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Sobre las verdaderas razones de estos "racimos de santidad", evidentemente se puede y debe hablar de que Dios,en su Providencia, determinó que así ocurriera. Vamos, sabemos que NADA ocurre sin que Dios lo Quiera o Permita, y sabemos que no hay nada realmente bueno, sobre todo en lo relacionado con la Salvación (y la santidad es algo MUY relacionado con ella) que ocurra sin que Dios expresamente lo haya QUERIDO así. Pues sabemos que TODA la obra Redentora es Obra de Cristo, y que, sin Él NADA podemos hacer, y que quien no recoge con Él, desparrama. Por tanto TODO acto que el hombre pueda hacer relacionado con la Salvación y Redención de la humanidad (tanto propia como la de los demás) es un acto hecho en unión con Cristo. Luego, es evidente que estos "racimos de santidad" no ocurrirían si Cristo no los Quisiera de manera expresa.
Pero bueno, lo anterior, aunque ciertamente nos llena de alegría al darnos cuenta de que esos "racimos de santidad" son manifestación de la Acción de Dios en medio de nosotros, por otra parte se queda como que en "principios escenciales", es decir, no "aterriza" respecto al cómo se producen o por qué y para qué Dios Quiso que las cosas ocurrieran así.
Y, para comenzar a "aterrizar" creo que nos sirve un ejemplo que siempre me ha parecido particularmente valiente y hermoso: el de los 40 mártires de Sebaste. El culto a estos mártires está aprobado por la Iglesia desde tiempos muy remotos, si bien, como ocurre con muchos otros santos antiguos, los detalles históricos se confunden, son imprecisos y se mezclan con la leyenda.
Ahora bien, no sé si a algunos de ustedes les pasa, pero, por lo menos a un servidor en alguna ocasión me llegó a sorprender que la Iglesia "juntara" estos grupos para canonizarlos todos juntos. No que un servidor dudara de lo dispuesto por la Iglesia, por supuesto, mucho menos en una cuestión tan relevante que llega a involucra la infalibilidad. Pero si me sorprendía que se considerara tan cuidadosamente los detalles de la vida de otros santos que se canonizan "individualmente" y que, en cambio, de estos, en vez de revisar todos los detalles individuales de la vida de cada uno, se consideraran sus méritos de algún modo de manera "colectiva". Casi como si se canonizara a los otros en virtud de los méritos del santo "principal" (p.ej. como cuando se dice "San Felipe de Jesús y compañeros mártires") y no tanto de sus propios méritos. Y asi, a pesar de que ciertamente la Salvacion tiene una dimensión eclesial, por lo que nadie puede salvarse solito, sino necesariamente en amor, comunión y servicio a los demás; también tiene una dimensión personal, por lo que nadie puede salvarse tampoco sin aceptar de manera completamente libre y personal el Amor de Cristo en su vida.
Tiempo después, cuando aprendí las características del martirio y cómo la canonización por este medio se diferencía de la canonización de un confesor, comprendí parte de la diferencia que permite que estas canonizaciones se den así, de manera "colectiva". Y es que, dado que lo que importa en una canonización por martirio es demostrar que el siervo de Dios entregó su vida al serle quitada en un acto de odio a la Fé por parte de un tirano. Siendo el acto de odio a la Fé el mismo para todos, pues está claro que no habría mucho que distinguir de uno a otro. Y en el martirio no es tan importante un antecedente de vida ejemplar, como si lo es para el confesor, porque el confesor demuestra la entrega de su vida por Cristo en todos los hechos cotidianos, por eso es necesario que durante un periodo prolongado haya dado muestra de las virtudes heroicas que implican una renuncia de sí mismo en favor del Amor de Cristo. Pero el mártir demuestra en un hecho contundente, simple y puntual, que NO VALORA NADA por encima del Amor de Cristo, porque en el hecho mismo de ENTREGAR TOTALMENTE su vida de manera física y literal, demuestra que ha llegado al punto de que NADA le importa más que mantenerse unido al Amor de Cristo. Y esto es tan contundente, que la Iglesia incluso ha reconocido tradicionalmente el Bautismo de Sangre como una fuente de recibir la Gracia del Bautismo ALTERNA al Bautismo Sacramental. De tal modo que, incluso un no-bautizado que entrega su vida por Cristo, por ese mismo hecho demuestra que ha recibido de Cristo la Gracia del Bautismo, pues simplemente no podría hacer algo tan noble y grande si Cristo no le hubiera dado esa Gracia. Nos enseña el Catecismo:
1258nDesde siempre, la Iglesia posee la firme convicción de que quienes padecen la muerte por razón de la fe, sin haber recibido el Bautismo, son bautizados por su muerte con Cristo y por Cristo. Este Bautismo de sangre como el deseo del Bautismo, produce los frutos del Bautismo sin ser sacramento.
Todo esto explica que no se investiguen los detalles de la vida cada miembro del grupo de manera minuciosa e individual, sino se concentre la investigación en demostrar que la muerte se produjo en el acto injusto de un tirano por el odio a la Fé en Cristo.
Me quedaba, sin embargo, la duda del cómo la Iglesia se aseguraría de que en verdad TODOS habían querido dar su vida por Cristo y por Su Amor, y de que no había habido alguno atrapado, digamos, en una especie de "histeria colectiva" de esas que se vuelven tristemente famosas, por ejemplo, cuando los fanáticos de alguna secta se suicidan todos juntos, o un sacrificio como cuando los "mártires" civiles, y de las ideologías de diversa clase se sacrifican "por la causa". Pero en todo caso NO una entrega de su propio ser por Amor a Cristo.
Pero lo que me dió finalmente esa respuesta fue el caso de los 40 mártires de Sebaste.
La historia, brevemente expuesta, es que el emperador romano de oriente Licinio, había seguido al emperador de occidente, Constantino, en permitir el culto cristiano en sus dominios, esto permitió que incluso en el ejército hubiese soldados cristianos; sin embargo, más tarde Licinio se retractó y volvió a los cultos paganos y las persecuciones, con lo cual los soldados cristianos fueron también perseguidos.
Ocurrió que 40 de estos soldados fueron condenados a muerte obligándolos a recostarse desnudos durante la noche en un lago helado, con la posibilidad de salvarse si renegaban de Cristo. Ellos se animaban mutuamente y oraban unos por otros; pero ocurrió que uno de ellos cedió a la tentación y renegó de la Fé, salvando así su vida.
Bueno, en realidad no se salvó, porque aparentemente murió en el agua cáliente que se había dispuesto para los que quisieran renegar; pero esto no debe entenderse como un "truco sucio" de los romanos, sino se trata de lo que se conoce como "rewarming shock" o "colapso por recalentamiento", que es una disminución en el flujo del corazón y la caída de la presión arterial que ocurre a veces durante el recalentamiento y que pueden ser fatales, e incluso a la fecha no se sabe bien porqué pasa eso y no siempre pasa; tampoco creo que debiera entenderse bajo la lógica de un "castigo divino"; más bien me parece que SI puede entenderse como un ejemplo de lo inútil y efímero que puede resultar al hombre querer tomar control de su propia vida a espaldas de Dios.
Ante el espectáculo del que renegó, y la fortaleza de los otros que se mantuvieron firmes, un soldado que estaba de guardia experimentó una súbita conversión y, dejando su puesto, fue a unirse a los que estaban siendo martirizados y murió junto con ellos por Cristo.
Contra esa duda que yo tenía, aquí, más manifiesta que nunca, está esa elección que cada uno tiene en realidad. Porque el que renengó valoró más su vida en este mundo y lo que esta significaba que la Fé en Cristo; y, por eso, independientemente de que los demás se quisieran quedar o no, él decicdió partir. Los demás, en cambio, sin tener la presión ya de "no ser el único que fallaba", sino al contrario, contando ya con "el pretexto" de que uno había claudicado ya, pretexto del que cualquier tentación o duda interna se podía aferrar para intentar salvar la propia vida, si eso es lo que más hubiese importado; sin embargo, en vez de ello, se mantienen con absoluta firmeza y decisión en su profesión de Fé viva.
Es tan claro y patente entonces este Testimonio, se demuestra tan puro y legítimo, que no solo es suficiente para ayudar a sostener a los que realmente están dispuestos a todo por Cristo, sino que ilumina el corazón del guardia que se logra dar cuenta de que aquello por lo que están dando su vida estas personas es algo realmente grande; pues no están siendo realmente forzados a morir, no es meramente el acto tiránico lo que se está manifestando ahí, tanto asi que uno ya optó por salvar la vida; es obvio entonces que, lo de los demás, NO ES meramente la resignación ante la injusta sentencia, NO ES un mero "prefiero morir de pie que vivir de rodillas" (que eso es lo que está detrás de casi todos, incluso los más nobles y admirables "martirios civiles", de aquellos que mueren en la refriega, o que, hechos prisioneros, afrontan con entereza y dignidad la venganza asesina); NO, aquí, se manifesta claramente ahora, hay ALGO MÁS, hay algo MUCHO MÁS GRANDE.
Es tan obvia, pues, la libre entrega de la propia vida, es tan evidente que estos hombres no están muriendo en realidad por la imposición externa, sino por una absolutamente libre y voluntaria entrega de su ser; que eso no puede explicarse sino, o por franca locura, o porque estas personas han encontrado algo tan magnífico y valioso, que su misma vida en este mundo, y todo lo que pudiera llegar a ofrecerles esa vida, vale francamente poco ante ello. Y no es tampoco que ellos sintieran que su vida valiera poco, de tal suerte que cualquier cosa, incluso la muerte (como ocurre a muchos de los que viven torturas de las que no pueden escapar y prefieren la muerte que seguir esa vida en el tormento) fuese mejor o preferible que la vida que podían salvar. No, precisamente el que flaquea lo demuestra, porque al querer salvar su vida demuestra el verdadero valor que ella tenía: seguramente incluso se les respetarían sus bienes y su rango militar, porque lo que interesaba era "limpiar" al ejército de cristianos, y no desmembrar al propio ejército. Es obvio, pues, que estos hombres no están, ni desesperados, ni locos. Está claro como el agua que libre y voluntariamente están entregando algo valiosísimo... y eso solo se explica entonces porque lo están entregando en favor de algo que han conocido y apreciado como
MUCHO MÁS GRANDE Y VALIOSO AÚN. Su acción pues, brilla con todo el esplendor del
TESTIMONIO VIVO que es.
Incluso la leyenda, en algunas fuentes, dice que el guardia vió un resplandor sobre los que no renunciaron, como un brillo sobre-natural sobre ellos. ¿Será la forma de la leyenda de describir esa revelación interior que el guardia mismo tuvo, o será que Dios se sirvió realmente confirmarle con una señal visible eso que ya le decía su corazón?: que estos hombres eran mensajeros de una Verdad mucho más grande y valiosa que toda otra que él hubiera conocido en su vida. Sea lo que sea, el caso es que el Testimonio fue suficiente: este hombre, dejando todo prejuicio, toda atadura, todo afecto que pudiera tener por este mundo o por esta vida, supo que lo que esos hombres iban a obtener era mucho más importante y valioso, y, no dejando pasar la oportunidad, se unió a ellos para poder participar de este Bien tan grande él también.
Las diferentes narrativas de la historia tienden a enfatizar mucho el hecho de que, con ese gesto de conversión, se completaron de nuevo el total de los 40. Y es que, para animarse a sí mismos y tratar de protegerse mutuamente de la tentación, los mártires habían orado al Señor que fueran los 40 y no menos los que soportaran el tormento. La flaqueza del que se separó pareció por un momento defraudar esa oración, pero el que se reintegró vino como respuesta de Dios a re-completar el número. Y si, indudablemente podemos pensar que el número en si mismo tendría un significado simbólico de cierta importancia; pero me parece que, en realidad, ese simbolismo no era tan importante como el deseo mutuo de que todos fueran fieles a Cristo hasta el fin; y es que en verdad, esa generosidad que no buscaba meramente asegurar la salvación individual, sino dar Testimonio mutuo, orar para obtener de Cristo la Gracia para todos, y así fortalecer a todos y tratar de garantizar que todos alcanzaran la victorida definitiva; es esa generosidad la fuente de la que brotó también el Testimonio que acabó tocando el corazón del guardia y siendo el medio por el que Dios mismo fraguó su conversión, llevando así a la práctica esas palabras del Evangelio:´
Les aseguro que, de la misma manera, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse».
San Lucas 15, 7
Y así, ante la debilidad del que cedió, Dios concedió esta enorme alegría a los demás de sellar con una conversión Su respuesta a la oración que tan generosamente hacían, no sólo para obtener de Dios fortaleza para si mismos, sino para apoyar a sus compañeros en obtenerla.
De este modo, lo que comenzó con debilidad y para los demás se convirtió en causa de tristeza y tentación; por la Gracia del Testimonio mutuo que se daban en Cristo, se acabó convirtiendo en causa de alegría, aliento y fortaleza para seguir adelante hasta el fin.
Todo esto viene al caso, porque mi respuesta a la causa de estos "racimos de santidad" que venimos revisando en el tema, es precisamente esa: que esos "racimos" tienen su origen y sentido en el Testimonio mutuo con el que nos enriquecemos unos a otros por la Gracia de Cristo.
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