¿Qué hacer cuando se genera una discusión que va subiendo de tono y nos lleva conscientemente hacia una batalla campal? Cuantas veces en nuestra vida de matrimonio nos hemos visto frente a esta cituación.los motivos sobran cuando hay una tendencia a las discusiones que comienzan por una simple diferencia y se transforman en reproches, insultos y culpas varias que desnudan fundamentalmente el no haber resuelto todos los problemas a su debido tiempo y por ello comenzamos a almacenar rencores, heridas y reproches que si los hubiéramos desnudado oportunamente seguramente abríamos obtenido la corrección, la razón o el convencimiento de que no existía tal situación.
El momento se presenta de manera imprevista, los ánimos se caldean, el tono de voz sube intentando tapar el del otro, devolviendo los agravios con algo más consistente y más severo y terminamos por perder el control de lo que decimos y nos ofenden y ofendemos muchas veces gratuitamente, de manera que luego si esto se resuelve no arrepentimos de los dichos, y cuando tomamos conciencia de tal situación quisiéramos borrar tantas palabras que sabemos lastimaros al otro y quedaron almacenadas en su memoria, como una herida que no sana a tiempo.
Una y otra vez se repite la escena, cada vez más frecuentes, las diferencias se alimentan rápidamente de los rencores y a ellos echamos mano para ser más severos y demostrar nuestra razón sobre lo que se discute. Con esto estamos hablando del camino iniciado hacia un distanciamiento que muchas veces no es reparable y cuando no caemos en la separación, algo que jamás hubiéramos querido, estaremos sobreviviendo una relación en la que el aire es irrespirable, algo que nos enferma y nos quita los deseos de vivir con alegría. Hemos llegado al final de un camino que construimos inconscientes o no y tenemos delante el premio de nuestra incapacidad para demostrar nuestros afectos, nuestro compromiso y nuestra capacidad de ser felices.
LA RESPUESTA:
Si hubiéramos sido capaces de ver lo que estaba sucediendo, si hubiéramos sido capaces de parar, si hubiéramos sido capaces de haber dialogado, con respeto, con serenidad, con generosidad, con dignidad y poniendo el amor de nuestros sentimientos por delante. Hoy no estaríamos ante esta citación. En conclusión sembramos lo que tenemos, somos responsables de lo que hemos cosechado. Ahora quisiéramos poder comenzar de nuevo pero nuestros egoísmos, nuestra soberbia y nuestra incapacidad para amar nos coloca en el fracaso.