Turín, 3 de mayo de 1994
Reverendísima Madre,
He tenido que ocuparme en estos días de la Sierva de Dios Sor Consolata Betrone, vuestra Hermana, para presentar la figura a mis hermanos en el episcopado con objeto de obtener el “Nulla-Osta” para acceder al Procedimiento de canonización. Espero que proponiendo su figura, se pueda con la ayuda del Señor hacer algo útil para la Iglesia y para la Congregación de Ustedes.
Agradezco el don de algunos volúmenes biográficos de la Sierva de Dios.
Es verdaderamente la figura de una religiosa sencilla, a pesar de sus decisiones atormentadas, nutrida de plegarias y de Eucaristía, que debe conocerse especialmente por su perfecto cumplimiento de las reglas y por su adaptación a los trabajos más humildes. Los dones especiales que ella ha recibido de Dios, precisamente por ser “especiales”, no son apetecibles y no añaden nada a la santidad de la persona, al contrario, frecuentemente son complicaciones por la mayor responsabilidad que implican y el mayor esfuerzo que requieren; y si se conocen no facilitan ciertamente las relaciones con los demás. Por esto, espero que cada una de Ustedes, sin perseguir nada de extraordinario, alcance la santidad por el camino más sencillo: “el Pequeño Camino”, aquél contenido en vuestra jaculatoria: “¡Jesús, María os amo, salvad almas!”.
Bendigo de corazón a Usted y a sus hermanas.
+ Giovanni Card. Saldarini,
Arzobispo de Turín