme” - “no quieras tenerme ya en poco”. - “que si color moreno en mí hallaste” - “antes que me miraras hallaste en mí fealdad de culpas e imperfecciones”, -“Ya bien puedes mirarme, - después que me miraste”. -“quitando de mí ese color moreno… - ya puedes mirarme más veces… - porque “también me hiciste más digna de ver, pues con tu visita de amor - gracia y hermosura en mí dejaste”.
“Ella está con él engrandecida y honrada… y la va comunicando siempre en todos los afectos y obras de ella más amor y honra de Dios… y esto da a entender la esposa a las hijas de Jerusalén…diciendo: Morena soy… pero soy hermosa; por tanto me ha amado el Rey, porque aunque soy morena de mío, por lo cual no las merecía, ya soy hecha hermosa de él, por haberme él mirado, y por eso me ha amado…”
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La primera mirada amorosa y complaciente de Dios, fue al principio, antes de la existencia del mundo, como la de cualquier padre y madre cuando antes de tener a su hijo piensan en aderezar la estancia o habitación para el ser tan querido que esperan, y la adornan con tanta ilusión y cariño que es como un nidito, estancia esencial de bello colorido de amor y ternura, siendo lo más bello del sentimiento y la obra minuciosa y metódica de ilusión que nace como forzada por el instinto, por el sentimiento, es decir, del amor. Y en esto, el hombre y los animales grandes o pequeños, salvajes o domésticos, derrochan con sus hijos el más fino e incomprensible instinto afectuosísimo, que es amor, porque solo hacen imitar y reflejar a Dios que preparaba un mundo fantástico lleno de maravillas detalladísimas y complicadísimas cuasi infinito en detalles y combinaciones de fuego, tierra, mar y aire, hechas, creadas como fuesen por amor para sus hijos, pero a lo Divino, no aprehensible totalmente por la mente humana.
Y así exclama el salmista (8): le has hecho poco menos que un dios, de gloria y esplendor lo has coronado, le has dado poder sobre las obras de tus manos, todo lo has sometido a sus pies, aunque con sola la razón no podemos abarcar toda la esencia creativa que nace de una sabiduría y amor infinitos. Y de aquí el misterio , la Fe.
Y en ese Edén da el título y grandeza de Rey a sus hijos, a los que encomiendan fuesen descubriendo y gozando lentamente tantas maravillas, durante millones de años. Considerándonos Dios como una unidad en el tiempo que como todo ser vivo nace débil y a través de la duración de la vida, va, (sí, durante millones de años, a lo Divino), creciendo y conociendo el Reino creativo del Padre, y todo el amor de padres y madres, hombres y mujeres, animales hembras y machos, todos amorosos por razón o por instinto solo son un reflejo de aquel amor de Dios creativo, que estropeó para desgracia del hombre el Mal, que existe porque lo padecemos, contra Dios Padre, que al fin, hasta nos envía a su propio Hijo para que usemos nuestro regalo divino de la libertad según sus mandatos y no según las pasiones que nacidas del Mal nos hacen desgraciados, es decir, nos quitan la gracia de la amistad y amor a Dios al querer ser como Dios o dioses falsos anulando al Creador.
“El Señor Dios, dio al hombre este mandamiento: Puedes comer de todos los árboles del jardín pero del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día en que comas, morirás”. (Gn.2.16-17). Pero la serpiente, el Mal, nos dice: no moriréis. Antes bien, Dios sabe que en el momento en que comáis se abrirán vuestros ojos y seréis como dioses (Gn.3.4-5). El dilema lo resuelve ya el gran don de nuestra libertad.
En el amor estamos hechos todo ser viviente de una u otra forma a imagen de Dios, inteligencia y amor, donde ni siquiera el beso y caricias de amor al hijo puede explicar ese algo más profundo del sentimiento concreativo de un nuevo ser. Te sientes tan complaciente y deleitoso junto a Dios al tener en tus brazos a tu hijo, o en la fiera a su cría, porque sabemos los humanos que has intervenido en procrear a ese hijo a la vida y con alma racional que no es materia y por ello solo la puede poner Dios.
Hay quienes renuncian a este tipo de maternidad o paternidad para dedicar su vida solo al servicio de Dios. Es una Gracia inconmensurable servir a tan gran Señor y ayudar a los hermanos a reconocer y servir, como enviado del Padre, a tan gran Señor.

En el paradigma de Adán, nombre genérico para designar al hombre, se condensa la historia de toda la humanidad. Su drama es el de todos los hombres. Todos somos Adán, el heredero de ese Adán de las Escrituras soy yo, eres tú.

Pero el paraíso perdido por el pecado, es como una imagen del paraíso recuperado por la gracia de Dios mediante la redención del Hijo, su nueva mirada al hombre como dice Pablo (Efe. 1- 7-8) “Por Él, por medio de su sangre, obtenemos el rescate, el perdón de los pecados. Según la riqueza de su gracia derrochó en nosotros toda clase de sabiduría y prudencia, y así la esposa dice: “ya bien puedes mirarme, después que me miraste de nuevo al Redimirme.

¿Pero cuanto ha costado a Dios, a su Hijo, “mirarnos”, adquirir para todos el perdón de cuanta rebelión y trasgresión ha existido y se acumulará hasta el fin de los tiempos?
Desde que el Verbo se encarna hasta cuando Jesús dice: todo está consumado, ¿qué ha tenido que padecer meritoriamente para conseguir ofrecer a la Justicia Divina el pago justo de tanta iniquidad de toda la Humanidad?

Cierto que el mérito de Cristo es de valor infinito, pero el pecado es tan numeroso como las arenas del mar, y la ofensa ha sido, es y será contra una dignidad Infinita que se compadece también del mal que nos hacemos a nosotros mismos. Es la Divinidad Creadora, a quien no pocos le insultan y hasta maldicen. ¿Pero por qué? Jesús lo dice: a mi me aborrece el mundo porque le echo en cara que sus acciones son malas. ( Jun. 7. 7)

Pero Jesús es la nueva mirada de Dios, una nueva y fantástica interna y espiritual creación de amor. Jesús cruza su mirada con Pedro después de haberle negado…y tal fue aquella mirada que a Pedro se le hacen surcos en la cara de tanto llorarla.
Jesús miró a lo ojos de Judas y qué le dejaría impreso de misericordia en ella que termina desesperado ahorcándose, desgraciado, en lugar de llorar como Pedro.
Jesús En el Huerto va a ver a sus discípulos buscando algún consuelo humano y los encuentra dormidos. Ellos aquí no le miraron. Antes sí, los miró cuando los encontró arreglando las redes y abandonando a estas le siguieron y después andan ansiosos de verle resucitado y le adoran diciéndole, Señor mío y Dios mío.
Jesús mirando a la Samaritana junto al pozo le dice: el que bebe de esta agua vuelve a tener sed…Señor, dame de esa agua.
Jesús miró al joven rico y este perdió la oferta tal vez de llegar a ser uno de sus Apóstoles.
Y es que como dice J. de la Cruz cuando el al alma también le mira “la mirada de Dios cuatro bienes hace en el alma: “limpiarla”, como el sembrador prepara su campo quitándole las hierbas secas: Bautismo, Eucaristía (Sacramento esencial de Perdón, Redención) y Penitencia. Donde recibimos y fortalecemos las virtudes Teologales y Cardinales ayudándonos a practicar la Obras corporales y Espirituales de Misericordia, según vimos en el Capítulo 30.
“Agraciarla”, arándola, labrándola para que la luz la purifique y el aire del Espíritu la ventee: Dones y Frutos del Espíritu Santo que Dios pone a disposición de nuestra voluntad, ya reseñados en el capítulo 31.
“ Enriquecerla” con los abonos que le ayuden a su fertilización y sobre todo depositando Dios en ella el tesoro misterioso de la semilla divina: El Cuerpo de Cristo glorificado, la Eucaristía cuya semilla eucarística producirá sus frutos según queramos ser buena tierra o pedregal.
Y “alumbrarla” con las aguas y el sol de su Palabra o Buena Nueva que la hagan renacer hasta llegar a ser esos campos de granadas espigas y con todas las virtudes y dones dirán: “buscando mis amores, iré por esos montes y riberas”. “De flores y esmeraldas, en las frescas mañanas escogidas, haremos las guirnaldas, en tu amor florecidas”.

Porque Jesús, por ser el cordero de Dios que quita el pecado del mundo, es el sembrador y la semilla que además riega y solea con su propia agua y sangre nuestras almas.
Pero no olvidemos que también dice (Jun. 5, 22-29): El Padre no juzga a nadie, sino que encomienda al Hijo la tarea de juzgar. Pues como el Padre posee vida en sí, así hace que el Hijo posea vida en sí. Puesto que es el Hijo del Hombre, le ha confiado el poder de juzgar. Los que obraron bien resucitarán para vivir, los que obraron mal resucitarán para ser juzgados.

La Biblia nos narra una serie de pecados-tipo: El de la primera pareja humana; el de Caín; el de la degeneración del diluvio; el de los constructores de la Torre de Babel; el de Israel durante su estancia en el Sinaí; el pecado de idolatría de Salomón: Salomón tuvo setecientas mujeres que pervirtieron su corazón…ellas le extraviaron su corazón hacia dioses extranjeros.( 1Ry. 11-3-4). ¿Nuestros numerosos pecados?
Todos estamos sometidos también al reino del Mal: “¿cómo puede ser puro un hombre? ¿Cómo puede ser justo el nacido de mujer? (Job. 15.14), lo que confirma Pablo (Rom.3 9-10) Tanto los judíos como los paganos, están bajo pecado, como dice la Escritura: no hay justo, ni siquiera uno, no hay ni un cuerdo…todos descarriados.
Un nuevo Diluvio no era suficiente, se necesitaba algo más universal espectacular y profundo para la regeneración del mundo. Tu sangre nos purifica y el agua salida de tu costado nos lava.
El pecado acarrea al hombre desastrosas consecuencias, sujeción a bajos instintos, sufrimientos de todo tipo, la muerte y en última instancia la exclusión del reino de Dios.
Pero Pablo hablando de Jesús, referente al Padre nos manifiesta: “no conocía pecado, le hizo pecado en lugar nuestro, para que nosotros seamos en él justicia de Dios” (2 Cr.5. 21), Y así nos habla Jesús: “porque esta es mi sangre de la nueva alianza, que será derramada por todos para remisión de los pecados” (Mat. 27 y ss.) Y Juan en su segunda carta (v.2) termina de confirmarnos el inmenso beneficio de amor que nos ha dado Jesús a todos: “El se ofrece en expiación por nuestros pecados, y no solo por los nuestros sino por los de todo el mundo. Y así todos…ahora son justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención de Cristo Jesús ( (Rom.3.24)

El alma enamorada de la belleza de Dios y que llega a la dulce hondura de la contemplación, vuelve al jardín del Edén que es ya Árbol de Cruz pero en Monte Tabor de resurrección, porque estas almas no solo agradecen a Dios su redención, sino que experimentan que ese Dios se enamora de ellas y les da hasta la sabiduría del bien: “tomad y comed”, y ella ya vive de su amor y, solo para su Amor. Y dicen: “Ya bien puedes mirarme, / después que me miraste” y te me diste en alimento.

Y con J- de la Cruz podemos expresarnos: Aquesta eterna fonte está escondida / en ese vivo Pan por darnos vida. / aunque es de noche. / Aquí se está llamando a las criaturas, / y de esta agua se hartan, aunque a oscuras, / aunque es de noche. / Aquesta viva fuente, que deseo, / en este pan de vida, yo la veo. / aunque es de noche.

Solo María, mirándola asociada a esa redención del Hijo, por cuyos méritos fue Inmaculada, concebida hasta sin pecado original, y puede decir a Dios: ya que sin color moreno me hallaste porque tú de ello me privaste / ya bien puedes mirarme, / después que me miraste, / que gracia y hermosura en mí dejaste”.
María por ser la Madre de Dios es lo más bello, después de Jesús, a los ojos del Padre. Y no olvidemos que es nuestra Madre. Por ello yo añado con orgullo, al final de la Letanía, bellísimo ramo de alabanzas, esta consoladora realidad: Reina de la paz y Reina y Madre mía, ruega por nosotros para que seamos dignos a los ojos de Dios, porque solo con mirarme tu hijo, estar en Gracia, gracia y hermosura nos dejó. “aunque es de noche” y no se ve ni se palpa por los sentidos. Pero no quiero ser esclavo de mi razón limitada.
agustin sanchez diaz
 
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